Los famosos juegos que se celebraban en la ciudad de Olimpia en honor a Zeus, fueron el mejor ejemplo del pensamiento pan-helénico de paz y unidad cultural de la Grecia antigua. Sin embargo, la violencia asociada al deporte no es algo nuevo y, como veremos, los griegos la llevaron a su mayor extremo durante aquella 104ª Olimpiada del 364. a.C., organizando una auténtica batalla campal en el mismo recinto de Zeus, con atletas, soldados y espectadores echando mano de sus armas ante la estupefacción general.
Introducción.
Los famosos juegos que se celebraban en la ciudad de
Olimpia (los Olympiakoi Agones),
en honor a Zeus, fueron en origen, y según la tradición, restaurados para la
solución de los conflictos de una Hélade dividida y en guerra. Es pensamiento
común, resaltar el éxito de tales juegos, en relación a los antiguos
conflictos. Ciertamente, los juegos fueron el mejor ejemplo del pensamiento
pan-helénico, de una Grecia culturalmente unida. Pero no es secreto que,
política y juegos, son una formula explosiva y, que los conflictos existieron a
pesar de la “paz sagrada” o ekecheiria.
El mas extenso de estos conflictos, se dará por el control mismo de estas
festividades, y será disputado por dos ciudades, Elis y Pisa, lo que motivara algunos de los
hechos mas violentos vividos durante los mencionados juegos. El mismo tendrá su punto más
álgido durante la olimpiada nº 104, cuando los espectadores, el público
concurrente, será testigo de un hecho único, nunca vivido hasta entonces.
Elis, Pisa y el origen de las
Olimpiadas.
Cuenta Pausanias, en su “Descripción de la Hélade”, que el rey Iphitos de la ciudad de Elis, consulto al Oráculo de Delfos preocupado por los conflictos que azotaban una Hélade, dividida, en guerra y asolada por las enfermedades. La respuesta del Oráculo fue que la gente se había alejado de los dioses, y que la solución era “restaurar los juegos Olímpicos, en concurso con los Eleos”[i]. Según el geógrafo, historiador y viajero griego, los juegos habían sido interrumpidos luego de la muerte de Oxylos[ii]. Iphitos, entonces, se dispuso a celebrar los juegos, renovar las festividades, encargar a los eleos celebrar sacrificios a Heracles, y restaurar la tregua sagrada durante la duración de los juegos.
Cuenta Pausanias, en su “Descripción de la Hélade”, que el rey Iphitos de la ciudad de Elis, consulto al Oráculo de Delfos preocupado por los conflictos que azotaban una Hélade, dividida, en guerra y asolada por las enfermedades. La respuesta del Oráculo fue que la gente se había alejado de los dioses, y que la solución era “restaurar los juegos Olímpicos, en concurso con los Eleos”[i]. Según el geógrafo, historiador y viajero griego, los juegos habían sido interrumpidos luego de la muerte de Oxylos[ii]. Iphitos, entonces, se dispuso a celebrar los juegos, renovar las festividades, encargar a los eleos celebrar sacrificios a Heracles, y restaurar la tregua sagrada durante la duración de los juegos.
Sin embargo, las cosas no eran tan simples. Ocurre que
Olimpia, pertenecía al distrito conocido como Pisatide, el cual encabezaba la
ciudad de Pisa. Y los ciudadanos de esta polis reclamaban que, históricamente,
la organización de los juegos les correspondía a ellos. En apoyo a los reclamos
de Pisa, cierta tradición recogida tardíamente, y que se adjudica a Flegon de
Trales (Lidia), dice que los reyes consultores del Oráculo fueron tres: Iphitos
de Elis, Licurgo de Esparta[iii] y
Cleoisthenes de Pisa. En este caso, el oráculo ordeno a los tres reyes “restaurar
los juegos, para poner fin a las plagas y declarar la paz para los estados
participantes”[iv].
Así las cosas, ambas ciudades, enarbolando sus
argumentos, se adjudicaran como propia la organización de los juegos.
Ciudad de Olimpia, estado actual. Ruinas del Boileterión. Testigo de los combates urbanos entre Arcadios y Eleos. |
Claro esta, que la disputa jamás será zanjada[v],
menos aun, cuando en el s.VIII a. C. la ciudad de Elis someterá los distritos
de Pisatide y Trifilia para asumir sin oposición la organización de los juegos
en la ciudad de Olimpia. Los eleos asumirán esta responsabilidad con fervor,
desde una fecha que algunos asumen en 884 a.C (Kyle, 2007) o tal vez 776 a.C
(Spivey, 2004), organizaran las autoridades, jueces y reglas. Las disciplinas
se irán sumando, puesto que a la original y simple “carrera” (se supone que es
la competición que da origen a los juegos[vi])
se le sumaran con el tiempo el pentatlón, boxeo, pancration, entre otras
disciplinas.
Pisa nunca cejara, y hará todo lo posible por recuperar
la organización de los juegos, sea de manera pacifica o por la fuerza,
solicitando formalmente la presidencia de los juegos en el primer caso, u
ocupando violentamente el recinto sagrado en el segundo.
Siguiendo a Herodoto[vii]
y a Estrabón[viii],
en el 747 aC año de la 8va olimpiada (y supuesto año de fundación de Roma),
lograra la deseada presidencia con la ayuda de Fidón de Argos[ix],
pero la derrota de este en manos de una alianza entre Elis y Esparta, devolverá
a los Eleos la presidencia. Según Estrabón[x],
En el 664 a.C., durante la olimpiada nº 34, Pisa volverá a recuperar la
presidencia de los juegos. Esta vez en alianza con los mesenios (Guerra
Mesenia). Los juegos se celebraron con exclusión de los eleos, quienes se
habían aliado con Esparta durante el conflicto. Es de común acuerdo pensar que
la derrota de Mesenia, devolvió las cosas a su punto de origen, con Elis presidiendo
los juegos nuevamente.
Tras la guerra del Peloponeso, y con la intervención
espartana en la Elide en pos de dividirla en sus regiones originales: Elide
(Coele o Baja Elis), Pisatis y Trifilia, para, de esta manera, debilitar el
poder de Elis en la región (pero tampoco permitiendo que otra polis la
reemplace), los eleos deciden no permitir la participación de los competidores
espartanos en la olimpiada del año 420 a.C. Mas tarde y aprovechando la
situación hegemónica de Esparta, los pisatas reclamaran formalmente en el año
400 a.C. la presidencia de los juegos, pero tal privilegio les será negado.
Ahora bien, tras la derrota que sufriera Esparta en
Leuctra (371 a.C.), y con la hegemonía tebana en su punto mas alto, el
conflicto entre Elis y Pisa en pos del control de los juegos olímpicos, sumará
un capitulo mas, tal vez el definitivo, en el cual se vivirán hechos de suma
curiosidad y que merecen ser recordados.
El contexto y acciones previas.
La paz de 371 a.C.[xi]
proclamo a todas las ciudades del Peloponeso libres del yugo espartano, y fue
ratificado por todas las ciudades, menos Elis. Por otro lado, la formación de
la Liga Arcadia (370 a.C.), bajo el amparo tebano, generó una nueva estructura
de poder en el Peloponeso, lo que confirmó la pérdida de poder de Esparta. Las
enemistadas Pisa y Elis, elegirán cada una sus ocasionales aliados con los
cuales sostener sus posiciones frente al conflicto que ambas mantenían por el
control de los juegos.
La situación animó a Elis a recuperar Pisatis y Trifilia,
territorios sobre los que se habían visto obligados a ceder influencias desde
la paz de Nicias (en el 421 aC). Pero Trifilia había sido aceptada en la Liga
Arcadia, por lo que Elis, decide aliarse con Esparta (enfrentada con la Liga
Arcadia), e inició una guerra por el control de la región.
Mapa de situación. |
En el 365 aC toman Lasión, que antiguamente era suya,
pero que en el presente pertenecía a la Liga Arcadia. Los arcadios acudieron
rápidamente con su ejército, y los eleos hicieron lo mismo por su parte,
acudiendo con “los trescientos” y “los cuatrocientos”[xii]
pero fueron vencidos debido a su mala posición y su menor número. Los arcadios
entonces, aprovecharon y ocuparon Olimpia, la fortificaron rodeando el monte
Croneon con una empalizada, dejan allí una fuerte guarnición y toman luego el
Monte Olimpo. Los eleos se retiraron a su ciudad, que fue asaltada por los de
arcadia llegando hasta el ágora, la que se sostuvo gracias al fervor de los
defensores eleos.
Es oportuno aclarar que existía en Elis un viejo conflicto
de clases o partidos, en el que dos bandos se disputaban el mando de la ciudad,
unos en pos de un sistema democrático, otros en pos de uno oligárquico. Según
Jenofonte, este último descalabro animó a los “demócratas” Cáropos, Trasónidas
y Argeo a tomar el poder, apoyados por los vencedores arcadios (propensos a
apoyar las democracias en las polis bajo su influencia). Sin embargo, fueron
expulsados de la ciudad por los “trescientos”
afines a la oligarquía y que respondían a Escalta, Hipias y Estrátolas.
Los rebeldes se refugiaron en Pilos y apoyaron a los arcadios. Sin embargo, el
partido oligárquico, con apoyo de los Aqueos, logró rechazar finalmente la
incursión arcadia.
La invasión de arcadia en la Elide se reanudó, tomaron
Oluro por asalto, y derrotaron duramente a los eleos en dura batalla campal, en
la que murió el espartano Soclides. La
grave situación obligó a los eleos a pedir ayuda a Esparta. Esta respondió con
una invasión de territorio arcadio, lo que forzó a estos a menguar la presión sobre
la Elide. De esta manera, los “cuatrocientos” (el partido demócrata), se vieron
abandonados por sus aliados arcadios. Fue la oportunidad que esperaban los “trescientos”
para acabar con el partido rival. Los acusaban de traición, y realmente pocos
se atreverían a contradecirlos. Lo cierto, es que no habían hecho nada
diferente a sus rivales políticos, aliándose a quienes consideraban cercanos a
sus intereses. Los trescientos lo habían hecho con los espartanos, los
cuatrocientos con los arcadios.
De este modo, los del partido demócrata fueron asaltados
en Pilos y muchos fueron muertos en esa acción. Los que pudieron escapar, se
parapetaron en una colina cercana, sin embargo, los hoplitas eleos del partido
oligarca, los atacaron con dureza, desplazándolos de la colina, unos fueron
muertos en combate allí mismo, otros (unos doscientos según Jenofonte), fueron
hechos prisioneros. Entre estos, los extranjeros fueron vendidos como esclavos,
pero los exiliados eleos del partido demócrata fueron degollados.
Tras esta exitosa acción, los eleos ahora dirigidos sin
oposición por el partido oligarca, se dispusieron a actuar nuevamente. Se
aproximaba la fecha de los próximos juegos, y Olimpia estaba ocupada por los
arcadios. Serian vistos como débiles, si no hacían valer su derecho a la
organización.
Olimpiada 104 (364 a.C).
Liberados los arcadios de la invasión espartana en su
territorio, tras la acción de Cromno, reforzaron la guarnición de Olimpia, y se
dispusieron a organizar los juegos nº 104 junto a los pisatas, debido a la
cercanía del mes de las olimpiadas. Como ya se dijo, los pisatas reclamaban ser
ellos los primeros en haber organizado los juegos, y ahora, aliados a los
arcadios, podían por fin cumplir la función que les era propia según su
tradición.
Los eleos, que obviamente no habían sido invitados, se
alistaron y marcharon hacia Olimpia con sus atletas, su ejército y sus aliados
Aqueos. Nadie dudaba que esta seria una olimpiada particular, diferente, los
ánimos estaban caldeados por las acciones bélicas previas, además la
concurrencia era numerosa, atletas de diferentes sitios de Grecia y numeroso
publico recorrían las calles de Olimpia, pero para Jenofonte, nadie esperaba
mayor conflicto o problema que algún abucheo al atleta de la parcialidad
contraria. Los estados participantes estaban obligados a la “paz sagrada” (ekecheiria)
durante la duración de los juegos. Con los Arcadios estaban (además de los
Pisatas) los Argivos y los Atenienses, los primeros en un número de dos mil
hoplitas, los segundos eran seiscientos jinetes, sin olvidarnos de la
“reforzada” guarnición que ya habían establecido los arcadios.
En un clima enrarecido, donde se susurraban acusaciones o
se gritaban consignas, y con los hombres buscando cualquier excusa para irse a
las manos, se dieron comienzo a los juegos. La primer disciplina fue la carrera
de caballos con victoria arcadia; finalizada esta, se dio comienzo al pentatlon[xiii], con el stadion
o carrera pedestre como primer disciplina, en la cual al parecer la victoria
también fue de los arcadios. Se esperaba a los atletas para la siguiente
disciplina, la lucha, sin embargo la misma no pudo ser celebrada en la pista,
puesto que, incontenibles ya, basto una
mirada, un empujón, para que los luchadores comenzaran a agredirse frente al
altar de Zeus. Seguramente se fueron sumando luchadores al tumulto, y no hubo
que esperar mucho para que se echara mano a alguna espada, de hecho, los eleos
estaban ya con sus armas en el recinto sagrado y la trifulca se generalizo.
Finalmente, los eleos, prefirieron retirarse y atraer a sus enemigos a una
batalla campal que a esta altura era ya inevitable. Los asombrados espectadores
no daban crédito a lo que veían, aunque no era la primera vez que se violaba la
paz sagrada, lo cierto era que tal cosa ocurrió en contadas ocasiones, pero lo
singular es que ahora sucedía en plena ciudad de Olimpia, ¡Y frente al altar de
Zeus!
Hoplita Eleo vs Arcadio |
Así las cosas, los arcadios y sus aliados, en lugar de
alejarse a un sitio más adecuado, prefirieron alinearse junto al riacho
Kladeos, aparentemente con el Altis,
o recinto sagrado de Zeus, a sus espaldas. Los eleos hicieron lo mismo del otro
lado del riacho, y una vez realizados los sacrificios, se fueron a las manos.
Batalla Olímpica, 364 a.C.
Con la izquierda sosteniendo el aspis, y la
derecha blandiendo la dorys[xiv]. Con la vista
puesta mas allá del hierro de la punta de la dorys. Los ojos puestos en
ese muro de bronce que avanzaba. Llaman allí a la muerte y cargan contra el
odiado enemigo. En un esfuerzo atlético descomunal, buscan negar la derecha
desprotegida, a la vez que intentan provocar la pararrexis o ruptura de
la línea rival. Las batallas entre falanges hoplíticas son eventos atléticos
por excelencia. Y como cualquier disciplina deportiva, son el perfecto goce de
cada músculo, de cada articulación, delirio y desenfreno expresado, en cada
movimiento, en cada golpe. La certidumbre de que eso es la otra cara de la
muerte, y a la vez la paradoja de que ese éxtasis, esa inconciencia de estar
vivo, sobreviene cuando mas cerca de la muerte se esta.
Esquema de batalla. La disposición
de los ejércitos es una interpretación libre del autor según el escueto relato
de Jenofonte.
|
Los eleos, recientemente vapuleados por los arcadios en
más de una oportunidad, tomados por cobardes o poco valientes tras las últimas
derrotas, armados de un valor descomunal, quiebran a sus enemigos y los obligan
a retroceder. Los persiguen por las calles de Olimpia hasta el Agora y de allí
hasta la Sala del Consejo, el santuario de Hestia y el teatro que esta en
frente. Enardecidos, los eleos no dejaban de presionar, y seguían empujando
hacia el altar. Pero contraatacados desde los pórticos, desde la Sala de
Consejo y el Gran Templo, encuentra la muerte el jefe de los trescientos,
Estrátolas. Ocurrido esto, se retiraron a su campamento, momento que
aprovecharon los arcadios y sus aliados para reponerse, aunque impresionados
por la paliza recibida, pasaron toda la noche preparando parapetos y
empalizadas, o reforzando los existentes, con el fin de resistir un nuevo
asalto. Con los ánimos aplacados tras la noche, y al ver las defensas
preparadas, los eleos, satisfechos por la victoria obtenida, prefirieron
retirarse a su ciudad.
Finalmente, y a pesar de los deseos de los pisatas,
arcadios y eleos pactaron la paz. La liga arcadia decidió compensar a Elis
devolviendo a estos la presidencia de los juegos olímpicos. Los eleos, según
Pausanias, decidieron eliminar de los registros no solo esta olimpiada, sino
también las otras dos en que los pisatas habían organizado por la fuerza los
juegos (olimpiadas nº 8 y la nº 34). Poco tiempo después, integraran la alianza
con Macedonia[xv],
y ya no volverán a sufrir reclamo alguno por parte de Pisa.
Teodosio I el Grande. Emperador Romano de Oriente desde el 379 a.C. hasta el 392 a.C. Y de todo el Imperio desde el 392a.C. hasta el 395 a.C. |
El final de los juegos.
En si, la organización de los juegos y el gozar de la paz
sagrada, conformaron el mayor crédito de la Elide. Razón de su riqueza y
bienestar, y origen del respeto de toda Grecia, al punto de permanecer alejada
por este motivo de la mayoría de los conflictos entre las polis. Será entonces
que, por ser considerada “provincia
sagrada y exenta de todos los males y calamidades de la guerra”, la
participación de los eleos en esta guerra contra arcadia, y en futuros
conflictos (como la guerra sagrada del 220 aC a 217 aC), con el fin de
recuperar los territorios perdidos, constituirá para Polibio el mayor error
cometido por esta polis[xvi].
Este famoso historiador, exhortara a los eleos a “recuperar sus antiguas inmunidades”, a
no cometer el error de renegar de su antiguo prestigio ni comprometer su futuro
exponiéndose a continuas guerras y saqueos, al mezclarse en fútiles disputas
territoriales, como el sufrido en 219 aC., cuando Filipo V de Macedonia,
saqueara el país obteniendo inmenso botín.
Vale decir que, aun cuando los juegos seguirán
desarrollándose (incluso bajo dominación romana), el desprestigio obtenido
podría ser considerado seguramente como el inicio de su decadencia. El final
para las olimpiadas, no sobrevendrá hasta el año 393 de nuestra era, en que el
emperador Teodosio I las prohíba definitivamente por considerarlas festividades
paganas. Luego, el despoblamiento de la ciudad de Olimpia, las invasiones
bárbaras, y las inundaciones del río Alfeo y su afluente Kladeos, los
sepultaran para siempre.
Autor:
marvel77
Biografía:
Pausanias, Descripción de Grecia. Ed. Aguilar.
Herodoto, Historias. Ed. Gredos.
Tucídides, Guerra del Peloponeso. Ed. Porrúa
Jenofonte, Las Helénicas. Ed. Alianza Editorial.
Polibio de Megalópolis, Historia Universal. Ed. Solar / Hachette.
Nicholas Sekunda, Los Antiguos Griegos. Elite Series nº 07. Ed. Osprey
Donald
G. Kyle (2007), “Sport and Spectacle
in the Ancient World”.
Nigel
Jonathan Spivey (2004).
“The ancient Olympics”.
[i] Pausanias, “Descripción de Grecia”. Tomo 3, Libro 5: Elide.
Capitulo 4, 5 – 6.
[ii] Oxylos, legendario rey de Elis que guiara a los Heraclidas al
Peloponeso. Tras su muerte, lo sucedió su hijo Laias, durante cuyo reinado,
según la tradición, los juegos fueron abandonados.
[iii] Vale decir que Pausanias menciona que Iphitos fue contemporáneo de
Licurgo, aunque omite comentar si ambos concurrieron junto a Cleoisthenes al
Oráculo. Sin embargo hay quien adjudica al geógrafo griego como autor de la
crónica recogida por Flegón de Tralles.
[iv] Flegón de Tralles, s.II d.C. Escritor griego liberto del emperador
Adriano. Su obra “Las Olimpiadas”, se considera perdida. Solo se conservan
algunos capítulos en las Crónicas de Eusebio (Obispo de Cesarea), Focio
(escritor Bizantino), y Jorge Sincelo (Syncellus, cronista Bizantino).
[v] Es mas, para Estrabón los juegos Olímpicos, son patrimonio de los
Eleos, según cuenta en su Geografía (8, 354): “ampliada Elis Coele, no sólo
tomó gran parte de la Pisatis, también tomo Olimpia bajo su poder. Es más, los
juegos olímpicos son un invento de ellos, y fueron ellos los que celebraron las
Olimpiadas en primer lugar”.
[vi] Según Pausanias (3, 5, 7, 7), Heracles Dáctilo organizo una carrera
(no aclara de que tipo) para entretener a sus hermanos y corono al ganador con
una corona de Laureles. Otro mito, con el posterior Heracles (hijo de Zeus)
como protagonista, implica a una carrera de carros en la que el héroe vence a
un rey local.
[vii] Herodoto 6, 127.
[viii] Estrabón, Geografía 8, 358.
[ix] Fidón (Pheidon) de Argos.
Basileus y tirano de la ciudad de Argos durante el s.VII a.C.
[x] Estrabón, Geografia 8, 354.
[xi] A partir de aquí, seguiremos a Jenofonte en su obra las Helénicas
(VII, 4, 13 - 32)
[xii] Para Brownson ambos son cuerpos de elite, hoplitas selectos, y
se reconocían afines cada uno a una facción política. Para Hatzfeld, solo los
“trescientos” eran un cuerpo de elite, y que no hay motivo para relacionar a
los “cuatrocientos” con los “demócratas”. Nick Sekunda en “Los Antiguos
Griegos” (Elite Series nº 07, Osprey Publishing), va en la misma línea de
Brownson.
[xiii] En el pentatlon se desarrollaban cinco disciplinas deportivas,
el stadion (carrera), lucha, salto, más los
lanzamientos de jabalina y disco.
[xiv] De la panoplia hoplítica tradicional, destacan sobre el resto
dos armas especialmente: el aspis o escudo hoplítico, y la dorys o lanza. Ambos
(tal vez sumados a un yelmo de bronce) son fundamentales para táctica de las
falanges hoplíticas. Sin embargo, para el 360 a.C. parece que fue común en los
hoplítas equiparse con pesadas armaduras de cuerpo.
[xv] En 356 a.C. (año del nacimiento de Alejandro Magno), por
primera vez en la historia de estas festividades, Elis permitirán la
participación de un extranjero en los juegos, Filipo II de Macedonia, que
lograra ganar unas pruebas hípicas.
[xvi] Polibio 4, 73 a 75
Articulo originalmente publicado en la revista digital "Mundo Historia Magazine, nº13".
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