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miércoles, 15 de agosto de 2012

104º Olimpíada, 364 a.C.: Elis vs Pisa.


Los famosos juegos que se celebraban en la ciudad de Olimpia en honor a Zeus, fueron el mejor ejemplo del pensamiento pan-helénico de paz y unidad cultural de la Grecia antigua. Sin embargo, la violencia asociada al deporte no es algo nuevo y, como veremos, los griegos la llevaron a su mayor extremo durante aquella 104ª Olimpiada del 364. a.C., organizando una auténtica batalla campal en el mismo recinto de Zeus, con atletas, soldados y espectadores echando mano de sus armas ante la estupefacción general.



Introducción.
Los famosos juegos que se celebraban en la ciudad de Olimpia (los Olympiakoi Agones), en honor a Zeus, fueron en origen, y según la tradición, restaurados para la solución de los conflictos de una Hélade dividida y en guerra. Es pensamiento común, resaltar el éxito de tales juegos, en relación a los antiguos conflictos. Ciertamente, los juegos fueron el mejor ejemplo del pensamiento pan-helénico, de una Grecia culturalmente unida. Pero no es secreto que, política y juegos, son una formula explosiva y, que los conflictos existieron a pesar de la “paz sagrada” o ekecheiria.
El mas extenso de estos conflictos, se dará por el control mismo de estas festividades, y será disputado por dos ciudades, Elis y Pisa, lo que motivara algunos de los hechos mas violentos vividos durante los mencionados juegos. El mismo tendrá su punto más álgido durante la olimpiada nº 104, cuando los espectadores, el público concurrente, será testigo de un hecho único, nunca vivido hasta entonces.

Elis, Pisa y el origen de las Olimpiadas.

Cuenta Pausanias, en su “Descripción de la Hélade”, que el rey Iphitos de la ciudad de Elis, consulto al Oráculo de Delfos preocupado por los conflictos que azotaban una Hélade, dividida, en guerra y asolada por las enfermedades. La respuesta del Oráculo fue que la gente se había alejado de los dioses, y que la solución era “restaurar los juegos Olímpicos, en concurso con los Eleos[i]. Según el geógrafo, historiador y viajero griego, los juegos habían sido interrumpidos luego de la muerte de Oxylos[ii]. Iphitos, entonces, se dispuso a celebrar los juegos, renovar las festividades, encargar a los eleos celebrar sacrificios a Heracles, y restaurar la tregua sagrada durante la duración de los juegos.

Sin embargo, las cosas no eran tan simples. Ocurre que Olimpia, pertenecía al distrito conocido como Pisatide, el cual encabezaba la ciudad de Pisa. Y los ciudadanos de esta polis reclamaban que, históricamente, la organización de los juegos les correspondía a ellos. En apoyo a los reclamos de Pisa, cierta tradición recogida tardíamente, y que se adjudica a Flegon de Trales (Lidia), dice que los reyes consultores del Oráculo fueron tres: Iphitos de Elis, Licurgo de Esparta[iii] y Cleoisthenes de Pisa. En este caso, el oráculo ordeno a los tres reyes “restaurar los juegos, para poner fin a las plagas y declarar la paz para los estados participantes[iv].

Así las cosas, ambas ciudades, enarbolando sus argumentos, se adjudicaran como propia la organización de los juegos.
Ciudad de Olimpia, estado actual. Ruinas del Boileterión. Testigo de los combates urbanos entre Arcadios y Eleos.



Claro esta, que la disputa jamás será zanjada[v], menos aun, cuando en el s.VIII a. C. la ciudad de Elis someterá los distritos de Pisatide y Trifilia para asumir sin oposición la organización de los juegos en la ciudad de Olimpia. Los eleos asumirán esta responsabilidad con fervor, desde una fecha que algunos asumen en 884 a.C (Kyle, 2007) o tal vez 776 a.C (Spivey, 2004), organizaran las autoridades, jueces y reglas. Las disciplinas se irán sumando, puesto que a la original y simple “carrera” (se supone que es la competición que da origen a los juegos[vi]) se le sumaran con el tiempo el pentatlón, boxeo, pancration, entre otras disciplinas.

Pisa nunca cejara, y hará todo lo posible por recuperar la organización de los juegos, sea de manera pacifica o por la fuerza, solicitando formalmente la presidencia de los juegos en el primer caso, u ocupando violentamente el recinto sagrado en el segundo.
Siguiendo a Herodoto[vii] y a Estrabón[viii], en el 747 aC año de la 8va olimpiada (y supuesto año de fundación de Roma), lograra la deseada presidencia con la ayuda de Fidón de Argos[ix], pero la derrota de este en manos de una alianza entre Elis y Esparta, devolverá a los Eleos la presidencia. Según Estrabón[x], En el 664 a.C., durante la olimpiada nº 34, Pisa volverá a recuperar la presidencia de los juegos. Esta vez en alianza con los mesenios (Guerra Mesenia). Los juegos se celebraron con exclusión de los eleos, quienes se habían aliado con Esparta durante el conflicto. Es de común acuerdo pensar que la derrota de Mesenia, devolvió las cosas a su punto de origen, con Elis presidiendo los juegos nuevamente.
Tras la guerra del Peloponeso, y con la intervención espartana en la Elide en pos de dividirla en sus regiones originales: Elide (Coele o Baja Elis), Pisatis y Trifilia, para, de esta manera, debilitar el poder de Elis en la región (pero tampoco permitiendo que otra polis la reemplace), los eleos deciden no permitir la participación de los competidores espartanos en la olimpiada del año 420 a.C. Mas tarde y aprovechando la situación hegemónica de Esparta, los pisatas reclamaran formalmente en el año 400 a.C. la presidencia de los juegos, pero tal privilegio les será negado.
Ahora bien, tras la derrota que sufriera Esparta en Leuctra (371 a.C.), y con la hegemonía tebana en su punto mas alto, el conflicto entre Elis y Pisa en pos del control de los juegos olímpicos, sumará un capitulo mas, tal vez el definitivo, en el cual se vivirán hechos de suma curiosidad y que merecen ser recordados.

El contexto y acciones previas.
La paz de 371 a.C.[xi] proclamo a todas las ciudades del Peloponeso libres del yugo espartano, y fue ratificado por todas las ciudades, menos Elis. Por otro lado, la formación de la Liga Arcadia (370 a.C.), bajo el amparo tebano, generó una nueva estructura de poder en el Peloponeso, lo que confirmó la pérdida de poder de Esparta. Las enemistadas Pisa y Elis, elegirán cada una sus ocasionales aliados con los cuales sostener sus posiciones frente al conflicto que ambas mantenían por el control de los juegos.
La situación animó a Elis a recuperar Pisatis y Trifilia, territorios sobre los que se habían visto obligados a ceder influencias desde la paz de Nicias (en el 421 aC). Pero Trifilia había sido aceptada en la Liga Arcadia, por lo que Elis, decide aliarse con Esparta (enfrentada con la Liga Arcadia), e inició una guerra por el control de la región.
 
Mapa de situación.

En el 365 aC toman Lasión, que antiguamente era suya, pero que en el presente pertenecía a la Liga Arcadia. Los arcadios acudieron rápidamente con su ejército, y los eleos hicieron lo mismo por su parte, acudiendo con “los trescientos” y “los cuatrocientos”[xii] pero fueron vencidos debido a su mala posición y su menor número. Los arcadios entonces, aprovecharon y ocuparon Olimpia, la fortificaron rodeando el monte Croneon con una empalizada, dejan allí una fuerte guarnición y toman luego el Monte Olimpo. Los eleos se retiraron a su ciudad, que fue asaltada por los de arcadia llegando hasta el ágora, la que se sostuvo gracias al fervor de los defensores eleos.
Es oportuno aclarar que existía en Elis un viejo conflicto de clases o partidos, en el que dos bandos se disputaban el mando de la ciudad, unos en pos de un sistema democrático, otros en pos de uno oligárquico. Según Jenofonte, este último descalabro animó a los “demócratas” Cáropos, Trasónidas y Argeo a tomar el poder, apoyados por los vencedores arcadios (propensos a apoyar las democracias en las polis bajo su influencia). Sin embargo, fueron expulsados de la ciudad por los “trescientos”  afines a la oligarquía y que respondían a Escalta, Hipias y Estrátolas. Los rebeldes se refugiaron en Pilos y apoyaron a los arcadios. Sin embargo, el partido oligárquico, con apoyo de los Aqueos, logró rechazar finalmente la incursión arcadia.
La invasión de arcadia en la Elide se reanudó, tomaron Oluro por asalto, y derrotaron duramente a los eleos en dura batalla campal, en la que murió el espartano Soclides.  La grave situación obligó a los eleos a pedir ayuda a Esparta. Esta respondió con una invasión de territorio arcadio, lo que forzó a estos a menguar la presión sobre la Elide. De esta manera, los “cuatrocientos” (el partido demócrata), se vieron abandonados por sus aliados arcadios. Fue la oportunidad que esperaban los “trescientos” para acabar con el partido rival. Los acusaban de traición, y realmente pocos se atreverían a contradecirlos. Lo cierto, es que no habían hecho nada diferente a sus rivales políticos, aliándose a quienes consideraban cercanos a sus intereses. Los trescientos lo habían hecho con los espartanos, los cuatrocientos con los arcadios.
De este modo, los del partido demócrata fueron asaltados en Pilos y muchos fueron muertos en esa acción. Los que pudieron escapar, se parapetaron en una colina cercana, sin embargo, los hoplitas eleos del partido oligarca, los atacaron con dureza, desplazándolos de la colina, unos fueron muertos en combate allí mismo, otros (unos doscientos según Jenofonte), fueron hechos prisioneros. Entre estos, los extranjeros fueron vendidos como esclavos, pero los exiliados eleos del partido demócrata fueron degollados.
Tras esta exitosa acción, los eleos ahora dirigidos sin oposición por el partido oligarca, se dispusieron a actuar nuevamente. Se aproximaba la fecha de los próximos juegos, y Olimpia estaba ocupada por los arcadios. Serian vistos como débiles, si no hacían valer su derecho a la organización.

Olimpiada 104 (364 a.C).
Liberados los arcadios de la invasión espartana en su territorio, tras la acción de Cromno, reforzaron la guarnición de Olimpia, y se dispusieron a organizar los juegos nº 104 junto a los pisatas, debido a la cercanía del mes de las olimpiadas. Como ya se dijo, los pisatas reclamaban ser ellos los primeros en haber organizado los juegos, y ahora, aliados a los arcadios, podían por fin cumplir la función que les era propia según su tradición.
Los eleos, que obviamente no habían sido invitados, se alistaron y marcharon hacia Olimpia con sus atletas, su ejército y sus aliados Aqueos. Nadie dudaba que esta seria una olimpiada particular, diferente, los ánimos estaban caldeados por las acciones bélicas previas, además la concurrencia era numerosa, atletas de diferentes sitios de Grecia y numeroso publico recorrían las calles de Olimpia, pero para Jenofonte, nadie esperaba mayor conflicto o problema que algún abucheo al atleta de la parcialidad contraria. Los estados participantes estaban obligados a la “paz sagrada” (ekecheiria) durante la duración de los juegos. Con los Arcadios estaban (además de los Pisatas) los Argivos y los Atenienses, los primeros en un número de dos mil hoplitas, los segundos eran seiscientos jinetes, sin olvidarnos de la “reforzada” guarnición que ya habían establecido los arcadios.
En un clima enrarecido, donde se susurraban acusaciones o se gritaban consignas, y con los hombres buscando cualquier excusa para irse a las manos, se dieron comienzo a los juegos. La primer disciplina fue la carrera de caballos con victoria arcadia; finalizada esta, se dio comienzo al pentatlon[xiii], con el stadion o carrera pedestre como primer disciplina, en la cual al parecer la victoria también fue de los arcadios. Se esperaba a los atletas para la siguiente disciplina, la lucha, sin embargo la misma no pudo ser celebrada en la pista, puesto que, incontenibles ya, basto  una mirada, un empujón, para que los luchadores comenzaran a agredirse frente al altar de Zeus. Seguramente se fueron sumando luchadores al tumulto, y no hubo que esperar mucho para que se echara mano a alguna espada, de hecho, los eleos estaban ya con sus armas en el recinto sagrado y la trifulca se generalizo. Finalmente, los eleos, prefirieron retirarse y atraer a sus enemigos a una batalla campal que a esta altura era ya inevitable. Los asombrados espectadores no daban crédito a lo que veían, aunque no era la primera vez que se violaba la paz sagrada, lo cierto era que tal cosa ocurrió en contadas ocasiones, pero lo singular es que ahora sucedía en plena ciudad de Olimpia, ¡Y frente al altar de Zeus!
Hoplita Eleo vs Arcadio


Así las cosas, los arcadios y sus aliados, en lugar de alejarse a un sitio más adecuado, prefirieron alinearse junto al riacho Kladeos, aparentemente con el Altis, o recinto sagrado de Zeus, a sus espaldas. Los eleos hicieron lo mismo del otro lado del riacho, y una vez realizados los sacrificios, se fueron a las manos.

Batalla Olímpica, 364 a.C.
Con la izquierda sosteniendo el aspis, y la derecha blandiendo la dorys[xiv]. Con la vista puesta mas allá del hierro de la punta de la dorys. Los ojos puestos en ese muro de bronce que avanzaba. Llaman allí a la muerte y cargan contra el odiado enemigo. En un esfuerzo atlético descomunal, buscan negar la derecha desprotegida, a la vez que intentan provocar la pararrexis o ruptura de la línea rival. Las batallas entre falanges hoplíticas son eventos atléticos por excelencia. Y como cualquier disciplina deportiva, son el perfecto goce de cada músculo, de cada articulación, delirio y desenfreno expresado, en cada movimiento, en cada golpe. La certidumbre de que eso es la otra cara de la muerte, y a la vez la paradoja de que ese éxtasis, esa inconciencia de estar vivo, sobreviene cuando mas cerca de la muerte se esta.

Esquema de batalla. La disposición de los ejércitos es una interpretación libre del autor según el escueto relato de Jenofonte.

Los eleos, recientemente vapuleados por los arcadios en más de una oportunidad, tomados por cobardes o poco valientes tras las últimas derrotas, armados de un valor descomunal, quiebran a sus enemigos y los obligan a retroceder. Los persiguen por las calles de Olimpia hasta el Agora y de allí hasta la Sala del Consejo, el santuario de Hestia y el teatro que esta en frente. Enardecidos, los eleos no dejaban de presionar, y seguían empujando hacia el altar. Pero contraatacados desde los pórticos, desde la Sala de Consejo y el Gran Templo, encuentra la muerte el jefe de los trescientos, Estrátolas. Ocurrido esto, se retiraron a su campamento, momento que aprovecharon los arcadios y sus aliados para reponerse, aunque impresionados por la paliza recibida, pasaron toda la noche preparando parapetos y empalizadas, o reforzando los existentes, con el fin de resistir un nuevo asalto. Con los ánimos aplacados tras la noche, y al ver las defensas preparadas, los eleos, satisfechos por la victoria obtenida, prefirieron retirarse a su ciudad.
Finalmente, y a pesar de los deseos de los pisatas, arcadios y eleos pactaron la paz. La liga arcadia decidió compensar a Elis devolviendo a estos la presidencia de los juegos olímpicos. Los eleos, según Pausanias, decidieron eliminar de los registros no solo esta olimpiada, sino también las otras dos en que los pisatas habían organizado por la fuerza los juegos (olimpiadas nº 8 y la nº 34). Poco tiempo después, integraran la alianza con Macedonia[xv], y ya no volverán a sufrir reclamo alguno por parte de Pisa.

Teodosio I el Grande. Emperador Romano de
Oriente desde el 379 a.C. hasta el 392 a.C.
Y de todo el Imperio desde el 392a.C. hasta
el 395 a.C.
El final de los juegos.
En si, la organización de los juegos y el gozar de la paz sagrada, conformaron el mayor crédito de la Elide. Razón de su riqueza y bienestar, y origen del respeto de toda Grecia, al punto de permanecer alejada por este motivo de la mayoría de los conflictos entre las polis. Será entonces que, por ser considerada “provincia sagrada y exenta de todos los males y calamidades de la guerra”, la participación de los eleos en esta guerra contra arcadia, y en futuros conflictos (como la guerra sagrada del 220 aC a 217 aC), con el fin de recuperar los territorios perdidos, constituirá para Polibio el mayor error cometido por esta polis[xvi].
Este famoso historiador, exhortara a los eleos a “recuperar sus antiguas inmunidades”, a no cometer el error de renegar de su antiguo prestigio ni comprometer su futuro exponiéndose a continuas guerras y saqueos, al mezclarse en fútiles disputas territoriales, como el sufrido en 219 aC., cuando Filipo V de Macedonia, saqueara el país obteniendo inmenso botín.
Vale decir que, aun cuando los juegos seguirán desarrollándose (incluso bajo dominación romana), el desprestigio obtenido podría ser considerado seguramente como el inicio de su decadencia. El final para las olimpiadas, no sobrevendrá hasta el año 393 de nuestra era, en que el emperador Teodosio I las prohíba definitivamente por considerarlas festividades paganas. Luego, el despoblamiento de la ciudad de Olimpia, las invasiones bárbaras, y las inundaciones del río Alfeo y su afluente Kladeos, los sepultaran para siempre.

 
Autor:
marvel77

Biografía:
Pausanias, Descripción de Grecia. Ed. Aguilar.
Herodoto, Historias. Ed. Gredos.
Tucídides, Guerra del Peloponeso. Ed. Porrúa
Estrabón. Geografía. Ed. Gredos
Jenofonte, Las Helénicas. Ed. Alianza Editorial.
Polibio de Megalópolis, Historia Universal. Ed. Solar / Hachette.
Nicholas Sekunda, Los Antiguos Griegos. Elite Series nº 07. Ed. Osprey
Donald G. Kyle (2007), “Sport and Spectacle in the Ancient World”.
Nigel Jonathan Spivey (2004). “The ancient Olympics”.




[i]    Pausanias, “Descripción de Grecia”. Tomo 3, Libro 5: Elide. Capitulo 4, 5 – 6.
[ii]   Oxylos, legendario rey de Elis que guiara a los Heraclidas al Peloponeso. Tras su muerte, lo sucedió su hijo Laias, durante cuyo reinado, según la tradición, los juegos fueron abandonados.
[iii]  Vale decir que Pausanias menciona que Iphitos fue contemporáneo de Licurgo, aunque omite comentar si ambos concurrieron junto a Cleoisthenes al Oráculo. Sin embargo hay quien adjudica al geógrafo griego como autor de la crónica recogida por Flegón de Tralles.
[iv]  Flegón de Tralles, s.II d.C. Escritor griego liberto del emperador Adriano. Su obra “Las Olimpiadas”, se considera perdida. Solo se conservan algunos capítulos en las Crónicas de Eusebio (Obispo de Cesarea), Focio (escritor Bizantino), y Jorge Sincelo (Syncellus, cronista Bizantino).
[v]   Es mas, para Estrabón los juegos Olímpicos, son patrimonio de los Eleos, según cuenta en su Geografía (8, 354): “ampliada Elis Coele, no sólo tomó gran parte de la Pisatis, también tomo Olimpia bajo su poder. Es más, los juegos olímpicos son un invento de ellos, y fueron ellos los que celebraron las Olimpiadas en primer lugar”.
[vi]  Según Pausanias (3, 5, 7, 7), Heracles Dáctilo organizo una carrera (no aclara de que tipo) para entretener a sus hermanos y corono al ganador con una corona de Laureles. Otro mito, con el posterior Heracles (hijo de Zeus) como protagonista, implica a una carrera de carros en la que el héroe vence a un rey local.
[vii] Herodoto 6, 127.
[viii]       Estrabón, Geografía 8, 358.
[ix] Fidón (Pheidon) de Argos. Basileus y tirano de la ciudad de Argos durante el s.VII a.C.
[x]  Estrabón, Geografia 8, 354.
[xi] A partir de aquí, seguiremos a Jenofonte en su obra las Helénicas (VII, 4, 13 - 32)
[xii]       Para Brownson ambos son cuerpos de elite, hoplitas selectos, y se reconocían afines cada uno a una facción política. Para Hatzfeld, solo los “trescientos” eran un cuerpo de elite, y que no hay motivo para relacionar a los “cuatrocientos” con los “demócratas”. Nick Sekunda en “Los Antiguos Griegos” (Elite Series nº 07, Osprey Publishing), va en la misma línea de Brownson.
[xiii]      En el pentatlon se desarrollaban cinco disciplinas deportivas, el stadion (carrera), lucha, salto, más los  lanzamientos de jabalina y disco.
[xiv]      De la panoplia hoplítica tradicional, destacan sobre el resto dos armas especialmente: el aspis o escudo hoplítico, y la dorys o lanza. Ambos (tal vez sumados a un yelmo de bronce) son fundamentales para táctica de las falanges hoplíticas. Sin embargo, para el 360 a.C. parece que fue común en los hoplítas equiparse con pesadas armaduras de cuerpo.
[xv]       En 356 a.C. (año del nacimiento de Alejandro Magno), por primera vez en la historia de estas festividades, Elis permitirán la participación de un extranjero en los juegos, Filipo II de Macedonia, que lograra ganar unas pruebas hípicas.
[xvi]      Polibio 4, 73 a 75 

1 comentario:

  1. Articulo originalmente publicado en la revista digital "Mundo Historia Magazine, nº13".

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