Aníbal Barca fue sin
duda uno de los grandes generales de la antigüedad: sabía adelantarse a los
movimientos del enemigo, su inigualable carisma le permitió mantener unido a un
ejército multiétnico en territorio enemigo durante casi dos décadas, su capacidad
de analizar el terreno y usarlo a su favor era temible y su manejo táctico excepcional…
Pero, pese a todo, quizás su sello más característico fue su destreza para
emboscar tropas que atacaran al enemigo por sorpresa. Y el mejor ejemplo de
ello fue la batalla del Lago Trasimeno.