domingo, 18 de noviembre de 2012

BATALLA DE METAURO, 207 a. C. Asdrúbal Barca invade Italia.



Una batalla clave durante la Segunda Guerra Púnica. En la misma, Roma se jugaba la vida. Otro ejército cartaginés, comandado por otro miembro de la familia Barcida, Asdrúbal Barca, entraba en Italia amenazando con unirse con el, hasta ahora, invencible Aníbal.
Conocida también como "Segunda Expedición a Italia" tal acción es considerada una situación crítica para los asuntos romanos, pues la reunión de ambos hermanos podría significar el fin para Roma.






Antecedentes.

La marcha por tierra de Aníbal hacia Italia, fue el punto central de la estrategia púnica para la 2da Guerra Púnica. Surgida en el seno de la familia Barca, esta calculada maniobra desarticuló completamente el plan romano de una guerra en España y África contra su potencia rival en el Mediterráneo, la ciudad de Cartago.

La mentada estrategia púnica suponía que varios ejércitos operarían en diferentes teatros de operaciones. El principal (el de Aníbal) invadiría Italia y llevaría el peso inicial de la guerra, los otros cuidarían las posesiones de España y el territorio africano de Cartago[1]  para luego marchar también sobre el territorio italiano en apoyo de Aníbal, sin dudas, ya no simplemente como refuerzo a las indudables bajas que sufriría tal ejército (bajas que podían suplirse con levas entre aliados itálicos, situación que de hecho se dio), sino claramente como una segunda fuerza operativa, con la capacidad de obrar de forma independiente si era necesario, o coordinada con la fuerza principal al mando del héroe púnico, ya sea actuando juntos en una misma batalla, o en situaciones de asedio a plazas fortificadas (uno asumiendo el papel de ejercito sitiador, y el otro como apoyo).

Representación posible de Aníbal Barca. El  máximo
héroe de Cartago y el mayor enemigo de Roma.
Quien hiciera la guerra en la propia Italia durante
15 años consecutivos sin poder ser derrotado.
Su genio e inventiva le permitirá permanecer
en la memoria de sus enemigos y trascender hasta
nuestros días.
Sin embargo las cosas no salieron tal cual Aníbal las había planeado. Si bien su desempeño en Italia fue extraordinario, con victoria tras victoria sobre todo lo que Roma le pusiera delante (incluyendo una verdadera joya, una obra maestra de la táctica: Cannas, 216 a.C.), el accionar de sus generales en España no pudo haber sido peor, incluso con Asdrúbal todavía en España. Primero poniendo en riesgo la seguridad de los dominios cartagineses en ese país tras la serie de derrotas que sufrirán, y segundo dilatando en demasía la partida de ese segundo ejército hacia Italia.

La derrota de Dertosa en 215 a. C., a manos de Publio y Ceno Escipión (padre y tío respectivamente del “africano”), fue el primer traspié. Logran los púnicos sin embargo vencer y dar muerte a estos romanos en sendas batallas (a Publio en Castulo, 211 a. C., y a Cneo en Ilorci, 211 a. C.), pero confiados en la superioridad que suponía semejantes victorias no profundizan sus éxitos, permitiendo que los sobrevivientes romanos se hagan fuertes al norte del río Ebro, lo que permitirá mas tarde el arribo de Escipión el Africano en el 209 a. C., quien a la postre será su perdición.

Pero lo más terrible de esta serie de inconvenientes, es sin duda, el haber retrasado por años la partida de un segundo ejercito púnico al teatro de operaciones de Italia, según lo planificado. Puesto que podemos confirmar con cierta certeza que ya desde el año 217 a.C. se pensaba o se tenia planeado, pasar otro ejército púnico a Italia, o por lo menos eso parece solicitar Aníbal según Apiano (Ap. An. 16), y que además en 216 a.C. (¿o 215 a.C.?) Livio nos informa de que Asdrúbal Barca recibe formalmente de la capital púnica la orden de partir en apoyo de su hermano (Livio XXIII, 27-28-29), cuando la mencionada derrota en Dertosa se lo impidió; la marcha de Asdrúbal a Italia en 208 a.C., entre ocho y nueve años posterior a lo supuestamente planeado, configura un hecho indudablemente tardío, mas parecido a un recurso desesperado, que a la calculada maniobra que se diseño en origen.

Sin embargo, y a pesar del evidente retraso que significaba esta partida (que incluso coincide con un momento de cierto estancamiento de Aníbal en Italia) la situación no podía ser peor para Roma. Puesto que, la amenaza del genio cartaginés siempre estaba latente, y seguía significando un serio riesgo para Roma. Los buenos oficios de los generales romanos durante todos esos años en España, impidiendo toda salida de refuerzos cartagineses, ahora se ven finalmente frustrado, y la amenaza de reunión de ambos barcidas, era una situación de suficiente riesgo como para torcer el rumbo de los acontecimientos, volver a tomar la iniciativa Aníbal, y comprometer gravemente el futuro de Roma. La cuestión estaba clara para los romanos, Asdrúbal debía ser detenido a toda costa.

La Marcha de Asdrúbal, 208 a. C.

Después de la derrota de Baecula en el 208 a. C. (revés que debemos sumar al de la perdida de Cartagena en el 209 a. C.) a manos de Escipión (futuro “el africano”), Asdrúbal decide finalmente marchar con su ejército a Italia, confiando en las fuerzas de Magón Barca (el tercer hermano Barca) y Asdrúbal Giscón, la defensa de España[2] que ahora peligraba como nunca con la presencia del joven romano. Asdrúbal entendía la situación a la perfección, no podía dilatar más el apoyo a su hermano, debía profundizar el éxito de este, pues dos ejércitos cartagineses operando en Italia podrían significar la victoria cartaginesa[3].

Sorprendentemente, el joven Escipión no hizo nada por impedir su partida, aun teniendo estrictas ordenes de evitar cualquier intento de pasar ejércitos los cartagineses desde España. Completando sus efectivos con levas locales, Asdrúbal emprende finalmente la marcha hacia Italia con “nuevo ejército, nuevas fuerzas, y nuevos recursos” (Floro. Epitome I, XXII).

Todas las fuentes coinciden en que el camino hacia los Alpes fue poco menos que un paseo para el Barcida. Las primeras noticias en Roma sobre esta marcha vinieron de Marsella (antigua Massalia o Massilia). Los enviados de este emporio griego, arribaron a Roma acompañados por Sexto Antistio y Marco Recio, quienes aseguraban, puesto que se habían cerciorado, de que Asdrúbal trataría cruzar los Alpes en la próxima primavera. Lo único que le impedía avanzar de inmediato era que dicha cadena montañosa resultaba infranqueable en invierno (Livio 27, 36). Tras la partida de Asdrúbal, arriba a España un tercer general cartaginés, de nombre Hanón (Livio 28, 1), que con un ejercito completo a su mando, se une a Magón y marcha al interior de la Celtiberia, donde piensan reclutar un importante numero de mercenarios para levantar un importante ejército. De esta manera, consideraban los cartagineses, España quedaba debidamente cubierta contra las acciones de Escipión[4] con tres generales púnicos al mando de sendos ejércitos operativos.

Los preparativos de Roma. Cónsules, planes y ejércitos.

La noticia de la partida de Asdrúbal hacia Italia causó gran impresión en Roma. La fama que precedía a Asdrúbal aumentaba el temor. Se trataba, sobre todo, del segundo mejor general púnico después de Aníbal. Otro Barcida dirigiendo un poderoso ejército a la península, experimentado en la guerra, inteligente y hábil, y nada menos que el que acabara con la vida de dos Escipiones, y que destruyera la mayor parte de los ejércitos romanos dispuestos en España. Para colmo, en medio de las elecciones para el año 208 a. C., se tiene noticia de la rebelión de Etruria. Que si bien serán aquietados con la presencia del cónsul y su ejercito, el re-electo Marcelo, Roma tendrá que esperar a acabar con Asdrúbal para intentar realmente castigar a los etruscos. Finalmente Marco Marcelo será gravemente herido y encontrara la muerte al caer junto a su colega, Tito Quincio Crispino (quien morirá tiempo después), en una emboscada creada por númidas que militaban en el ejercito de Aníbal[5].

Con Asdrúbal en las puertas de Italia, el conato de rebelión en Etruria, y la muerte del cónsul, los problemas para Roma iban en aumento y el panorama era poco alentador. El invierno entonces retuvo por el momento a Asdrúbal al pie de los Alpes, y los romanos se dispusieron a celebrar las elecciones para el año 207 a. C. Se logrará el nombramiento de Cayo Claudio Nerón, y el indultado Marco Livio Salinator[6]. El plan consensuado disponía que ambos cónsules tomaran sin dilación los ejércitos encomendados para partir lo antes posible a los escenarios donde la guerra se desarrollaba. Esto es, Livio Salinator a la Galia Cisalpina, para enfrentar a Asdrúbal y evitar que este aproveche el levantamiento etrusco; y Nerón a Brucio y Lucania, para contener todo lo posible a Aníbal, e impedir que este se dirija al encuentro de su hermano.

Por primera vez en mucho tiempo ambos cónsules tomaban posiciones muy alejadas entre si. Acostumbrados como estaban los romanos, a enfrentar ambos cónsules solo a Aníbal, ahora la guerra se desarrollaba en dos frentes en suelo itálico y obligaba a dividir las fuerzas.


Mapa con la situación en el Mediterráneo Occidental para el año 208 y 207 a. C.

Sin embargo, los romanos sumarán un contratiempo más. Porque Livio Salinator no contento con las tropas asignadas, ni en calidad ni en número, se quejaba de que su colega tenia a disposición tres esplendidos ejércitos (ver cuadro aparte). El Senado accedió a todos los pedidos del descontento cónsul y permitió se reclutaran esclavos voluntarios que completaron las legiones XIX y XX, permitió también que ambos cónsules obtuvieran los refuerzos de la manera que creyeran convenientes, sea tomándolos de los otros ejércitos en Italia, o intercambiando y trasladando efectivos de una provincia a la otra si lo creían beneficioso para el país[7].

Aun así, no le fue fácil a Roma el rearme de sus ejércitos. Livio informa de la merma en la población, y que se vieron obligadas las “colonias marítimas” (originalmente exentas del servicio militar) a aportar soldados. Sorprendentemente, estas se negaron, y fueron llamadas a comparecer ante el Senado. Salvo dos colonias (Anzio y Ostia), el resto de las apelaciones fue rechazado[8].

El retraso de Livio Salinator permite el ingreso de Asdrúbal en la Galia Cisalpina sin ser molestado. La única fuerza romana presente en la zona era la del pretor Lucio Porcio Licino (dos legiones), insuficientes para detener al Barcida. Mediante correspondencia el pretor afirmaba que retrasaría todo lo posible el avance del púnico hasta la llegada del cónsul a su posición.



Asdrúbal ingresa a Italia. Asedio de Placentia, 207 a. C.

Jugaba a favor de los romanos, sin embargo, el hecho de que la velocidad con la que Asdrúbal había cruzado los Alpes, sorprendió a propios y ajenos. Solo dos meses le llevo al Barcida atravesar la cadena montañosa, contra los cinco que le había llevado a su hermano. No solo gracias a aprovechar los caminos abiertos por Aníbal, sino porque las tribus de montañeses en nada lo molestaron. Aníbal no supo anticipar esta posibilidad, cuestión que lo retuvo en sus reales del sur de Italia mas tiempo de lo que hubiera sido conveniente.

Las manifestaciones de terror en Roma iban en aumento desde que se supo que Asdrúbal había partido desde España. Y llegaron a un punto máximo de nerviosismo cuando el pretor Porcio informo que el general cartaginés y su ejército ya pisaban suelo italiano, y mercenarios de Liguria y la Galia aumentaban enormemente el numero de efectivos.

Representación posible de Asdrúbal Barca. El general
mas experimentado con que contaba Cartago 
después de Aníbal.

Asdrúbal sumará a su ejército ocho mil Ligures, infantes curtidos y bien pertrechados, y una cantidad no especificada de Galos. Todas sus fuerzas reunidas, sumarian probablemente unos cuarenta y ocho mil infantes, ocho mil jinetes, y entre diez y quince elefantes. Sin duda, un ejército importante. Ahora bien, todo el tiempo ganado en el cruce de los Alpes, Asdrúbal lo desperdicia en el asedio de Placentia. Sus intenciones no eran malas. De tomar la ciudad, contarían los cartagineses con un magnífico bastión de reclutamiento en plena Galia. Además de asegurar el futuro ingreso de más ejércitos cartagineses desde España, si esto fuera necesario.

Livio informa que esto retrasó aún más la reunión de ambos hermanos. Puesto que, si bien Aníbal ya había salido de sus cuarteles y avanzaba hacia la reunión de ambos ejércitos, era ahora su hermano el que se demoraba en un infructuoso asedio[9]. Mientras tanto Aníbal ya se topa con Nerón a la altura de Grumentum (en Lucania) sitio en el que se realizan una serie de escaramuzas y combates más o menos importantes. Se informa que allí Aníbal sufre una serie de bajas[10] que lo obligan a retirarse a Metaponto, sitio donde se reúne con Hanón[11], incorpora los hombres de este, y se dirige finalmente a Canusio. Siempre con Nerón tras sus pasos.

El cónsul Livio Salinator ya habiendo tomado posición en las cercanías de Sena Gallica, manifiesta su deseo de entrar en combate en cuanto divise al enemigo[12]. Finalmente Asdrúbal abandona el sitio, y avanza hacia el encuentro de su hermano.


Los correos de Asdrúbal y la marcha de Nerón.

Tras haber levantado el asedio de Placentia, Asdrúbal organiza una serie de correos con el fin de coordinar el encuentro con su hermano, mientras avanza hacia el sur. Cuatro jinetes galos y dos númidas fueron despachados con cartas para Aníbal. Livio relata que “(…) Habían pasado por en medio del enemigo y recorrido casi la longitud de Italia, siguiendo tras la retirada de Aníbal a Metaponto, cuando se perdieron por el camino y llegaron a Tarento. Aquí fueron sorprendidos por un grupo de forrajeadores romanos que estaban esparcidos por los campos, y llevados ante el propretor Quinto Claudio. Al principio trataron de engañarle mediante respuestas evasivas, pero el miedo a la tortura les obligó a confesar la verdad y dijeron que llevaban despachos de Asdrúbal a Aníbal (…).” (Livio 27, 43). Los seis prisioneros junto con los correos intactos, fueron conducidos por el tribuno Lucio Verginio y una escolta de caballería samnita, hacia Nerón.

El cónsul evaluó la información y sopeso la gravedad del asunto. Calculó que la situación ameritaba una respuesta algo temeraria, pero que si arriesgaban ahora que contaban con la ventaja de la información, los beneficios para el futuro del conflicto podrían ser enormes. Remitió entonces las cartas al Senado e informo de su plan. El mismo consistía en una veloz marcha de él y una selección de tropas de elite hacia el campamento de su cónsul colega con la seguridad de que ese “refuerzo”, aunque pequeño, seria suficiente para hacer la diferencia. El resto de sus tropas, su ejército consular, quedaría en la misma posición para el control del ejército de Aníbal al mando de Quinto Catio, su segundo al mando con estrictas ordenes de no enfrentarse con el cartaginés[13]. A sus hombres les informó que tenía intención de apoderarse de la ciudad más cercana de la Lucania con su guarnición cartaginesa, por lo que todos debían estar listos para marchar, pero saliendo por la noche, se volvió en dirección de Áscoli Piceno. La idea con esto era asegurarse del total secreto de su verdadera intención. Solo cuando se aseguró de haber puesto suficiente distancia con Aníbal, Nerón informo a sus hombres del verdadero destino de su marcha.

La noticia de que había sido dejado el campamento sin su general, no fue bien recibida en Roma. El aluvión de malos augurios fue incontenible. “¿Qué pasará si se dan cuenta? ¿Y si Aníbal con todo su ejército decide partir en persecución de Nerón y sus seis mil hombres, o atacar el campamento, abandonado como está para ser saqueado, sin defensa, sin un general con plenos poderes ni nadie que pueda tomar los auspicios?”. Y además “¿no es acaso Asdrúbal también hijo de Amílcar, y un jefe tan capaz y enérgico como su hermano? Y como no encontraría en Nerón un general que no le sería ajeno, pues ¿no era este el general a quien Asdrúbal, cuando le interceptaron en un paso estrecho, engañó y confundió como un niño haciéndole vanas propuestas de paz?”(Livio 27, 44).

Nada detuvo a Nerón. Ni los lamentos en Roma, ni los argumentos en contra. Tampoco la fatiga o el hambre. Nada interrumpió su marcha, recorriendo día y noche, constantemente, dándose apenas el descanso que la naturaleza exigía. Entre 350 a 400 kilómetros fueron recorridos en tiempo record. Siete días llevo la extenuante marcha. En el camino, recibió incluso voluntarios que aumentaron aún más su número. Además, intercambió correspondencia con su colega, con el cual acordó llegar de noche para no ser descubierto por Asdrúbal, y sobre las disposiciones en el campamento que lo recibiría.




Reunión de los cónsules en Sena Gallica.

Livio Salinator emitió una orden secreta en la que disponía “(…) que los tribunos se hicieran cargo de los tribunos que venían, los centuriones de los centuriones, la caballería de sus camaradas montados y los legionarios de la infantería. No resultaba conveniente ampliar el campamento, pues su objetivo era mantener al enemigo en la ignorancia de la llegada del otro cónsul. El hacinamiento, al unir tan gran número de hombres en el reducido espacio que ofrecían las tiendas de campaña, se hizo más sencillo a causa de que el ejército de Claudio, en su apresurada marcha, no había llevado con ellos casi nada más que sus armas.” (Livio 27, 46).

El campamento de Livio Salinator, coinciden todas las fuentes, estaba en las cercanías de Sena (Sena Gallica), e inmediato a este, el campamento del pretor Porcio. Cuando Nerón se percato de que estaba llegando a destino, ordenó ocultarse en las montañas para no ser detectado por los cartagineses, y así, recién entrar en el campamento de su colega por la noche, porque el campamento enemigo estaba muy próximo al romano (media milla o 740m según algunos cálculos). Esa misma noche se celebró un consejo de guerra, y se decidió, a pesar del agotamiento de los refuerzos, no esperar un instante y presentar batalla al día siguiente. Dilatar el enfrentamiento era darle tiempo a Asdrúbal a que detectase el refuerzo de tropas y a Aníbal para descubrir la ausencia del cónsul y de las tropas en el campamento de Apulia; entonces: “Tan pronto como el consejo fue disuelto, se mostró la señal de combate y el ejército marchó formado al campo de batalla.” (Livio 27, 46).

Representación de un "Triario". Los 
legionarios mas veteranos se encuadraban
en este tipo de infantería
Asdrúbal ya había formado sus tropas frente a su campamento en orden de batalla. Pero su astucia le permitió advertir los cambios en su enemigo: “vio en las filas contrarias unos escudos muy gastados que no había visto antes y unos caballos inusualmente delgados; el número, también, le parecía mayor que el habitual.” (Livio 27, 47). La sospecha fue suficiente para ordenar el retiro de sus tropas del campo de batalla. Mandó luego una patrulla al río del que obtenían agua los romanos (que al parecer separaba ambos campamentos, ¿el Metauro? aparentemente no) para ver si se podía capturar alguna partida de desprevenidos e indagar todo lo posible sobre el campamento enemigo y particularidades de la tropa. Al regreso la patrulla informó: “(…) que ambos campamentos, el de Marco Livio y el de Lucio Porcio, estaban como siempre, sin ningún añadido, y esto les engañó. Pero también le informaron de que el clarín de órdenes sonó una vez en el campamento del pretor y dos veces en el de cónsul; esto perturbó al veterano comandante, conocedor como era de los hábitos de los romanos. Llegó a la conclusión de que ambos cónsules estaban allí” (Livio 27, 40).

La gran duda de Asdrúbal era que había pasado con su hermano ¿fue derrotado? ¿o simplemente fue engañado e ignoraba de la ausencia de Nerón? ¿sus correos habían sido capturados? En medio de estos pensamientos, ordenó abandonar el campamento por la noche, para ocultar su huida. Se tomaron medidas para engañar a los romanos, así retrasar todo lo posible la persecución. Pero en la prisa y confusión de la marcha nocturna, los guías, que no habían sido mantenidos bajo estrecha vigilancia, escaparon. La columna privada así de guía marchó sin rumbo por el campo y no supieron encontrar un vado para cruzar el Metauro.

El Amanecer, encontró a los cartagineses aún buscando un vado por el cual cruzar el río. Lo romanos, que detectaron la salida de Asdrúbal, prefirieron no aventurarse a una persecución nocturna, y esperaron a que amaneciera. Nerón, con la totalidad de la caballería fue el primero en llegar. Detrás de él venía Porcio con la infantería ligera y ambos comenzaron a hostigar a los contrariados cartagineses. Asdrúbal no tuvo opción que detener la marcha y comenzar a fortificarse sobre una colina que dominaba el río, pero en ese momento Livio Salinator se hizo presente con la infantería legionaria. La batalla en la que se decidiría en buena medida, el futuro del conflicto entre las dos potencias del Mediterráneo occidental, se hacía inevitable.






Mapa con los sitios propuestos por la historiografía para la Batalla de Metauro. Puede apreciarse los aspectos señalados en el apartado sobre dicha controversia, y comprobar las dificultades que suponen los sitios 1 y 2. Para el presente trabajo hemos decantado a favor de:

1. el sitio nº3, "San Angelo", como el mas probable de los escenarios propuestos hasta el momento.

2. los campamentos en las cercanías de Senigallia, tal cual informan las fuentes.

3. el río Cesano como la "fuente de agua" de la cual se servían los romanos la jornada previa a la batalla. Y que probablemente separaba ambos campamentos.



Batalla en el río Metauro. Los ejércitos enfrentados.

No tuvo mas opción Asdrúbal que presentar batalla, a riesgo de ser tomado en pleno proceso de fortificación. Ordeno lo mejor que pudo sus tropas, y se dispuso a matar o morir.

Decidió que ante la “aparente” superioridad numérica del rival, lo mejor era jugarse a un todo por el todo con sus mejores tropas: sus veteranos de España. Los ocho mil ligures parecían ofrecen buenas garantías comparados con los galos, así que estos curtidos guerreros, ocuparían un sector importante en el dispositivo púnico. Los galos, por el contrario, no ofrecían buen aspecto, y serian relegados a un papel secundario pero no menos importante. 

La idea o planteo táctico para la batalla que se avecinaba suponía presentarles a los romanos un frente lo mas extenso posible para obligar a estos mismos, a responder con una longitud similar. De esta manera Asdrúbal podría emplear a lo mejor de su tropa en un sector de la batalla, y a la vez, comprometer a toda la línea rival evitando que los romanos pudieran hacer uso de su “supuesto” mayor numero de efectivos.

Formaría entonces con sus veteranos de España a la derecha y en profundidad doblada, para incrementar el poder de la carga a fin de romper la línea enemiga en ese sector (la izquierda romana). Y allí agrupara también a toda la caballería disponible. En el centro ubicaría a los ligures y frente a ellos emplearía a los elefantes a fin de que colaboren y constituyan al centro del dispositivo también en un elemento de cuidado para los romanos. En cambio, los galos, que presentaban muy mal aspecto, serán colocados en el ala izquierda con el único fin de extender la línea del dispositivo púnico. Pero, para evitar que se constituyan en la llave del triunfo para los romanos, coincide su ubicación con una escarpada e inexpugnable colina. Una jugada por demás arriesgada (que en definitiva, sellara el destino de la misma), pero no había mas opción que la batalla.

Los romanos respondieron con equilibrio. Se consideraba las mejores tropas, a las de Livio Salinator. Por lo tanto, formarían frente a los hispanos de Asdrúbal, esto es, en el ala izquierda del dispositivo romano. Al centro y frente a los ligures, las dos legiones de Porcio. Y finalmente, en el ala derecha las agotadas tropas de Nerón frente a los galos. El ejército romano constaría de entre treinta y cinco mil a cuarenta mil hombres, incluida la caballería. No es difícil ver que las cuatro legiones de Livio Salinator excedían el flanco izquierdo, lo mismo con los hispanos de Asdrúbal. Y que las tropas de Nerón parecen ser insuficientes para tomar a los galos. Cuestión que no impide seguir el relato de Livio y Polibio.

Como anticipamos, las fuentes no ofrecen números convincentes para evaluar la magnitud de las tropas cartaginesas. Lo que sabemos es muy poco: nada relacionado en lo que refiere a con cuantos hombres Asdrúbal abandono España, y apenas que sumo ocho mil ligures. El número de elefantes es variable según la fuente, y sobre los galos no tenemos ninguna indicación. En cuanto a la caballería aparentemente eran ocho mil, sin conocer el tipo u origen. Y de la tropa ligera, nada se sabe. La única fuente que ofrece un numero de tropas es Apiano, que ya mencionamos: cuarenta y ocho mil infantes, del que si restamos los ligures, y unos diez mil galos (número debatible) nos quedarían unos treinta mil veteranos de Hispania, de los que un buen numero serian infantería de línea, el resto infantería liviana.

Personalmente creo que treinta mil infantes españoles, es un número posible para un ejército expedicionario. Bien pudo ser mucho menor, cuestión indudablemente debatible, pero muy probable. Hay que tener en cuenta que Asdrúbal ofrecía batalla a Salinator sin problemas hasta la llegada de Nerón. Y que el refuerzo romano, fue suficiente motivo para evitar una batalla. No podía saber Asdrúbal si Nerón había llegado con su ejército consular completo o con solo una parte. Evidentemente el ejército púnico y el romano estaban equilibrados hasta la llegada de los refuerzos. O incluso era sensiblemente superior el púnico. Si los hombres de Nerón, no sirvieron para sacar ventaja numérica, al menos emparejaron las cosas.

Esquemas de la batalla del Río Metauro. Las principales fuentes son Livio y Polibio, siendo el resultado que aquí se presenta, una re interpretación de los controvertidos datos aportados por las mimas.

Batalla en el rio Metauro. Combate y desenlace.

Así formados ambos ejércitos, se fueron a las manos. La iniciativa correspondió a los veteranos de España en ala derecha púnica que al parecer comandaba el mismísimo Asdrúbal. Estos arremetieron con furia a las legiones de Salinator y las hicieron vacilar. El combate aquí fue encarnizado y muy violento. Los elefantes púnicos, penetraban las líneas romanas, y hacían estragos. Ambas partes daban todo de si, sabedores de la importancia de la victoria, y de lo peligrosa que era la derrota. Los romanos finalmente logran equilibrar el combate, pero aun así el tramite estaba indeciso para ambas partes. Entonces ocurrió lo inesperado.

Nerón buscaba la manera de tomar la colina que ocupaban los galos, pero veía fracasar toso sus intentos, y su progreso era lamentable, al momento que sus compañeros se veían gravemente comprometidos. Su lamento fue un grito: "¿Para qué hemos marchado tanto tiempo a toda velocidad?". Tanto esfuerzo, tantas energías puestas en una campaña tan arriesgada, para terminar frustrados ante una colina inexpugnable de frente o de flanco, colmada de galos indisciplinados. 

Fue entonces que decide arriesgar una vez mas. Su flanco no parecía peligrar en nada y la pasividad de los galos era notoria, así que, dejando frente a ellos algunas fuerzas de cobertura[14] condujo a sus hombres por detrás de las líneas romanas e irrumpió en el otro sector de la batalla, arremetiendo de flanco y retaguardia a los veteranos hispanos en el momento mas virulento de la batalla. Al final, la situación táctica (la distracción de los galos en la colina) que, pensó Asdrúbal, le daría el único resquicio de victoria, fue la llave del triunfo para los romanos.

Coincidía ese momento, con el alboroto de los elefantes púnicos. Ocurre que, si bien muy útiles estos animales en el inicio de las batalla, luego de recibir numerosas heridas, se enfurecían y, enceguecidos, arremetían a romanos y púnicos por igual. Llegado este momento, no quedaba otra opción que matar a los animales, sus mismos conductores[15].

En medio de esta confusión, y con el combate sin claro dominador, las tropas de Nerón vinieron a inclinar la balanza hacia el lado romano. Los cartagineses, totalmente rodeados, perdieron toda fe en la victoria. Aquí, Asdrúbal mostro la madera con la que estaba hecho. Todas las fuentes coinciden en destacar, y alabar, el desempeño del general púnico. Digno hijo de Amílcar, y hermano de Aníbal, sostuvo la batalla todo el tiempo que pudo, alentando a sus hombres a no bajar las armas, reagrupando a los que claudicaban y devolviéndolos al combate. Hasta que, finalmente, agotados todos los recursos, espoleo a su caballo y se lanzo contra una cohorte romana y cayo peleando. Moría con él, tal vez, la chance mas efectiva de que otro ejército púnico, con otro general cartaginés, se uniera a Aníbal en la guerra que este conducía en Italia. En definitiva, punto central en la estrategia púnica para con la guerra con Roma. Y que, junto con la pérdida de España (y la muerte de Magon), prácticamente sellaba el destino de dicha guerra.

La matanza llego finalmente a la colina de los galos. Allí, en una actitud no acorde a la importancia de la batalla que se disputaba, encontraron los romanos a los relajados galos, que apenas opusieron resistencia y fueron masacrados. Las bajas que ofrecen las fuentes para el bando cartaginés ilustran la matanza. Diez mil hombres perdieron la vida entre púnicos y galos, cuenta Polibio. Y seis de los elefantes fueron muertos (o por los romanos o por sus conductores), mientras que cuatro fueron capturados (también según Polibio, recordemos que Apiano indica quince elefantes). La perdida de los romanos, ascendió a dos mil hombres.

Hay que decir que los números de Livio parecen muy exagerados. Informa que cincuenta y seis mil enemigos encontraron la muerte, y cinco mil cuatrocientos cayeron prisioneros. Si sumamos los que lograron escapar de la matanza, el numero que ofrece Livio, supera los cálculos que hemos hecho a la hora de valorar la magnitud de ejercito púnico. Es por esto que decidimos descartarlo.

Las patrullas romanas informaron grupos de cierta magnitud, ya galos o ligures, vagando por los campos buscando retornar a sus países. Livio Salinator decidió dejarlos ir: “Dejad que algunos sobrevivan para que lleven la noticia de su derrota y de nuestra victoria” (Livio 27, 49)[16].




Aníbal recibe la cabeza de su hermano Asdrúbal.
Pintura de Giovanni Battista.
La cabeza de Asdrúbal y final.

Nerón, no se quedaría quieto, luego de la batalla realizara otra marcha, aun mas veloz que la anterior, de vuelta hacia su campamento de Apulia, donde se encontraba Aníbal, y arroja la cabeza de Asdrúbal en el campamento de este. Ordena que dos oficiales cartagineses capturados, sean liberados y enviados al campamento púnico, para que le relaten al cartaginés todo lo ocurrido. Aníbal, llora la muerte de su hermano, y maldice a los romanos por la forma de presentarlo, aduciendo que él había honrado a los cónsules romanos muertos[17]. Abrumado por la noticia, Aníbal levanta el campamento y se dirige al Brucio, “el mas remoto rincón de Italia” (Livio 27, 51). Con él fueron todas sus tropas, y los auxiliares que, diseminados por las distintas ciudades, cada vez le era mas difícil controlar[18].

España no tardaría en caer, y Aníbal sin refuerzos solo resistirá algunos años mas. El grito del cartaginés será premonitorio: "ya esta todo perdido, Roma será dueña del mundo".

Autor: marvel77

Bibliografia :
En orden de importancia.
• Tito Livio: La Historia de Roma.
• Polibio de Megalópolis: Historia Universal Bajo la República Romana.
• Apiano de Alejandría: Historia de Roma, Guerra de Aníbal.
• Dion Cassio: Historia de Roma.
• Frontino: Estratagemas
• Diodoro de Sículo: Biblioteca Histórica.
• Floro: Epítome de la historia de Tito Livio
• Nepote: Sobre los Hombres Ilustres. Marco Porcio Cato
• Estrabón. Geografia.
• Amiano Marcelino: Historias.




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Notas:


[1] "(…) Más tarde instruyó a su hermano Asdrúbal de la conducta que había de observar en el gobierno y mando con los españoles, y de las prevenciones que debía tomar contra los romanos, caso que él se ausentase. Por último, tomó providencias para poner a cubierto el África. Para esto se valió de una sagaz y prudente política. Hizo pasar las tropas de África a España, y las de España a África, ligando con este vínculo la fidelidad entre ambos pueblos. Los que pasaron de España a África fueron los thersitas, los mastianos, los de las montañas y los olcades. El total de estas gentes ascendía a mil doscientos jinetes, y trece mil ochocientos cincuenta infantes. 
Pasaron también los baleares, llamados propiamente honderos. Se les llamó así, como también la isla, por el uso de la honda. Acuarteló la mayor parte de estas tropas en Metagonia de África, y al resto en la misma Cartago. Sacó de los pueblos de los metagonitas otros cuatro mil infantes, y los envió a Cartago para que sirviesen a un tiempo de rehenes y de tropas auxiliares. Dejó a su hermano Asdrúbal en España cincuenta navíos de cinco órdenes, dos de a cuatro, y cinco de a tres. Treinta y dos de los primeros y los cinco últimos estaban bien tripulados. Dejóle también cuatrocientos cincuenta jinetes libifenices y africanos, trescientos lorgitas, y mil ochocientos númidas, massilios, masselios, macios y mauritanos de los que habitaban la costa del océano; con una infantería de once mil ochocientos cincuenta africanos, trescientos ligures, quinientos baleares y veintiún elefantes. Nadie debe extrañar que describamos las operaciones de Aníbal en la España con la exactitud que apenas podrá otro que haya manejado privativamente esta materia; ni imputarme que me asemejo a aquellos escritores que palean sus embustes para que merezcan crédito. Pues habiéndome encontrado en Lacinio una plancha de bronce escrita por Aníbal cuando estaba en Italia, resolví darla una entera fe en el asunto, y preferí atenerme a esta memoria." (Polibio III, 33).
[2] Livio 27, 20: “Su ejército, debilitado como estaba por las deserciones y por las pérdidas en la desastrosa batalla reciente, tenía que reforzarse hasta completar sus efectivos. Magón debía entregar su propio ejército a Asdrúbal Giscón y cruzar a las Islas Baleares con un amplio suministro de dinero para contratar mercenarios entre los isleños. Asdrúbal Giscón debía regresar al interior de la Lusitania y evitar cualquier enfrentamiento con los romanos. Una fuerza de tres mil jinetes, seleccionada de entre toda la caballería, se entregaría a Masinisa, con la que debería patrullar la Hispania citerior, dispuesto a asistir a las tribus aliadas y llevar la devastación a las ciudades y territorios de las que les fueran hostiles. Después de diseñar este plan de operaciones, los tres generales se separaron para ejecutar sus diversas misiones.”
[3] Bien pudieron ser tres los ejércitos, si Magon, el otro hermano de Aníbal, no se hubiera atascado en Liguria, en lo que se conoce como “tercer invasión de Italia” en el verano del año 205 aC, al mando de 15.000 hombres. Magón logró capturar Génova, y mantuvo el control del norte de Italia durante casi tres años. En 204 a. C. recibió refuerzos. Roma destaco siete legiones para controlarlo. En el 202 a. C. bajo la escolta de la flota púnica Magón y su ejército zarparon de Italia, para colaborar con la defensa de Cartago junto a Aníbal. Sin embargo, murió en el mar antes de llegar a Cartago.
[4] Sabemos por Livio que las operaciones romanas de Escipion, esta vez por medio de su segundo al mando, Marco Silano, desbaratara este ejercito mercenario en una arriesgado asalto al descuidado campamento que estos habían montado.
[5] Se encontraban Marcelo y Crispino explorando una colina en las proximidades del campamento de Aníbal cuando son sorprendidos por los númidas. Livio informa que hubieran podido sostener el combate de no ser por los jinetes etruscos con los que marchaba Marcelo en ese momento, que al ser los primeros en huir, provocaron el pánico en el resto. Marcelo será atravesado por una lanza, y Crispino será retirado gravemente herido (Livio 27, 27). Situación curiosa, sobre todo por la situación de rebeldía que se vivía en Etruria en esos días, es que se utilizara para dicha misión, jinetes de ese origen.
[6] Este será el primer consulado para Nerón y el segundo para Marco Livio Salinator.
[7] Informa Livio que “Algunos autores afirman que Publio Escipión envió a Marco Livio grandes refuerzos desde Hispania, incluyendo ocho mil galos e hispanos, dos mil legionarios y mil jinetes númidas e hispanos, y que esta fuerza fue llevada a Italia por Marco Lucrecio. También afirman que Cayo Mamilio envió tres mil arqueros y honderos de Sicilia” (Livio 27, 38).
[8] Las colonias en rebeldía fueron Ostia, Alsium, Anzio, Anxur, Minturno, Mondragone y Senigalia. Todas sus apelaciones fueron rechazadas, menos las de Ostia y Anzio, cuyos hombres en edad de armas fueron obligados a prestar juramento de que “(…) no dormirían fuera de sus murallas mas de treinta noches mientras el enemigo estuviera en Italia. (…)” (Livio 27, 38).  
[9] Cuenta Livio que Aníbal al enterarse del asedio al que era sometida Placentia por su hermano, recordó “(…) cuán lento asunto era un asedio y no había olvidado su propio e infructuoso intento contra aquella misma colonia tras su victoria en el Trebia” (Livio 27, 39).
[10] Livio 27, 42: “(…) cerca de ocho mil hombres resultaron muertos y se hizo prisioneros a setecientos, se capturaron setecientos estandartes, se mató a cuatro elefantes, que se habían demostrado inútiles en la confusión y apresuramiento de la huida, y se capturó otros dos. Cayeron unos quinientos romanos y aliados.”
[11] Hannon hijo de Bommilcar, principal lugarteniente de Aníbal en Italia.
[12] Lo cierto es que Livio Salinator aun estaba muy molesto por el trato a que había sido sometido en el pasado, cuando fue condenado por el pueblo romano. No hubo oportunidad en la que no manifestara su mal humor, y es altamente probable que su berrinche con las tropas que le fueran designadas, se debiera en parte a este enojo. En esta oportunidad, tras su arribo al Piceno, se recordara cierta expresión suya: “(…) Se ha registrado una expresión de Marco Livio, mostrando su amargura hacia sus conciudadanos: Cuando, al partir, Quinto Fabio le advirtió en contra de presentar batalla antes de saber a qué clase de enemigo se había de enfrentar, se dice que Livio le replicó entraría en combate tan pronto divisara al enemigo. Cuando le preguntó por qué tenía tanta prisa, dijo: "Me ganaré una distinción especial venciendo en buena lid a tal enemigo o tendré el gran placer, aunque no muy honorable, de ver la derrota de mis conciudadanos" (…)” (Livio 27, 40).
[13] Frontino, en su libro “Estratagemas” informa sobre algunas medidas tomadas por Nerón a fin de engañar a Aníbal: “(…) Deseando, sin embargo, que su salida no debe ser observada por Aníbal, cuyo campamento estaba enfrente de él, Nerón eligió diez mil de sus soldados más valientes, y dio órdenes a los lugartenientes que dejo en su campamento, que debía ser realizado el número habitual de patrullas y centinelas, el mismo número de fogatas y antorchas encendidos, y el aspecto habitual del campamento debe ser mantenido, a fin de que Aníbal no pueda llegar a sospechar nada a fin de aventurarse a atacar las pocas tropas que quedaron atrás. (…)” Fron. Est. Libro 1. 9.
[14] Ninguno de los historiadores del pasado informa sobre la tropa de cobertura que dejo Neron frente a los galos. Incluso algunos dan a entender que la maniobra involucro a la totalidad de las tropas allí apostadas (Polibio). Situacion difícil de aceptar. Livio es el único que da a entender que ciertas tropas quedaron allí apostadas al informar que Neron “separó unas cohortes de su ala derecha, donde vio que estaban más en disposición de vigilar que para tomar parte en los combates, las llevó más allá de la retaguardia de su sector” (Livio 27, 48).
[15] Muchos autores se detienen a comentar esta situación con los elefantes. Y encuentran la oportunidad de informarnos que fue Asdrúbal al parecer, el creador de esta cruel, pero efectiva, manera de detener a los elefantes que desbocados, constituyen un peligro para las tropas propias.
Por ejemplo Amiano Marcelino cuenta que: “Sentado en estos, sus conductores llevaban cuchillos con mango unido a su mano derecha, recordando el desastre sufrido en Nisibis, y si la fuerza del conductor no fue rival para el bruto emocionado, que no podía volverse contra su propio pueblo (como sucedió masas y aplastar a continuación) de ellos a la tierra, lo haría con un corte golpe poderoso a través de la vértebra que separa la cabeza del cuello. Durante mucho tiempo atrás Asdrúbal, el hermano de Hannibal, descubrió que con este tipo de brutal manera podrían rápidamente ser asesinado.” (Am. 25, 1. 15).
Dion Cassio dirá al respecto: “(…)Incluso los elefantes eran de ninguna ayuda a los cartagineses, ya que algunos de ellos al ser herido hicieron más daño a aquellos ubicados al lado de ellos, que a los enemigos, y así Asdrúbal ordenó a los que estaban sentados sobre ellos que mataran a los animales tan pronto como  fueran heridos. Ahora, los mataban con mucha facilidad clavándoles  un instrumento de hierro debajo de la oreja. Los elefantes, a continuación, fueron destruidos por los cartagineses, y los hombres por los romanos.”
Polibio “(…) Los elefantes prestaban igual servicio a unos que a otros en la batalla; porque tomados en medio de los dos ejércitos y acribillados por los proyectiles, confundían ya las líneas de los romanos, ya las de los españoles. (…)” (Pol. 11, 2).
Livio “Más elefantes fueron muertos por sus conductores que por el enemigo. Llevaban un escoplo de carpintero y un mazo y, cuando las bestias enloquecidas corrían por entre su propio bando, el conductor colocaba el escoplo entre las orejas, justo donde la cabeza está unida al cuello, y lo hundían con todas sus fuerzas. Este era el método más rápido que había sido descubierto para dar muerte a estos enormes animales cuando no había ninguna esperanza de controlarlos, y Asdrúbal fue el primero en introducirlo.” (Livio 27, 49)
[16] Esta anécdota también es recogida por Frontino, en sus “Estratagemas”, cuando cuenta Livio Salinator ordenaría: “Que algunos sobrevivan para llevar al enemigo la noticia de nuestra victoria” (Fron. Est. Libro IV, 7. 15).
[17] Otra vez será Frontino quien recoja la anécdota, citándola en sus “Estratagemas”:Claudio Nerón, después de haber cumplido los cartagineses en su camino desde España a Italia bajo el mando de Asdrúbal, los derrotó y echó la cabeza de Asdrúbal en el campamento de Aníbal. Como resultado de ello, Aníbal estaba abrumado por la pena y el ejército perdió la esperanza de recibir refuerzos.” (Fron. Est. Libro II, 9. 2)
[18] También condujo a(…) Toda la población de Metaponto (que) tuvo que abandonar sus hogares junto con todos los lucanos que reconocieron su supremacía, y fueron trasladados a territorio brucio”.

3 comentarios:

  1. Demoramos un poco pero cumplimos con lo prometido en la portada. Aquí les ofrecemos nuestro nuevo escrito sobre tan interesante acontecimiento: "La Batalla de Metauro". Los invitamos a dejar sus comentarios, dudas, consultas o criticas. Les responderemos con gusto

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  2. Saludos, por favor... ¿ puedes confirmar que los factores de combate son correctos ? particularmente los de la caballeria y los hispanos que estan a mano izquierda con asterisco ? Es la Batalla del Metauro, muchas gracias.

    https://app.box.com/s/y1q3w740ftm1dohs69s9nhdq00k07gwj

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  3. Saludos.

    Sentimos no poder ayudarte, pues no conocemos las reglas o dinámica de lo que nos presentas.

    Asignar una puntuación a las habilidades de combate, aunque interesante para exponer de forma clara la calidad de las tropas o como factor imprescindible para los wargames, es subjetivo y tremendamente complicado. ¿todos los hispanos contaban con los mismos años de experiencia? ¿la calidad de las armas era equivalente en todos? ¿todos contaban con la misma motivación? podría haber quien luchara por lealtad a Asdrúbal, otros por la paga y otros podrían haber sido arrastrados a la guerra en contra de su voluntad. ¿cúanto influían los estereotipos en las fuentes a la hora de describir a las tropas? por ejemplo, a la hora de analizar la borrachera de los galos o el inagotable ardor combativo de los ligures; etc. etc. Como ves, son muchas las incógnitas como para poder afirmar si tal o cual tropa tenía un factor X (ataque, defensa o lucha en general) de 8 o de 7,5 (números que, repito, no sé que valor tienen dentro del juego).

    Dicho esto, a grandes rasgos las mejores (más confiables) tropas con las que contaba Asdrúbal eran, sin duda, los hispanos, veteranos de su ejército, pues contaban con más experiencia en combate organizado, conocían mejor la forma de actuar del general y tenían una moral y disciplina más altas; seguidos por los ligures, enemígos acérrimos de los romanos; y por último los galos, a los que las fuentes los presentan en esta batalla (y en algunas otras) como muy indisciplinados.

    Si quieres puedes esbozarme las reglas básicas del juego e intentaré afinar más en la explicación, siempre teniendo en cuenta los problemas que he expuesto antes.

    Un saludo!

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