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viernes, 8 de febrero de 2013

BATALLA DE BAECULA, 208 a.C. El ascenso de Escipión


Mientras la guerra languidecía en Italia pese a la invencibilidad de Aníbal, incapaz sin embargo de doblegar a Roma, emergía en Hispania la figura de uno de los grandes generales de la antigüedad, Publio Cornelio Escipión, llamado posteriormente “El Africano”. Las esperanzas para Cartago se debilitaban y sólo un golpe de efecto podría cambiar la suerte de la guerra. Es entonces cuando Asdrúbal decide marchar a Italia para dar apoyo a su hermano, pero antes ha de enfrentarse a Escipión en las cercanías de Baecula.







Antecedentes


Tras estallar la guerra con la toma de Sagunto (218 a.C.), ambas repúblicas, Roma y Cartago, pusieron en marcha las estrategias que previamente habían planeado. Roma pretendía mandar sus ejércitos a territorio enemigo, en su tradicional modo agresivo de ver la guerra. Pero he aquí que Aníbal los sorprendió y se adelantó a sus movimientos, y en una audaz expedición por la Galia y los Alpes, penetró en Italia, llevando allí el centro del conflicto.

El Cónsul Publio Cornelio Escipión había sido enviado por Roma con su ejército para detener al cartaginés antes de que llegara a la Península, pero tras fracasar en su intento, mandó a su hermano Cneo a Hispania con la mayor parte de las tropas.



Después de que Cneo desembarcara en la aliada colonia griega de Emporión (Ampurias) derrotó a Hannón, general que Aníbal había dejado al Norte del río Ebro para cubrirle la retaguardia. Publio llegó al año siguiente con algunos refuerzos, y los dos hermanos derrotaron nuevamente a los cartagineses, esta vez en batalla naval en la desembocadura del Ebro. Estas victorias, aparte de darles el control marítimo de la región, provocaron que muchos pueblos hispanos se pasaran al bando romano. La posición de los Escipiones en Hispania quedó así afianzada, estableciendo en la ciudad de Tarraco los cuarteles de invierno.

Mientras que en Italia Anibal avanza imparable consiguiendo una victoria tras otra, en Hispania la guerra se estancó en un juego estratégico en el que ningún bando se arriesgaba a batallas a gran escala mientras intentaban atraer a su bando a los distintos pueblos iberos.

Esta tendencia se rompió en el 215 a.C., cuando tras recibir la orden de Cartago, Asdrúbal intentó marchar a Italia a dar apoyo a su hermano Aníbal. Sin embargo, fue derrotado por los hermanos Escipión en Dertosa. Esto hizo que Cartago tuviera que desviar una mayor cantidad de recursos a Hispania, lo que pudo haber significado la salvación de la ciudad italiana. Este descalabro unido a las rebeliones de iberos, los problemas en África con los númidas, con la consecuente marcha de Asdrúbal hacia allí, provocaron que los romanos pudieran avanzar posiciones más al Sur del Ebro, y así logran tomar la importante ciudad de Sagunto en 212-211 a.C.[1]

El cambio de suerte en la guerra en Italia, con la toma de Capua y Siracusa por parte romana, hizo que los Escipiones pudieran contar con más recursos. Y es así que en el 211 a.C., con la contratación de 20.000 mercenarios celtíberos, se sintieran lo suficientemente fuertes como para dar un golpe definitivo en Hispania. Se internaron en la región del Valle del Betis (que los romanos llamaron Bética), la región más rica de Hispania, y dividieron las tropas en dos, para que cada hermano se pudiera enfrentar a un ejército cartaginés distinto. Sin embargo, no contaban con la astucia de Asdrúbal, que logró eliminar a los celtíberos sin problemas[2] y así derrotar a sendos generales romanos y darles muerte en las batallas de Cástulo e Ilorci.

Tras esta debacle, Roma envía inmediatamente refuerzos al mando de Cayo Claudio Nerón, que aunque logra mantener posiciones al Norte del Ebro, no puede evitar que los cartagineses retomen el control en la mayor parte de sus antiguos territorios.

Y es aquí cuando, probablemente en verano de 210 a.C., llega a Hispania Publio Cornelio Escipión, hijo del general muerto un año antes, y con un magistral golpe de mano al año siguiente logra hacerse con Cartago Nova, ciudad principal de los púnicos en la Península.


Generales y Estrategias


Aunque contaba con tan sólo 24 años de edad y no había desempeñado aún ninguna de las magistraturas que daban acceso al mando militar[3], Publio Cornelio Escipión fue enviado por Roma para dirigir las operaciones en Hispania. De noble familia, ingenioso, carismático, benévolo e impetuoso, había participado en Cannas y destacado en Tesino, salvando a su padre.
Pero ¿por qué Roma envió a Hispania a un joven sin experiencia como general? Para Lazenby, Fabio Máximo, el mismo que fue dictador tras Trasimeno, tenía aún mucha influencia en el Senado, y mientras él quería abandonar la guerra en Hispania para concentrarse en Italia, la familia Escipión pensaba lo contrario.

Busto de Publio Cornelio Escipión "El Africano" y moneda
con el rostro de Asdrúbal Barca; dos de los grandes generales
de las Guerras Púnicas.
Nerón, más afín a la política Fabia, es llamado a Italia, mientras que la campaña en Hispania se convierte en una empresa casi particular de los Escipiones. El mismo Livio, quizás exagerando los hechos pero evidenciando lo anterior, narra como nadie salvo Publio se presenta a los comicios para comandar la guerra en Hispania. Con la orden expresa del Senado de no permitir que ningún ejército púnico pasara a Italia, le acompañaría el procónsul Marco Junio Silano para sufragar su inexperiencia.

Por su parte, Asdrúbal Barca contaba por aquel entonces con 37 años, siendo el principal general púnico en Hispania desde que Aníbal partiera a Italia 10 años antes. Hombre astuto y experimentado, había combatido a Roma en Dertosa y Betis con éxito desigual y sofocado revueltas de iberos y númidas. Era, tras su hermano, el mejor general con el que contaba Cartago.

El plan de Aníbal de llevar la guerra a Italia había tenido éxito, mientras él cosechaba éxitos, África permanecía relativamente a salvo de ataques. Sin embargo, contaba con pocos efectivos para poder dar un golpe definitivo a Roma. Era por tanto necesario llevar un segundo ejército a la península italiana y, puesto que Cartago aún no había podido recuperar el control de Sicilia ni se contaba con un puerto importante en la Magna Grecia, dicho ejército tendría que seguir el mismo camino del Bárcida en 218 a.C.

Representación de infantería y caballería
íbera. Tropas de este tipo fueron utilizadas en
masa por los ejércitos cartagineses durante
todo el conflicto, pero también, y de forma
creciente, por los romanos en los últimos
compases del mismo.
Livio nos informa (XXIII, 27, 9) que el Senado cartaginés dio orden de partir a Italia a Asdrúbal en 216 a.C., pero una inoportuna derrota en Dertosa frente a los Escipiones se lo impidió. A partir de este momento la situación en Hispania se volvió muy inestable para los intereses púnicos y se deben desviar esfuerzos a esta zona en detrimento de una posible ayuda a Aníbal[4]. Es extraño, sin embargo, que tras la muerte de los hermanos Escipión (211 a.C.) no se intentara una nueva expedición a Italia, más cuando las tropas púnicas en Hispania rondarían los 60.000 hombres divididos en los tres ejércitos de Asdrúbal y Magón Barca y Asdrúbal Giscón.

Tras el rotundo éxito en la toma de Cartago-Nova, Escipión pudo fortalecer el entramado de alianzas con los pueblos iberos. Esto se ve favorecido por dos hechos fundamentales. Por una parte la escasa visión que tenían los nativos sobre el conflicto, pensando que Roma se retiraría de la Península tras la victoria, los empuja a abrazar sin dudar la causa de Escipión. Por otro lado, los púnicos guardaban en Cartago-Nova a todos los rehenes íberos, que ahora caen en poder de Escipión.

Mientras inverna en Tarraco, recibe la sumisión de numerosos régulos, afianzándose así su posición en Hispania, viéndose lo suficientemente fuerte como para librar una nueva ofensiva en cuanto llegara la primavera. Su plan era sencillo y agresivo, pero no por ello menos perspicaz, buscar una batalla decisiva contra el ejército más cercano en una rápida campaña. Si obtenía la victoria más pueblos se unirían a él y la posición púnica en Hispania se vería seriamente amenazada. Salió de los cuarteles al mando de unos 35.000 hombres entre romanos, aliados itálicos e hispanos, dispuesto a invadir nuevamente el valle del Betis. Tenía a su mando un ejército muy experimentado, de hecho unos 8.000 (los supervivientes a los desastres de Cástulo e Ilorci) ya tenían a sus espaldas unos diez años de campañas en Hispania.

El general cartaginés que guardaba la entrada a la Bética era Asdrúbal, y debía perseguir a Escipión, o todo el territorio se pasaría a los romanos, pero muy inferior en número debido a las deserciones[5]  (quizás unos 25.000 hombres), debía rehuir el combate lo más posible hasta la llegada de refuerzos[6].




La Batalla


Escipión se internó en el valle alto del Guadalquivir, encontrando a Asdrúbal en la comarca de Cástulo, cerca de la ciudad de Baecula. El general cartaginés, viendo la superioridad numérica del enemigo cambió su campamento a un lugar fácilmente defendible. Posiblemente tras una escaramuza entre la avanzadilla romana y la fuerza de cobertura púnica, como informa Livio. Era una colina con la superficie suficiente como para formar al ejército en orden de batalla y con las espaldas protegidas por un río y por ribazos abruptos por los demás lados. En la parte baja había otra planicie ligeramente inclinada, protegida igualmente por un saliente difícil de escalar.
El general cartaginés apostó cuerpos de guardia de caballería númida, honderos baleares y escaramuceadores africanos sobre la colina, vigilando las acciones romanas.

Escipión veía la dificultad de atacar aquella posición y analizó sus opciones. Si esperaba demasiado tiempo intentando encontrar una mejor ocasión para la batalla se arriesgaba a quedarse bloqueado entre varios ejércitos púnicos si Magón Barca o Asdrúbal Giscón venían en ayuda de su colega. Si se retiraba de nuevo a sus cuarteles de invierno en Tarraco, toda la campaña habría sido infructuosa retrasando sus planes un año entero, y ante aquella derrota moral hubiera perdido la confianza de sus nuevos aliados hispanos. Así pues, tras dos días decidió probar fortuna y tentar al contrario. Era esta una acción muy arriesgada, muestra de la personalidad intrépida del general romano, la cual demostraría durante toda su carrera.

Mandó una cohorte a ocupar la entrada del valle por donde descendía el río, y a otra apostarse en el serpenteante camino que iba de la ciudad a los campos[7]. Seguidamente destacó a los vélites y extraordinarii[8]  para atacar la colina frontalmente y expulsar al cuerpo de guardia que había en ella[9]. Asdrúbal esperaba el éxito en esta acción, pues tenía a favor el terreno, pero los romanos, a pesar de la dificultad, gracias a su experiencia y tenacidad lograron subir. En cuanto consiguieron ganar un poco de espacio en la planicie desplazaron de allí al enemigo que, armado a la ligera y acostumbrado a las escaramuzas y no al combate cerrado, sufrió muchas bajas y fue empujado hacia lo alto de la colina.

Asdrúbal, viendo malparadas a sus tropas e intuyendo que el ejército romano se le venía encima, mandó formar a sus tropas en lo alto de la colina. Escipión entonces lanzó al resto de su infantería ligera en apoyo de la primera línea.

Fue entonces cuando sucedió algo inesperado para el general cartaginés. La infantería de línea romana se le echaba encima desde los flancos. Escipión la había dividido en dos, comandando una de las mitades para atacar la colina dando un rodeo por la izquierda, mientras su segundo, Lelio, con el resto de tropas atacaba desde la derecha.

El frente púnico se descompuso al querer dirigir las alas hacia los enemigos que se extendían por todos lados. Intentando no ser rodeado, el ejército cartaginés se replegó, dando así espacio a los romanos para que llegaran arriba, perdiendo así el factor favorable del terreno. Se produjo a continuación una matanza en todos los frentes, ya no había espacio para la huida, pues los romanos habían bloqueado las salidas hacia ambos lados, y las puertas del campamento habían sido cerradas. La victoria de Escipión era clara y contundente, ya sólo restaba asaltar el campamento y capturar al general hermano de Aníbal.

Sin embargo, Asdrúbal ya no se encontraba allí. Anticipándose a la derrota, el general cartaginés se había marchado, sin ser detectado, con el tesoro, los elefantes y lo más preciado de su ejército. ¡Asdrúbal se le había escapado de entre los dedos cuando más cerca lo tenía y la batalla tan sólo había sido una treta para escapar!



Esta fue la primera batalla en campo abierto de Escipión, y el resultado, a pesar del ardid de Asdrúbal, fue razonablemente satisfactorio. Aún no estaba capacitado para aplicar con efectividad una acción envolvente al modo de Aníbal (tampoco el terreno y la predisposición del enemigo se lo permitían), pero entendía el procedimiento: un centro ligero y flexible distrae al enemigo, que sería derrotado por los flancos por contingentes más fuertes. Estos movimientos los perfeccionaría en Ilipa dos años más tarde, para alcanzar el culmen en Zama y contra Aníbal en el 202 a.C. Escipión acababa de revolucionar la táctica militar romana.


Las Bajas


Las fuentes hablan de una verdadera masacre, 8.000 hombres del ejército de Asdrúbal cayeron, mientras que 10.000 infantes y 2.000 jinetes fueron capturados. Esto supone un 80% del total de hombres con los que contaba Asdrúbal, un auténtico desastre para los intereses púnicos. Por parte romana no se da ningún dato, pero todo parece indicar que las bajas fueron escasas.

Pero analicemos lo sucedido con mayor detenimiento. Si damos por ciertos estos datos, Asdrúbal hubiera podido huir con un ejército de tan sólo unos 5.000 hombres, con lo cual le hubiera sido imposible acometer la difícil tarea de salir de Hispania para invadir Italia aquel mismo año. Además, el combate fue relativamente poco generalizado, y de esto existen varias pruebas:

“[…] estos [los romanos] nunca lo habrían conseguido, dado lo accidentado del terreno, si se hubieran mantenido cerradas las filas con los elefantes colocados delante de las enseñas.” Livio XXVII, 18, 18.

Elefante helenístico equipado con torre.
Los cartagineses no diferirían demasiado de
estos. A pesar de los inconvenientes que
suponían a la logística, eran muy apreciados
por los generales púnicos, pues, en batalla,
bien utilizados, podían destrozar las líneas
 enemigas.
Efectivamente, los cartagineses acostumbraban a colocar a los elefantes de guerra en primera línea de batalla. No ocurre así en Baecula, lo que hace indicar de forma bastante clara que Asdrúbal ni siquiera intentó plantear un enfrentamiento serio, y por tanto, es más que lógico pensar que si no arriesgó a sus elefantes, tampoco arriesgaría a una proporción tan grande del resto de su ejército.

“[…] Ya se estaba efectuando [el ataque de flanqueo romano], cuando Asdrúbal iba aún sacando sus tropas del campamento, porque hasta entonces había permanecido quieto fiado en el terreno, y persuadido a que jamás osarían los romanos atacarle. Por eso, invadido cuando menos lo pensaba, ya no llegó a tiempo de formar sus haces. […]” Polibio 10, 39.

Podríamos achacar lo relatado en este extracto a una torpeza por parte de Asdrúbal, ya que su negligencia al no formar a todo el ejército a tiempo facilitó la victoria romana. Sin embargo, ¿por qué no había sacado primero los elefantes? ¿Cómo pudo huir con el tesoro y los elefantes (teniendo en cuenta lo que esto retrasaría el ritmo) con tanta facilidad habiendo sido tomada ya la colina? Apostamos por ello que no es que Asdrúbal hubiera tardado en sacar a la totalidad de sus tropas, sino que sacrificó a lo más prescindible de su ejército para ganar tiempo mientras él con el resto escapaba indemne.

Además si atendemos al texto de Apiano para la campaña del 207 a.C., con la batalla del río Metauro como principal foco de datos, tenemos que Asdrúbal contaba con más de 30.000 hombres traídos de Hispania. Evidentemente, tras la derrota y su paso por la Celtiberia, Asdrúbal reclutó mercenarios para la campaña, pero leyendo el siguiente extracto de Livio nos daremos cuenta de un detalle importante.

“Allí estaban ambos generales, allí la mayor parte de la infantería y la caballería romanas, allí los veteranos soldados hispanos, buenos conocedores del estilo de combate romano […]” Livio XXVII, 48, 10.

Como vemos, llama veteranos a los soldados hispanos, una descripción que no concordaría con una tropa reclutada hace menos de un año; además de que hace énfasis en que ya conocían el modo de lucha romano.

En la actualidad, la práctica totalidad de historiadores están en contra de tan elevada cifra de bajas. Ya Scullard sugirió que esos 12.000 prisioneros procederían de la población de Baecula, y supone además que en esas 8.000 bajas están incluidos muertos y prisioneros del ejército cartaginés. Y que por lo tanto, Asdrúbal debió conservar la mitad o incluso tres cuartas partes del ejército. Teoría apoyada, entre otros, por Goldsworthy.


Consecuencias


Tras la batalla, Escipión celebró un consejo de guerra. Algunos de sus oficiales proponían salir tras Asdrúbal, pero Publio estimó que era peligroso. El Senado romano le había dado la orden prioritaria de que ningún ejército púnico abandonara la Península, sabedor de que era la única forma de que un contingente numeroso invadiera Italia y se uniera a Aníbal. En este aspecto, Escipión fracasó contundentemente. ¿Pero qué opciones tenía Escipión? Para Brizzi, Escipión debía dejar marcha a Asdrúbal, perseguirlo pondría en peligro sus avances y conquistas, mientras que dividir sus fuerzas era una locura, como ya le pasara a su padre y su tío tres años antes[10]. Por su parte, Lazenby sugiere que el romano calculó que con las fuerzas en Italia se podría vencer a Asdrúbal. En cualquier caso Escipión se limitó a enviar una pequeña fuerza a vigilar los pasos del ejército púnico.

Escipión tenía su propia visión de la guerra al margen de la del Senado, su intención era acabar con los púnicos en Hispania para llevar cuanto antes la guerra a África[11].

Asdrúbal escapó presumiblemente hacia el Norte, siendo la salida natural el paso de Despeñaperros. Esta es una zona muy agreste, donde los cerros abruptos y el típico bosque mediterráneo se entremezclan en una maraña de repechos y declives. Es tentador pensar que Asdrúbal hubiera planeado una emboscada a Escipión si este lo hubiera perseguido, encolerizado al ver que Asdrúbal se le escapaba. No olvidemos que en una situación similar se dio la emboscada por parte de Aníbal en la batalla del Lago Trasimeno. Conocedor del terreno, gracias a los guías e informadores locales íberos, quizás este fuera el motivo por el que Escipión no persiguió a Asdrúbal, unido a que en cualquier momento podría llegar un ejército de apoyo.

En cualquier caso, Escipión se ocupó de saquear el campamento cartaginés y a vender a los africanos capturados[12]. En contraposición, liberó a todos los hispanos, con los que no dejó de tener buenos actos para ganarse su favor. Estos lo aclamaron como rey, título que Escipión rechaza de inmediato, haciéndose llamar imperator en su lugar (Livio XXVII, 19, 3-4). El título de Rey era intolerable en Roma, hecho que no podía ser despreciado por Escipión ya que lo enemistaría con el Senado; no obstante, esta era la primera vez que un general romano era saludado con el título de Imperator por sus tropas.

Por su parte Asdrúbal marchó al Norte e informó de sus planes a los otros dos generales púnicos. Atravesaría la Celtiberia y los Pirineos Occidentales, lejos del territorio bajo control romano, intentando pasar desapercibido. Luego marcharía a Italia para intentar unirse a su hermano Aníbal y juntos adueñarse de Italia. Magón y Asdrúbal Giscón, junto con Hannón, un nuevo general enviado desde Cartago, se mantendrían a la defensiva, guarneciendo la región en torno al río Betis. La tarea de hostigar a los romanos y sus aliados sería en exclusiva para Masinisa y sus númidas.

Más que la derrota, lo que afecto a la estructura política en Hispania fue la marcha de Asdrúbal a Italia. Este era el mejor general con el que contaba Cartago a parte de su hermano mayor Aníbal. Tras su partida, la Hispania púnica apenas aguantó otros dos años más, cayendo con rapidez en las manos de Escipión, que pudo así acometer su ansiada campaña africana.


Autor: Alejandro Ronda


Bibliografia:

  • SEXTO JULIO FRONTINO: Estratagemas.
  • TITO LIVIO (1990 - 1997): Historia de Roma desde su fundación, 8 vol., Ed. Gredos.
  • POLIBIO DE MEGALÓPOLIS (1990): Historia Universal bajo la República Romana, Gredos.
  • APIANO DE ALEJANDRÍA: Historia de Roma.
  • PLINIO EL VIEJO: Historia natural.
  • GIOVANNI BRIZZI: Escipión y Anibal.
  • ADRIAN GOLDSWORTHY: La caída de Cartago, las guerras púnicas.
  • CONNOLLY, P.: Greece and Rome at war.
  • CONNOLLY, P. (1981): Aníbal y los enemigos de Roma, Espasa-Calpe.
  • QUESADA SANZ, Fernando (2005): "De guerreros a soldados: El ejército de Aníbal como un ejército cartaginés atípico".
  • QUESADA, F.: En torno a las instituciones militares cartaginesas.
  • JOSÉ MARÍA BLÁZQUEZ: Las guerras en Hispania y su importancia para la carrera militar de Aníbal, de Escipión el Africano, de Mario, de Cn. Pompeyo, de Sertorio, de Afranio, de Terencio Varrón, de Julio César y de Augusto.
  • NIC FIELDS: Carthaginian warrior 264-146 BC.
  • BAGNALL, N. (2002): The Punic Wars, 264-146 BC, Essential Histories, Osprey Publishing
  • HEAD, Duncan (1982): Armies of the Macedonian and Punic wars (359 BC to 146), Wargames Research Group.
  • BARREIRO, V. (2005): La guerra en el mundo antiguo, Almena.
  • Varios Autores: Baecula, análisis arqueológico del escenario de una batalla de la Segunda Guerra Púnica. Universidad de Jaén.
  • LAZENBY, J.F.: Hannibal’s War.
  • SCULLARD, H.H.: Scipio Africanus in the second Punic war.
  • BELLÓN, J. P. et al. (2004): “Bæcula. Arqueología de una batalla”. Proyectos de investigación, 2002 – 2003. Universidad de Jaén. 11-67
  • CORZO SÁNCHEZ, R.: La segunda guerra púnica en la Bética.
  • FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, D.: La toma de Carthago Nova por Publio Cornelio Escipión, ¿leyenda o realidad?
  • CANTÓ, ALICIA Mª; La batalla de Baecula no pudo ser en Santo Tomé.
  • ARBOLEDAS MARTINEZ, LUIS; Fuentes para el conocimiento de la minería y metalurgia romana en el Alto Guadalquivir.
_________________
Notas:

[1] Las fuentes no son nada claras al respecto de la fecha.

[2] Asdrúbal paga a los celtíberos por no combatir la misma cantidad que les ofrecían los romanos por hacerlo.
[3] Tan sólo había sido Edil en 213 a.C.
[4] Livio informa de que en 215 a.C. Magón iba a navegar de regreso a Italia al mando de 12.000 infantes, 1.500 jinetes, 20 elefantes y 1.000 talentos de plata; escoltados por 60 naves de guerra; pero que esta derrota hace que este ejército sea mandado como refuerzo a Hispania (Tito Livio XXIII, 32, 5).
[5] Indibil y Mandonio, dos de los jefes más importantes de Hispania lo habían abandonado hace poco e ingresado en las filas romanas.
[6] Aunque se desconoce la posición exacta de ambos, por la que ocupaban el año anterior, Magón debía estar en torno a Gades y Asdrúbal Giscón en la Lusitania.


[7] Para Lazenby esta es una prueba de que Escipión estaba preocupado por la posible llegada de refuerzos cartagineses.
[8] Estas eran las tropas de élite de las alae, reclutada entre los socii. Sumaban una tercera parte de la caballería y una quinta parte de la infantería aliadas, y su función era encabezar las marchas o formar en retaguardia en los repliegues, así como otras tareas peligrosas como reconocimiento o puestos avanzados de vigilancia.
[9] Según Livio mandados por él en persona, pero el más fiable Polibio indica que permaneció en el campamento con las demás tropas: “Dada la orden de que estuviese pronto el ejército, él se quedó dentro de las trincheras con las demás tropas (…)” Polibio 10, 39.


[1] Su ejército, de 35.000 hombres era demasiado poco numeroso para dividirlo con garantías, ya que cada mitad sería inferior en número a los ejércitos de campaña cartagineses.
'>[1] Estas eran las tropas de élite de las alae, reclutada entre los socii. Sumaban una tercera parte de la caballería y una quinta parte de la infantería aliadas, y su función era encabezar las marchas o formar en retaguardia en los repliegues, así como otras tareas peligrosas como reconocimiento o puestos avanzados de vigilancia.
[10] Según Livio mandados por él en persona, pero el más fiable Polibio indica que permaneció en el campamento con las demás tropas: “Dada la orden de que estuviese pronto el ejército, él se quedó dentro de las trincheras con las demás tropas (…)” Polibio 10, 39.


[11] Las disputas entre una y otra visión de la guerra, así como la acusación de fracaso, se pueden ver claramente en los discursos de Fabio Máximo y Publio Escipión antes de la invasión a África (Tito Livio XXVIII, 40-44).
[12] Entre ellos estaba el joven Masiva nieto del rey númida Gala y sobrino de Masinisa. El buen trato recibido por Escipión, que lo dejó marchar sin rescate, fue un primer paso para conseguir que Masinisa decidiera cambiar de bando, hecho a la postre crucial en Zama (Livio XXVII, 19, 8-12).





2 comentarios:

  1. Finalmente hemos publicado nuestro último articulo: La Batalla de Baecula.
    El mismo habia sido retirado de nuestro portal para ser revizado y ampliado. Ahora seguro lo encontraras mas apetecible. Con su texto renovado, mejor informacion, y nuevos graficos (en 3D!!)
    Te invitamos a leerlo y a dejarnos un comentario. Te esperamos!

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  2. Una auténtica gozada. Leerlo así de detallado es fantástico. Gracias

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