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jueves, 28 de febrero de 2013

PERIPLOS AFRICANOS. Los Viajes de Hannón el Navegante.



Cierto manuscrito que data del siglo 10 (Codex heidelbergensis 398), y que fuera publicado por Sigmund Gelenius en Basilea en 1533, contiene un fabuloso relato de exploración adjudicado a un navegante de origen cartaginés llamado Hannón. Dicho relato, conocido desde la antigüedad, traducido al griego y al latín, y citado por numerosos escritores o historiadores antiguos, ha suscitado, ya desde temprana edad, cantidad de teorías especulativas sobre su posible falsedad parcial o total, sus posibles alcances, y las  motivaciones que justificaran tan extraordinario viaje exploratorio. En Anábasis Histórica reunimos todo el material escrito sobre el tema, antiguo y actual, para ofrecer un panorama completo sobre el mismo y sus posibles soluciones.


Introducción.
En el siglo dos antes de nuestra era, Polibio de Megalópolis, el famoso historiador griego, emprendía una extravagante expedición de exploración de las costas de África más allá de las columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar). El motivo del viaje: confirmar la veracidad de un antiguo escrito de origen púnico, que se encontraba depositado en el templo de Baal de la capital púnica, y que relataba los viajes de exploración de un sufete cartaginés llamado Hannón.
Podemos imaginar alguna de las preguntas que el historiador griego debió haberse formulado ¿Sera real todo lo que allí se relata? ¿O se tratará solo de un mito? ¿Una invención literaria? Y si fuera cierto, ¿Cuáles serian las motivaciones para semejante aventura? ¿Simple exploración? ¿Conquista? ¿Comercio? ¿Explotación de recursos? Ni más ni menos que las mismas preguntas que se continuarán formulando según el paso de los siglos hasta el día de hoy.
Navío fenicio-púnico del tipo "Gaulos".
Muy a menudo, intentar componer un trabajo sobre los viajes de exploración fenicio-púnicos en la antigüedad, no es tarea sencilla. La falta de documentación directa es el principal escollo, y obliga a la reinterpretación de antiguos y fragmentarios textos de origen griego o latino, plagadas de adiciones, interpretaciones arbitrarias y agregados fantásticos o novelescos improbables en el original, y que dificultan la comprensión de la obra en cuestión. Sorprendentemente, la expedición o viaje organizado por Hannón aparece mencionada o tratada en más de una oportunidad por diversos autores de la antigüedad. Cuestión que convierte a esta expedición, en uno de los más famosos intentos para la exploración del Continente Africano.
Esta situación favorable, se ve ampliada sobre todo por la existencia de un manuscrito de origen medieval, que contiene lo que parece ser el texto completo de Hannón el Navegante. Este antiguo documento es reconocido como: El pergamino de Heidelberg. El mismo, ha llegado hasta nuestros días como sobreviviente de las numerosas traducciones griegas o latinas que circulaban en la antigüedad a partir de un original que se hallaba depositado en el Templo de Baal en la ciudad de Cartago (hoy lamentablemente perdido). Esta situación única para un escrito de origen púnico, lo revela como una oportunidad inmejorable para el estudio de un documento de primera mano.
Por otra parte, como se menciona más arriba, dicho relato ha sido numerosamente citado en la obra de otros autores de la antigüedad. Al ya mencionado Polibio de Megalópolis, debemos agregar la obra de Jenofonte de Lámpsaco, Plinio el Viejo (quien cita a los dos primeros), Pseudo Aristóteles o el mismo Flavio Arriano, cuyos textos complementan al pergamino. Lamentablemente, el informe de Polibio se encuentra perdido, aunque hay razones para suponer que la esencia del mismo se encuentra en los trabajos de Plinio el viejo.
Al día de hoy continúa el debate sobre la autenticidad de la traducción griega que recoge el pergamino de Heidelberg, y numerosa bibliografía se ha acumulado sobre dicho asunto. No hay acuerdo en cuanto a su antigüedad (no del pergamino, sino del relato que contiene) o fecha probable para la expedición, tampoco sobre si su contenido es totalmente original o esta contaminado por adiciones posteriores (esto ultimo es lo mas aceptado). Ni siquiera se ha podido establecer una idea somera sobre las motivaciones de dicha exploración.
Por tal motivo intentaremos reunir aquí aquellos aspectos más controvertidos, además de incorporar aquellos poco estudiados o comentados por la historiografía en general a la hora de estudiar la famosa expedición de Hannón. Indagaremos también en cada texto antiguo que mencione o haga referencia a los viajes de Hannón, así como también a todo aquel que aporte cualquier dato que pueda ser relevante sobre el asunto.

Fenicio-púnicos comerciando en la costa.

El texto del manuscrito de Heidelberg.
He aquí el periplo de Hannón, rey[1] de los cartagineses, relativo a las zonas de Libia situadas al Oeste de las Columnas de Heracles, que consagró, asimismo, en el santuario de Cronos[2] y cuyos datos son los siguientes:
1. Los cartagineses decidieron que Hanón navegara allende las Columnas de Heracles y que fundase ciudades de Libiofenicios. Y zarpó con sesenta penteconteras[3] y con un contingente de hombres y de mujeres que alcanzaba las treinta mil personas, así como con provisiones y demás pertrechos.
2. Y cuando, tras hacernos a la mar, hubimos rebasado las Columnas y navegado, con rumbo Oeste, una singladura de dos jornadas, fundamos la primera ciudad, a la que denominamos Timiaterio[4], a sus pies, por cierto, se extendía una vasta llanura.
3. Y, acto seguido, nos hicimos a la mar rumbo a Poniente y llegamos todos a Solunte[5], un cabo de Libia cubierto de árboles.
4. Tras haber erigido allí un santuario en honor de Poseidón, volvimos a embarcarnos con rumbo Este por espacio de media jornada, hasta que arribamos a un lago, situado no lejos del mar[6] y lleno de abundantes y grandes juncos (en él, por cierto, también había elefantes y otros muchísimos animales salvajes que se hallaban pastando).
5. Tras dejar atrás, navegando casi una jornada, el lago, fundamos en la costa unas ciudades llamadas Fuerte Cario (Karikon)[7], Gite (Gytta)[8], Acra (Akra)[9], Mélita (Melitta)[10] y Arambis (Arambi)[11].
6. Y, desde allí, nos hicimos nuevamente a la mar y llegamos a un gran río, el Lixo[12], que procede de Libia. En sus inmediaciones apacienta sus rebaños un pueblo nómada, los lixitas, con quienes permanecimos cierto tiempo y entablamos amistad.
7. Y por cierto que en el hinterland de esos nómadas, residían unos etíopes poco hospitalarios que ocupaban un territorio plagado de fieras y surcado por grandes montañas de las que, según dicen, procede el Lixo y en cuyos aledaños habitan unas gentes de singular aspecto, los trogloditas, que, a la carrera, aventajan a los caballos, según testimonio de los lixitas.
8. Acto seguido nos procuramos unos intérpretes entre estos últimos y, en dirección Sur, costeamos el desierto por espacio de dos días, para, posteriormente, continuar rumbo a Levante por espacio de una jornada, durante la que, en el fondo de una bahía, encontramos una pequeña isla (de cinco estadios de perímetro) que colonizamos, denominándola Cerne (Kerne)[13]. Y, a juzgar por nuestro periplo, dedujimos que se hallaba a la altura de Cartago, ya que la duración de la travesía desde Cartago a las Columnas y de éstas a Cerne era similar[14].
9. Desde allí, y navegando por un gran río, el Cretes (Khretes)[15], llegamos a un lago, que contenía tres islas mayores que Cerne. Partiendo de ellas, empleamos una jornada de navegación para llegar al fondo del lago, que se hallaba dominado por enormes montañas llenas de salvajes, ataviados con pieles de animales, que nos arrojaron piedras y nos obligaron a alejarnos, impidiéndonos desembarcar.
10. Zarpamos de allí y arribamos a otro río[16], grande y ancho, repleto de cocodrilos e hipopótamos. Ante esta circunstancia, pues, volvimos a virar de bordo y regresamos a Cerne.
11. Y, desde allí, navegamos con rumbo Sur, por espacio de doce días, costeando el litoral, que se hallaba, en su totalidad, habitado por etíopes, quienes, ante nuestra presencia, huían sin esperarnos (por cierto que su idioma resultaba ininteligible hasta para los lixitas que viajaban con nosotros).
12. Pues bien, durante el último día, fondeamos en las inmediaciones de unas grandes y frondosas montañas (por cierto que la madera de los árboles era fragante y de diversos colores)[17].
13. Tras haber circunnavegado dichas montañas por espacio de dos jornadas, llegamos a un inmenso espacio de mar abierto, a uno de cuyos lados -en la parte de la costa- había una llanura en la que, por la noche, vimos alzarse por doquier fuegos a intervalos, de mayor o menor intensidad[18].
14. Y, después de aprovisionarnos de agua, zarpamos de allí, prosiguiendo nuestra singladura, por espacio de cinco días, a lo largo de la costa, hasta que llegamos a una gran bahía que los intérpretes manifestaron que se llamaba «Cuerno del Oeste»[19]. En dicha bahía había una gran isla y en ella un lago formado por el mar; a su vez, en el lago había otra isla en la que desembarcamos, sin que de día viéramos otra cosa que no fuera selva, pero, por la noche, advertimos que se encendían numerosas hogueras y escuchamos sonido de flautas, así como ruido de címbalos y timbales, y un incesante griterío, por lo que el terror se apoderó de nosotros y los adivinos recomendaron que abandonásemos la isla[20].
15. Zarpamos, pues, con celeridad y pasamos junto a una costa ardiente, llena de emanaciones y de la que enormes torrentes de lava desembocaban en el mar; de ahí que, a causa del calor, la tierra resultara inabordable.
16. En consecuencia también zarpamos con celeridad de allí presas del pánico. Durante cuatro días de travesía divisamos, por la noche, la costa llena de llamas, en medio de las cuales había una especie de altísima hoguera, mayor que las otras, que daba la impresión de que tocaba las estrellas. De día, sin embargo, pudo verse que se trataba de una enorme montaña llamada «Soporte de los dioses»[21].
17. Tras dos días de navegación desde dicha zona, costeando torrentes de lava, arribamos a una bahía que recibe el nombre de «Cuerno del Sur»[22].
18. En su interior, por cierto, había una isla semejante a la primera: tenía un lago y en él había otra isla, llena de salvajes. Las hembras, que tenían el cuerpo peludo y a las que los intérpretes denominaban «gorilas», eran mucho más numerosas. Pues bien, pese a perseguirlos, no conseguimos apresar machos: todos huían, aprovechando su facilidad para la escalada, y se defendían con lo que tenían a mano; en cambio, nos apoderamos de tres hembras, que se dedicaron a morder y a arañar a sus captores, ya que se resistían a seguirlos; así que las matamos y las desollamos, transportando sus pieles a Cartago. Lo cierto es que ya no proseguimos nuestro periplo, dado que nos faltaron las provisiones.

La ubicación de las ciudades en el recuadro ampliado son en su mayoría tentativas por no existir consenso sobre la exacta ubicación de cada una. Se han propuesto las mas aceptadas.
Los sitios visitados por Hannón el Navegante, se han numerado según el texto del Pergamino de Heidelberg. Y hay que aclarar que los sitios visitados por Polibio de Megalopolis son muchos mas de los indicados. De hecho, el historiador griego realiza su propia expedición evitando seguir al pie de la letra al navegante púnico. Por esto, se ha colocado solo aquellos que coinciden con los sitios descriptos por Hannón el Navegante.

Algunas cuestiones sobre el texto del pergamino de Heidelberg y los alcances de la expedición.
Las controversias planteadas al pergamino de  Heidelberg son variadas. Abarcan desde los que niegan absolutamente la veracidad del mismo, alegando un origen fantástico o de ficción literaria; o los que aseguran su total originalidad y veracidad, aun reconociendo ciertas adiciones fantásticas que, aducen, tienen origen seguramente en las traducciones griegas del texto original de Hannón, con el supuesto fin de “decorar” y hacer mas apetecible el texto, pero que no llegan a desvirtuarlo. Esto es conocido también como “teoría del viaje largo”, hasta las costas del Golfo de Guinea.
Otros planteos alegan que solo la primer parte del texto es real (hasta el punto 8 y 9 aproximadamente), y que la segunda parte, la que refiere puramente a la expedición exploratoria, es completamente un agregado fruto de la invención de los traductores griegos. Situación que configuraría una “teoría del viaje corto” solo por las costas atlánticas de Marruecos y poco más.
Lo cierto es que del pergamino se desprenden claramente dos momentos distintos en el viaje. La primer parte que comprende la fundación de una serie de colonias (en la costa Atlántica de Marruecos), y que no tiene mas complejidad que intentar asemejar los nombres de las ciudades mencionadas en la traducción griega, a una raíz fenicio-púnica creíble (ver notas al pie). Y la segunda parte, netamente exploratoria, que cuenta con todas las menciones controvertidas, como la navegación en el Golfo de Guinea, las “mujeres peludas” o “gorilas”, o la identificación de la montaña o volcán en actividad, llamada el “Soporte de los Dioses”.
Sin embargo, no parece que estas cuestiones en discusión, sean todo lo controvertidas que se suele aducir. Después de todo, como bien dice Adolfo Domínguez Monedero[23], incluso los viajes exploratorios de nuestra era (como el descubrimiento de América) también contienen, en sus relatos originales, gran cantidad de material fantasioso que, obviamente, no invalida o refuta las distintas expediciones exploratorias y sus descubrimientos.
La travesía de Hannón parece trocar definitivamente en viaje exploratorio a partir de la isla de Kerne, actualmente identificada con Herne, en Sahara Occidental (puntos 8 y 10). Este sitio ya era conocido por los cartagineses y fue su posesión más extrema. Su propio nombre lo indica debido a que deriva del fenicio Khernaa o “última morada”. Sin dudas, a partir de aquí, los territorios explorados serian totalmente desconocidos. Esta situación justifica el cambio en el contenido de la narración, el quiebre en el relato, y por supuesto la necesidad de embarcar interpretes. Por lo tanto, los dos momentos distintos del viaje, no serian fruto del “ensamble” de dos textos. Ni mucho menos implicaría que uno de ellos sea falso.
Interpretar la ubicación de los distintos sitios visitados a partir de este punto, si bien supuso diferentes interpretaciones a lo largo del tiempo, no parece plantear demasiados problemas. Sobre todo si incluimos al debate un texto que debería ser tenido en cuenta en mayor medida. Pero que lamentablemente se suele pasar por alto.
Este texto es en realidad una cita que hace Plinio el Viejo del viaje de exploración emprendido por Polibio de Megalópolis[24] en el siglo segundo anterior a nuestra era. Y si bien no parece ser una transcripción textual del informe de Polibio, si parece que el texto de Plinio probablemente contenga la esencia del mismo, diferenciándose de esta manera del texto púnico del pergamino. Es por esto que resulta de gran interés, como documento comparativo.
Seguramente al momento en que Plinio el Viejo se dispone a escribir su “Geografía”, el texto original de Hannón ya se encontraba perdido. Y lo reemplazaba una importante cantidad de traducciones griegas y latinas (probablemente debemos incluir una del propio Polibio), de las que el mismo Plinio duda de la veracidad total de su contenido, según él mismo deja entender al inicio de su comentario. Por eso, la existencia de un informe de Polibio, que verifique o refute el texto púnico, se vuelve una herramienta fundamental.
He aquí el texto en cuestión:
 Antiguamente existían algunos comentarios escritos por Hannón, un general cartaginés, que estaba al mando, en los tiempos más florecientes del Estado púnico, para explorar la costa del mar de África. La mayor parte de los escritores griegos y romanos lo han seguido y han relatado, entre otras historias fabulosas, que muchas ciudades fueron fundadas por él, de las cuales ninguna memoria, ni siquiera el más mínimo vestigio, hoy existe.
Mientras Escipión Emiliano tenía el mando en Sicilia, el historiador Polibio recibido una flota de él a los efectos de proceder a un viaje de descubrimiento en esta parte del mundo. Relata, que más allá del Monte Atlas, de proceder en dirección oeste, hay bosques llenos de bestias salvajes, propias de la tierra de África, tan alejados como el río Anatis, una distancia de 485 millas, el Lixos alejado de estos unas 205 millas. Agripa dice que Lixos es distante desde el estrecho de Gades 112 millas. Después de se llega a un golfo que se llama el Golfo de Saguti, una ciudad situada en el promontorio de Mulelacha, los ríos y Subur Salat, y el puerto de Rutubis, distante unas 213 millas del Lixos. Entonces llegamos a la altura del promontorio del Sol, el puerto de Risardir, el Gætulian Autololes, el río Cosenus, las naciones de la Selatiti y Masati, el río Masathat, y el río Darat, en el que se encuentra cocodrilos. Después de esto nos encontramos con un gran golfo, de 616 millas de extensión, que está cerrado por un promontorio del Monte Barce, que termina en dirección oeste, y se llama Surrentium. Luego viene el río Salsus, a partir del cual se encuentran los etíopes Perorsi, en la parte posterior de los cuales son la Pharusii, que limitan a los Gætulian Daræ, situada en el interior. Sobre la costa de nuevo, nos encontramos con los etíopes Daratitæ, y el río Bambotus, lleno de cocodrilos e hipopótamos. De este río hay un rango continuo de montañas hasta que llegamos a la que se conoce por el nombre de Theón Ochema, desde el cual el promontorio de las Hesperides aparece tras un viaje de diez días y noches, y en el medio de este espacio se encuentra el monte Atlas, que, por todos los otros escritores, se ha dicho que es la parte más extrema de Mauritania.” Plinio el Viejo sobre Polibio. PLINIO 5. 1. 9.

De la lectura de este texto, se desprende un aspecto de lo más interesante. Y es la evidencia de que el historiador griego evita seguir al pie de la letra el escrito de Hannón. Por el contrario, realizando su propia exploración, y busca comprobar en realidad que el cartaginés no estuviera fabulando. Y esto es lo que parece poder confirmar, con la sorprendente coincidencia de distancias o tiempos de navegación entre un texto y el otro, en la mayoría de los puntos.
En el relato de Hannón las distancias se encuentran expresadas en términos de “días de vela”, en cambio en Polibio (la transcripción de Plinio) se expresan en “millas”. Esta situación ha sido utilizada para desacreditar el texto púnico, por poco exacto o falto de rigor. Sin embargo, no es imposible traducir en magnitudes y distancias, los días de vela[25]. Y el resultado es interesantísimo en cuanto se puede comprobar la similitud (en ambos textos) de la ubicación de los sitios identificados. Situación que confirma el rigor del trabajo de Hannón.
El rio “grande y amplio” que encuentra el cartaginés en el punto 10, lleno de cocodrilos e hipopótamos, sin dudas es el mismo que Polibio llama “Bambotus” donde advierte la misma fauna. Este rio es el Sewa de Sierra Leona, también llamado “Bum”, único río de la región cuya laguna no es salada, permitiendo la fauna descripta. Una serie de denominaciones para este río, o su laguna, se relacionan con la raíz de la denominación de Polibio (y citado por Plinio), debido a que el   término “Bombutus” es similar a la palabra hebrea para hipopótamo: “bihemoth”. Además, el mapa emitido por la administración Inglesa de Sierra Leona llama a su estuario como “Bamba”. Y el mapa de Guillaume Deslisle (Amsterdam, 1792) coloca allí la desembocadura de un río llamado “Madrebomba”.
Las “grandes y frondosas montañas que Hannón circunnavega (puntos 12 y 13), parece ser la misma que Polibio nombra como “Monte Barce (Barce = Barqa “el rayo” el nombre de la familia de Aníbal)”. Este es el llamado “Cabo Verde” de Senegal. Y por último, la “enorme montaña llamada «Soporte de los dioses»” que Hannón describe en el punto 16 (el Monte Camerún, un volcán aun en actividad), coincide sin dudas con el “Theón Ochema” de Polibio, que traducido significa: Carro de los Dioses. Coincidencia que hecha por tierra las diferentes especulaciones que refieren a la imposibilidad de que, con los medios con los que contaba Hannón, se hubiera podido llegar a un sitio tan lejano.
Estas especulaciones varían desde los que suponen que lo que vio Hannón era en realidad un volcán en Sierra Leona, u otro volcán en la Republica de Guinea, o tal vez el incendio de un monte boscoso, o incluso que aquellos fuegos no eran mas que hogueras encendidas por los indígenas, y las corrientes de lava pudieron haber sido la fosforescencia de las hojas. Pero entonces, ¿Polibio también forma parte de esa confabulación? ¿O es que el historiador griego fue victima de las mismas visiones que el marino púnico? ¿Y será que tal vez los “incendios” que observo Hannón, se mantenían encendidos trescientos años después y confundieron también a Polibio, quien creyó ver un volcán? Por ultimo, y como para terminar de confirmar el pasaje de Hannón en referencia al Monte Camerún, hay que recordar que los nativos lo han bautizado como Mongana-Loba, que significa ni mas ni menos que “Montaña de los Dioses”.
Vale decir entonces que el pasaje citado de Plinio, y que contiene lo básico del informe de Polibio, se constituye en elemento probatorio fundamental. Aunque si bien sirve, y mucho, para confirmar los alcances reales (geográficos) de la expedición de Hannón (navegación del Golfo de Guinea). No sirve para comprender los motivos de la misma, problema que intentaremos resolver en los capítulos siguientes.


La teoría de la circunnavegación de África.
La idea de que la expedición de Hannón tenía como objetivo la circunnavegación de África, surge fundamentalmente de una referencia específica de Plinio el Viejo. Y a esta cita, se le puede sumar un pasaje de Flavio Arriano que, si bien no expresa francamente esta idea, si parece sugerirlo. Veamos los párrafos mencionados:
“Y en tiempo en que el poder de Cartago prosperaba, zarpó Hannón de Cádiz hasta los límites de Arabia, y dejó por escrito la historia de su navegación. Al mismo tiempo, Himilcón había sido enviado para explorar el exterior de Europa”. Plinio el Viejo, Naturalis Historia, Libro 2, 169.
“(…) Por otra parte, el libio Hannón partió de Cartago y paso las columnas de Hércules y navegó hacia el océano exterior, con Libia sobre su costado de babor (izquierda); y navegó hacia el Este, de entre cinco y treinta días en total. Pero cuando por fin se volvió hacia el sur, se encontró con toda clase de dificultades, la falta de agua, el calor abrasador, y torrentes de fuego corriendo hacia el mar. (…)” Flavio Arriano 8, 43 (Indica).
Ambos autores, simplemente se limitan a comentar el texto de Hannón. A diferencia de Polibio, quien si emprendió un viaje exploratorio siguiendo los pasos del marino cartaginés. Por esta razón, si bien ambos textos podrían ser utilizados como confirmación de la teoría del “viaje largo”, no tienen el peso del informe de Polibio. Plinio es el que plantea el tema de la circunnavegación en forma directa. Arriano no es tan explicito, aunque el hecho de introducir el comentario sobre los viajes de Hannón en los capítulos finales de su libro Indica, dedicado a los problemas de los viajes de circunnavegación, no da lugar a otro tipo de interpretación. El problema es que, como del texto del pergamino no se desprende que el objetivo de la expedición sea el de circunnavegar África, es probable que los dichos de Plinio y Arriano se deban a deducciones propias, o la repetición de errores de interpretación anteriores aellos.
Los intentos de circunnavegar África, bajo la sensación de que tal continente se encontraba rodeado por el océano, vienen de mucho tiempo atrás. De hecho se conocen gracias a Heródoto dos expediciones. El primero, y tal vez más antiguo, el ordenado por el faraón Necao II (que gobernó entre los años 610-595 a.C.) a marineros fenicios (Heródoto 4, 42)[26] y, según el historiador griego, con resultado favorable. La flota, que zarpando del mar rojo, tras años de navegación, retorno a Egipto luego rodear África y cruzar las columnas de Hércules desde el “mar exterior”. Es decir, un trayecto inverso al de Hannón.
El segundo y más interesante es el periplo ordenado, por el rey persa Jerjes I (quien reino entre 485–465 a.C.), a el también persa Sataspes, quien, sin embargo, no pudo completar su misión. Puesto que, agobiado por lo largo del viaje, decidió abortar su misión y volver sobre sus pasos[27].
Se destaca este relato por sobre el primero, por varios motivos. En primer lugar el trayecto elegido para el periplo es idéntico al que acometiera Hannón. En segundo lugar, parece que Sataspes sufriera similares inconvenientes que los de la expedición de Hannón, en cuanto a las dificultas que lo llevaron a abandonar su viaje, y porque curiosamente introduce una llamativa historia que involucra a unos “pequeños hombres” que recuerda a los “gorilas” de Hannón. Párrafo que citamos a continuación:
“(…) y aportado a las costas de cierta región en que los hombres eran muy pequeños y vestían de colorado, quienes apenas él arribara con su navío, abandonando sus ciudades se retiraban al monte; aunque él y su comitiva no les habían hecho otro daño al desembarcar que quitarles algunas ovejas de sus rebaños. Añadía que el motivo de no haber dado a la Libia una entera vuelta por mar, había sido no poder su navío seguir adelante, quedándose allí como si hubiese varado (…)”. Heródoto 4, 43.

Si bien a todas luces, el problema de navegación que aduce Sataspes, parece una excusa lisa y llana, la coincidencia de que se haya producido probablemente en el mismo sitio que el abandono de Hannón (Golfo de Guinea), permite suponer que tal vez ciertas circunstancias “marineras”, como podría ser la corriente de Benguela, entorpecieron y dificultaron la navegación. Esta corriente es contraria a la dirección que llevarían tanto Hannón como Sataspes, pero favorable a los fenicios de Necao II. Sin embargo tal situación es muy difícil de comprobar[28].
Pero lo más interesante, tal vez, sea que la fecha probable para esta expedición, fuera muy cercana a la efectuada por Hannón. En este punto es necesario intentar datar la expedición del cartaginés. La inmensa mayoría de los estudios sobre el tema, proponen como fecha posible para el periplo de Hannón una franja de tiempo que va de mediados del siglo VI a.C. a mediados del siglo V a.C. (arriesgando fechas que van desde el 570 a.C. a 450 a.C.). Por lo que solo dos sufetes cartagineses entrarían en este periodo: Hannón I, que reino entre los años 580-556 a.C. Y Hannón II (hijo de Amilcar I) quien lo hizo entre los años 480-440 a.C. en coincidencia con la guerra entre cartagineses y griegos, y que además tenía como hermano a Himilcon I.
En este punto, la mención que hace Plinio el Viejo, de que al “mismo tiempo” que Hannón partía para “circunnavegar” África, un tal Himilcón hacia lo mismo, pero hacia el norte de Europa, sin dudas cobra otro valor. Entonces podemos inferir que es muy probable que “Hannón el Navegante” y “Hannón II” sean la misma persona. Sabemos que la expedición persa ocurrió en los últimos años del reinado de Jerjes. Probablemente entre los años 478 y 465 a.C. Pero los viajes comerciales fenicios más allá de las columnas de Hércules son conocidos y registrados por Herodoto (484–425 a.C.) en sus Nueve libros de Historia. Es decir, ya eran conocidos en el siglo V a. C.


Otra historia nos refieren los cartagineses, que en la Libia, más allá de las columnas de Hércules, hay cierto paraje poblado de gente donde suelen ellos aportar y sacar a tierra sus géneros, y luego dejarlos en el mismo borde del mar, embarcarse de nuevo, y desde sus barcos dan con humo la señal de su arribo. Apenas lo ve la gente del país, cuando llegados a la ribera dejan al lado de los géneros el oro, apartándose otra vez tierra adentro. Luego, saltando a tierra los cartagineses hacia el oro, si les parece que el expuesto es el precio justo de sus mercaderías, alzándose con él se retiran y marchan; pero sí no les parece bastante, embarcados otra vez se sientan en sus llaves, lo cual visto por los naturales vuelven a añadir oro hasta tanto que con sus aumentos les llegan a contentar, pues sabido es que ni los unos tocan al oro hasta llegar al precio justo de sus cargas, ni los otros las tocan hasta que se les tome su oro.” Heródoto 4, 196.


El mundo conocido según Heródoto.
La arqueología a podido revelar asentamientos fenicio-púnicos en la costa atlántica de Marruecos que datan del siglo V a.C. (e incluso del siglo VI a.C.) confirmando lo afirmado por Heródoto. Los sitios de Korass (Tánger), Lixus (Marruecos atlántico) y Banasa (también Marruecos atlántico) arrojan abundante cerámica púnica o de influencia cartaginesa que abastecía asentamientos y factorías.
Es decir que, es más sensato pensar que si los fenicio-punico ya emprendían esos viajes al océano atlántico desde el siglo VI a.C., lo más probable entonces es que la expedición persa fuera posterior a la de Hannón. Incluso, inspirada por el éxito de esta (y sus descubrimientos). Tal vez, apenas unos pocos años después de Hannón. No es posible que los persas enviaran una flota a un sitio tan alejado si no tuvieran conocimiento previo de tales descubrimientos. Y tampoco es posible que emprendieran semejante expedición sin que Cartago lo supiera o al menos participara, sobre todo debido al férreo control que esta metrópolis mantenía sobre las rutas comerciales del mediterráneo occidental.
Para Jerjes I (al igual que para Necao II) la prioridad era conectar el Golfo de Guinea con el océano Indico, por los beneficios comerciales que esto pudiera suponer, además de evitar el bloqueo cartaginés a esa parte del mundo. No era una prioridad seguramente para los cartagineses. Cartago no tenía necesidad para semejante expedición. Entonces ¿era realmente el objetivo de Hannón hacer un viaje de circunnavegación? ¿Puede ser que Plinio el Viejo y Arriano se hayan confundido o malinterpretado el escrito del marino cartaginés?
Aquí debemos volver a la cita de Arriano, y atender a unas líneas de su texto que dicen así: “(…) con Libia sobre su costado de babor (izquierda); y navegó hacia el Este (…)”. En el Mediterráneo, tener a áfrica a la izquierda implica viajar hacia el oeste. Por el contrario, viajar al este implica tener a áfrica a la derecha. Por lo que, entonces, hacer lo que dice Arriano, implicaría para este autor, practicar un rodea de África por su cabo más austral. Momento en que los marinos tendrían la costa africana a su izquierda en una navegación hacia el este.
Pero lo cierto es que en relación a África, esta no es la única forma de hacer lo que comenta Arriano. Existe otra oportunidad de navegar hacia el este con la costa africana en la izquierda. Y esta se da al ingresar al Golfo de Guinea. Es muy probable entonces, que al desconocerse las reales dimensiones y geografía del continente africano, se cometía el error que permitía suponer a los antiguos que ingresar al Golfo de Guinea significaba que se estaba bordeando áfrica por el sur, en una aparente navegación de circunnavegación.
Entonces, si la expedición de Hannón no tenía como objetivo la circunnavegación de África, ¿Qué motivaba a los cartagineses emprender tan maravilloso y arriesgado viaje? Volvamos entonces a la cita de Heródoto referente a los viajes fenicios al mar exterior, para resaltar una situación hasta el momento no tenida en cuenta: el oro africano, cuestión por demás interesantísima que abordaremos en el capítulo siguiente.

Contexto político-comercial. La ruta del oro Africano.
La mencionada cita de Heródoto (Heródoto 4, 196), en el capitulo anterior, introduce dos aspectos, muy interesantes (a demás de sugerir una posible fecha), a tener en cuenta. El primero es el que acerca al debate el comercio del oro africano subsahariano. El otro, aunque algo contradictorio con la evidencia arqueológica es el que refiere a la llamativa ausencia de mención alguna de asentamiento fenicio-púnico sobre las costas atlánticas africanas.
El pergamino de Heidelberg es muy claro en que la misión primera de Hannón era la de fundación de ciudades y, luego, la de exploración. Ignoramos si la omisión de ciudades o colonias fenicias en Heródoto proviene de un error debido al desconocimiento del Mediterráneo Occidental (y mas allá) debido al férreo control de las rutas comerciales que mantenía Cartago, o tal vez simplemente una referencia a una situación temprana de la exploración fenicia, limitada solo a los viajes comerciales, que luego trocara por colonización y asentamientos fijos, ya con Cartago como potencia.
De ser esto último, el viaje de Hannón, de haberse dado durante el siglo V a.C., cobraría valor como evidencia de la primera expedición con intenciones colonizadoras de Cartago en la costa atlántica de África. Hazaña que justifica plenamente el deseo de dejar por escrito semejante aventura.
Ahora bien, el comercio del oro africano es un dato revelador a tener muy en cuenta. Y la cita de Herodoto es fiel reflejo del interés fenicio-púnico para con el intercambio de productos con este preciado metal. Se conocen desde tiempos antiguos la existencia de rutas comerciales terrestres surcadas por caravanas que transportaban oro, y que desde el Golfo de Guinea o el lago de Chad, cruzaban el desierto del Sahara hacia el Mediterráneo.
Conocida es, ya en nuestra era (a partir del siglo X d.C.), la famosa “ruta del oro” o “oro de Tívar” que desde el río Senegal o Níger, desde el reino de Mali o el de Tumbuctú, o desde el Imperio Mandinga (todos en la región del Golfo de Guinea), surcaba el desierto hacia el “Argel” que hacia la vez de intermediaria con los comerciantes europeos. Esta antigua ruta, podría haber sido explotada también en la antigüedad, o tal vez tenia como opción y salida mas segura (evitando cruzar el desierto) la costa atlántica, siendo explotada por los comerciantes fenicio-púnicos desde aproximadamente el siglo V a.C. como bien informa Herodoto.
De esta forma, ambos objetivo de la expedición de Hannón, quedan plenamente justificados. Trasladar población y fundar ciudades sobre la costa de “salida” del oro africano, es el primer objetivo. Y siguiendo esta idea, la exploración del Golfo de Guinea, según los que sostienen la teoría del viaje más extenso de Hannón, cobra sentido en razón de vislumbrar como segundo objetivo, la búsqueda del origen de la mencionada “ruta del oro africano”. Y no ya, la idea de circunnavegación de África por puro placer exploratorio.
Apoya también esta conjetura el hecho de que los expedicionarios hayan embarcado “interpretes” de entre los lixitas[29], tal como explica el pergamino de Heidelberg en el punto ocho. Mas que necesarios, no solo como interpretes, sino fundamentales en la tarea de mediación diplomática, a la hora de acordar fundamentales tratados comerciales.



Si bien esta teoría tiene bastantes puntos a su favor, existen nuevos estudios que intentan explicar y fechar el viaje de Hannón un siglo más temprano, es decir, el siglo IV a.C. Sin embargo, esta posibilidad, aunque interesante, encuentra menos adeptos.
En un reciente trabajo de Alfredo Mederos Martin[30], se intenta relacionar la expedición de Hannón con la guerra que sostendría Cartago con Agatocles de Siracusa, en concurso con Ofelas (gobernador de Cirene por orden del reino del Egipto Ptolemaico).
Cito textualmente:
“El periplo atlántico de Ofelas pudo haberse efectuado a instancia de Alejandro, ca. 331-323 a.C., para hacer una evaluación de la presencia cartaginesa en la fachada atlántica norteafricana, antes de su proyectada campaña contra Cartago y posteriormente poder alcanzar por la costa africana las Columnas de Hércules. Una segunda posibilidad pudo ser durante el periodo de Ofelas como gobernador de la Cirenaica, entre el 322 y el 312 a.C., antes de los preparativos de su campaña contra Cartago el 308 a.C., para buscar información sobre los puntos de destino de las caravanas terrestres que transportaban polvo de oro hasta la fachada atlántica norteafricana. La política de Ofelas como gobernador tuvo como prioridad el control de la ruta terrestre del oro, marfil, pieles de animales, plumas de avestruz, esclavos, etc. que llegaba desde el lago Chad por el Oasis de Dschofra y el desierto del Fezzan. Su objetivo fue desviar el comercio progresivamente hacia Alejandría, en detrimento de Cartago, tras conseguir situar la frontera entre Egipto y Cartago en la torre de Eufrantas, actual región de la Sirte, desplazando unos 150 km. hacia el Oeste el antiguo límite entre Cartago y la Cirenaica en los arae Philaenorum.”
Como se puede ver, incluso va mas allá, al mencionar como posible primer instigador al mismísimo Alejandro Magno, quien supuestamente ordenaría el conocido “Periplo Africano de Ofelas” por la costa Africana en función de sus planes expansionistas hacia occidente.
El principal argumento de esta teoría se basa en la posibilidad de que al verse Cartago privada de su monopolio sobre la ruta “terrestre” (remarco terrestre en oposición a la ruta “marítima” desde el atlántico) del oro africano (y demás productos) desde el lago de Chad, se vio obligada a emprender sus viajes exploratorios por África (Hannón) y por Europa (Himilcón) para intentar suplantar tal perdida. Refuerza esta teoría el hecho de que Diodoro[31] mencionara durante los ataques de Agatocles a Cartago, a dos generales cartagineses de nombres Hannón uno de ellos, Himilcón el otro. Justamente los mismos nombres que son mencionados como los exploradores cartagineses en la cita de Plinio el Viejo.
El primer problema del conjunto de ideas, supone reconocer al “navegante Ofelas” (cuyo periplo es recogido por Estrabón[32]) con el “Ofelas, gobernador de Cirenaica” cuestión muy probable pero que algunos ponen en dudas, aduciendo que el periplo mencionado por Estrabón en realidad hace referencia al mítico viaje de uno de los nostoi[33]: Okellas. Tampoco la mención de nombres como Hannón o Himilcón es suficiente argumento, puesto que estos eran nombres bastante comunes entre los cartagineses. Amen de que este tal Hannón de Diodoro, no era sufete.
Otro inconveniente de esta teoría, supone explicar la expedición de exploración del áfrica atlántica durante el siglo IV a.C. a pesar de que se tiene constancia arqueológica de que los fenicio-púnicos ya explotaban la ruta atlántica del oro africano desde el siglo anterior, puesto que ya estaban establecidos allí, como lo demuestra la arqueología. Aunque, ciertamente, esto no impide suponer la existencia de expediciones en el siglo IV a.C. tendientes a profundizar la explotación de una ruta del oro ya conocida. Pero el problema es que el texto del pergamino de Heidelberg incluye tanto los objetivos de fundación de ciudades como el de exploración como parte de la misma expedición.
Para que funcionara esta novedosa teoría, debería aducirse que el texto del pergamino implica el “ensamble” de dos viajes diferentes, cada uno en siglos diferentes (¿y también por dos Hannón distintos?). Ciertamente algo interesante, pero demasiado pretensioso, y que pide mas evidencias para ser confirmado.
A fin de cuentas, en cualquiera de sus dos opciones, la “teoría del oro africano”, la búsqueda y exploración del origen y fuente de este metal tan preciado, parece ser, frente a la teoría de expedición de circunnavegación, la opción más potable como explicación o fundamento para los viajes exploratorios de Hannón el Navegante.

Final.
Si bien lo precario y fragmentario de las evidencias dificulta una conclusión final, y siempre deja abierta la posibilidad a nuevas teorías y planteos, creemos que por todo lo expuesto, se está muy cerca de poder decir que el manuscrito de Heidelberg ya no encierra misterios. Hoy día, gracias a Polibio (a través de Plinio el Viejo) podemos prácticamente asegurar los alcances geográficos del periplo de Hannón. Gracias a Plinio el Viejo, podemos ofrecer una fecha posible, con gran seguridad. Y este autor junto a Heródoto y Arriano nos dan las pistas que nos ayudan a comprender los reales objetivos de tal expedición (ya sean exploratorios o comerciales).
Pero aun atendiendo a los reparos y objeciones de las teorías mencionadas, el relato de los viajes de Hannón constituye una de las pocas obras de la literatura púnica que ha llegado a nuestros días, y por lo tanto un documento invaluable sobre los antiguos viajes de exploración en épocas de rudimentarias tecnologías, y que hoy como ayer no ha dejado de producir asombro y admiración en todo aquel que accede a su lectura.


Autor: marvel77

Bibliografía Histórica:
Herodoto. Los Nueve Libros de Historia.
Plinio el Viejo. Historia Natural.
Flavio Arriano. Indica.
Estrabón. Geografía.

Bibliografía Actual. Artículos varios:
Adolfo J. Domínguez Monedero. “El Viaje de Hanón de Cartago y los Mecanismos de Exploración Fenicios”, publicado en “Viajeros, Peregrinos y Aventureros en el Mundo Antiguo”. Publicaciones y Ediciones. Universidad de Barcelona.
La Navegación Fenicia. Tecnología Naval y Derroteros”. Centro de Estudios Fenicios y Púnicos.
Enrique Díes Cusi. “Aspectos Técnicos de las Rutas Comerciales Fenicias el Mediterráneo Occidental (S. IX-VII a.C.)”. Archivo de Prehistoria Levantina. Vol. XXI (Valencia 1994).
Alfredo Mederos Martín. “El Periplo de Ofelas”. Universidad Complutense & Harvard University.

Fuentes para el Pergamino de Heidelberg. En inglés o castellano:
Livius.org: http://www.livius.org/ha-hd/hanno/hanno02.html
Cervantes Virtual Antigua. Historia y Arqueología de las civilizaciones: http://www.cervantesvirtual.com/bib/portal/antigua/roma_cartago.shtml



[1] Basileus en la versión griega. Sufete, probablemente en el original púnico.
[2] En realidad debió ser en el templo de Baal, importante deidad fenicio-cananea, que los griegos identificaron con Kronos, personaje de su mitología.
[3] Embarcación de cincuenta remeros, característica por la cual recibe su nombre. Ver cuadro aparte.
[4] Thymiaterion. Según Samuel Bochart deriva del púnico Dumathiria que significa “un claro”. En árabe dumathir o dumthor significa “tierra llana”. Afirmacion que se ve confirmada por el texto de pergamino cuando a continuación dice: “a sus pies, por cierto, se extendía una vasta llanura”.
[5] Soloention. Hoy Cabo Cantin (32º 37´).
[6]Lago” o “Pantano” según la traducción. Se lo identifica con el estuario del Tensift.
[7] El “Fuerte Cario” es un transcripción de la traducción griega que denomina a esta ciudad “Karikon Teikhos”, siendo “Karicon” el nombre fenicio de la ciudad (Qart = ciudad) y  teikhos” fortaleza en griego.
[8] Para Bochart, Gytta se refiere al sitio donde el ganado en recogido. Sin embargo puede ser otra forma de Gader.
[9] Akra deriva del púnico Hakra, es decir, “fortaleza”.
[10] Melitta proviene del púnico “melet”, que significa: “cemento”, “argamasa”, “concreto”.
[11] La tierra de los Aremboi o Eremboi es mencionada por Homero en la Odisea junto a Libia. Se pensó siempre que se trataba de Arabia, bien pudiendo ser el Magrab que Homero describe como “lugar de las bestias salvajes”. Ereb en Hebreo significa lo mismo: “lugar para las bestias salvajes”. Sin embargo Bochart entendio que Arambi deriva del hebreo (o la raíz semita del mismo) “har-anbin” que significa “monte que produce vino de uva”. Muchos se han preguntado si Arambi no es otro nombre para Marrakech (Marruecos).
[12] Identificado con el Río Draa (Marruecos). El Draa, es el río más grande de la zona y marca el final de las tierras cultivables. Situación que concuerda con la descripción que Hannón hace sobre los pueblos adyacentes y de costumbres pastoriles.
[13] Identificada con la Isla de Herne o “Dajla” en Sahara Occidental. Deriva del fenicio Khernaa o “última morada”.
[14] Tal vez este sea el dato más especifico para su interpretación del que cuenta todo el texto, y sin embargo, hasta ahora no ah sido comprendido.
[15] Identificado con el río Senegal. La referencia a un “gran río” es imposible no relacionar con lo mencionado en la Meteorológica de Aristóteles cuando se indica un río llamado Kahremetes, señalado como “(…) uno de los mayores ríos de Libia que desembocan en el mar exterior (…)” Meteorologica I, 13.
[16] Normalmente identificado con el río Gambia, probablemente se trate de la desembocadura del río Siwa, también llamado Bum (el Bambotum de Plinio el Viejo y Polibio), en Sierra Leona, y cuya laguna costera no es salada (el estuario del Gambia es salado) y por eso albergaba “cocodrilos e hipopótamos”.
[17] Cabo Verde. El promontorio rocoso mas occidental de África ubicado en Senegal.
[18] El estuario de Geba, en Guinea Bissau.
[19] El Cabo Palmas, el comienzo del Golfo de Guinea. Punto donde el límite entre Liberia y Costa de Marfil tocan el Océano Atlántico.
[20] Punto por punto, atendiendo a las distancias y tiempos ofrecidos por Hannón y Polibio, la “gran isla” y “laguna” se refiere a la Bahía de Lagos.
[21] El Monte Camerún. En el punto más profundo del Golfo de Guinea, y elevándose a más de 4000 metros en la misma costa, es la única zona volcánica en el Oeste de África y todavía sigue en actividad.
[22] Probablemente el Estuario de Gabón.
[23] Adolfo Domínguez Monedero en “Viajeros, Peregrinos y Aventureros en el Mundo Antiguo: El Viaje de Hanón de Cartago y los mecanismos de exploración fenicios (Pag. 77)”.
[24] Es muy probable que tal informe, mas su propia traducción del texto púnico, estuvieran incluidos en su obra escrita: “Historias”, en la sección de geografía, actualmente perdida.
[25] De acuerdo con las normas antiguas de un día de navegación por vela corresponde a 1 grados de navegación, o 30 parasangas persas.
[26] Heródoto 4, 42: “Y siendo esto así, mucho me maravillo de aquellos que así dividieron el orbe, alindándolo en estas tres partes, Libia, Asia y Europa, siendo no corta la desigualdad y diferencia entre ellas; pues la Europa, en longitud, hace ventajas a las dos juntas, pero en latitud no me parece que merezca ser comparada con ninguna de ellas. La Libia se presenta a los ojos en verdad como rodeada de mar, menos por aquel trecho por donde linda con el Asia. Este descubrimiento se debe a Neco, rey de Egipto, que fue el primero, a lo que yo sepa, en mandar hacer la averiguación, pues habiendo alzado mano de aquel canal que empezó a abrirse desde el Nilo hasta el seno arábigo, despachó en unas naves a ciertos fenicios, dándoles orden que volviesen por las columnas de Hércules al mar Boreal o Mediterráneo hasta llegar al Egipto. Saliendo, pues, los fenicios del mar Eritreo, iban navegando por el mar del Noto: durante el tiempo de su navegación, así que venía el otoño salían a tierra en cualquier costa de Libia que les cogiese, y allí hacían sus sementeras y esperaban hasta la siega. Recogida su cosecha, navegaban otra vez; de suerte que, pasados así dos años, al tercero, doblando por las columnas de Hércules, llegaron al Egipto, y referían lo que a mí no se me hará creíble, aunque acaso lo sea para algún otro, a saber, que navegando alrededor de la Libia tenían el sol a mano derecha. Este fue el modo como la primera vez se hizo tal descubrimiento.”
[27] Heródoto 4, 43: “La segunda vez que se repitió la tentativa, según dicen los cartagineses, fue cuando Sataspes, hijo de Teaspes, uno dc los Aqueménidas, no acabó de dar vuelta a la Libia, habiendo sido enviado a este efecto, sino que espantado así de lo largo del viaje como de la soledad de la costa, volvió atrás por el mismo camino, sin llevar a cabo la empresa que su misma madre le había impuesto y negociado para su enmienda; he aquí lo que sucedió: Había Sataspes forzado una doncella principal, hija de Zópiro, y como en pena del estupro hubiese de morir empalado por sentencia del rey Jerjes, su madre, que era hermana de Darío, le libró del suplicio con su mediación, asegurando que ella le daría un castigo mayor que el mismo Jerjes, pues le obligaría a dar una vuelta a la Libia, hasta tanto que costeada toda ella volviese al seno arábigo. Habiéndole Jerjes perdonado la vida bajo esta condición, fue Sataspes al Egipto, y tomando allí una nave con sus marineros navegó hacia las columnas de Hércules; pasadas las cuales y doblado el promontorio de la Libia que llaman Soloente, iba navegando hacia Mediodía. Pero como después de pasado mucho mar en muchos meses de navegación viese que siempre le restaba más que pasar, volvió, por fin, la proa y restituyóse otra vez al Egipto. De allí, habiendo ido a presentarse al rey Jerjes, díjole cómo había llegado muy lejos y aportado a las costas de cierta región en que los hombres eran muy pequeños y vestían de colorado, quienes apenas él arribara con su navío, abandonando sus ciudades se retiraban al monte; aunque él y su comitiva no les habían hecho otro daño al desembarcar que quitarles algunas ovejas de sus rebaños. Añadía que el motivo de no haber dado a la Libia una entera vuelta por mar, había sido no poder su navío seguir adelante, quedándose allí como si hubiese varado. Jerjes, que no tuvo por verdadera aquella relación, mandó que empalado pagase la pena a que primero le condenó, puesto que no había dado salida a la empresa en que aquella se le había conmutado. En efecto, un eunuco esclavo de Sataspes, apenas oyó la muerte de su amo, huyó a Samos cargado de grandes tesoros, los cuales bien sé quién fue el samio que se los apropió, aunque de propósito quiero olvidarme de ello.”
[28] Otro intento de circunnavegación de África, también mencionado por Plinio el Viejo, es el intentado por  Eudoxo, o Eudoxus, de Cícico. Según Plinio, logro su objetivo, pero por el contrario, según Estrabon no lo consiguió.
[29] Quienes ejercerían un importante rol, ya no solo de intérpretes, sino de mediación con las poblaciones locales, según aduce con buena razón Adolfo Domínguez Monedero.
[30] “El periplo norteafricano de Ofelas”. De Alfredo Mederos Martin. Gerión. Revista de Historia Antigua, Vol 24, No 1, año 2006.
[31] Diodoro Siculo, XX, 60, 3-4: “(…) 3. Ahora Hannón, que mandaba el ejército de la región central, tendió una emboscada a Aeschrion y de repente cayo sobre él, matando a más de cuatro mil infantes y unos 200 soldados a caballo, entre los que se encontraba el propio general, de los otros algunos fueron capturados y algunos escaparon sanos y salvos hasta Archagathus, que estaba a unos 500 estadios distante. 4. En cuanto a Himilcón, quien había sido designado para llevar a cabo la campaña en el interior, en un primer momento descansaba en una ciudad al acecho de Eumachus , que se acarreaba su ejército, muy cargado con los despojos de las ciudades capturadas. (…)”
[32] Estrabón XVII, 3, 3: “Los historiadores, comenzando con la circunnavegación de Ofelas, han añadido numerosas otras invenciones en lo que respecta a la costa fuera de Libia (África), y éstos ya he mencionado antes en alguna parte, pero estoy hablando de nuevo de ellos, y pidiendo perdón por la introducción de historias maravillosas, si tal vez me veré obligado a hacer una digresión en una cosa de ese tipo, ya que no estoy dispuesto a pasarlas totalmente por alto si esto implica paralizar mi historia.”
[33]Nostoi” o “Los Regresos”. Conjunto de poemas épicos griegos, que relataban el retorno a casa de los héroes griegos tras el final de la Guerra de Troya.

3 comentarios:

  1. Nuevo artículo en Anábasis Histórica!! En este caso, sobre los fantásticos viajes exploratorios del cartaginés Hannón el Navegante.
    Te invitamos a leerlo y a dejarnos un comentario. Te esperamos!

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  2. Muy buen artículo, enhorabuena.

    Creo que no solo demuestra que la teoría del viaje largo es posible, sino que es sin duda la más probable.

    Como dice el artículo, los fenicios navegaron por las costas atlánticas africanas antes de la expedición de Hannón, yo creo que desde varios siglos antes y con regularidad. Plinio el Viejo dice que los fenicios construyeron el templo de Melkart de Lixus antes que la ciudad de Gadir. Además de Lixus, habría pequeñas colonias o factorías en las costas africanas, incluyendo a las islas Canarias, desde tiempos muy remotos. En el relato de Hanón llama la atención como los intérpretes lixitas conocían el nombre del «Cuerno del Oeste», el «Cuerno del Sur» o a los gorilas, por lo que parece claro que ellos mismos u otros lixitas previamente habían viajado allí. También llama la atención
    la rapidez con la que entablaron amistad con los cartagineses.

    Parece que había fenicios que ya conocían o habían conocido esa ruta. Teniendo en cuenta que entre las colonias fenicias no existía una unión política, sino que por el contrario se podían dar rivalidades entre ellas (como Cartago con Útica) o al menos una independencia de gobierno y de intereses, y también el celo y el secretismo con que guardaban sus rutas comerciales (como narra el «Ora Marítima» de Avieno), no sería rara la situación en que las rutas conocidas y frecuentadas por unos fenicios no lo fuesen por otros.

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  3. Magnífico artículo que invita a profundizar en él.
    Me ha entretenido su lectura y agradezco la oportunidad que nos brinda con este trabajo de conocer un poco más a los púnicos cuya literatura es tan escasa.
    Saludos cordiales.

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