Alejandría fue la ciudad más importante del helenismo, el centro de aprendizaje más grande del mundo antiguo, la puerta que unió el Mediterráneo con Egipto y la capital del más longevo de los reinos descendientes de Alejandro Magno, el ilustre fundador de la ciudad. Monumental, opulenta y cosmopolita, en ella se construyó una de las últimas Maravillas del Mundo Antiguo y siempre será recordada por su famosa Biblioteca.
Fundación
En el año 331 a.C., tras ser coronado Faraón en Menfis,
Alejandro Magno llegó a la desembocadura del río Nilo en busca de un lugar
donde fundar una ciudad. La localización perfecta la encontró allí donde
existía un asentamiento previo llamado Rhacotis. Alejandro, acompañado del
arquitecto griego Deinocrates, marcó el lugar del ágora, el perímetro de la
ciudad y la localización de los templos. Parece claro que el comercio era el
principal objetivo que tenía en mente, pues el lugar contaba con profundos
puertos naturales, mejores que cualquier otro en el Delta.
Tenía un clima sano y vientos frescos predominantes, una
bendición durante los meses de verano en el noreste africano. Esto fue
aprovechado al máximo al orientar la malla axial para recoger esta brisa
marina.
Fueron construidos un dique y un malecón, conocido como Heptaestadio,
una calzada de siete estadios de longitud (unos 1.250 metros), la cual protegía
el golfo de las tempestades a la vez que unía la isla de Pharos a tierra firme.
Allí había dos puertos. El oriental estaba subdividido y era tan profundo que
permitía atracar hasta a los navíos más grandes. Al Oeste del Heptaestadio
delimitaba el otro puerto, El Eunostos, que ofrecía en su interior un puerto
escavado por el hombre, el Kibotos (el Cofre), donde había también canteras
navales. En él desembocaba un canal navegable procedente del lago Meotis, que
unía el puerto del lago con el marítimo.
Mientras Alejandro conquistaba el Este, el capaz gobernador
Cleómenes alentó el comercio y engrandeció la ciudad. Y así, a la muerte del
Rey macedonio, cuando Ptolomeo, hijo de Lago, fue asignado sátrapa de Egipto
fue Alejandría y no Menfis su centro de operaciones.
La arqueología fragmentaria y la descripción de Estrabón
ayudan a crear algo parecido al plano de la ciudad. Al encontrarse en un
extenso llano la ciudad se organizó en una cuadrícula (plano hipodámico). El
elemento básico era un bloque cuadrangular de 330x278 metros, con un área
reservada para un barrio palaciego. Los muchos parques y jardines, y las
amplias calles ayudaban a ablandar la rigidez de la cuadrícula tradicional y
hacían a la ciudad más atractiva.
Dos calles principales cruzaban el centro del plano, entre
los edificios notables había palacios y jardines reales; el Mouseion, un
importante centro de investigación dentro del complejo palaciego que incluía la
Gran Biblioteca; el Serna protegiendo las tumbas de Alejandro y los reyes
Ptolemaicos; el Serapeion, un templo a Serapis acompañado de Isis y otros
dioses; y los cementerios.
Reconstrucción del Faro de Alejandría. |
Pero sin duda la construcción más emblemáticas de la ciudad
fue el Faro, una de las Siete Maravillas del mundo . Diseñado por Sóstratos de
Knidos durante el reinado de Ptolomeo II (285-246), fue construido en mármol o
caliza en un extremo rocoso de la isla de Pharos[1],
a la entrada del puerto Este. Contaba con tres cuerpos o etapas, estrechándose
hacia la parte superior. La primera era de base cuadrada, la segunda octogonal
y circular en la cima. En lo alto el fuego daba luz que era direccionada por un
sistema de espejos; y coronándolo una estatua de Zeus. En total, 134 metros de
altura. Tenían la función de guiar a los navíos hacia los grandes puertos
durante la noche, pues la costa del Delta es muy llana y se carece de
referencia alguna para navegarla.
Desgraciadamente, salvo los cementerios y algunos fragmentarios
restos del Septateion y el Faro, todo lo demás ha desaparecido.
Población y Sociedad
Diodoro dijo que era la ciudad más grande del mundo[2],
con 300.000 habitantes libres, por lo que parece probable que si se incluía los
esclavos bien pudiera alcanzar los 400.000 o 500.000 habitantes. Comparando
esta cifra con los 7 millones de habitantes que Diodoro da para el resto de
Egipto[3]
se aprecia la importancia de Alejandría. Tenía una composición diferente a la
del resto de Egipto: además de los macedonios y los numerosos griegos que
habían emigrado en busca de la prosperidad urbana en el medio siglo posterior a
la fundación, había muchos egipcios y judíos (estos últimos, al parecer,
antiguos prisioneros de guerra).
La ciudadanía solo era accesible para los macedonios y
griegos, que eran clasificados en «demes» siguiendo el modelo de Atenas; tenían
una boulé, un prytaneos y una asamblea, aunque no hay casi indicios del
funcionamiento efectivo de estas instituciones, que pueden haber sido abolidas
poco después a favor de un mayor poder Real.
Extramuros, los helenos se establecieron en aldeas más que
en ciudades, si excluimos Alejandría, y prefiriendo el Delta antes que el
interior del país. Estos colonos, que recibían tierras a cambio de servicio
militar, eran llamados clerucos (klêruchoi), en principio por tiempo de una
vida, aunque posteriormente la tierra fue asignada de forma hereditaria[4].
Normalmente, los colonos no trabajaban la tierra, sino que la subarrendaban a
los egipcios; y muchos vivían como terratenientes absentistas en Alejandría,
principalmente, o en alguna capital de distrito. En palabras de Peter Green, la
expresión latina “Alexandría ad Aegyptum”
expresaba el concepto geográfico diferenciador entre la ciudad y el resto del
país, además de para entender la naturaleza de la administración macedonia:
“por Egipto, pero no de él”.
Los judíos, establecidos en la ciudad (politeuma), quizás, por Alejandro y por Ptolomeo Soter, vivían en un barrio que les estaba reservado.
Intentaban mantener sus leyes y costumbres y evitar el servicio militar,
imposible en el día del Sabbat, pero atraídos por el esplendor de la ciudad
aspiraban a conseguir la ciudadanía, lo cual era inconcebible para aquella
mentalidad griega dominante.
A la cabeza de la población judía estaba el Etnarca, “que
administraba la comunidad, arbitra litigios, se ocupa de los contratos y
promulga ordenanzas, como si fuera el jefe de una ciudad autónoma”. (Estrabón,
según Flavio Josefo, XIV, 7, 2). El Etnarca era elegido por la comunidad pero
debía ser autorizado por el Rey.
No sólo los judíos establecidos en la ciudad formaban un
politeuma, también los soldados establecidos en territorio Real eran no
ciudadanos, aunque tuvieran la misma etnia.
Alejandría (al igual que Ptolemaida y Naucratis) poseía un
derecho propio al margen del resto del reino Ptolemaico. Estaba fuertemente
influenciado por el de Atenas, a través de Demetrio de Falero que elaboró una
obra legislativa para Ptolomeo Soter, con elementos rodios y de otras ciudades
griegas. Sin embargo, esta legislación fue poco a poco adquiriendo elementos
propios según lo iban exigiendo las circunstancias, siendo estas inserciones de
origen Real.
Los judíos suponían una excepción, pues exigían vivir bajo
sus leyes ancestrales, al menos en materia de derecho familiar, bajo la ley
religiosa.
El gobierno fue evolucionando y progresando con fluidez a lo
largo del tiempo. Sin embargo, casi todas las evidencias de la administración y
concepto de monarquía en Egipto después de Alejandro es con el reinado del
Ptolomeo Filadelfo.
El Egipto ptolemaico estaba fuertemente burocratizado,
series extensivas de regulaciones para controlar la vida económica del país han
sido halladas con abundancia. La adaptación de los religiosos y la práctica
legal permitieron integrarse a los nativos, mientras que algunos griegos y
macedonios se adaptaron al modo de vida egipcio.
El Papiro de Leyes de Ingresos (259 a.C.) revela el trato
existente con las tasas agrarias, huertos y viñedos, así como las reglas de
control sobre el cultivo, prensado y venta de aceite. Otros textos revelan los
tratos con los asuntos de las cleruquias, la seguridad a lo largo de las rutas
marítimas y temas judiciales.
Busto representando al dios Serapis, que mezclaba las tradiciones griega y egipcia. |
La línea entre público (funcionario) y lo privado era
borrosa desde el punto de vista actual. Que la autoridad pública pudiera ser
utilizada para alcanzar fines particulares, o que los recursos privados
debieran contribuir a la realización de tareas públicas es algo extraño en al
actualidad. Y esta mezcla era especialmente visible en el caso de los impuestos
agrarios. Esto se entiende porque los griegos entendían al individuo como parte
funcional del conjunto y que la prosperidad individual oscilaba a la par del
conjunto. Una clara demarcación entre público y privado era inapropiada.
Los monarcas Ptolemaicos tomaron el tradicional estilo de
matrimonio egipcio, respetaron su religión e incluso hicieron donaciones a sus
templos. La creación del dios Serapis muestra la mezcla entre cultura egipcia y
griega, en un claro intento integrador por parte de la Realeza. Este dios era
la combinación entre el toro Apis y varios dioses griegos, sobre todo Hades, el
dios griego del inframundo (representado por un hombre maduro con barba). Se
unían así la fuerza combinada del inframundo griego y las creencias místicas
egipcias. Sin embargo, los egipcios no lo tomaron, quizás porque no parecía del
todo egipcio, pero griegos y luego romanos lo aceptaron con entusiasmo.
Economía y Comercio
El continuo aumento de la población propició el desarrollo
industrial. Prueba de ello es la gran cantidad de productos manufacturados que
la ciudad exportaba: tejidos de lino adornados con impresos o bordados; objetos
de vidrio y cerámica vidriada azul; orfebrería; perfumes y medicamentos, con
técnicas egipcias; etc. Tampoco podemos olvidar el cultivo de trigo y papiro,
trabajados por egipcios pero explotados por griegos. Este último hecho propició
que la ciudad de Alejandría, donde residían la mayoría de los griegos en
Egipto, fuera rica, mientras que el Egipto rural decayera cada vez más en la
pobreza.
Las importaciones eran sobre todo de miel, salazones,
avellanas, conservas de carne, queso, aceite y vino, todos productos de consumo
griegos, y también incienso de Oriente. De todas estas importaciones, el rey
recibía entre un 20% y un 50% en concepto de derechos de aduana, lo cual es
significativo del gran poder Real ptolemaico.
El cobro de impuestos era tan importante que ya en época de
Ptolomeo I o II se comenzó a realizar un censo, esencial para un gobierno
efectivo. A diferencia de Roma, que lo usaba principalmente para conocer la
fuerza militar del Estado.
Desde Ptolomeo II pero sobre todo a finales del S. II a.C., se preocuparon de
explorar las rutas marítimas de África e India para librarse de los pueblos
caravaneros de Arabia, intermediarios que exigían pago por aduana. Se abrieron
rutas permanentes hacia la India y el Mar Rojo se exploró a conciencia[5].
Desde Alejandría partían navíos comerciales rumbo a Oriente haciendo escalas en
las ciudades ptolemaicas de Arsione (Suez), Berenice y Myos Hormos[6].
De allí provenían perlas, perfumes y especias.
La gran actividad portuaria propició que se establecieran
las primeras instituciones bancarias. El banco Real estaba en Alejandría y
realizaba transferencias internacionales desde mediados del S. III a.C. y
financiaba expediciones marítimas. También en él se ingresaba el producto fruto
de los impuestos.
Las revueltas nativas a partir de mediados del S.III a.C.
son, según Turner, debido a la tensión impuesta en la economía, que deterioró
la economía rural, la inestabilidad política a la muerte de Ptolomeo III y las
Guerras Sirias. Aunque también es preciso apuntar que la creciente utilización
de nativos para campañas militares pudo contribuir a que estos reclamaran
mayores derechos al tiempo que las victorias hacían que la superioridad
greco-macedonia no era tan evidente[7].
A partir de mediados del S. II a.C., con Ptolomeo VIII, Alejandría perdió
población intelectual, con un deterioro de la vida cultural (lo cual permitió
la difusión de la cultura a otros puntos del Mediterráneo). Esto es una clara
evidencia de los problemas económicos por los que atravesaba el reino, algo a
lo que Cleopatra II y III intentaron poner freno sin un éxito duradero.
Cultura
Ptolomeo determinó que Alejandría no sólo sería un puerto
comercial, también su nuevo hogar, y un lugar donde recoger y ampliar el arte,
la ciencia y la educación griega.
Hasta entonces artistas y poetas habían sido mantenidos en
torno a la corte, como símbolo de prestigio. Ahora surgió una nueva ambición:
apoyar el aprendizaje en sí mismo. El modelo para tal empresa fue el Liceo de
Aristóteles y en menor medida la Academia de Platón.
Se fundó el Museion (museo) que, como su nombre indica, era
el centro dedicado al servicio de las musas y por tanto también asociado al
estudio literario. Era un centro de intercambio de ideas para pensadores,
filósofos, científicos y profesores.
Visión idealizada de la Biblioteca de Alejandría. El edificiose encontraba dentro del complejo del Museo y albergaba todo el saber griego, recogido en unos 490.000 libros. |
Ptolomeo intentó atraer al sucesor de Aristóteles,
Teofrasto, de Atenas a Alejandría, para ayudarlo en su plan de su nuevo centro
de aprendizaje, pero este declinó la oferta, enviando sin embargo a un antiguo
alumno suyo, ahora en el exilio, Demetrio de Falero. Tras él llegaron alumnos
de toda Grecia y el mundo helenístico. Cirene, Cos y Samos proveyeron un destacado
número. Y si Alejandro tuvo como tutor a Aristóteles, Ptolomeo II tuvo al
físico Estrabón de Lámpsaco (que luego sucedió a Teofrasto en Atenas) y
Zenodoto de Éfeso.
Este personaje, Zenodoto, fue a su vez la figura más
importante en el que fue sin duda el proyecto más ambicioso en la naciente
Alejandría: su Biblioteca. Este edificio pretendía ser el recipiente donde
almacenar todo el saber griego, y en su momento de apogeo llegó a albergar unos
490.000 libros.
Ptolomeo I mandó hacer copias de los libros de todo el mundo
conocido para la Biblioteca, sin embargo, sus sucesores incautaron los libros,
a los que hacían una copia para quedarse con el original.
Fruto de este afán por la cultura fue el avance en las
ciencias, la filosofía, la filología y la literatura, la medicina, la
astronomía, las matemáticas, etc. No en vano, muchos de los más importantes
sabios de la época vivieron y estudiaron en Alejandría.
En el mundo de las matemáticas podemos destacar a Euclides
(325-265 a.C.), conocido como “el padre de la geometría”; Apolonio de Pérgamo
(262-190 a.C.) que hizo extensos estudios sobre geometría recogidos en su obra Sobre las secciones cónicas[8];
Erastótenes (276-194 a.C.) que además de matemático, fue un destacado astrónomo
y geógrafo al que Ptolomeo III llamó para que se hiciera cargo de la
Biblioteca, y que es célebre por determinar el tamaño de la Tierra[9];
Arquímedes de Siracusa (287-212 a.C.) que aunque vivió la mayor parte de su
vida en su ciudad natal, según Diodoro Sículo estudió en Alejandría, es considerado
uno de los científicos e inventores más grandes de la historia haciendo
estudios sobre hidrostática[10],
estática, los principios de la palanca y diseños de máquinas tanto de uso civil
como militar[11];
y un largo etcétera.
Busto de Arquímedes. Este personaje fue uno de los grandes genios de la Antiguedad y probablemente de toda la historia. Aunque nacido en Siracusa, estudió en Alejandría. |
En literatura destacaron figuras tales como Calímaco,
Aristarco de Samotracia, Apolonio de Rodas o Teócrito. En el periodo
alejandrino volvió a renacer la comedia, llamada nueva, en detrimento de la
poesía épica, cuyo único exponente destacado fue la obra Argonáuticas. La historia fue otro género cultivado, aunque sin
llegar al nivel de los historiadores de la Grecia Clásica (Heródoto, Tucidides
o Jenofonte), pero sus aportaciones sirvieron de apoyo para autores
posteriores.
Además, fruto de toda esta erudición fue la invención de ayudas
básicas de puntuación y la introducción del sistema de acentos. Y, en esta
línea, el alfabeto griego, en oposición a los jeroglíficos solo accesibles a la
élite, fue una fuerza democratizadora en Egipto.
Por otro lado, el campo de
la medicina siempre tuvo mucha importancia en el Egipto preptolemaico, y
cogiendo el testigo, en este periodo se hicieron importantes avances. Debemos
destacar la figura de Herófilo de Calcedonia, que practicando con la disección
de cadáveres e incluso con la vivisección de seres humanos (criminales
convictos) descubrió el sistema nervioso, explicó su funcionamiento, hizo
estudios sobre el ojo y puso nombres a varias partes de la anatomía.
Las artes plásticas no
destacaron tanto como en Rodas o Pérgamo, pero nos dejaron esculturas de gran
realismo, centrándose, como no, en la figura del Rey. Se buscaba sobre todo la
expresividad y la atmósfera, especialmente evidente en los retratos. Podemos
destacar la escultura “La Apoteosis de Homero” del artista Arquelao de Priene. Sin
embargo, la falta de mármol hizo que la cantidad de obras escultóricas fuera
escasa (y a decir verdad pocas fueron geniales). Pero este mismo hándicap hizo
que el trabajo en bronce mejorara[12]
y que la joyería y el trabajo en vidrio cobraran gran importancia. Para los
reyes Lágidas era importante mostrar su poder y ante la falta de canteras, la
joyería suponía una excelente opción a un precio poco superior. Y en
arquitectura al principio se dejó sentir el estilo Jónico, pero ya a partir del
silgo III a.C. evoluciona hacia uno propio con influencias egipcias.
¿El final de la
Alejandría Helenística?
Finalmente, tanto lujo llevó a la extravagancia y corrupción
a los últimos reyes Ptolemaicos. El oro estaba por todas partes: copas, mesas,
sillas, estandartes, etc. Y se realizaban pomposos desfiles procesionales a la
menor ocasión para demostrar al pueblo y a los extranjeros la grandeza divina
de los reyes. Esta decadencia moral fue acompañada por la crisis económica e
institucional, en la que las disputas por la corona eran frecuentes. Todo esto
hizo que poco a poco el reino Ptolemaico fuera cayendo bajo la tutela de Roma,
que tras haber derrotado a Cartago, Macedonia y el Imperio Seleucida se erigía
ahora como potencia dominante en todo el Mediterráneo.
Finalmente Egipto se vio envuelto en la guerra civil romana,
y en el año 30 a.C. Octavio Augusto incorporó el último reino helenístico como
provincia romana.
Podría pensarse que con la conquista romana Alejandría
perdió su preponderancia en el Mediterráneo o en Oriente Próximo. Nada más
lejos de la realidad.
La corriente de erudición continuó durante la
dominación romana, de donde podemos destacar a grandes inventores como Herón o
a la perdurable Escuela Neoplatónica de Alejandría con figuras tan importantes
como Hipatia, Sinesio de Cirene o Olimpiodoro el Joven. Hasta el Renacimiento
no se volvió a conocer un periodo de tanto avance cultural como durante el
Helenismo, del cual la ciudad de Alejandría fue su máximo exponente.
Visión parcial de la escultura Alegoría del Nilo, una de las grandes esculturas del helenismo. |
La economía de la ciudad experimentó un nuevo auge.
Convertido Egipto en el granero de Roma, Alejandría subió en importancia como
principal puerto que unía la provincia con la capital. Se mejoró la agricultura
y se repararon los canales de riego, incrementándose la producción. Además, los
viajes comerciales con la India y ahora incluso con China se intensificaron.
Tal era la riqueza e importancia de Egipto, y especialmente Alejandría, que era
gobernada por un prefecto (del ordo
equestre) dependiente directamente del Emperador en lugar del tradicional
gobernador senatorial de las demás provincias.
También cabe destacar que de época romana es la escultura
más famosa hecha en Alejandría: la Alegoría del Nilo de la Escuela
Neoplatónica.
Alejandría fue la ciudad más importante del helenismo,
comparable culturalmente a la Atenas clásica, económicamente a Cartago en su
apogeo y en tamaño con la Roma republicana. Cosmopolita como ninguna, fue el
centro de unión entre Oriente y Occidente, entre el arcaico Egipto y el
helenismo renovador y entre el paganismo y el judaismo y el naciente
cristianismo.
Bibliografía:
Estrabón; Geografica.
Diodoro Sículo; Biblioteca Histórica.
Claire Préaux; El Mundo Helenístico.
Peter Green; Alexander to Actium, The Historical Evolution of the Hellenistic Age.
Peter Green; Hellenistic History & Culture.
Paul Cartlendge, Peter Green y Erich Gruen; Hellenistic constructs.
Shiepley Graham; El Mundo griego después de Alejandro.
Charles Gates; Ancient Cities.
Mohammed Aman; La antigua biblioteca de Alejandría.
Varios Autores; Towards integrated
management of
Alexandria’s
coastal heritage.
Miguel Ángel Elvira Barba; La escultura Alejandrína en el Siglo III a.C.
[1]
De la cual coge el nombre.
[2]
Diodoro Sículo (17, 52-6)
[3]
Diodoro Sículo (31, 6-8)
[4]
Esto era un paralelismo con el Egipto preptolemaico.
[5]
Al principio en busca de elefantes para su uso militar.
[6]
Posteriormente, bajo dominio romano, estas rutas se intensificaron aún más.
[7]
En Rafia (217 a.C.) Ptolomeo IV venció contra pronóstico a Antíoco III Megas
del Imperio Seleucida. Era la primera vez que un ejército ptolemaico estaba
compuesto mayoritariamente por nativos egipcios.
[8]
Fue él quien dio nombre a la elipse, la parábola y la hipérbola. Además se le
atribuye la hipótesis sobre las órbitas excéntricas, que intentaba explicar el
movimiento aparente de los planetas y de la velocidad variable de la Luna.
[9]
Para realizar esto empleó un método trigonométrico teniendo en cuenta nociones
de longitud y latitud.
[10]
El célebre Principio de Arquímedes.
[11]
Como el tornillo de Arquímedes o los ingenios que detuvieron a los romanos
durante largo tiempo en el asedio de Siracusa.
[12]
Gracias a los avances en el colado del metal.
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