Es el año 57 a.C. y las recientemente victoriosas legiones romanas comandadas por Cayo Julio César pasan el invierno en el país de los galos Secuanos, y esto aun cuando los asuntos que los habían llevado hasta allí, tras la victoria de las armas romanas, ya habían dejado de existir. La presencia del formidable ejército romano en el interior de la Galia, empezaba a ser una molestia para ciertos líderes de algunas parcialidades celtas, y comenzaba a gestarse entonces una nueva oportunidad para que César logre continuidad en sus planes de conquista.