Aníbal Barca fue sin
duda uno de los grandes generales de la antigüedad: sabía adelantarse a los
movimientos del enemigo, su inigualable carisma le permitió mantener unido a un
ejército multiétnico en territorio enemigo durante casi dos décadas, su capacidad
de analizar el terreno y usarlo a su favor era temible y su manejo táctico excepcional…
Pero, pese a todo, quizás su sello más característico fue su destreza para
emboscar tropas que atacaran al enemigo por sorpresa. Y el mejor ejemplo de
ello fue la batalla del Lago Trasimeno.
“Las virtudes de este
hombre [Aníbal] se contrapesaban con defectos muy graves: una crueldad
inhumana, una perfidia peor que púnica,
una falta absoluta de franqueza y de honestidad, ningún temor a los dioses,
ningún respeto por lo jurado, ningún escrúpulo religioso”. (Livio XXI, 4,
9)
ANTECEDENTES
Desde que finalizó la Primera Guerra Púnica en 241 a.C.,
pero sobre todo tras la traicionera conquista de Cerdeña por parte de Roma tres
años más tarde, había quedado claro que aquel no sería el último enfrentamiento
entre las dos grandes potencias del Mediterráneo Occidental.
Una vez concluida la Guerra de los Mercenarios, Cartago, y
en especial la familia Barca, empezó a prepararse para la revancha. Realizaron
grandes conquistas en Hispania, pudiendo pagar con facilidad la deuda de guerra
a Roma además de encontrar allí una cantera casi inagotable de recursos humanos
para el ejército. Roma estaba recelosa de estos avances de su rival, pero no
pudo actuar con contundencia debido a las invasiones de los galos de la
Cisalpina, y la posterior conquista de esta región, y los problemas con los
piratas ilirios; con lo que sólo pudo limitarse a realizar un tratado con
Asdrúbal El Bello (cuñado de Aníbal Barca) para delimitar las esferas de
influencia de ambas repúblicas en el río Ebro, sin que ningún ejército púnico
pudiera cruzar el río hacía el Norte.
Sin embargo, la conquista de Sagunto por parte de Aníbal,
ciudad aliada a Roma al Sur del Ebro, en 218 a.C. fue pretexto suficiente para
que los romanos le declararan la guerra a Cartago. Aníbal ya lo había previsto
y estaba preparado, se movilizó antes que los romanos y, en contra de la
tradicional estrategia pasiva cartaginesa, invadió el territorio enemigo.
Tras cinco meses de duro viaje, su cansado y reducido
ejército, que había atravesado las altas cordilleras del los Pirineos y los
Alpes, atravesado el caudaloso Ródano y luchado contra las tribus de las
montañas, llegaba al Norte de Italia, donde podría encontrar numerosos aliados
entre los galos. Los romanos habían hecho todo lo posible para detener su
avance, pero siempre habían estado un paso por detrás del genial general
cartaginés.
Con el invierno ya encima, Aníbal derrotó en un combate de
caballería en Tesino a Publio Cornelio Escipión, y poco después a Tiberio
Sempronio Longo en la gran batalla de Trebia, en la que ambos ejércitos
consulares habían combatido juntos contra el invasor. Sin embargo nada pudieron
hacer y fueron masacrados, teniendo los pocos supervivientes que huir precipitadamente
a la ciudad de Placentia, desde donde el cónsul Sempronio mandó cartas al
senado romano encubriendo el desastre.
Aníbal, victorioso, se retiró entonces a los cuarteles de
invierno, desde donde podría trazar la estrategia a seguir en la campaña del
siguiente año.
EL EJÉRCITO DE ANÍBAL
El general cartaginés había heredado de su padre y su cuñado
un ejército profesional y especializado, que luego él talló a su medida a lo
largo de los pocos años que estuvo como mando supremo en Hispania. El número de
hombres con el que había partido desde Cartago-Nova quizás haya sido exagerado
por las fuentes grecolatinas[1],
pero si son más precisas a la hora de describirlo una vez llegado a Italia:
unos 20.000 hombres de infantería y 6.000 de caballería[2].
Tras haber reclutado a gran cantidad de galos de la Cisalpina, su ejército
había aumentado hasta los 42.000 infantes y 10.000 jinetes, muy superior en
número a los ejércitos consulares romanos.
Infante libiofenicio armado al estilo hoplita. Progresivamente fueron adoptando las armas romanas que fueron capturando a lo largo de la campaña italiana. |
A diferencia de los ejércitos romanos, compuestos por
ciudadanos y aliados exclusivamente itálicos, el de Aníbal, como el de los
demás generales púnicos, era un ejército multiétnico y cuyas tropas tenían
diferentes status. Los oficiales subalternos eran de la misma nacionalidad que
sus tropas, pero los mandos superiores eran africanos punicizados o
cartagineses, casos como el hermano menor y mano derecha de Aníbal, Magón;
Maharbal, que solía comandar la caballería ligera; Asdrúbal (que no debe
confundirse con el hermano de Aníbal), que en Cannas comandó la caballería del
ala izquierda; o Muttines y Cartalón.
Era un ejército con bastante influencia helenística, no en
su armamento o unidades tácticas, sino en su concepto. Contaba con gran
variedad de tropas con tendencia a la profesionalización y empleo de
mercenarios, tenía un importante empleo de la caballería, en especial la
pesada, hacía uso de infantería mixta junto con infantería pesada y la ligera
especialista mercenaria, hacía uso de armas exóticas con la presencia de
elefantes, contaba con un alto grado de complejidad étnica, profesionalización
en los mandos, liderazgo carismático en el campo de batalla, logística
compleja, complejidad de pagos, etc.[3]
Tenía un fuerte núcleo de veteranos africanos e hispanos, el
cual Aníbal administraba con especial cuidado para evitar que sufriera bajas
innecesarias. Algunos de ellos ya habían servido incluso con su padre, teniendo
a sus espaldas un riguroso entrenamiento y disciplina.
El contingente más disciplinado lo formaba la infantería
libiofenicia. Su procedencia aún es tema de debate, pero al parecer se trataban
de fenicios no púnicos asentados en África. Eran un total de 8.000 hombres, que
luchaban en líneas cerradas de falange, con escudo de tipo aspis, pero algo más
liviano que el griego, coraza de lino de tipo pteruges, casco de tipo
montefortino, lanza de 2,5 metros y espada corta de frontón.
La mayor parte de los contingentes íberos y celtíberos, unos
6.000 hombres, fueron usados como infantería de línea, lejos del estereotipo
que los coloca tan sólo como hábiles hostigadores. Iban armados con escudo oval
de gran tamaño y borde metálico[4],
espada corta de doble filo y punta[5]
o en otros casos falcata[6], de unos 65 y 45 cm. de hoja respectivamente, soliferreum[7]
o lanza y gorros de fieltro o de tipo montefortino en algunos casos.
Representación guerrero de origen íbero en época de la Segunda Guerra Púnica y escultura de los Guerreros de Osuna. |
Durante el otoño, antes de Trebia, pero sobre
todo durante el invierno, Aníbal había reclutado también gran cantidad de
galos. Estos no contaban con el entrenamiento de sus veteranos, aunque en
Trasimeno demostraron su disciplina al no atacar hasta recibir la orden. Por
ello, esta era la parte más prescindible de su ejército. La mayoría formaban
como infantería de línea (quizás unos 20.000 hombres), ya que las escaramuzas
eran poco comunes entre los galos, siendo su arma principal una espada de 85-90
cm. de hoja, con punta roma y por tanto función solo tajante; aunque también
iban armados con una lanza empuñada de entre 2 y 2,5 m. de longitud. La mayoría
se protegían únicamente con escudos ovales de madera forrados de cuero, de 1,05
m. de alto por 0,54 m. de ancho, asa paralela al eje y umbo metálico
normalmente circular; aunque algunos, sobre todo las clases altas, podrían
vestir cotas de malla y cascos de hierro.
Por desgracia, tanto para la infantería hispana y gala se
carecen de datos de su mircotáctica. Polibio utiliza la palabra speirai, que es
uno de los términos que usa para referirse a manípulo, pero esto no debe ser
entendido como que usaban la táctica organizativa romana. Más bien, es probable
que el historiador lo emplease para describir unidades de algunos cientos de
hombres.
La infantería ligera estaba formada en su mayoría por
africanos origen númida y libio (quizás unos 4.000-6.000), armados con
jabalinas y escudos pequeños; pero también habría hispanos y galos de reciente
reclutamiento (¿2.000 hombres?). Pero sin duda, dentro de este tipo de tropa
tenemos que destacar a los 2.000 honderos baleares mercenarios. Con sus hondas
de pelo o tendón eran capaces de lanzar proyectiles de 20-30 gramos (en
ocasiones de hasta 55 gr.) a una distancia efectiva de entre 50 y 200 metros.
La caballería fue la principal arma de Aníbal y de entre esta, quizás el contingente más importante fuera el aportado por los númidas. |
La caballería ligera estaba constituida en su práctica
totalidad por númidas, unos 4.000. No era un arma de choque debido a su escasa
protección, tan solo un escudo redondo; pero actuaba de forma soberbia en
tareas de descubierta y persecución. Su táctica consistía en lanzar sus
jabalinas, con punta de hierro, al enemigo para retirarse con rapidez en cuanto
este los amenazara, para luego girarse y reanudar el hostigamiento. Eran
expertos jinetes, guiando a sus monturas con tan solo una correa al cuello.
Por su parte, la caballería pesada estaba formada por
hispanos (2.000 hombres) y galos (unos 4.000), además de un número
prácticamente testimonial de libiofenicios. Los primeros, en su mayoría de
origen celtíbero y lusitano, iban armados como la infantería, salvando el uso
de la caetra[8]
en lugar de escudo oval, de hecho, no era extraño que desmontaran para combatir
a pie. El armamento nos indica que no estaban orientados al choque, al contar
con lanzas cortas arrojadizas o también lanzas cortas de acometida para la
lucha cercana, pero en cualquier caso no era la larga lanza de carga
helenística. Por otro lado, la caballería gala, formada por nobles, se armaba
con un escudo redondo de espina horizontal (aunque también los había ovales),
lanza de acometida, espada y la mayoría casco y algunos cota de malla. Con
armamento adecuado para la lucha cuerpo a cuerpo a caballo, estaban preparados
además para desmontar y combatir a pie[9].
Caso especial es el tema de los elefantes (elefante del
bosque o “Loxodonta Africana Cyclotis”),
tan mencionados en la historiografía del romanticismo, pero que realmente
contaron con escaso protagonismo en el ejército de Aníbal. El general
cartaginés había cruzado los Pirineos con nada menos que 37, pero fue
perdiéndolos progresivamente a lo largo de la dura marcha hasta Italia, en la
batalla de Trebia y durante el invierno. Para cuando emprende la campaña que
nos ocupa, tan sólo es mencionado un elefante, que probablemente pereció en los
pantanos del Arno. Es por ello que no nos detendremos a describir este tipo de
arma, que por otra parte si fue usada de forma regular en otros ejércitos
púnicos del conflicto y por el mismo Aníbal después de 214 a.C.
Dentro de este gran amasijo de nacionalidades, había tres
tipos de tropa según su status. Por un lado estaban los súbditos de Cartago,
obligados a aportar contingentes, como libios o turdetanos. Por otro lado se
encontraban los cuerpos militares aportados por aliados de Cartago, normalmente
con cierto grado de dependencia o inferioridad, caso de númidas, algunos
pueblos peninsulares o galos. Y por último estaban los mercenarios contratados
a sueldo, como eran los baleares o celtíberos.
PREPARATIVOS EN ROMA,
EL EJÉRCITO DE FLAMINIO
La
sorpresa surgió en Roma al conocerse las verdaderas noticias de la batalla de
Trebia, pero lejos de consternarse, se tomaron enérgicas medidas para preparar
la campaña del año siguiente. Se enviaron legiones a Cerdeña y Sicilia, además
de las enviadas a Hispania el año anterior, guarniciones a Tarento y otros
lugares adecuados, se prepararon 60 quinquerremes y los dos cónsules designados
serían enviados a Etruria y Ariminum con ejércitos consulares y suministros
para tratar de detener a Aníbal. Aunque distantes[10],
ambos debían prestarse apoyo mutuo en cuanto se detectara la posición del
enemigo, acudiendo uno a la región invadida, mientras el otro trataba de
entorpecer el avance de Aníbal, hasta que ambos, reunidos, pudieran presentar
batalla con garantías. También llegó ayuda de Hierón de Siracusa, en forma de
500 arqueros cretenses y 1.000 infantes ligeros. En total se movilizaron 13
legiones[11]
con sus correspondientes alaes, nada más y nada menos que la escalofriante
cifra de 130.000 hombres.
Cneo
Servilio Gémino y Cayo Flaminio Nepote habían sido los cónsules elegidos para
ese año, correspondiéndoles defender Piceno, con base en Ariminum[12],
y Etruria, con base en Arretium[13],
respectivamente. Este último, impaciente por comenzar los preparativos, envió
un edicto y una carta al cónsul Sempronio, del cual le había correspondido por
sorteo sus legiones, para que el día 15 de marzo estuviese acampado en
Ariminum. Quería tomar el cargo de cónsul allí mismo ese mismo día. Livio
argumenta a este respecto los problemas que tenía Flaminio con los senadores[14],
que lo retendrían cuanto pudieran en Roma con escusas de auspicios y con otras
cuestiones de su función consular. Es difícil calibrar la veracidad de esto,
pero en cualquier caso el miedo seguramente era infundado. Cuando el cónsul viajó
como particular para tomar el cargo en Ariminum el resentimiento creció entre
los senadores, y más aún cuando no hizo caso a la embajada formada por Quinto
Terencio y Marco Antistio enviada para hacerle volver.
Dando
poca importancia al protocolo, Flaminio quería tener listo el ejército cuanto
antes para poder cerrar los pasos de montaña de los Apeninos. Pero dada la
escrupulosa superstición romana, el no ejecutar de forma adecuada los rituales
fue visto como un desafío del cónsul tanto al senado como a los dioses. Por
ello, el cónsul Servilio Gémino tuvo que dedicarse a aplacar a los dioses por
la afrenta de Flaminio además de al reclutamiento de tropas.
Finalmente
Flaminio es investido cónsul en Ariminum, donde recibe las tropas de Sempronio,
cónsul saliente, y las legiones recién reclutadas, traídas por el pretor Cayo
Atilio. Marcha entonces raudo hacia Etruria cruzando los Apeninos[15].
Vélite, hastati o principe y triari romanos. La organización en varias líneas y su sistema de relevos era el punto fuerte del ejército romano. En Trasimeno Aníbal lo anuló por completo. |
Cada
cónsul contaba con el típico ejército consular, con dos legiones y dos alae de
aliados cada uno. Sin embargo, cada legión contaba con cantidades superiores a
las normales y con una proporción anormalmente alta de caballería, quizás como
respuesta a la superioridad de Aníbal en este arma. Además, a los nuevos reclutas se les había
añadido los supervivientes de las legiones de Sempronio, derrotadas el año
anterior en Trebia. Apiano (8, a) nos da el detalle de que en aquella época las
legiones contaban con 5.000 infantes y 300 jinetes, y es probable que las alae
contaran con una mayor proporción de infantes, dadas las circunstancias, además
de con el triple de caballería habitual. El mismo historiador (8, b) nos da las
cifras exactas del ejército de Flaminio, 30.000 infantes y 3.000 jinetes, pero
como vemos esto no se corresponde con el número de infantes que el mismo da
para cada legión[16],
aún sumando los infantes supervivientes de las legiones de Sempronio, quizás
unos 5.000 hombres, queda lejos de esos 30.000 infantes citados. De Polibio (3,
84, 7; 3, 85, 1) se infiere que el ejército romano contaba con un total de 30.000
hombres, al sumar el número de muertos con el de prisioneros. El número de
jinetes era, al parecer, bastante elevado para un ejército romano. El de
Servilio Gémino contaba con al menos 4.000[17],
con lo que es bastante probable que Flaminio dispusiera de la misma cantidad. Es
probable también que al menos parte de los refuerzos enviados por Hierón de
Siracusa se encuadraran dentro de los ejércitos consulares, como parece decir
Livio (XXIV, 30, 13)[18]
y Polibio (3, 75, 7). Eran estas tropas de escaso número pero muy
especializadas en las escaramuzas, algo en lo que la infantería ligera romana
se había visto muy superada hasta ese momento. Así pues, Flaminio contaría
aproximadamente con unos 25.000 o 26.000 infantes y unos 4.000 jinetes, siendo
una pequeña parte veteranos del año anterior.
EL AVANCE DE ANÍBAL
Aníbal pasó el invierno en territorio galo o quizás ligur,
como indica Livio (XXI, 59, 10), pero en cualquier caso al Norte de los
cercanos montes Apeninos[19].
Las fuentes nos cuentan como los aliados galos del general cartaginés empezaron
a inquietarse por ser sus tierras las que soportaban el peso de los cuarteles
de invierno en lugar de obtener botín de territorio romano como se les había
prometido. Tanto es así, que Aníbal debe moverse por el campamento usando
varios disfraces diferentes y evitar así atentados contra su persona al tiempo
que descubría varios complots en su contra gracias a las rencillas entre los
jefes bárbaros que terminaron por delatarse unos a otros.
En cuanto llegó la primavera Aníbal se apresuró a reabrir la
marcha. El cartaginés tenía dos opciones para invadir Italia central: dirigirse
hasta la costa adriática para luego seguir la Vía Flaminia y atravesar los
Apeninos por el paso de Villa Coldecanali, siendo este el camino más sencillo
pero a la vez más largo; o cruzar los Apeninos e irrumpir en Etruria por el
valle del Arno. Ambas alternativas eran tan bien conocidas por el senado romano
como por el general púnico, habiendo establecido a los cónsules para cubrir
ambos caminos.
Miles de galos se unieron a Aníbal en su guerra contra Roma, deseosos de revancha y libertad. Sin embargo, su impetuosidad contrastaba con su disciplina. |
Aníbal, sin una base de operaciones desde la que
abastecerse, tenía que mantener a su ejército en movimiento, alimentándose del
forraje que ofreciera el territorio enemigo, esperando la oportunidad de poder
detenerse y mandar batidas en busca de provisiones. Y esto era mucho más
trascendente debido al imponente número de su caballería. Tampoco podía
arriesgarse en batallas menores que le supondrían bajas insustituibles sin ganar
nada. Tenía que lograr victorias decisivas. Etruria le ofrecía todo lo que necesitaba:
una región fértil donde abastecerse sin problemas además de un camino directo
desde donde amenazar el territorio romano.
El ejército de Aníbal marchaba ya hacia los Apeninos, cuando
le llegó la noticia de que Flaminio había llegado a Arretium, con lo que el
púnico, previendo que los pasos de montaña del Este estarían vigilados, toma la
decisión de dirigirse a un camino más al Oeste, probablemente el paso de
Porretta, o quizás el de Colline, que desembocaba cerca de la ciudad de
Pistoriae. En aquella época del año, con el deshielo debido al aumento de
temperatura y a las lluvias primaverales, el río se había desbordado creando
unas marismas insalubres, por lo que aquella ruta parecía imposible y desde
luego inimaginable para Flaminio.
En vanguardia iban los hispanos y africanos, los veteranos
del ejército, junto con toda la impedimenta, para que nos les faltara de nada
en caso de necesidad. Detrás iban los galos, y por último la caballería. Magón,
con los númidas, cerraba la marcha, conteniendo de forma especial a los galos,
que por el cansancio de la marcha, a la que no estaban acostumbrados, se
dispersaban o detenían.
Las aguas lo cubrían todo y ni siquiera había un lugar seco
donde dormir. Los hombres aprovechaban los bagajes amontonados o incluso el
cuerpo de alguna acémila muerta para acostarse encima y poder descansar al
menos un breve espacio de tiempo. La marcha fue lenta y penosa e incluso
Aníbal, debido la insalubridad del ambiente perdió un ojo. Además, el último
elefante que le quedaba, Surus, murió
en aquel lugar, ya que no vuelve a hacérsele mención alguna.
Tras tres duros días de marcha, Aníbal ordena acampar durante
varios días en cuanto sale de las marismas, cerca de la ciudad de Faesulae[20].
Había perdido muchos hombres y animales de carga, pero había ganado la
iniciativa de la campaña. Los romanos aún tardarían varios días en localizar su
posición, tiempo que aprovecharía el cartaginés para dar descanso a sus hombres
y estudiar el terreno, al cónsul Flaminio, las posibilidades de aprovisionamiento
y los posibles itinerarios a seguir. Aníbal no dejaba nada al azar.
LA BATALLA
Ante el ejército cartaginés se abría una de las regiones más
fértiles de Italia, y Aníbal se ensaña con ella. Las fuentes, y en especial
Livio, nos relatan como la intención de Aníbal era provocar al cónsul para que
este presentara batalla de forma precipitada. Y cuando este ve la devastación
provocada por el enemigo lo considera una injuria personal y quiere salirle al
encuentro. Sus oficiales estaban en desacuerdo, aconsejándole que esperara a
Gémino con el otro ejército consular y así, entre ambos, combatir; y que
mientras contuviera los saqueos con las tropas ligeras. Al escuchar esto,
Flaminio montó en cólera, salió de la reunión y ordenó que se diese la señal de
marcha y de combate al mismo tiempo.
Sin embargo, nos parece que esta versión está algo
tergiversada. Aníbal estuvo más de un mes devastando la región, en un recorrido
de tan sólo 85 Km. desde Faesulae hasta Arretium, y en ningún momento Flaminio
le sale al encuentro, sino que permanece fortificado a la defensiva. Para ese
entonces ya habría sido enviada una carta a Servilio Gémino solicitando su
apoyo. Y no es hasta que Aníbal supera la posición de Flaminio marchando hacia
el Sur cuando el cónsul sale en su persecución. Flaminio tenía que mantener el
contacto con el ejército cartaginés, pero debía evitar la batalla hasta que
llegara su colega, y al parecer esto fue lo que intentó hacer.
Aníbal seguía devastando la región en torno a Cortona, intentando,
sin éxito, que el cónsul presentara batalla por fin. Esto da muestra de que
Flaminio intentó actuar con prudencia, pues la marcha del ejército cartaginés
sería lenta y su infantería ligera y la mayor parte de la caballería andaría
dispersa por los campos, ocasión inmejorable para los romanos de haber
intentado alguna maniobra agresiva.
Flaminio seguía de cerca a Aníbal, aguardando que quedara
atrapado entre los dos ejércitos consulares[21],
avanzando por Etruria dejando Cortona y sus montes a la izquierda y el Lago
Trasimeno a la derecha, hasta llegar a una zona cuya mejor descripción nos la
ha dejado Polibio:
“Existía sobre el
tránsito un llano valle, cuyos dos lados a lo largo se hallaban coronados de
unos cerros encumbrados y contínuos. En su anchura tenía al frente una montaña
escarpada y de difícil acceso, y a la espalda un lago, entre el cual y el
arranque de los collados quedaba una entrada muy estrecha que conducía al
valle.” (Polibio 3, 83, 1)
Aníbal vio aquí el lugar perfecto para emboscar al enemigo.
¡Si se negaba a presentar batalla él le obligaría a presentarla tomándolo por
sorpresa! Estableció el campamento enfrente, en terreno abierto, donde se quedó
con los hispanos y africanos únicamente; a los baleares y demás infantería
ligera los colocó en torno a los cerros que caían a la izquierda, dándoles la
mayor extensión que pudo; a la caballería la coloca en la entrada misma del
estrechamiento del camino, oculta por unos montículos; y a los galos en los
collados paralelos al lago, entre los veteranos y la caballería.
Flaminio había llegado al Lago antes de la puesta de Sol,
acampando en las márgenes del mismo. Y en la mañana del día 21 de Junio, sin
efectuar ningún tipo de reconocimiento, manda emprender la marcha, rebasando el
estrecho paso cuando apenas había amanecido. Con toda probabilidad el ejército
avanzaba en tres columnas dispuestas a convertirse en el triplex acies según lo
habitual cuando en las proximidades había una fuerza enemiga[22].
Cuando la columna empezó a desplegarse en la planicie (según
Livio XXI, 4, 4) sólo divisó al contingente de tropas que tenía enfrente,
pasando desapercibidos todos los demás debido en parte a la orografía abrupta
del terreno y la vegetación y en parte por la densa niebla que se levantaba
desde las aguas del lago, más espesa en el llano que en los montes. La columna
romana había rebasado ya a la caballería enemiga, y estando encerrados entre el
lago y los montes y rodeados por los cartagineses, Aníbal dio la señal de
ataque. Todos al mismo tiempo entonaron gritos de guerra y los romanos, cogidos
por sorpresa, apenas si se dieron cuenta de la situación.
Debido al caos y a la niebla, los centuriones y tribunos
romanos no podían organizar debidamente la línea de batalla, y tampoco sabían
bien hacia donde orientarla, puesto que de todas partes surgían gritos
enemigos. Es posible que la vanguardia romana comenzara a desplegarse para la
batalla al ver formados a hispanos y africanos enfrente[23].
Pero convertir las tres columnas en una línea de combate costaba tiempo y
supervisión, algo de que se carecía por completo[24].
Livio nos presenta a un Flamino sereno dentro de la situación, organizando las
filas rotas en la medida que el tiempo se lo permitía, arengando a sus hombres
y exhortándolos a la lucha y acudiendo allí donde veía mayores problemas.
Viéndose atrapados sin posibilidad de huida, los romanos se
concienciaron de que sólo las armas podrían sacarlos de allí. Emprenden entonces
el combate con más energía que orden, formándose pequeños grupos que deben defenderse
de los ataques que les llegaban de todas partes. El hecho de que la batalla
durara casi tres horas, nos da una idea de lo encarnizada que fue. Pese a la
gran ventaja que había alcanzado el ejército cartaginés, la tenacidad romana no
se doblegaba con facilidad; aunque es probable que llegados al llano, los
cartagineses tuvieran el mismo problema de visibilidad que los romanos, no
estando sus ataques coordinados del todo. La lucha fue especialmente dura en
torno al cónsul. Nos podemos imaginar a Flaminio impulsando a sus hombres a la
lucha, convenciéndolos entre el tumulto que solo abriendo brecha en las líneas
enemigas conseguirían salir con vida, mientras los enemigos, reconociéndolo por
sus armas, atacaban allí con mayor empuje. Y es entonces cuando el cónsul cae
herido de muerte por un grupo de galos[25].
A partir de ese momento, perdida la esperanza, se inicia el
intento desesperado de huida de gran parte del ejército. Al ser empujados por
los púnicos, algunos trataron de salir por el lago, pero el fango los obstruía,
otros lo intentaron a nado, pero se ahogaron o se vieron obligados a volver a
la orilla extenuados, donde eran masacrados por los jinetes enemigos.
Unos 6.000 hombres que componían la vanguardia[26]
se abrieron paso, seguramente entre las tropas ligeras, escapando de la
carnicería saliendo del camino y ascendiendo a un montículo. La niebla se iba
disipando debido a la salida del sol, dejando ver el desastre. Sin poder ser de
gran ayuda para el resto del ejército y por miedo a ser avistados cogieron las
enseñas y apresuraron la marcha hacía la región de Umbría.
Sin embargo, a la mañana siguiente, hambrientos y cansados,
les dio alcance Maharbal, que les había perseguido toda la noche con la
caballería[27].
Siendo sitiados en una colina sin posibilidad de escapar y no queriendo el
púnico arriesgarse a sufrir bajas innecesarias, negocia que podrían conservar
la vida e irse si deponían las armas. Los romanos, sin muchas opciones,
aceptaron y se entregaron, pero Aníbal, argumentando que el oficial no tenía
poder para realizar ese tipo de tratos los hizo prisioneros.
Las fuentes dejan claro el desastre romano. Según Livio,
citando a Fabio Pictor, 15.000 romanos fueron muertos y 10.000 huyeron por toda
Etruria, dirigiéndose a Roma por caminos extraviados. El más fiable Polibio nos
da la cifra de 15.000 muertos y 15.000 prisioneros, números que se corresponden
mejor con el resto del relato. Apiano dice que fueron 20.000 los que cayeron
aquella mañana, más los 10.000 (en lugar de 6.000) los que fueron capturados
por Maharbal al día siguiente. En cualquier caso las bajas serían tremendas,
quedando todo un ejército consular destruido y su jefe muerto.
Imagen de Joseph-Noël Sylvestre. El galo Ducario decapita al general romano Flaminio. |
Aníbal intentó infructuosamente encontrar el cuerpo de
Flaminio para rendirle honores. Quizás los galos lo habían decapitado y
saqueado haciéndolo irreconocible; o puede que su guardia personal o el grupo
de triarios que cita Livio arrojaran el cuerpo al lago para evitar aquello y el
peso de su armadura lo hundiera.
Aníbal dejó marchar sin rescate a los
prisioneros aliados, pero prendió a los romanos. Quiere así ganarse a los
aliados de Roma, intentando destruir la confederación desde dentro. Les
argumenta que “él no ha ido a hacer la guerra a los italianos sino a los romanos,
para recobrar ellos la libertad” (Polibio 3, 85, 4). Al parecer a algunos se
los ganó para su causa, como explica Livio más adelante[28],
cuando habla sobre tres jinetes campanos, prisioneros en Trasimeno que incitan
a Aníbal a marchar a Campania.
EL DESASTRE DE
CENTENIO
Cuando, días después, llegaron las noticias a Roma cundió el
pánico entre la población. Ante la falta de noticias concretas una multitud se
congregó ante la curia, hasta que poco antes de la puesta de sol, salió el
pretor Marco Pomponio para dar el escueto comunicado: “Hemos sido vencidos en
una importante batalla”.
Los pretores, tres días después de la llegada de la noticia
de Trasimeno, reunieron al senado para que se eligiera a un dictador que
detentara todo el poder, una figura a la que solo se recurría en tiempos de
grave crisis; así como determinar los efectivos que se deberían reclutar para
hacer frente a la amenaza cartaginesa. Durante todo un día se estuvo debatiendo
el nombre de la persona que detentaría tal honor. Pero no se había decidido aún
cuando se recibió una nueva mala noticia: 4.000 jinetes a las órdenes del
propretor Cayo Centenio, enviadas por el cónsul Servilio Gémino para que dieran
apoyo a su colega habían sido rodeados por Aníbal en Umbría, siendo capturados
o muertos.
El cónsul había marchado desde Ariminum por la Vía Flaminia
para ayudar a su colega en cuanto tuvo noticias de los movimientos de Aníbal en
Etruria. Sin embargo, debido a la lenta marcha del ejército, decidió mandar por
delante a Centenio al mando de 4.000 jinetes[29].
Aníbal, enterado de esto por sus exploradores, mandó a Maharbal con la
infantería ligera africana y parte de la caballería para interceptarlos. El
combate fue corto. Al primer choque habían muerto la mitad de romanos siendo
los demás perseguidos hasta una colina, donde fueron hechos prisioneros al día
siguiente[30].
CONSECUENCIAS Y
MOVIMIENTOS POSTERIORES
A la destrucción del ejército consular de Flaminio había que
sumar este otro revés, que dejaba al otro ejército, el de Servilio, inoperativo
al carecer de caballería. Esto, añadido al desastre en Trebia, tan sólo seis
meses antes, dejaba a la república en una muy mala situación, habiendo perdido
hasta entonces un total de unos 30.000 ciudadanos romanos ante Aníbal (más las
bajas producidas en sus aliados itálicos).
En Roma no se tardó en tomar medidas de urgencia, nombrando
un dictador (algo que no ocurría desde 249 a.C., con Aulo Abilio Colatino).
Como el cónsul estaba ausente, siendo el único que podía efectuar el
nombramiento, y no resultaba fácil enviar un mensajero debido a la presencia
del enemigo, fue el pueblo el que eligió al magistrado (siendo la primera vez
que ocurría) en la persona de Quinto Fabio Máximo “Verrucosus” (el berruga) y a
Marco Minucio Rufo como su magister
equitum (jefe de caballería). Ambos prepararon las defensas de la ciudad y,
sobre todo Fabio, se encargaron de aplacar la ira de los dioses propiciada por
la falta de Flaminio al no ejecutar los rituales de forma adecuada[31].
Mientras tanto Servilio Gémino se había retirado de nuevo a
Ariminum, desde donde defendería el territorio de las ahora frecuentes
incursiones de los galos de la Cisalpina, que se habían envalentonado con la
presencia de Aníbal. Tras tomar una plaza poco conocida, es llamado por Fabio
para que le ceda sus dos legiones en la ciudad de Narnia[32],
y partir como procónsul hacia Ostia para hacerse cargo de la flota allí
estacionada.
Por su parte, Aníbal había llegado a la ciudad de Spoletium[33],
en Umbría, y desde allí, para sorpresa de los romanos, se dirigió hacia la
región de Picenum saqueando los ricos campos del ager romanus en su avance, alcanzando la costa adriática a los diez
días de abandonar el campo de batalla (que sería unos tres o cuatro días
después de destruir al ejército romano). Allí pudo por fin dar descanso a sus
hombres y a los caballos, ambos afectados por escorbuto, acampando durante
varios días, para que se pudieran reponer de la fatiga de las marchas por los
Apeninos y las marismas del Arno y de las heridas de la batalla. También tuvo
tiempo de rearmar a los africanos con las armas romanas tomadas en Trasimeno,
aunque no queda claro si se limitó a equiparlos con el scutum y la loriga hamata
(cota de malla) o también con el pilum[34].
Además, por primera vez desde que penetrara en Italia, pudo enviar noticias a
Cartago, donde se alegraron por la buena marcha de la guerra y “se apresuraron
a tomar medidas para apoyar en todo lo posible las dos campañas en Italia y en
Hispania” (Polibio 3, 87, 5).
Estatua de Quinto Fabio Máximo "Cunctator". |
Con este panorama, cualquier otro Estado de la Antigüedad
hubiera pedido la paz (sin llegar al extremo de una nueva derrota como
sucedería al año siguiente), y hay quien le achaca a Aníbal su actitud
conservadora a la hora de decidir no marchar directamente a Roma. Sin embargo,
seguramente él mismo tenía en mente la rigidez romana, recordando cuando,
décadas antes, el senado había rechazado la propuesta de paz del embajador de
Pirro, enviado para negociar tras la victoria del epírota en Heraclea. Por otro
lado, Roma era demasiado grande como para tomarla al asalto y un largo asedio
hubiera eliminado la superioridad táctica de su caballería, que además
necesitaba de gran cantidad de alimento para su subsistencia, con lo hubiera
necesitado una base desde la que enviar un tren de aprovisionamiento, algo de
lo que carecía por completo. Además, Roma aún podía poner en liza varios
ejércitos mucho más numerosos que el de Aníbal siempre que contara con sus
aliados. Y es aquí donde el cartaginés quiso dirigir su estrategia,
intentándose ganar a los itálicos, liberando a los prisioneros y respetando sus
tierras, para que abandonaran a Roma y que esta, una vez aislada y sola fuera
vulnerable y se viera obligada a firmar la paz o ser destruida.
Aníbal había demostrado ser mejor general que cualquiera de
los que Roma le pudiera colocar enfrente, además sus tropas eran tan
disciplinadas como las romanas, más flexibles y los oficiales más competentes.
Los romanos además pecaron de imprudentes al esperar batallas abiertas y
formales, siendo sorprendidos en dos batallas consecutivas por tropas
emboscadas[35].
Todo esto supo entenderlo el dictador Fabio Máximo, que rehusó enfrentarse
directamente a Aníbal, optando en cambio por entorpecerle el abastecimiento.
Ante la negativa a las demandas de presentar batalla por parte de los más
agresivos, e imprudentes, oficiales romanos, incluido su segundo, Marco
Minucio, su agnomen fue sustituido por el de “Cunctator” (“El prudente”). Sin duda hubiera sido beneficioso para
la República Romana que los generales posteriores hubieran sido igual de
prudentes, como pudo verse al año siguiente en Cannas.
Autor: Alejandro
Ronda
BIBLIOGRAFIA ANTIGUA:
-Sexto Julio Frontino: Estratagemas.
-Tito Livio (1990 - 1997): Historia de Roma desde su
fundación, 8 vol., Ed. Gredos.
-Polibio de Megalópolis (1990): Historia
Universal bajo la República Romana, Gredos.
-Apiano de Alejandría: La
Guerra de Aníbal.
-Cornelio Nepote: De
viris illustribus.
-Dión Casio: Historia
Romana.
-Silio Itálico: Púnica.
BIBLIOGRAFÍA MODERNA:
-Giovanni Brizzi: Escipión
y Anibal.
-Adrian Goldsworthy: La
caída de Cartago, las guerras púnicas.
-Peter Connolly:
Greece and Rome at war.
-Peter Connolly (1981): Aníbal y los enemigos de
Roma, Espasa-Calpe.
-Fernando Quesada (2005): "De
guerreros a soldados: El ejército de Aníbal como un ejército cartaginés
atípico".
-Fernando Quesada: En
torno a las instituciones militares cartaginesas.
-Fernando Quesada:
Innovaciones de raíz helenística en el armamento y tácticas de los pueblos
ibéricos desde el S. III a.C.
-Fernando Quesada:
Aristocaratas a caballo y la existencia de una verdadera caballería en la
cultura ibérica: dos ámbitos conceptuales diferentes.
-Fernando Quesada: La
guerra en el mundo ibérico y celtibérico.
-Fernando Quesada: El
legionario romano en época de las guerras púnicas: formas de combate
individual, táctica de pequeñas unidades e influencias hispanas.
-Fernando Quesada:
Armas de Grecia y Roma.
-Nic Fields:
Carthaginian warrior 264-146 BC.
-Nic Fields:
Hannibal.
-Nigel Bagnall
(2002): The Punic Wars, 264-146 BC,
Essential Histories, Osprey Publishing
-Duncan Head
(1982): Armies of the Macedonian and Punic wars (359 BC
to 146), Wargames Research Group.
-J. F. Lazenby:
Hannibal’s War, A military history of the
Second Punic War.
-Marck Healy: Cannas
216 a.C. Aníbal aplasta al ejército de Roma.
-Adolfo Domínguez Monedero: Libios, libiofenicios, blastofenicios: elementos púnicos y africanos en
la Iberia Bárquida y sus supervivencias.
[1]
Según Polibio (3, 35, 1) y Livio (XXI, 23, 1-3) 90.000 infantes y 12.000
caballos.
[2]
Livio (XXI, 38, 2-5) y Polibio (3, 56, 4).
[3]
Quesada, “De guerreros a soldados”,
pp. 136.
[4]
A diferencia de los que integraban otros ejércitos púnicos o hispanos, que aún
usaban mayoritariamente la caetra.
[5]
Tipo evolucionado de la Tene I, los que procedieran de Celtiberia y Cataluña.
Este tipo de espada es el que tomaron como modelo los romanos para su gladius
hispaniensis.
[6]
Los que procedieran de la Baja Andalucía y levante.
[7]
Jabalina pesada, toda de hierro, de entre 1,60 y 2 metros.
[8]
Escudo redondo de unos 60 cm. de diámetro, con umbo metálico.
[9]
De cómo la caballería hispana y gala podía luchar a pie: Livio XXII, 47, 3.
[10]
A unos 291 Km. de distancia siguiendo la Vía Flaminia de Ariminum a Fulginium
(179 Km.) y por vías secundarias de Fulginium hasta Arretium (102 Km.). 88 Km.
en línea recta desde Ariminum a Arretium.
[11]
Apiano 8, a.
[12]
Actual Rímini, situada en la costa adriática entre los ríos Ariminus y Aprusa.
Había sido fundada como colonia latina en 268.
[13]
Actual Arezzo, estaba situada en el valle alto del Arno y había pertenecido a
la confederación etrusca. Desde comienzos del siglo III a.C. era aliada de
Roma.
[14] Siendo Tribuno de la plebe se había enfrentado al
senado a propósito del arriendo del ager
publicus Picenus. Más tarde, en su primer consulado, recibiendo una carta
del senado con orden de volver a Roma, Flaminio no la abrió hasta después de la
batalla que tuvo lugar contra los insubres, saliendo vencedor. Por ello el
senado se había opuesto a su triunfo,
pero gracias al voto del pueblo logró celebrarlo. Y recientemente había logrado
sacar adelante, con todo el senado en contra, la nueva ley del Tribuno de la
plebe Quinto Claudio, según la cual ningún senador o cuyo padre lo hubiera sido
podría ser propietario de una nave de más de trescientas ánforas de cabida (1
ánfora = 26,25 litros). Se estipulaba que esto era suficiente para transportar
los frutos del campo.
[15]
Livio XXI, 63, 13.
[16]
4 legiones de 5.000 hombres serían 20.000 en total.
[17]
Es la cantidad de jinetes al mando de Centenio. Polibio 3, 86, 3. Livio 22, 8,
1.
[18]
Aunque anteriormente él mismo se desmiente (XXII, 37, 8).
[19]
Livio nos cuenta (XXI, 58, 3) como durante el
invierno Aníbal hace un intento fallido de cruzar los Apeninos para llegar a
Etruria, pero la gran mayoría de los autores modernos desechan este relato.
[20]
Actual Fiesole. Se levanta sobre una montaña de 346 m. en las cercanías del
curso medio del Arno. Había sido miembro de la confederación etrusca,
conquistada por Roma en 283 a.C.
[21]
Polibio (3, 82, 8) nos describe el ánimo de victoria en los romanos al decir “Era tal la confianza que había
inspirado en la multitud, que eran más los que iban a causa del ejército por la
codicia del botín, cargados de cadenas, grilletes y otros tales aparatos, que
los mismos armados”. Este comentario es usado por el de Megalópolis
para acusar a Flaminio de imprudencia y de enfervorecer a las masas, pero
alejándonos de esta visión, podemos verlo como que realmente los romanos tenían
la confianza de atrapar a Aníbal entre los dos ejércitos consulares.
[22]
Para Goldsworthy, “de formar en una sola columna la línea se hubiera extendido
5 millas o más, haciendo poco probable que hubieran caído todos en la
emboscada.” (Goldsworthy 2000, p. 220)
[23]
Livio nos explica como los romanos son atacados “en el frente y flanco antes de
que pudieran formar la línea” (XXII, 4, 7).
Dion Casio apunta a que Flaminio pensó que los hombres
de Aníbal que no veía habían marchado ya (57, 25, 7).
[24]
El procedimiento habitual de un ejército consistía en formar una columna que
marchaba en el orden que debía tener luego en la línea de combate. Dicha
columna avanzaba hasta colocarse enfrente del flanco izquierdo de lo que sería
la línea de combate prevista, para luego girar hacia la derecha, marchando en
paralelo con el enemigo hasta que la vanguardia alcanzara el flanco derecho.
Los romanos solían realizar esta operación formando tres columnas, cada una
correspondiente a los cuerpos de infantería de línea: hastatii, príncipes y
triarii.
[25]
Según Polibio (3, 84, 6).
Livio nos da
un mayor nivel de detalle dramático en esta escena: “[…] hasta que un jinete
insubre llamado Ducario, reconociendo también el rostro del cónsul, dijo a los
de su país: «Aquí está, éste que destruyó nuestras legiones y arrasó nuestros
campos y nuestra ciudad; ahora mismo voy a ofrecer yo esta víctima a los manes
de nuestros antepasados ignomiosamente asesinados». Y picando espuelas a su
caballo se lanza a la carga por entre las cerradísimas filas enemigas, mata
primero al escudero, que se le puso por delante cuando llegaba amenazador, y
atraviesa al cónsul con su lanza; cuando pretendía coger los despojos, los
triarios se lo impidieron cubriéndolo con sus escudos”. (Livio XXII, 6, 3-4).
En la misma
línea va Silio Itálico en su obra Púnica:
“Al reconocer [Ducario] el rostro de su altanero vencedor, le gritó:«¿Y tú eres
aquel a quien tanto temen los boyos? Con la ayuda de esta jabalina me sutaría
saber si de la herida de este cuerpo tan afamado mana sangre. Y no sintáis
reparo, compatriotas, en ofrecer esta cabeza a las sombras de nuestros
valerosos guerreros. He aquí al hombre que, subido en nuestros carros, condujo
hasta el elevado Capitolio a nuestros antepasados vencidos. Ha llegado la hora
de la venganza». Al instante, acribillaron al cónsul con proyectiles venidos de
todas partes; y hasta tal punto lo cubrieron con aquella lluvia que atravesó el
aire, que nadie pudo jactarse de haber matado a Flaminio con su propia mano”.
(Silio Itálico, Púnica, 644-658).
[26]
Seguramente en su mayoría serían aliados, en especial del cuerpo de los
extraordinarii, ya que estos constituían la vanguardia de un ejército romano en
marcha.
[27]
Con hispanos e infantería ligera según Polibio (3, 84, 14).
[28]
Livio XXII, 13, 2.
[29]
De este dato se infiere el gran tamaño que tendría la caballería de los
ejércitos consulares de ese año.
[30]
Según Apiano, Centenio era un patricio nombrado comandante al mando de 8.000
hombres con la misión de cubrir los pasos entorno a las marismas de Plestine,
que ofrecían el camino más corto hacia Roma (9, a). En el combate fueron 3.000
los muertos y 800 los prisioneros, escapando el resto (11. 1-b).
Por su parte, para Nepote, Centenio era pretor (XXIII,
4, 3).
[31]
Livio XXII, 9, 7 – 10, 10.
[32]
Unía estas al ejército que había reclutado, teniendo a su mando un total de
cuatro legiones más las correspondientes alaes.
[33]
Actual Spoleto. Situada en las estribaciones de los Apeninos, fue colonia
latina desde 240 a.C. Livio (XXII, 9, 2) informa de un fallido intento de
asaltar la ciudad por parte de Aníbal, sin embargo, Polibio no dice nada de
este acontecimiento, por lo que seguramente se trate de una invención.
[34]
Polibio 3, 87, 3. En Livio (XXII, 46, 4) describiendo las formaciones para la
batalla de Cannas se puede leer: “A los africanos se los podía tomar por una
formación romana por las armas que llevaban, tomadas también en el Trebia, pero
sobre todo en el Trasimeno.”
[35]
Los 2.000 hombres mandados por Magón en Trebia y el desastre de Trasimeno.
Nuevo trabajo en portada! Esta vez, sobre el magnifico general púnico Aníbal Barca y una de sus joyas: LA BATALLA DEL LAGO TRASIMENO.
ResponderEliminarTe invitamos a leerlo y dejarnos un comentario. Te esperamos!
Aunque no siento simpatia por Cartago, ya que al igual que Roma o la Atenas de la Liga de Delos, sus intereses eran imperialistas. Ademas, sus guerras iban dirigidas por el interes de la oligarquia comerciante (vamos los ricos). Aun asi, no puedo evitar maravillarme con este general y su padre. Llevar la guerra al corazon de Roma, traspasando las "Murallas de Italia" (los Alpes) y permanecer invicto mas de una decada es insuperable. Es un gran acierto estrategico, tener siempre un ejercito poniendo en jaque a la loba, pero nunca entendi por que Cartago no trato de recuperar Cerdeña y Sicilia y recomponerse como superpotencia naval. Especialmente Sicilia, con facil linea de suministros y refuerzos desde Africa, gran riqueza y afinidad cultural de la parte occidental de la isla, creo que Anibal habria podido hacerse fuerte en ella (si no hubiesen sobrevenido desastres navales por supuesto).
ResponderEliminarDecepcionante Macedonia al no saber acabar con los etolios y lanzarse a Italia o Sicilia, aunque Filipo justo antes de morir planeabe lanzar a todas las tribus barbaras contra Italia (algo muy ambicioso y optimista por su parte).
Gran articulo como siempre. Un saludo, Hector.
Gracias por leernos y por los comentarios, Héctor.
ResponderEliminarSin duda la de Aníbal es una de las grandes historias del Mundo Antiguo, todo lo que lo rodea es épico y emocionante.
Lo cierto es que Cartago si intentó recuperar Cerdeña (puedes ver un artículo sobre el tema en el blog) y Sicilia. Incluso Aníbal mandó tropas (númidas la mayoria) y diplomáticos a la isla para tratar de recuperarla y atraer a su causa a la ciudad de Siracusa. Como bien dices, era de vital importancia contar con puertos entre Cartago e Italia para reforzar la posición de Aníbal. Esto lo sabía el general y se sabía en el senado cartaginés. Sin embargo, Cartago no contaba con las tropas suficientes, algo de lo que Roma estaba bien surtida y por eso se impuso finalmente. Por eso y gracias a sucesos repletos de pura suerte. De ahí que se intentara buscar aliados, pero la acción de Macedonia fue simplemente decepcionante.
Un saludo y gracias nuevamente.
Mágnifica exposición de la batalla del lago Trasimeno, en la que Aníbal mostró su genio sin igual tras los días aciagos cruzando los lodazales del Arno y a pesar de haber perdido un ojo y tener un ejército exhausto.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Merkabah! disculpa la demora, esperamos seguir viendote por aquí.
EliminarMuy buena la exposición de la batalla, pero y lo digo desde el punto del desconocimiento....donde están las evidencias arqueológicas de dicha batalla, estoy buscado artículos y noticias y no encuentro nada...una batalla como esa debió dejar un gran resto de piezas arqueológicas militares y no veo por ningún lado esa evidencia...perdón seguramente no he sabido buscar bien ruego me ilustréis gracias y perdón por mi desconocimiento...
ResponderEliminarHola manu, primero agradecerte tu interés por nuestros trabajos. Esperamos verte seguido por aquí. Segundo, te comento que acabo de borrar un comentario tuyo duplicado de este que respondo. Espero no te moleste. Y por último, te comento que SI hay vestigios arqueológicos de esta batalla. O al menos eso es lo que se cree. Pues se han podido encontrar en diversas excavaciones algunas fosas comunes con centenares de cuerpos y armas, que datarían del siglo 3 a.C. También se encontraron vestigios de cremaciones, muy similares a las que se encontraron en Cannas (batalla que se dio un año después). Siendo este detalle, esta similitud, una especie de prueba para muchos arqueólogos de que se tratan de los vestigios de ambas batallas.
EliminarEspero te conforme la respuesta.
Saludos!
Añadir como detalle que dichos vestigios de cremaciones son de claro estilo púnico.
EliminarEl tema de los vestigios es interesante. Normalmente se tenía bastante respeto por los cadáveres, aunque fueran del enemigo, (se me viene a la mente un episodio de la primera guerra púnica donde Amílcar Barca pacta una tregua con los romanos para que estos puedan enterrar a los caídos, aunque anteriormente los romanos habían rechazado el mismo pacto para que los cartagineses hicieran los propio con los suyos), por tanto, y los cartagineses más al ser profundamente religiosos, tras una batalla se enterraba a los muertos, incluso del enemigo. Eso sí, antes se hacía acopio de todo el equipo del enemigo que pudiera hacer falta y en Trasimeno al parecer esto se hizo a conciencia, tomando las tropas africanas las armas romanas para usarlas ellos en adelante. Normalmente quedaba material menor, como puntas de flecha, glandes de honda, monedas... No se suele encontrar mucho más en los campos de batalla, armas como espadas, escudos (la parte no orgánica) y demás se suelen encontrar en tumbas.
Espero haber dado luz a tus cuestiones, un saludo!!
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ResponderEliminarcon respecto a la batalla, anibal se lucio como siempre, haciendo gala de todo su genio, que para los romanos fuera un ultraje muy "punico"(ergo, traicionero/deshonroso) solo porque no se luchaba como ellos les gustaba. En fin mi opinion es acerca de la dimension de los ejercitos de flaminio y gemino, pues considero que tienen cierto logica si sacamos cuentas, pues anibal se ve como una gran amenza y se considera que solo ejercitos de buen tamaño pueden hacerle frente, por lo que Roma haciendo gala tambien de su poderio y recursos demograficos, despliega 2 ejercitos consulares que tienen un nada despreciable cuerpo de caballeria de 4000 jinetes y 26000 infantes en "4" legiones romanas y aliadas;y aqui hago mi jugada: realmente no es descabellado que esos números sean tan exactos puesto que los romanos, hasta este punto, hemos podido comprobar que no eran ignorantes en las matemáticas, si bien no tenian a pitagoras o aristoteles, pero solo sacando cuentas es simple ver que lo sobre dimensionado son las legios alae sociorum, pues si restamos en la infanteria los 10000 "pedites" romanos, quedan 16000 aliados de a pie, divididos entre 4 dan 4000 cada uno o lo que es igual a dos alas reforzadas como en cannas(donde los dos ejercitos consulares se duplicaron), solo que esta vez fueron los aliados los que se les exigio, pues estan obligados a ello por los foedus con roma, ademas me imagino que el senado tendra sus argumentos validos, a saber: 1) ellos tambien estan luchando esa "guerra contra anibal para defender la patria italiana", 2)roma pone siempre la mitad de soldados que toda italia y 3) menos evidente para ellos, pero fundamental para entender la mentalidad romana de la epoca: el senado habran dicho "mejor ellos que nosotros" y en vez de duplicar las legiones ciudadanas se duplican las aliadas bajo la excusa numero 1, "porque es justo y necesario" dicho en cristiano; todo esto tomando en cuenta que una legion es tiene nominalmente 4200, aunque en el caso que nos ocupa ya se han reforzado los contingentes hasta 5000 y considerando que los aliados aportan números similares, sin embargo bien las proporciones se pueden invertir y los romanos fueron con 2 de 4200 y los aliados el resto (pues se supone que son simétricos los ejércitos, por lo que resulta bastante comprensible). Ahora, con respecto a la caballeria, se puede hacer el mismo juicio, las fuentes dicen exactamente 4000 ni mas ni menos, es posible deducir, de acuerdo a otros estudios sobre las legiones republicanas, que no siempre llevaban a la batalla 600 equites romanum( 300 c/u) sino 400(200 c/u) y los aliados los 900 de cada ala duplicada como explique arriba, lo que daria un contigente de 3600 aliados y 400 romanos; o bien llevaron 600 los romanos y 3400 los aliados, siendo el contigente de cada ala 850 jinetes, lo cual es simple y no tan complicado pero puesto que ni livio ni polibio aportan un desglose de fuerzas pues esto seria solo mera especulación de mi parte, basado en los hechos y la información disponible.
ResponderEliminarcon todo esto espero haber aclarado mi punto con la esperanza de que el autor de este magnifico articulo pueda darme su opinión acerca de mi estudio personal que aqui he expresado, en calidad de contertulio en este magnifico sitio sobre historia antigua con el que estoy fascinado.
atentamente, saludos y gracias por el trabajo.
Hola Carlos, me alegra ver tu comentario sobre este artículo.
ResponderEliminarYendo directo al meollo empezar diciendo que la cuestión del tamaño de los ejércitos en el Mundo Antiguo siempre tiene su parte especulativa. Incluso cuando las fuentes son claras al respecto hay que estudiar muy bien lo que sugieren.
La legión romana (y mucho menos la correspondiente alae) no tenía un número fijo de hombres, Roma cada año adaptaba sus ejércitos a las necesidades. Es así como en Cannas duplican el número habitual, o Escipión el africano invade África con legiones de unos 6.000 hombres... por poner tan sólo dos ejemplos. En un momento dado Apiano sugiere que la legión contaba con 5.000 infantes, Polibio dice que 4.200, Livio 4.000... Simplemente no había una legión "tipo", aunque normalmente, al parecer, esta contara con unos 4.000-4.200 infantes.
Por no repetir datos señalados en el artículo decir que el año anterior Roma había dado a sus cónsules ejércitos compuestos por 8.000 infantes romanos y 600 equites y 16.000 infantes aliados a los que se sumarían 1.800 jinetes para Sempronio; y 8.000 y 600 y 14.000 y 1.600 para Escipión. En total ejércitos de 24.000 infantes y 2.400 jinetes; y 22.000 infantes y 2.200 jinetes, respectivamente.
Comento esto porque veo bastante probable que los números para el año siguiente fueran similares, salvo por el aumento de caballería, que vendría dado por la superioridad de Aníbal en este arma, como se había visto en Tesino y Trebia.
Por tanto, veo razonable que el número de infantes con el que contaba Flaminio fuera de 24.000 a los que quizás habría que sumar entre 500 y 1.000 infantes ligeros aportados por Hierón de Siracusa.
En cuanto a la caballería veo también probable que este aumento puntual de jinetes fuera aportado en exclusiva por los aliados y no por Roma. Como he indicado antes, para el año 218 se le asignan a Sempronio y a Escipión cantidades diferentes de caballería, pero esta diferencia (y Livio es muy específico en esto) solo está en la caballería aliada, los jinetes romanos son 300 por legión (se le asignan dos a cada uno), tanto a uno como a otro. Así pues, tendríamos que Flaminio contaría con 600 jinetes romanos y 3.400 aliados. Es mi opinión, aunque, como las fuentes no dan datos al respecto es mera especulación y no puede ser afirmada al 100%... aunque tampoco nadie me la puede rebatir con total seguridad.
En total Flaminio contaría con alrededor de 25.000 infantes y 4.000 jinetes, un número bastante elevado, pero que nada podía hacer contra los 42.000 infantes y 10.000 jinetes de Aníbal. Tan sólo uniendo los dos ejércitos consulares (50.000 infantes y 8.000) tendrían posibilidad de vencer. Lo cual, como sabemos, no ocurrió.
Muchas gracias por comentar el artículo.
el placer es mio estimados amigos, gracias por la informacion, y sigan adelante. Otras preguntas que me rondan la cabeza es la siguiente: 1)mi duda es despues de 3 catastrofes mayores al principio del conflicto y despues de tantos años en guerra y tantas legiones desplegadas en tantos teatros, el desgaste demografico sobre los hombres de las clases altas tanto romana como itálica era ya demasiado grande y sin embargo, me pregunto como es posible que escipion haya puesto en pie de guerra a 2700 equites en zama (pues hay un pasaje en el que lei, no recuerdo donde, que africanus recluto un regimiento de 300 adicionales en sicilia y con eso alcanza es numero, pero no indican si eran sicilianos(excluyendo siracusa por supuesto), italicos voluntarios de los aliados o un contigente adicional para las legiones ciudadanas o como guardia personal)?... porque en otros sitios la situan en 2000 y en otros 1500, como se podrian discernir estos números, me gustaria ayuda para esclarecer esto. 2)estoy haciendo un estudio del poder demografico romano a lo largo de su historia republicana(pues considero que esto es un tema interesante que pocas veces se toma en cuenta y creo que es funfamental para compreder el planteamiento estratégico y táctico romano), porque solo conozco un pasaje de polibio que describe el numero total disponible para 225 ac y el estudio seminal de P.A. Brunt "italian manpower" que trata las cifras que brinda el de megalopolis, y que sin embargo no poseo acceso a dicho trabajo, por lo que no poseo muchos conocimientos como por el ejemplo el numero de ciudades en la peninsula, tanto ciudades como colonias, lo que seria una buena base para comenzar, por lo que solicito humildemente ayuda para dar luz a este interesante topico por favor, y gracias de antemano.
Eliminaratentamente, carlos.
Ciertamente el descenso demográfico se hizo notar en todas las clases. Desde Cannas y hasta el final del conflicto vemos como el Senado romano manda armar legiones con esclavos liberados y con convictos, redujo la cantidad mínima de propiedad para acceder al servicio militar, se empezó a reclutar a jóvenes de 17 años o menos... Si bien, el propio Livio dice que todas estas nuevas legiones (si no recuerdo mal, se formaron 4 tras Cannas) eran deficitarias en caballería, como bien apuntas, debido a los desastres de los tres primeros años de guerra.
EliminarNo sólo las clases altas sufrieron, de hecho, como clase y a largo plazo, la clase media fue la más castigada en la guerra de Aníbal. Como he comentado se tuvo que reducir la cantidad mínima de propiedades para acceder a las legiones. Y esto no sólo se debió a la creciente necesidad de hombres para actuar en cada vez más escenarios y para suplir las numerosas bajas. Aníbal destruyó grandes cantidades de propiedades romanas (que no de sus aliados) y muchos se vieron empobrecidos y forzados a venderlas a las clases altas (optimates). A lo largo de todo el S. II a.C. la tendencia fue reducir cada vez más esta cantidad mínima, aunque también la clase media se fue empobreciendo por otros factores como la llegada de grandes cantidades de trigo a bajo precio desde Sicilia... Y todo esto desembocaría en las leyes de los Gracos, las reformas de Mario y la Guerra Social. Ya me estoy desviando del tema...
No hay un consenso acerca de con cuanta caballería contaba Escipión en su invasión a África. Se sabe que tenía más que Aníbal en Zama, gracias a los 4.000 o quizás más númidas que aportaba el rey Masinisa. Apiano es el que da una cifra de 1.500 jinetes, sin desglosar entre romanos y aliados; Livio, en cambio da varias cifras, tomadas de otros autores: 2.200 (y 10.000 infantes), 1.600 (y 16.000 infantes) o un total de 35.000 entre infantes y jinetes.
Livio si es más exacto al hablar de los exclusivamente romanos, dos legiones de 6.200 infantes y 300 jinetes. Esto daría un total de 600 jinetes romanos, si la proporción entre romanos y aliados era de 1 a 3, como "dictaban los cannones" entonces tendríamos 1.800 jinetes aliados para un total de 2.400 jinetes entre romanos y aliados. Es un número y proporción similar al que hubo en los primeros años de guerra (y más pequeño que en Trasimeno).
En cambio, yo veo varias dificultades en que el número fuera tan elevado. Por un lado la escasez de hombres de las clases altas, por otro, y aún más importante, la dificultad para transportar caballos en barcos. Tan sólo recordar la invasión de Regulo en 255 a.C., en los Llanos de Bagradas tan sólo contaba con 500 jinetes debido a este motivo. Es por esto que quizás un total de 1.500 o 1.800 jinetes sea más adecuado.
No recuerdo que los autores antiguos dieran más datos al respecto.
Puedes analizar los datos de los censos romanos; muy básicamente:
Año 234 a.C. 270.713 ciudadanos
Año 209 a.C. 137.108 ciudadanos
Año 204 a.C. 214.000 ciudadanos
Año 194 a.C. 143.704 ciudadanos (probablemente una errata y sea 243.704)
Año 189 a.C. 258.318 ciudadanos
Vemos como en los primeros años de guerra, la población ciudadana desciende un 50%, pero que ya para el final del conflicto se recupera considerablemente, aunque no llegó a recuperarse del todo hasta casi medio Siglo después. Ir más allá requeriría un estudio profundo.
Un saludo!!
Gracias por la aclaración estimado, disculpa las molestias por ser tan latoso ( la curiosidad me carcome xD), pero una última consulta; acerca del transporte naval de tropas, en que se diferenciaban los métodos(si se les puede llamar así) romanos de los punicos (si es que los había)?
ResponderEliminarGracias por todo de antemano
La pregunta va por cuenta de que durante toda su historia belica, pareciera a mi, que casi nunca tuvo dificultades en el transporte de equinos por mar.
ResponderEliminarMe refiero a Cartago, perdon se me enreda el teléfono
ResponderEliminarHola. Mil disculpas, acabo de ver las preguntas (no me debieron saltar las notificaciones).
ResponderEliminarLa cuestión es bastante complicada por la falta de datos. Una lectura rápida nos daría a entender que Cartago no tenía dificultad en transportar caballos por barco. Pero en todo caso, al menos, no siempre fue así. En himera (480 aC) contaba con menos caballería que Gelon. Diodoro nos dice que debido a una tormenta, que hundió los barcos que los transportaban (que casualidad); pero teniendo en cuenta que nos dice que las tropas cartagineses ascendían a 300.000 hay que tomarlo con cuidado. Gelon saco ventaja con su caballería y Cartago tuvo que pedir refuerzos a selinunte. En los demás conflictos sicilianos, contra Dionisio, Timoleon o Pirro, Cartago siempre está en inferioridad en caballería, de hecho no se narra ninguna acción, no ya decisiva, sino mínimamente destacable. No es hasta la primera guerra púnica que esto cambia, aunque tampoco por mucho. Hablando de memoria recuerdo una acción destacable de la caballería numida en agrigento (261 aC), pero poco más. En panormos (250 aC) creo que ni se la menciona y en Erice apenas se describe una acción de Bomilcar y Amílcar con 300 jinetes. Quizás en el pensamiento de superioridad de caballería cartaginesa este por la batalla de bagradas (255 aC), en África... Y las acciones de Aníbal en Italia en la segunda guerra púnica; amén de las exageradas cifras que dan las fuentes para los siglos V y IV aC. De todos modos, Cartago tenía más experiencia en estos menesteres que Roma.
Un saludo!!