¿El relato de hechos reales? o ¿o la construcción biográfica de una personalidad amada y odiada en partes iguales? ¿se puede conocer a una personalidad histórica por sus heridas? La "saga" de Filipo II de Macedonia en Anábasis Histórica arroja un nuevo trabajo. Esta vez sobre aspectos menos conocidos o abordados por la historiografía en general de esta atrapante personalidad del pasado. Y en el cual intentaremos destejer el complejo entramado de mitos, realidades y leyendas que rodean a las heridas de batalla del rey Macedonio.
Quien escribe este pequeño artículo, recomienda a todos sus lectores que, si están planeando convertirse en rey o soberano de alguna nación para comandar un poderoso ejército y así convertirse en un gran conquistador de pueblos y, de esta forma, lograr esquivar el olvido, tenga bien incluir entre sus planes, la realización de un completo compendio de las memorias de su vida. O mejor aun, asegurarse la compañía de un fiel y hábil biógrafo que se ocupe de las mismas. De lo contrario, en el caso de dejar vacante la tarea, además de complicarnos la tarea a los amantes de la historia, podría ocurrirle, en lo referente a muchos hechos de su vida, lo mismo que a Filipo II de Macedonia, tras de quien se han encolumnado cantidad de historiadores, escritores o poetas, sea de la antigüedad o del presente, intentando unos echar luz sobre su vida, o bien otros, directamente oscurecerla. Los artilugios para lograr uno u otro objetivo son diversos y de variada intensidad. Puede que apenas se busque enriquecer lo poco conocido, decorando apenas las anécdotas con diversos añadidos o invenciones, algunos, porque no, cuasi fantásticos. O directamente llegar al caso de tergiversarle o, directamente, inventarle su propia vida, sobre todo si lo que se busca es dejar de usted una mala imagen para la posteridad. Así que, por lo que a mí concierne, ya esta advertido.
Particularmente intriga en el caso de Filipo II de Macedonia, toda la controversia alrededor de las heridas y calamidades sufridas en diferentes batallas o confrontaciones durante su vida como rey de Macedonia. No es que sea la más importante de las controversias. Ni fundamental, o determinante, averiguar sobre las mismas, en razón del estudio de la vida de Filipo como rey y conquistador. Pero resulta interesante la manipulación que se ha hecho de ellas en razón de enaltecer su vida, o dañar su imagen.
La primer referencia a las mismas, y tal vez la que origina toda la serie de controversias, se encuentra en los discursos “Sobre la Corona” de Demóstenes. La cita es importante en muchos sentidos. Por un lado, por configurar la mención más completa sobre las heridas de batalla. Dicho compendio menciona todas las calamidades de las que se tenga alguna referencia antes de su muerte. A saber: la pérdida de un ojo, la rotura de una clavícula, y una mano y una pierna estropeadas. Pero lo más importante o interesante, es que dicho comentario inaugura la serie de “valoraciones” que sobre las mismas se han hecho, para ilustrar algún aspecto de la personalidad de Filipo. En este caso, utilizadas por Demóstenes para exponer a los atenienses, un Filipo impasible ante las calamidades. Una persona que, sin dudas, jamás cejaría ante la posibilidad de la gloria y el poder absoluto, puesto que incluso el rey macedonio “ofrecía voluntariamente a la Fortuna la parte que prefiriese de su cuerpo, siempre que le dejase vivir gloriosamente con el resto”.
Aun siendo real tal expresión en Filipo, sin dudas, la referencia de Demóstenes tiene un importante trasfondo político. El famoso orador ateniense, no solo buscaba agredir a la personalidad de Filipo, sino también, justificar sus actos y sus decisiones cuando estuvo al frente de Atenas en la guerra con Macedonia. Lamentablemente el informe de Demóstenes no alcanza para explicar las causas de las heridas. Ni el sitio, conflicto, o el año en que ocurrieron se desprenden de las palabras del orador griego. Algo que no podemos reprocharle, puesto que no era su objetivo ofrecer tal información.
Como se explica más arriba, los méritos de la cita de Demóstenes, se limitan en el hecho de ofrecer una lista completa de heridas de Filipo, y el haber inaugurado la tradición de comentarios sobre las lesiones del rey de Macedonia. Pero también, y esto resulta revelador, por el hecho de que la enumeración que efectúa, esta realizada en estricto orden cronológico. Algo que se suele olvidar de comentar, pero que es de gran utilidad y que podremos corroborar en los capítulos siguientes.
Sabemos también de la existencia de la fuente antigua más fiable que probablemente haya existido sobre las heridas de Filipo, pero que lamentablemente se encuentra totalmente perdida: Teopompo de Quíos1. Tal vez, por ser el historiador más importante de Grecia en el siglo IV a.C., es referencia obligada para la obra de muchos historiadores posteriores y que luego citaremos (Dionisio de Halicarnaso o Estrabón, por ejemplo). Teopompo estuvo en la corte de Macedonia en Pella y, se cree, habría dejado un informe sobre tales heridas. O alguna mención, al menos. Pero sin duda muy objetivo en sus precisiones, carente de agregados fantásticos o invenciones alucinantes.
Sabemos también de la existencia de la fuente antigua más fiable que probablemente haya existido sobre las heridas de Filipo, pero que lamentablemente se encuentra totalmente perdida: Teopompo de Quíos1. Tal vez, por ser el historiador más importante de Grecia en el siglo IV a.C., es referencia obligada para la obra de muchos historiadores posteriores y que luego citaremos (Dionisio de Halicarnaso o Estrabón, por ejemplo). Teopompo estuvo en la corte de Macedonia en Pella y, se cree, habría dejado un informe sobre tales heridas. O alguna mención, al menos. Pero sin duda muy objetivo en sus precisiones, carente de agregados fantásticos o invenciones alucinantes.
Probablemente la supuesta “objetividad” de Teopompo, sumado a la ausencia de mayores datos en el informe de Demóstenes, sean la causa de los agregados dramáticos y fantasiosos que pululan en las demás fuentes que analizaremos a continuación.
Párrafo aparte merece Dídimo de Alejandría2, quien en el Papyrus Berolinensis 9780, recoge unos comentarios sobre la obra de Demóstenes, donde incluye, para el caso que abordamos, una cantidad muy interesante de circunstancias sobre tres de las heridas mencionadas por el orador ateniense, supliendo de alguna manera la carencia de datos en este. Y permite imaginar, por qué no, que tal vez estos datos se encontraban en la obra de Teopompo. Cuestión difícil de confirmar, debido a que nada de esta información aportada por Dídimo, aparece en la tradición biográfica posterior.
Fuera de estas personalidades, solo Plutarco recoge tres de las cuatro heridas mencionadas por Demóstenes. Las mismas tres que Didimo. El resto de las fuentes que citaremos, sólo mencionan alguna herida en particular, omitiendo referencia alguna sobre las otras. Cuestión que preferimos ir abordando en los capítulos siguientes dedicados a cada una de las lesiones de Filipo II de Macedonia y las controversias alrededor de las mismas.
Reconstrucción artística del rostro de Filipo II de MAcedonia. |
La herida sufrida por Filipo II de Macedonia en su ojo derecho, es sin duda, la más famosa y la más controvertida de todas las calamidades sufridas en batalla por el rey macedonio. También es la que cuenta con más abundante referencia entre las fuentes antiguas, aunque precisamente esto sea tal vez el origen de tanto debate alrededor de la misma.
Justino va a ser nuestra primer cita. Ubica tal hecho, este autor, en el asedio de la ciudad de Metone3 (año 354 a.C.) y adjudica la causa de la herida a una flecha lanzada por los defensores de la ciudad. Justino ensalza a un valeroso Filipo que no deja de comandar a sus fuerzas a pesar de la complicada herida, y que se muestra misericordioso con los vencidos a pesar de la gravedad de su lesión. Sin embargo, el dato de que Filipo es herido “mientras él pasaba” por frente de las murallas (¿guiando sus fuerzas en el asalto? ¿o inspeccionando las defensas de la ciudad?) habla de un descuido no adjudicable a un general de la experiencia y capacidad acorde al rey macedonio.
Justino va a ser nuestra primer cita. Ubica tal hecho, este autor, en el asedio de la ciudad de Metone3 (año 354 a.C.) y adjudica la causa de la herida a una flecha lanzada por los defensores de la ciudad. Justino ensalza a un valeroso Filipo que no deja de comandar a sus fuerzas a pesar de la complicada herida, y que se muestra misericordioso con los vencidos a pesar de la gravedad de su lesión. Sin embargo, el dato de que Filipo es herido “mientras él pasaba” por frente de las murallas (¿guiando sus fuerzas en el asalto? ¿o inspeccionando las defensas de la ciudad?) habla de un descuido no adjudicable a un general de la experiencia y capacidad acorde al rey macedonio.
Diodoro Sículo (Dio.16.34.5) coincide con Justino en colocar el evento de la herida del ojo en el asedio de la ciudad de Metone, y que esta fue causada por una flecha. Pero contrariamente a lo relatado por Justino, ahora Filipo se comporta como un conquistador sin contemplaciones que, aunque le perdona la vida a los habitantes de Metone, deporta la población de la ciudad apenas con lo puesto, para luego arrasar la misma y repartir su territorio entre los macedonios. Aun así, la herida sufrida, al menos en Diodoro, no es justificación para semejante acto violento y es referida por este autor solo a modo de anécdota.
Estrabón, quien refiere a la herida del ojo derecho de Filipo en dos oportunidades (Estrab. 7 frg. 22 y Estrab. 8. 6. 15) sigue la misma línea de Justino y Diodoro. Descartamos la segunda cita, puesto que sólo se limita a mencionar la herida sin mayor dato. Pero interesa la primera porque introduce el primer hecho controvertido. Puesto que, si bien coincide con los anteriores autores en ubicar el hecho durante el asedio de Metone, difiere en “el arma” o “instrumento” que causa la herida. Para Estrabón, tal herida es producida por un “proyectil” lanzado por “una catapulta”. Al parecer solo se trata de una confusión o mala lectura de Estrabón4.
Dídimo de Alejandría viene a corroborar estos datos. Menciona el sitio: asedio de la ciudad de Metone, la herida: ojo derecho, y el instrumento: flecha lanzada por un arco. Por lo que esta parte del asunto parece no tener controversias. Al parecer, la fuente para Dídimo, como para Justino y Diodoro, es Teopompo. Sin embargo Dídimo se hace eco de cierta anécdota de tipo profética, basándose en Duris de Samos, que relata una contienda entre tres ejecutores de laúd. A tal evento, en las jornadas previas al sitio de Metone, parece que fue invitado Filipo. La profética contienda fue fatal para el rey macedonio, puesto que la canción que ejecutaban los músicos tenía por nombre “El Cíclope”.
Pero será Plutarco quien introduzca los puntos más controvertidos sobre la herida del ojo derecho de Filipo. No exento incluso de contradicciones, en las dos oportunidades en que menciona el hecho en su vasta obra. Es sin dudas el responsable de las adiciones o agregados más fantásticos sobre tal lesión que lamentablemente se replicaron en autores posteriores, magnificando el error.
Pero será Plutarco quien introduzca los puntos más controvertidos sobre la herida del ojo derecho de Filipo. No exento incluso de contradicciones, en las dos oportunidades en que menciona el hecho en su vasta obra. Es sin dudas el responsable de las adiciones o agregados más fantásticos sobre tal lesión que lamentablemente se replicaron en autores posteriores, magnificando el error.
Inicia el divague, este conocido historiador, en su obra más famosa, las “Vidas Paralelas”. En su capítulo dedicado a la vida de Alejandro, se puede leer que Filipo perdió un ojo por espiar a su esposa Olimpia, mientras esta se “entretenía” en su cuarto con un dios en forma de dragón. La anécdota configura la primer referencia a una supuesta “agencia (o disposición) Divina” en lo que hace a la pérdida del ojo derecho de Filipo, además de reportar de alguna manera, los problemas maritales de Filipo con la madre de Alejandro.
Curiosamente Plutarco cambia rotundamente en la segunda cita que destacamos. En cierto pasaje de su obra “Moralia” el escritor griego retoma la línea del hecho histórico original, aunque variando sensiblemente algunos aspectos. Basado probablemente de Duris de Samos, introduce el nombre del agresor, un tal Aster de la ciudad de Olinto5, pero cambia el lugar del hecho. Plutarco dice que Filipo pretendía saquear Metone y Olinto, y que la confrontación, donde Filipo sería herido, se dio en el intento por cruzar un puente sobre el rio Sandanus. Lesión que lo haría caer al río, del cual sin embargo sobrevive luego de nadar hacia la orilla donde se encontraban sus camaradas.
Curiosamente Plutarco cambia rotundamente en la segunda cita que destacamos. En cierto pasaje de su obra “Moralia” el escritor griego retoma la línea del hecho histórico original, aunque variando sensiblemente algunos aspectos. Basado probablemente de Duris de Samos, introduce el nombre del agresor, un tal Aster de la ciudad de Olinto5, pero cambia el lugar del hecho. Plutarco dice que Filipo pretendía saquear Metone y Olinto, y que la confrontación, donde Filipo sería herido, se dio en el intento por cruzar un puente sobre el rio Sandanus. Lesión que lo haría caer al río, del cual sin embargo sobrevive luego de nadar hacia la orilla donde se encontraban sus camaradas.
Antes de abordar el tema del agresor, el “olintio Aster” (cuestión por cierto muy interesante), conviene despejar el interrogante sobre el porqué del rotundo cambio y re-elaboración de las circunstancias en que se desarrollaron los hechos. Al parecer Plutarco, siguiendo a Calístenes, busca introducir un efecto dramático al evento, con la supuesta intención de engrandecer la figura de Filipo. Pero lo cierto es que la heroica circunstancia evoca una legendaria leyenda de origen romano, que trata sobre un héroe mítico llamado Horacio, quien en cierto combate contra los etruscos, resiste en solitario la carga del enemigo mientras sus compañeros se retiran sanos y salvos. La valiente acción de Horacio, que detiene el solo al enemigo, ocurre sobre un puente sobre el Tíber, y permite que el mismo sea destruido a tiempo por sus camaradas. Finalmente Horacio es herido y cae al río, del cual se salva a nado a pesar de la gravedad de sus heridas (ver Tito Livio 2.10 y Dionisio de Halicarnaso 5.24.25). La similitud en las circunstancias relatadas en ambas historias es evidente, y permiten descartar la cita de Plutarco como evidencia posible de un hecho real en la vida de Filipo.
Reconstrucción artistica del momento en que Filipo II de Macedonia
es herido en su ojo derecho por una flecha. Dibujo por Sean O'Brogain
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Ahora bien, la mención del arquero llamado Aster inicia toda una saga de comentarios y relatos acerca de la herida del ojo de Filipo que lo tienen como protagonista6. Es interesante traer a colación, ciertos descubrimientos en las excavaciones arqueológicas de la ciudad de Olinto, donde se recuperaron algunas puntas de flecha con inscripciones en relieve con la palabra “Olinto”. Estos hallazgos, y el “mensaje” pronunciado por Aster al momento de lanzar la flecha, son una sugestiva coincidencia ¿Será que Plutarco (o Calístenes) tenía en mente estas puntas de flecha al construir el pasaje? Es probable.
Para Cayo Julio Solino (C.J.Solino 8,7), Aster no era de Olinto, sino de Metone, y también utiliza la flecha como vehículo para un mensaje dirigido a Filipo. Y para Luciano de Samosata (Luc.38), Aster era oriundo de Anfipolis7 aunque el evento ocurriría en Olinto. Pero el aporte más interesante sobre el misterioso arquero tal vez provenga de Ptolomeo Queno, cuya obra se encuentra perdida, pero que nos llega a través de algunos comentarios de Focio, el Patriarca de Constantinopla. Según Focio (Foc.190), Queno relata cierta “maravillosa” circunstancia, probablemente falsa, ocurrida en la juventud de Filipo, en la cual cierto profeta llamado Diogenetus interpretaría un “evento” ocurrido en la vida de un joven Filipo. En tal pasaje, Queno relata que Filipo por las noches buscaba alcanzar las estrellas con sus flechas, esto fue interpretado por el profeta de dos formas. Por un lado, el intento de alcanzar las estrellas lanzando flechas probaba el futuro “poder” que alcanzaría Filipo, y por otro lado, tal acción encerraba a la vez un gran riesgo, puesto que las mismas estrellas buscarán venganza, por medio de “una persona llamada Aster” que “le quitaría un ojo con una flecha” (sic). Ocurre que en griego, “estrella” se escribe astéri, misma raíz para el nombre de nuestro misterioso arquero.
Más allá de la coincidencia, la referencia de Ptolomeo Queno, a través de Focio, pretende transmitir la idea de que el drama de Filipo con su ojo, se configura como un castigo por su comportamiento presuntuoso. Una vez más, la línea bajada por Demóstenes, es retomada por la tradición literaria sobre las lesiones de Filipo.
Más allá de la coincidencia, la referencia de Ptolomeo Queno, a través de Focio, pretende transmitir la idea de que el drama de Filipo con su ojo, se configura como un castigo por su comportamiento presuntuoso. Una vez más, la línea bajada por Demóstenes, es retomada por la tradición literaria sobre las lesiones de Filipo.
Dioses, músicos o profetas, mensajes enviados por medio de flechas, esposas disgustadas, “estrellas vengativas", configuran todos intentos por “fabricar material biográfico” inspirados en la tradición iniciada por Demóstenes en su lista de lesiones y heridas sufridas por Filipo II de Macedonia a lo largo de su vida. Manipulación de un hecho histórico real, con el fin de realzar la vida de Filipo, o mancillar su nombre para toda la posteridad. Pero, ¿qué fue de la herida? ¿qué puede decirnos las fuentes sobre su padecimiento, y sobre cómo fue atendido y curado por sus médicos?
A nuestra ayuda acude Plinio el Viejo, quien nos relata sobre el médico que atendió a Filipo, de legendaria habilidad. Critóbulo es su nombre, y sobre él, Plinio cuenta que tenía “una gran fama por haber extraído una flecha del ojo del rey Filipo habiendo curado su ceguera sin deformidad” (Plin.Hist.Nat.7.124). La herramienta utilizada para tan arriesgada cirugía se conoce como “cuchara de Diocles8” que, al parecer, Critóbulo manejaba con maestría, arte que le permitió extraer el globo ocular sin riesgo para la vida de Filipo. Cicatriz que, sin embargo, será la marca de identidad clásica, que configura el perfil típico del rostro del rey macedonio.
La herida en la Clavícula.
Cuchara de Diocles. Instrumento con el que se supone el médico Critóbulo extrajo la flecha del ojo de Filipo II de Macedonia |
La herida en la Clavícula.
Los indicios sobre la misma, permiten fecharla, con cierta certeza, alrededor del año 344 a.C. en la nueva campaña contra los Ilirios. Estos datos se los debemos a Dídimo de Alejandría quien, en su obra sobre Demóstenes, dice que el oponente que causó la herida fue un ilirio llamado Pleuratos. Nombre común entre la nobleza Iliria9. Y que la misma fue causada mediante un golpe de “lanza”. También ofrece información estadística de las bajas de la batalla: además de Filipo, 150 de "los compañeros" son heridos, e Hippostratus, hijo de Amintas, es asesinado.
En general se cree que el daño sufrido fue muy grave. Evidencia que establece la Epístola 2 de Isócrates, dedicada a un Filipo en recuperación. Cuando el orador ateniense le recomienda descanso a favor de recuperar el físico, y reservarlo para la “más importante empresa” (es decir, la conquista de Persia).
La única fuente, dentro de las tradicionales para Filipo, que menciona tal herida, es Plutarco (Moralia, 177 f. no.9). Y lo hace en referencia a cierta cómica (e irreal) situación ocurrida entre el rey macedonio y el ambicioso médico que lo atendía. Anécdota planteada por Plutarco como un juego de palabras entre “clavícula” y “llave”, y creada al parecer sólo para enriquecer la tradición, basado en la lista de lesiones iniciada en Demóstenes.
Mapa de Grecia y Macedonia para los años de referencia. En ROJO lugar y año de las heridas. Metone (354): Ojo derecho. Iliria (344): Clavícula. Tracia (339): Pierna y ¿Brazo? |
Según lo que mencionamos al comienzo del trabajo, sobre el aceptado orden cronológico en la enumeración que hace Demóstenes, la lesión en el brazo deberá ser anterior a la lesión de la pierna. Pero lamentablemente no hay mención en las diversas fuentes sobre tal herida, fuera de lo que informa el orador griego. Sin embargo, es aceptado que la misma se produjo al mismo tiempo que la de la pierna. Pero la ausencia de referencia alguna en las fuentes, hace imposible corroborar fehacientemente tal aseveración.
Al parecer, interpretando a Justino, este pueblo reclamó derecho a “peaje”. Filipo debería entregar parte del botín obtenido en la campaña si quería pasar por el territorio tríbalo. Tal vez el rey macedonio debería haber cedido, aunque sea parte mínima, puesto que no solo el botín completo fue perdido tras el enfrentamiento, sino que también la vida del rey de Macedonia estuvo en riesgo, tras ser herido gravemente en su pierna derecha (fémur) y ser dado por muerto por sus compañeros. Plutarco, en cambio, omite relatar los detalles que expliquen la causa de la herida, pero informa que la misma le valió una cojera por el resto de su vida. Cojera que recordaría al macedonio, “en cada paso”, su valor en combate.
Sin dudas, cada uno a su manera, ambas citas parecen seguir la línea planteada por Demóstenes, en cuanto a un Filipo que en su objetivo último de alcanzar el poder total en Grecia, no rehuye a los peligros que se le presentan, aun cuando su vida corre serio riesgo.
A modo de cierre.
Sin dudas, la tradición biográfica concerniente a Filipo no escatima en recursos a la hora de brindar un semblante de una personalidad del calibre del macedonio. Odiado y amado por igual, los hechos de su vida han ocupado la mente de cuanto historiador, escritor, o poeta de la antigüedad a nuestros días se ve atraído por la historia de la antigüedad clásica.
No llama la atención que, sobre un tema aparentemente menor, como son las circunstancias que rodean a las heridas de batalla, se hayan creado adrede tal cantidad de historias fantásticas o míticas. A fin de cuentas, sobre la última de sus calamidades (obviamente fuera de la lista de Demóstenes), la fatal herida que dio por finalizada su vida, ese puñal clavado en un costado de su cuerpo por su guardaespalda Pausanias, durante aquella jornada de las fiestas en Egas en el año 336 a.C., aún hoy día sigue generando controversias alrededor de la verdadera figura del instigador tras el asesinato del rey de Macedonia. Y que de alguna manera también continúa con la tradición iniciada por Demóstenes de hacer diferentes “valoraciones” sobre las heridas para ilustrar algún aspecto de la personalidad de Filipo. Tradición que no escatimó en agregados fantasiosos, o invenciones improbables, a fin de “decorar” o “embellecer” lo poco conocido, aun cuando “lo conocido” se ajuste a la realidad, y las “adiciones” o “invenciones” no hagan otra cosa que complicar el entendimiento y dificultar la reconstrucción de los hechos.
FIN
AUTOR: marvel77
BIBLIOGRAFÍA:
Notas:
- Discurso “Sobre la Corona”. Demóstenes.
- Epítome de las "historias filípicas" de Pompeyo Trogo. Macedonia, de Marco Juniano Justino.
- Biblioteca Histórica, de Diodoro Sículo.
- Geografía, de Estrabón.
- Moralia. Dichos de reyes y comandantes. Plutarco.
- Epístolas, de Isócrates.
- Vidas Paralelas. Alejandro. Plutarco.
- Mirobilion o Biblioteca. Ptolomeo Queno. Focio.
- Cómo debe escribirse la Historia, de Luciano de Samosata.
- Colección de hechos memorables, de Gaius Julius Solinus (Cayo Julio Solino).
- Deipnosofistas (El banquete de los eruditos), de Ateneo de Náucratis.
Notas:
1 Teopompo (Quíos, 380a.C. - 323 a.C.) fue un historiador griego, posiblemente el más importante del siglo IV a.C. Se ha perdido todo su trabajo, pero es conocido por las largas citas que hacen de él otros autores. Además de las Filípicas escribió unas Helénicas, continuación de la obra de Tucídides, que abarca desde el 410 a.C. hasta la batalla de Cnido.
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2 Dídimo de Alejandría o Didymus Chalcenterus (Dídimo tripas de bronce), h. 63 a.C. - 10 d.C., fue un erudito y gramático griego del periodo helenístico. Su importancia para la historia de la literatura reside principalmente en la compilación que realizó de las obras críticas y exegéticas de eruditos anteriores
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3 Metone o Methoni, fue una ciudad de la región de Pieria en Macedonia. Probablemente colonia de Eretria, fue la última posesión ateniense en la zona fue tomada por Filipo II de Macedonia en 354 a.C.
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4 Es muy poco probable que Filipo pueda sobrevivir a semejante golpe producido por un arma como la catapulta. Probablemente, esta versión de Estrabón se encolumna también tras la tradición de engrandecer los hechos del rey de Macedonia, heroizando todo lo posible sus hazañas. El cambio o “mejora” en el arma que produce la herida en el ojo, sería el resultado de tal circunstancia.
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5 Olinto o Olynthus, fue una antigua ciudad griega localizada en la Calcídica. Aliados en primera instancia con Macedonia en su guerra con Atenas, sospechando de las aspiraciones hegemónicas de Filipo deciden cambiar de bando, declarando la guerra a Filipo, y aliandose con los atenienses.
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6 Descartamos en nuestro trabajo hacer referencia al fragmento incluido en la obra de Ateneo de Naucratis (“Deipnosofistas” o “El banquete de los eruditos”) quien recoge cierta anécdota de tono humorístico que poco aporta al tema: “[249] (...) Pero Sátiro, en su Vida de Filipo, dice: "Cuando Filipo perdió el ojo, Cleisophus salió con con vendas en el mismo ojo, igual que el rey, y de nuevo, cuando se lastimó la pierna, salió cojeando, junto con el rey. Y si alguna vez Philippus comió algún alimento duro o amargo, este otro contraía sus rasgos, como si él también tuviera el mismo sabor en la boca."
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7 Ciudad de la Macedonia oriental, originalmente pertenecía a los tracios Edones. Fue ocupada por Atenas en 437-436 a.C. constituyéndose en una de las colonias atenienses más importantes y prósperas. Fue protagonista del enfrentamiento en la región entre Esparta y Atenas, quienes la pierden definitivamente tras la paz de Nicias. Los intentos por recuperarla fueron en vano, y finalmente la ciudad caerá en manos de Macedonia.
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8 Diocles de Caristo. Famoso médico griego del s. IV a.C., referido por Plinio el Viejo, y mencionado en la obra de Galeno, Pablo de Egina, y Oribasio de Pérgamo (entre otros médicos de la antigüedad). Nació en Caristo, Eubea, y perteneció a la Escuela Dogmática.
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9 Pleuratos I, rey ilirio de los Taulantios y padre de Glaucias. Hizo la guerra a Macedonia y combatió con Filipo. Por tal motivo, se le adjudica ser el responsable de la herida en la clavícula de Filipo.
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10 Tribalos o Triballi, fue una de las principales tribus de Tracia.
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ResponderEliminarHola, muy buen trabajo Marvel, yo sólo añadiría un dato, no me acuerdo del autor, pero decía que la herida de la pierna de Filipo se debía a un motín de sus mercenarios por falta de paga, y que fue Alejandro quien le salvó la vida. Por desgracia escribo de memoria y no me acuerdo de la fuente.
ResponderEliminarUn saludo y excelente trabajo.
Hola Mario, escribe marvel77.
EliminarCreo haber revisado todas las fuentes acerca de las heridas de Filipo II de Macedonia. Solo descarte algunas que no han aportado gran cosa, ahora recuerdo que algún párrafo de Seneca refiere a la herida de la pierna. Voy a revisarlo pero creo que no decía nada en cuanto a un motín.
La herida tiene que ver con la vuelta de la campaña en Scitia y el paso por el territorio de los Tríbalos. La tradición dice que estos le impidieron el paso reclamando parte del botín. Todo depende de como se interprete el pasaje de Justino. Bien puede ser como tu dices. Que al formar parte de la expedición, reclamaran una parte de lo obtenido en la campaña. O simplemente como "peaje" por el transito por su territorio. De cualquier forma, se entiende que algún tipo de colaboración deben de haber prestado.
Saludos.
Perdón por la tardanza en contestar, me he liado por motivos de trabajo.
EliminarNo has debido consultar a Curcio, libro VIII, 1,24. "que Filipo, en una reyerta surgida entre soldados macedonios y mercenarios, encontrándose en inferioridad de condiciones debido a una herida sufrida en la refriega, se había echado al suelo, no encontrando un recurso más seguro que el de hacerse el muerto, y que él, Alejandro, había protegido el cuerpo de su padre con su escudo y había dado muerte con su propia mano a los enemigos que se abalanzaban contra aquél."
Si uno lee el texto, ocurre exactamente lo mismo que lo relatado por Plutarco, sólo no se cita el tipo de herida y se cambia a los tribalos por mercenarios amotinados. Algún autor moderno lo ha asociado con los problemas económicos de Filipo durante la misma campaña escita, sólo que las fuentes que hablan de los tribalos son más famosas, lo que no quiere decir que sea la única posibilidad.
EliminarHola Mario, gracias por el comentario.
EliminarEn principio creo que la cita que pones no se la relaciona con la herida de la pierna. Pero voy a revisar el texto de Curcio. Las fuentes para tal herida son, por lo general, las siguientes:
- Demostenes xviii 67.
- Didymus sobre Dem. xi22, col. xiii 3-7
- Justino x 3.2
- Seneca Con. x 5.6.
- Plutarco Moralia. 331b and 739b no. 4.
- Athenaeus vi 248f.
- Scholion sobre Dem. xviii 67.124
Como ves, no figura Curcio. Pero vale la pena revisarlo. Lo estudio y vuelvo con mas comentarios.
Saludos
Bien, vengo de leer la cita de Curcio, la cual forma parte del contexto en que Alejandro Magno realiza una serie de argumentaciones para adjudicarse algunos méritos. Se menciona Queronea, la sedición de mercenarios, y una campaña contra Ilirios llevada a cabo por Alejandro.
EliminarEn cuanto a la sedición de los mercenarios, hay que agregar que la versión en latín original, pone:
"Illum quidem seditione inter Macedones milites et Graecos mercennarios"
Es decir, que se trata de "mercenarios griegos" los que se revelaron y no de los Tribalos de la anécdota de la herida de la pierna tras la campaña contra los Escitas. Esto cambia un poco las cosas. Ahora bien, en el contexto de que campaña se dan estos hechos, no queda claro en Curcio Rufo. Podrían ser las campañas contra Onomarco, o también la campaña de Queronea, en las cuales sabemos con seguridad que se incluyeron mercenarios griegos en el ejército macedonio.
Saludos.
aquí un link para ver la cita en latín:
Eliminarhttp://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Curtius/8*.html
Pero en la campaña tesalia de 353-52 Alejandro tendría un máximo de cuatro años, no puede ser ese momento por Dios. Queronea es otro tema.
EliminarLo que Plutarco considera una herida causada por los tribalos al atacar a los macedonios en una emboscada, se interpreta en este fragmento con una reyerta entre mercenarios y soldados macedonios en el mismo contexto, sin que intervengan los tribalos. Los razonamientos no son débiles: la herida, caer al suelo, ser cubierto por el escudo y defendido por Alejandro, y situada la acción entre la batalla de Queronea y una misteriosa campaña iliria de Alejandro en vida de Filipo.
Por otra parte, los mercenarios de la cita de Curcio del link son griegos, si bien hay un problema: no todos los manuscritos incluyen Graecos, y así lo traduce H.Badon, por ejemplo. Eso sí, lo más probable es que fuesen griegos.
Claro, buscaba eventos comprobables que involucren a "mercenarios griegos". No pensaba en Alejandro.
EliminarEl problema que veo para el caso es que, no solo coinciden Plutarco y Justino (no te olvides de Justino) en que fue con los Tríbalos, también lo corrobora Dídimo de Alejandría que resulta una herramienta fundamental para comprobar o refutar teorías sobre las heridas de Filipo, aportando ademas, información muy precisa y detallada. Se cree que tuvo acceso al informe de Teopompo, fuente principal para todo lo referente a Filipo. Entonces ya son tres los autores antiguos que refieren a los Tríbalos como causantes de la herida de la pierna. Ademas, del texto de Plutarco, Justino y Dídimo, lo que se interpreta no es un "levantamiento" de mercenarios, sino que los Tríbalos le salieron al paso a Filipo impidiendo el transito por su territorio. El motivo por lo que hicieron esto, no esta claro.
Por otra parte la cita de Curcio lamentablemente no indica que tipo de herida. Y para colmo menciona "mercenarios griegos" (1). Al no especificar herida, uno puede incluso interpretar que se trata de la herida del brazo que refiere Demostenes. Unica herida que no encuentra reflejo en el resto de las fuentes. Ni siquiera Dídimo la menciona.
En definitiva, creo que la cita de Curcio es muy interesante, en cuanto a que forma parte de la "tradición" de hacer valoraciones sobre las heridas del rey de Macedonia. Pero que, a mi entender, es difícil relacionarla con alguna de las heridas de la lista de Demostenes.
Igualmente, no deja de ser una referencia interesante sobre un aspecto de la vida de Filipo. Gracias por traerlo al debate aquí.
Saludos
(1) Así como existe una traducción que solo dice "mercenarios", también hay otra que solo menciona "griegos" (la de Mateo Ibáñez de Segovia y Orellana).
Fragmento de la traducción de Mateo Ibáñez de Segovia y Orellana:
Eliminar"(22) Habiéndole, pues, ordenado que partiese al día siguiente, le convidó aquella noche a un festín, en el cual después de haber bebido muy bien el rey, se introdujo a celebrar sus ilustres acciones sin limitarse en sus propias alabanzas, las cuales disgustaron aun a los mismos que no ignoraban eran ciertas. (23) Contuviéronse, sin embargo, los más ancianos hasta que empezó a deslucir los hechos de Filipo y a vanagloriarse de que aquella famosa victoria de Queronea era debida a él, y que le habían usurpado la gloria de tan esclarecida acción la malignidad y celos de su padre; (24) que en la sedición que sobrevino entre macedones y griegos, levantados a sueldo suyo, debilitado Filipo de la herida que recibió en aquel tumulto, se había postrado por tierra, no habiendo discurrido otro recurso más seguro para salvarse que el de fingirse moribundo, y que entonces le cubrió con su escudo, dando muerte a los que intentaban cargarle, (25) pero que su padre nunca quiso confesarle este beneficio, como disgustándose de deber la vida a su hijo; que en la jornada que hizo contra los ilirios obtuvo solo la victoria sin que Filipo se hallase en ella, ni tuviese más noticia de la derrota de sus enemigos que la que le dio en sus cartas; (26) que aquellas acciones eran dignas de alabanza, y no las que habían tenido principio en los que acudían a Samotracia, cuando convenía entrar a fuego y sangre por el Asia; y finalmente, que la grandeza de las suyas excedía de la credulidad de los hombres."
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http://interclassica.um.es/divulgacion/traducciones/obras/historia_de_alejandro_magno__1/libro_viii/mateo_ibanez_de_segovia_y_orellana_ca_1662_principios_s_xviii/capitulo_1_1_26