Mientras el reino de
Alejandro se hacía añicos, en Occidente los griegos luchaban por mantener su
libertad frente a Cartago, en un enfrentamiento que duraba ya dos Siglos. Es
entonces cuando se alza la figura de Agatocles. Odiado y temido por púnicos y griegos
y audaz y astuto como pocos, elaboró un plan único para ganar la guerra a
Cartago: invadir África y vencerlos en su propio territorio.
Ya que tienes tiempo
para contar historias griegas, ¿por qué entonces no nos cuentas más bien que
Agatocles, rey de Siracusa, cuando Sicilia llevaba largo tiempo ardiendo con la
guerra de los cartagineses, pasó a esta misma África y llevó la guerra al lugar
de donde había partido?
Tito Livio (XXVIII, 43, 21); fragmento del discurso de
Publio Cornelio Escipión “El Africano”.
SICILIA ANTES DE
AGATOCLES
Ya desde finales del Siglo VI a.C. la crisis la crisis
social había propiciado la aparición de la tiranía, favorecida por la presión
que ejercían los indígenas y sobre todo los cartagineses sobre las ciudades
griegas del Este. Con éxito cambiante, Gela, Siracusa o Agrigento asumieron una
tímida hegemonía griega en la isla, que sin embargo era incapaz de formar un
frente común en contra de los cartagineses. De hecho, muchas ciudades griegas
se sentían cómodas en amistad con los púnicos, tal es el caso de Himera o
Selinunte.
A la gran derrota sufrida por Cartago en la batalla de
Himera (480 a.C.) siguió un periodo en el que las tiranías desaparecen, en
parte debido a la falta de habilidad de los tiranos para perpetuarse en el poder
como también por las aspiraciones de los ciudadanos, hartos de dirigentes
autárquicos. Sin embargo esto provocó una serie de luchas internas que crearon
un vació de poder que aprovechó Siracusa para extender su influencia por toda la isla. Y es esta situación la que encuentran los atenienses en 415 a.C.
cuando realizan su expedición siciliana, provocada en parte por este
imperialismo siracusano.
Ante la debilidad griega, los cartagineses consideraron que
era el momento de rehacerse, y en un corto espacio de tiempo destruyeron
Selinunte e Himera y conquistaron Agrigento, Gela y Camarina. Ante el empuje
enemigo, se alzó la figura de Dionisio que en un principio intentó frenarlo sin
éxito para después pactar con los cartagineses, reconociendo sus conquistas a
cambio de que él tendría el dominio sobre Siracusa. Había vuelto la tiranía.
La paz proporcionó a Dionisio la tranquilidad suficiente
para realizar reformas en su ciudad, confiscando de forma calculada tierras a
los más ricos para regalarlas a los menos pudientes o invertirlas en la
contratación de mercenarios que le ayudarían a afianzar su poder. También puso
mucho cuidado de proteger la ciudad, fortificando la isla de Ortygia[1]
y amurallando todo el perímetro de la ciudad. Pronto retomó la idea imperialista,
tomando Catana, Naxos y Leontini; declarando la guerra a Cartago, que tras una
guerra de suerte cambiante, arrinconó en el extremo Noroccidental de la isla; y
extendiéndose por la Magna Grecia y el Adriático.
Sin embargo, su hijo y sucesor, Dionisio II, no tenía la
misma habilidad política ni militar y pronto echó a perder las conquistas de su
antecesor, así como creó gran malestar entre los ciudadanos, que terminaron por
sublevarse, iniciándose un periodo de gran inestabilidad política y social. Dionisio
II estaba siendo asediado en su fortaleza de Ortygia, cuando llegó a la ciudad
el corintio Timoleón, propiciado por el reclamo de ayuda de los siracusanos
(año 344 a.C.).
Tras derrotar a Hicetas, tirano de Leontini, que con ayuda
de Cartago aspiraba a hacerse con el control de Siracusa, y pactar la rendición
de Dionisio II, Timoleón se pudo dedicar a restaurar la ciudad. Estableció un
gobierno popular sobre la base de las leyes democráticas de Diocles[2]
y demolió la ciudadela de Ortygia, símbolo de la tiranía, erigiendo un tribunal
de justicia en su lugar. Y para terminar de dar brillo a su gobierno, derrotó a
los cartagineses en la batalla de Crimiso, estableciendo la frontera de los
púnicos en el río Halycus y comprometiéndose estos a no dar más apoyo a los
tiranos.
EL ASCENSO DE
AGATOCLES
Parece ser que Agatocles tuvo un origen humilde, y el mismo
Diodoro se pregunta retóricamente como llegó a convertirse en tirano. Su padre,
Corcino, era un exiliado de la ciudad de Regio que habitaba en la ciudad
siciliana de Thermes[3],
que estaba en manos púnicas, donde se casó con una mujer del lugar. Cuando
Agatocles contaba con 18 años de edad (año 343 a.C.), su familia se trasladó a
Siracusa debido al llamamiento que hizo Timoleón de Corinto, de que concedería
la ciudadanía siracusana a todos aquellos que lo desearan[4].
Aún en tiempos de Timoleón, comenzó su carrera militar. Los
intereses políticos de Siracusa lo llevaron a combatir tanto en Sicilia como en
la península itálica, donde se distinguió como soldado, ante todo por su
audacia, ascendiendo con rapidez. Una vez retirado Timoleón de la esfera
política (año 337 a.C.), el estratego Demas[5]
se fijó en él y lo ascendió a quiliarca[6]
para la guerra contra Akragas[7].
Aprovechando la muerte del general, Agatocles se casó con su viuda, heredando
toda su fortuna y convirtiéndose de la noche a la mañana en uno de los hombres
más ricos de la ciudad.
Moneda con el busto de Agatocles. |
La retirada de Timoleón había devuelto las luchas entre oligarcas
y demócratas a Siracusa. Entre los primeros destacaban Heráclides y Sosístrato,
que nombraron general a Antander, hermano de Agatocles, para ir en auxilio de
Crotona que estaba siendo asediada por los brucios. Agatocles por su parte se
había alineado con los demócratas, pero aún así acompañó a su hermano como
quiliarca, destacando nuevamente. A su vuelta a Siracusa estalló el
enfrentamiento contra los oligarcas, que le negaron el honor a su mérito, a lo
que Agatocles respondió acusándolos de aspirar a la tiranía.
La situación de Agatocles se volvió insostenible y tuvo que
marcharse, comenzó una carrera como líder mercenario actuando en el sur de
Italia. Fracasó en un intento de instaurar por la fuerza a los demócratas en
Crotona, con lo que tuvo que huir a Tarento que lo contrató como mercenario. Pero
pronto lo despidieron, temerosos de su ambición y maquinaciones. Sus pasos le
llevaron a Regio, ciudad natal de su padre, en donde rechaza un ataque de los
propios siracusanos. Este hecho hizo que la posición de Sosístrato y Heráclides
se debilitara enormemente, y la oligarquía fue finalmente derrocada,
instaurándose de nuevo los demócratas y pudiendo regresar Agatocles a Siracusa
(año 322 a.C.).
Diodoro (XIX, 4, 3) informa que la totalidad de los
integrantes de la cámara de los seiscientos oligarcas fueron expulsados de la
ciudad. Es entonces cuando estalla una guerra abierta entre los oligarcas y los
demócratas. Cartago, que no quiso perder la oportunidad de ganar poder en la
isla apoyó a Sosístrato y los demás exiliados, con lo que a su vez Siracusa le declara
la guerra a los púnicos.
Como general, el astuto Agatocles consiguió algunos éxitos
contra Cartago, pero no consiguió una posición fuerte en la política de la
ciudad. Los ciudadanos, temerosos de que su ambición le llevara a aspirar a la
monarquía llamaron a un general extranjero para que se hiciera cargo de la
guerra. Siguiendo las doctrinas de Timoleón, las guerras extranjeras las
debería liderar un corintio, y la ciudad del Peloponeso envió a Acestórides. El
griego reconcilió a demócratas y exiliados, que volvieron a la ciudad, y firmó
una paz con los cartagineses, con lo que Agatocles, nuevamente en una posición
inestable debió exiliarse.
Ahora Agatocles se hace con un ejército mercenario pagado de
su bolsillo y empieza a amenazar las posiciones tanto de siracusanos como de
cartagineses. Tanto es así que incluso se atreve a asediar Siracusa, que, en un
giro inesperado, pide ayuda a Amílcar, comandante púnico en la isla. Pero
Agatocles pacta con Amilcar y este abandona la ciudad a su suerte, con lo que
Agatocles es invitado a regresar y, prometiendo que no aspiraría a la tiranía,
fue renombrado general (año 319 a.C.).
Mercenarios samnitas, apulios y campanos. |
Una vez Agatocles se había deshecho de todos sus opositores
reúne a la asamblea y anuncia que limpiará la ciudad de aspirantes a la
monarquía y velará por la seguridad de la democracia al tiempo que anunciaba su
retirada de la vida política. Pero el pueblo le pide que no los abandone y
rogándole que siga siendo general[10],
lo cual este acepta con la condición de no compartir el cargo con nadie más.
Así es elegido estrategos autocrator,
reuniendo en su persona los mismos poderes de un monarca (año 317 a.C.).
Ahora en el poder tomó medidas populares como la supresión
de las deudas y un reparto equitativo de las tierras entre los pobres.
Constitucionalmente no se trataba de una tiranía, ya que había sido electo,
siendo sus poderes extraordinarios legitimados por una decisión democrática. De
hecho, Agatocles era bastante accesible al pueblo, ni siquiera contaba con
guardia personal, en contraste con otros tiranos. Revisó los ingresos públicos
y empezó a proveerse de armas y navíos para fortalecer la flota en vista de la
expansión que tenía en mente.
EL INICIO DE LA
TERCERA GUERRA SICILIANA
Su ambición expansionista lo llevó a tomar la acrópolis de
Messene (año 315 a.C.), pidiendo un rescate de 30 talentos de plata para
devolverla. Sin embargo, no sólo no la devolvió sino que atacó, sin éxito, la
propia ciudad. Su fracaso se debió en parte a la acción de los exiliados y
finalmente por la intervención de Cartago, que como intermediaria logró la paz.
Infantería Púnica. Como resultado de las constantes guerras contra los griegos en Sicilia, los cartagineses habían adoptado desde hacía tiempo el estilo de lucha hoplita. |
Así, nuevamente sin un líder, Messene, Gela y Akragas se
vieron obligadas a firmar la paz con Agatocles, otra vez con Cartago como
mediadora. Sin embargo, el siracusano atacó a las tres ciudades, aumentando su
poder enormemente. Y en vista de que Cartago atacaría con prontitud[12]
se armó y contrató nuevos mercenarios, aumentando su número a 10.000 infantes y
3.500 caballos[13].
Sin un poderoso ejército cartaginés en la isla, Agatocles
pudo actuar con libertad durante un tiempo. Es entonces cuando se hace con
Messene y Tauromenium, donde se refugiaban algunos de los oligarcas exiliados,
matando a 600 de ellos.
Su siguiente objetivo era Akragas, pero ante la llegada de
los cartagineses con 60 navíos desistió, atacando en cambio el territorio
púnico de Sicilia. Dinocrates, general de los exiliados en Akragas, consiguió
un pequeño éxito al tomar Galeria, pero pronto es frenado por los generales
enviados por el tirano, Pasifilo y Demófilo, y retoman la ciudad. Por su parte,
los cartagineses habían avanzado posiciones, llegando su flota a entrar en el
puerto de Sirausa, pero sin mayores éxitos, y estacionando su ejército en la
colina de Ecnomos, en el territorio de Gela, pero al negarse a combatir
aceptaban la superioridad de Agatocles, que para el año siguiente (311 a.C.) ya
había conquistado casi todas las ciudades de la isla, incluida Gela[14].
Cartago, decidida a continuar la guerra con más vigor, envía
una flota de 130 naves al mando de Amílcar, hijo de Giscón, (no confundir con
el anterior general, que ya estaba muerto). Comandaba un ejército considerable,
con 2.000 ciudadanos, 10.000 africanos, 1.000 mercenarios etruscos y otras
tantos baleares y 200 carros. Pero una tormenta dañó la flota y diezmó al
ejército, teniendo Amilcar que contratar mercenarios que suplieran las pérdidas
al llegar. Cuando estuvo listo se unió al ejército que acampaba cerca de Gela,
sumando un total de 40.000 infantes y 5.000 caballos según Diodoro.
Agatocles sabía que con la presencia de un ejército tan poderoso,
muchas ciudades se pasarían al enemigo. En especial sospechaba de Gela, con lo
que introduciendo a su ejército, masacró a 4.000 de sus ciudadanos, confiscando
sus propiedades y estableciendo una fuerte guarnición.
Mapa de Siracusa a finales del Siglo IV a.C. (Clic para ampliar) |
Agatocles se vio obligado a regresar a Gela. Amílcar vio que
sería imposible tomarla y decidió hacerse con las fortificaciones y
ciudades que el tirano dominaba.
Camarina, Leontinos, Catana y Tauromenio enviaron embajadores y se unieron a
los cartagineses, ejemplo que siguieron pocos días después Messene y Abacaenum
entre otras. Por su parte, ante tal pérdida de influencia, Agatocles se vio obligado
a regresar a Siracusa y prepararla para el asedio.
LA INVASIÓN DE ÁFRICA
Con la derrota en Himera, Agatocles había perdido la mayor
parte de su ejército y se veía imposibilitado de realizar un contraataque
contra Amílcar, que ahora dominaba casi toda la isla y tenía superioridad en
tierra y mar.
Es entonces cuando el tirano decide llevar a cabo una
empresa arriesgada y del todo imprevista: atacar la propia ciudad de Cartago.
Dejando una fuerte guarnición en Siracusa al mando de su hermano Antander,
viajaría a África acompañado de sus hijos adultos Heráclides y Archagatus y
unos 14.000 hombres, tratando de que el enemigo desviara parte de sus fuerzas
hacia allá y derrotarlos gracias al apoyo de los aliados africanos que se le
revelaran.
Para financiar la expedición pidió préstamos a los
mercaderes, tomó ofrendas de los templos y confiscó joyas a las mujeres y, ante
la queja de algunos, los mandó asesinar y confiscó sus bienes. Para asegurarse
que en su ausencia la ciudad le seguiría siendo fiel, separó parientes, dejando
a unos y llevándose a otros. Y para aumentar el número de soldados liberó a los
esclavos aptos para el servicio militar.
Imagen de Cartago. (Clic para ampliar) |
Agatocles había preparado una potente flota de 60 naves para
la empresa, pero los cartagineses le bloqueaban el puerto con aún más barcos. Aprovechando
que los púnicos salieron a interceptar unos barcos mercantes que traían grano,
los siracusanos salieron del puerto a toda velocidad. Los cartagineses,
pensando que Agatocles salía para prestar ayuda, formaron para la batalla, pero
viendo que la flota pasaba de largo emprendieron la persecución, que hubiera
tenido éxito de no ser por la llegada de la noche. Lo cierto es que Agatocles
no había contado su plan a nadie salvo a su hermano, y todos pensaban que se
dirigiría a Cerdeña o Italia en misión de saqueo. Se puede fechar exactamente
este suceso ya que al día siguiente Diodoro nos narra que hubo un eclipse solar
(15 de Agosto de 310 a.C.), que los hombres de Agatocles lo interpretaron como
un mal presagio.
Tras seis días de viaje, al amanecer vieron a la flota
cartaginesa que les estaba dando alcance, pero gracias a que tenían más hombres
embarcados lograron repeler el ataque y llegar a tierra en Latomiae (“Las
Canteras”), cerca del Cabo Bon, antiguamente llamado Promontorium Mercurii.
Una vez a salvo construyó una empalizada defensiva, realizó
sacrificios a Démeter y Corê y convocó asamblea. Allí declaró que los dioses
los habían llevado a salvo a África y en pago daría sus barcos al fuego. La
realidad era que así se aseguraba que sus hombres tendrían que luchar para
salvarse, al tiempo que se ahorraba tener que dividir su pequeño ejército para
proteger las naves.
Para superar el abatimiento que había nacido en la
expedición tras ver los barcos arder, Agatocles condujo a su ejército a la rica
ciudad de Megalepolis[15],
que saqueo sin piedad aumentando así la moral de sus hombres. Los cartagineses,
que nunca habían sido atacados en su propio territorio estaban sorprendidos y
no tenían una fuerza suficiente para contrarrestar el ataque. Aprovechando
esto, Agatocles se movió con rapidez, atacando la ciudad de Tunis Blanca, a tan
sólo 12 Km. de la propia Cartago[16].
Dueños de las dos ciudades tomadas, los soldados querían guarnecerlas y
depositar allí el botín, pero Agatocles mandó destruirlas y acampar en campo
abierto.
Mientras esto sucedía, los hombres de la flota cartaginesa
que habían perseguido a Agatocles, tomaron los espolones de las naves
calcinadas y los llevaron a Cartago para informar de lo sucedido. Una vez en la
ciudad, calmaron el desanimo reinante, surgido al pensar que las fuerzas de
tierra y mar de Sicilia habían sido derrotadas, pues les parecía impensable que
Agatocles se aventurara fuera de su ciudad dejándola mal defendida.
Una vez pasado el pánico, Cartago pasó a la acción. En
primer lugar reprendió a los comandantes de la flota por permitir la invasión
cuando tenían todo a su favor; después se nombró generales a Hannon y Bomilcar,
que comandarían un numeroso ejército[17].
Aunque muy superiores en número a los griegos, estas tropas, reclutadas a toda
prisa, no tenían ni la experiencia ni la disciplina de aquellos, lo que los
llevó a una derrota sin paliativos.
Derrotados y con el enemigo acampando frente a su ciudad,
los cartagineses pidieron ayuda a Amílcar, que envió 5.000 hombres de refuerzo
y ordenó que se empezara a hablar sobre la derrota siracusana tanto de su flota
como de su ejército al tiempo que exigía la rendición de Siracusa enseñando los
espolones de bronce de la flota calcinada como argumento. En la ciudad se dio
dispareja credibilidad a esto y 8.000 descontentos fueron expulsados, los
cuales fueron acogidos por Amílcar que ya se dirigía a Siracusa para asediarla.
Ahora ambas capitales se veían cercadas por ejércitos enemigos sin que
existiera algún tipo de apoyo cercano.
Agatocles fortificó el campamento cerca de Tunis y dejó una
guarnición, para moverse luego a lo largo de la costa para ir tomando ciudad
por ciudad. Rápidamente cayó Neapolis y luego Hadrumeto[18]
que se rindió mientras los cartagineses hacían un infructuoso intento de
recuperar Tunis. Posteriormente cayó Thapsus[19]
por la fuerza, haciéndose Agatocles con el control de toda la costa del levante
cartaginés. Según informa Diodoro, los siracusanos se hicieron con el control
de más de 200 ciudades, bien por la fuerza o por la persuasión. Seguramente en
este punto comenzó a recibir el apoyo de los libios, hartos del yugo que les
imponían los cartagineses, uniéndose muchos a su ejército.
Mientras Agatocles marchaba ahora al interior, los
cartagineses pudieron realizar un contraataque gracias a los refuerzos enviados
desde Sicilia, retomando algunas de las ciudades perdidas. Parece que tuvieron
bastante éxito ya que un caudillo Libio, de nombre Aelymas, decidió abandonar
la alianza con Agatocles para volver con sus antiguos amigos. Sin embargo, este
pequeño cambio en los acontecimientos duró poco, ya que Agatocles realizó un ataque
nocturno contra el campamento púnico matando a unos 2.000 enemigos y tomando
otros tantos prisioneros; y poco después derrotaba y daba muerte a Aelymas.
Toda fuerza cartaginesa había quedado desmantelada y tan sólo la llegada del
invierno pudo detener al tirano de Siracusa.
SITUACIÓN DESESPERADA
PARA CARTAGO
El año siguiente (309 a.C.) siguió siendo favorable a los
intereses de Agatocles, ya que Amílcar fue capturado y muerto tras ser
torturado humillantemente. Había realizado un impetuoso ataque contra las
propias murallas de la ciudad tras destruir campos y capturar Olympieum[20].
Quizás las noticias que llegaban desde África o las órdenes por parte del
senado cartaginés lo apremiaron más de lo razonable cometiendo un error. Fue
vencido en un ataque nocturno acometido contra Euryelus[21],
cuando los siracusanos, que habían advertido sus intenciones, cayeron sobre los
desprevenidos cartagineses. Caía así el mejor general cartaginés, cuya cabeza
fue enviada a Agatocles.
La victoria parecía ya decidida para Siracusa. Pero es ahora
cuando Akragas, vencidos los cartagineses y con Siracusa al borde de la
hambruna debido al bloqueo de su puerto por la flota púnica[22],
se ve en disposición de conseguir la supremacía en Sicilia. Eligen como general
a Xenodicus, que rápidamente toma Gela por traición y se hace con la ciudad
propúnica de Herbessus, derrotando a la guarnición que la defendía. Luego se
dirige al Sureste, tomando Echetla, Leontini y Camarina[23],
que habían sido reconquistadas por los siracusanos al marcharse el ejército
cartaginés.
África era un hervidero. Agatocles tuvo que sofocar un
conato de rebelión de sus hombres después de que su hijo Archagathus matara a
un alto oficial, pero obtuvo dos pequeñas victorias sobre los cartagineses, que
habían marchado contra los númidas que habían desertado. Sin embargo, el
campamento siracusano fue atacado por los propios númidas durante la segunda
batalla y se perdió parte del botín.
Amo de todo el campo, Agatocles se veía sin embargo incapaz
de someter a la propia Cartago. Dueña del mar y bien defendida por sus
murallas, podía ser abastecida sin problemas por los navíos llegados desde las
fértiles tierras de Cerdeña y Sicilia. Convencido de que necesitaba un ejército
mayor para dar el golpe definitivo, decidió enviar a Orthon de Siracusa a
Cirene para solicitar la alianza con Ophellas, general de Ptolomeo, que había
restaurado la oligarquía en la ciudad, donde había quedado como gobernador[24].
Los términos del tratado dictaminaban que Ophellas gobernaría toda Libia y
Agatocles Sicilia, ya que a este no le interesaba una tierra tan lejana y
peligrosa de alcanzar debido a las constantes tormentas, pero que no podría
conquistar Sicilia hasta que el poder de Cartago hubiera desaparecido. El
ambicioso Ophellas acepta y rápidamente se puso en movimiento haciendo un
llamamiento en Grecia[25]
para que se unieran a la expedición. Finalmente parte con más de 10.000
infantes, 600 caballos, 100 carros y más de 300 aurigas; más otros 10.000 no
combatientes, algunos con mujeres e hijos para colonizar las tierras
conquistadas.
Mientras su nuevo aliado llegaba, parece que Agatocles no se
mantuvo ocioso y fundó la ciudad de Aspis (la Clupea romana y actual Kelibia)
como base naval[26]
(año 308 a.C.).
Caballería griega y carro de guerra. |
Tras un duro viaje por el desierto de más de dos meses, la
expedición llega al campamento de Agatocles y se instala a corta distancia. El
tirano de Siracusa trata a Ophellas con amabilidad (incluso, según Justino 22,
7, 5 le ofrece a su hijo Heráclides en adopción), pero cuando la mayoría de sus
hombres están forrajeando atacó su campamento, le dio muerte e hizo deponer las
armas al resto, ofreciéndoles que se unieran a su ejército; algo que dadas las
circunstancias tuvieron que aceptar.
Este aumento de tropas enemigas tuvo que sentar bastante mal
en Cartago, que ya no sólo veía peligrar seriamente su hegemonía en el
Mediterráneo Central, sino también su propia supervivencia. Tanto es así que
Bomilcar, aquel general que huyera del campo de batalla en Tunis, intentó
hacerse con la tiranía de la ciudad con el apoyo de un grupo de mercenarios.
Sin embargo, la propia ciudadanía le hizo frente, derrotándolo y dándole
muerte.
CAMBIO DE RUMBO EN LA
GUERRA
Al año siguiente (307 a.C.) Agatocles se dirigió al Norte y toma
Útica[27]
e Hippo Acra (Hippo Diarrhytus)[28].
Siendo por fin amo de todo el litoral y el interior, podría atacar a Cartago
sin oposición. Sin embargo, las noticias llegadas desde Sicilia sobre los
avances de sus enemigos políticos lo alarmaron y se decidió a volver de
inmediato. Dejando a su hijo Archagathus al mando, viajó a Siracusa con 2.000
soldados[29].
No en vano, Xenodicus había liberado muchas ciudades, pero
justo cuando Agatocles arribaba en Selinunte y tomaba Heraclea Minoa, era
derrotado por Leptines y Demófilo, generales que el tirano había dejado en la
isla. Tras esto, Agatocles se dirige al Norte, tomando Cephaloedium y
Apollonia, pero fracasando en Centuripae. Deinocrates, nuevamente nombrado
líder de los exiliados oligarcas, se hace cargo de la política de Akragas y
desafía al tirano en campo abierto con 20.000 infantes y 1.500 caballos,
obligándolo a retirarse.
Por otro lado, Archagathus comienza una serie de campañas
hacia el interior. Su general Eumachus logra tomar Tocae (Thugga?), Asphodelodes
(desconocida), Meschela (Maktar?), una segunda Hippo Acras y Acris (ambas
desconocidas); mientras él decide quedarse en Tunis vigilando los movimientos
del enemigo. El senado cartaginés decide entonces formar tres ejércitos de los
cuales uno iría por la costa y otros dos por el interior. Pensaban que así el
enemigo debería dividir sus fuerzas y retirarse del asedio de Cartago, que
aunque abastecida por mar empezaba a pasar hambre debido a que muchos de otras
ciudades se habían refugiado entre sus muros. Diodoro informa que se ponen en
movimiento un total de 30.000 hombres, mientras que por el lado siracusano
debería haber por aquel entonces un número similar, repartido a partes iguales
entre los que iniciaron la expedición con Agatocles, los antiguos hombres de
Ophellas y los aliados libios, que son divididos a su vez en otros tres
ejércitos que operarían allí donde se movieron los cartagineses. La estrategia
púnica funcionó a la perfección y los dos ejércitos siracusanos que se movían
por el interior fueron derrotados, muriendo unos 12.000 infantes y 1.000
caballos entre ambos contingentes.
Archagathus volvió de inmediato a Tunis donde reunió a los
supervivientes y mandó mensajeros a Sicilia para informar a su padre de lo
sucedido e instarlo a que volviera cuanto antes. La situación se tornó
desesperada cuando ahora eran los cartagineses los que asediaban Tunis, donde
los griegos se preparaban para la hambruna.
Agatocles preparó 17 buques de guerra para ir en ayuda de su
ejército en África aunque la situación en Sicilia estaba lejos de ser
controlada ya que la influencia de los exiliados no dejaba de aumentar y los
cartagineses cerraban el puerto de Siracusa con 30 navíos. Es entonces cuando
llega ayuda desde Etruria en forma de 18 naves de refuerzo y entre ambas flotas
consiguen derrotar a los cartagineses que fueron rodeados, perdiendo 5 naves.
No se sabe cuando Agatocles formó la alianza con los etruscos, tal vez había
sido recientemente, pero lo que es cierto es que estos estaban en guerra contra
Roma, una aliada de Cartago. Ahora además, roto el bloqueo, Siracusa podía
volver a abastecerse.
Llegado de nuevo a África, Agatocles se encuentra al
ejército totalmente desanimado, pero insta a sus hombres a presentar batalla.
Contaba con unos 6.000 griegos, 3.000 mercenarios samnitas, etruscos y celtas,
unos 10.000 libios de lealtad dudosa, 1.500 jinetes y gran cantidad de carros
de guerra[30].
Sin embargo, los cartagineses, protegidos por la seguridad de los terrenos
altos, le niegan la batalla. Decidido a salvar la situación, Agatocles intenta
un ataque al campamento enemigo, pero debe retirarse sin resultados tras haber
perdido 3.000 hombres, a los que se sumarían otros 4.000 en el tumulto que se
formó durante la noche cuando 5.000 libios decidieron desertar y pasarse a los
cartagineses.
EL FINAL DEL
CONFLICTO
Habiendo perdido más de la mitad de su ejército, Agatocles
se veía incapaz de presentar batalla y decide abandonar Libia. Carecía de
transportes para todos y los cartagineses dominaban el mar, por lo que sería
más seguro marchar con un grupo selecto en el menor número de embarcaciones
posible. Entre los que iba a dejar atrás se encontraba su propio hijo
Archagathus, que sin embargo sospechaba de los planes de su padre y, para
evitarlos, decide contarlo al resto de oficiales, que prenden al tirano y lo
ponen bajo custodia.
Pero el destino se iba a poner del lado del tirano. Los
cartagineses avanzaron dispuestos a poner fin a la molesta presencia griega, se
dio la voz de alarma y cundió el pánico en el campamento. Por clamor de los
soldados rasos Agatocles fue liberado para que los liderara, pero en cambio
este sale del campamento en secreto y zarpa hacia Sicilia (alrededor del 1 de
Noviembre del 307 a.C.). Había abandonado a sus dos hijos, Archagathus y
Heráclides, que fueron asesinados por sus propios hombres en cuanto se
enteraron de la marcha de su líder[31].
Los oficiales que quedaban decidieron pedir la paz a los
cartagineses, que la firmaron en términos bastante favorables: los griegos
devolverían todas las ciudades a cambio de obtener 300 talentos; y los que lo
desearan podrían servir como mercenarios a los cartagineses, siendo los demás
llevados a Sicilia y establecidos en Solunto[32].
Pese a la generosidad púnica y la traición de Agatocles, algunos oficiales que
estaban al frente de unas cuantas ciudades tomadas se negaron a entregarlas,
aferrados a la esperanza de que Agatocles regresara, siendo atacados y muertos
todos ellos.
Al año siguiente (306 a.C.) Agatocles aún pretendía
continuar la lucha pero carecía de recursos. Con el reducido ejército que le
restaba invadió territorio púnico, tomó la ciudad de Segesta y la saqueó. Es
allí donde se entera de la muerte de sus dos hijos e iracundo mandó una carta a
su hermano Antander para que diera muerte a todos los familiares de quienes
habían participado en la campaña africana, aconteciendo una nueva masacre en la
ciudad. Viendo pocas salidas favorables al conflicto, decidió pedir la paz a
Deinocrates: él renunciaría a ser tirano de Siracusa y los exiliados podrían
volver a cambio de que recibiera las fortalezas de Thermes y Cephaloedium junto
con sus territorios. Pero Deinocrates rechazó el trato. Como líder de los
exiliados oligarcas contaba con mucho poder y si la democracia volvía a
Siracusa tendría que contentarse con ser uno más entre tantos ciudadanos.
Cansado de que aquel alargara las negociaciones inútilmente, Agatocles lo
denuncia a los exiliados y firma la paz con los cartagineses. Cartago recobraría
las ciudades que controlaba con anterioridad al inicio de la guerra pero a
cambio entregaría 200 talentos de plata y 200.000 raciones de trigo.
SUCESOS POSTERIORES Y
LEGADO
Ahora sin tener que preocuparse por los cartagineses, Agatocles
se pudo ocupar de los oligarcas exiliados, a los que venció en Torgium[33].
Tras la derrota de su ejército, Deinocrates traicionó la causa de sus iguales y
pactó con el tirano, que lo nombró general. La esperanza de que la democracia
volviera a Siracusa quedaba así lapidada.
En el 305 o 304 a.C. Agatocles se nombró rey, siguiendo su
modelo los sucesores helenísticos. Sin embargo, el título no lo asoció a un
país o un pueblo, sino que fue puramente personal, abarcando todo el territorio
que pudiera conquistar. Siracusa parece que fue la excepción, teniendo un
estatus especial quedando al margen del reinado; allí tan sólo tenía el título
de general y de hecho no contaba con ningún símbolo de la realeza, como la
tiara.
En los sucesivos años, Agatocles se hizo con el control de
toda Sicilia a excepción de Akragas y el territorio cartaginés, para luego
volcar su atención a Italia meridional. Allí vence a brucios y lucanos en
guerra contra Crotona y Tarento y posteriormente consigue una cabeza de puente
en el Adriático al ocupar la isla de Corcira (298 a.C.) la cual ofrecería como
dote de su hija Lanassa en su boda con Pirro de Epiro, para poco después romper
la alianza y entregar hija e isla a Demetrio Poliorcetes, sumergiéndose en los
juegos de poder que azotaban a los reinos Helenísticos.
Su última empresa iba a ser una nueva invasión al África
cartaginesa. Consciente de que no podía vencer a Cartago sin tener el dominio
del mar, preparó una flota de 200 naves; y contrató numerosos mercenarios,
entre los que se encontraban los mamertinos, protagonistas del inicio de las
hostilidades entre Roma y Cartago. Sin embargo la muerte lo sorprendió antes de
ponerla en marcha (año 289 a.C.).
Los detalles de su muerte son muy dudosos y están envueltos
en la guerra de sucesión que estalló entre su hijo Agatocles y su nieto
Archagathus, hijo de Archagathus. El designado para la sucesión había sido su
hijo de su segundo matrimonio Agatocles, pero su nieto, disgustado con la
decisión mandó asesinarlo. Tras esto, preocupado, el rey mandó de vuelta a
Egipto a su tercera esposa, Theoxena, junto a sus dos hijos pequeños para
protegerlos, y restaura la democracia en Siracusa, muriendo poco después por
causas naturales según algunos (Justino 23, 2, 3) o envenenado por orden de
Archagathus según otros (Diodoro 21, 16, 4). Había vivido 72 años y gobernado
durante 28 en los que había demostrado ser astuto, audaz y ambicioso, un
excelente general de mercenarios, un hábil demagogo y un enemigo implacable y
sin escrúpulos.
Tras su muerte, los ciudadanos de Siracusa intentaron borrar
todo rastro del tirano en la ciudad, confiscando sus bienes y derribando sus
estatuas; y quedando libres las ciudades subyugadas.
Más allá de su legado como ejemplo de tirano, en especial
por Maquiavelo en su tratado de política El
Príncipe; la expedición africana de Agatocles sirvió como modelo a los
enemigos de Cartago, en especial Roma, enseñándoles que para vencerla había que
atacarla en su propio territorio.
Autor: Alejandro
Ronda
BIBLIOGRAFÍA ANTIGUA:
Diodoro Sículo: Biblioteca
Histórica.
Marco Juniano Justino:
Epitome.
Tito Livio (1990 - 1997): Historia de Roma desde su
fundación, 8 vol., Ed. Gredos.
Polibio de Megalópolis (1990): Historia
Universal bajo la República Romana, Gredos.
Apiano de Alejandría: La
Guerra de Aníbal.
Estrabón: Geografía.
Paulo Orosio:
Historiae Adversus Paganos.
Polieno: Estratagemas.
Dión Casio: Historia
Romana.
Plutarco: Vida de
Timoleón.
Cornelio Nepote:
Timoleón.
BIGLIOGRAFIA MODERNA:
Duncan Head
(1982): Armies of the Macedonian and Punic wars (359 BC
to 146), Wargames Research Group.
H. J. W. Tillyard: Agathocles.
Pierre Grimal: El
Mundo Mediterráneo en la Edad Antigua: El Helenismo y el Auge de Roma.
María José Hidalgo de la Vega: Historia de la Grecia Antigua.
[1]
Era una pequeña isla donde se asentaron los primeros colonos que fundaron
Siracusa en 734 a.C.
[2]
Legislador, político, orador y militar siracusano del Siglo V a.C.
[3]
Moderna Termini, fundada como colonia cartaginesa en 407, pero con gran
cantidad de habitantes de origen griego, sobre todo de la cercana Himera,
destruida dos años antes.
[4]
Debido a la guerra contra Cartago y las luchas intestinas, Siracusa había
quedado despoblada.
[5]
Justino (22, 1, 12) lo llama Damascón.
[6]
Literalmente “mando de mil hombres”, designaba una función militar y
administrativa en el reino macedonio y las posteriores monarquías helenísticas.
Por tanto no era un mando establecido en las ciudades griegas de Occidente,
siendo esto un fallo terminológico de las fuentes, que sin embargo no debe
distraernos de la cuestión de que Agatocles fue ascendido a alto oficial.
[7]
La Agrigento romana, nombre que conserva en la actualidad. La segunda ciudad
más grande de Sicilia en aquella época.
[8]
Puede que se trate de la actual Nicosia, en la provincia de Enna.
[9]
Como si de una broma se tratara dado el final, los había reunido en el
Timoleontium, un gimnasio cerca de la tumba de Timoleón.
[10]
Según Diodoro (XIX, 9, 3), Agatocles había distribuido a sus seguidores entre
la multitud para que lo aclamaran.
[11]
Allí en Esparta era odiado pues se había opuesto a la resolución que exulpaba
del desastre de la batalla de Megalópolis en 331 contra Antípatro a los que
habían huido.
[12]
De hecho los aliados de los cartagineses acusaron a Amilcar de traición y este
fue condenado, muriendo antes de que la sentencia se llevara a cabo. Diodoro
(XIX, 72, 2) y Justino (22. 3, 2-7)
[13]
Diodoro XIX, 72, 2.
[14]
Aunque las fuentes no expresan el hecho de que Gela cayera en manos de
Agatocles, esto queda implícito teniendo en cuenta que al año siguiente hay una
guarnición siracusana en la ciudad.
[15]
Situación desconocida, pero con toda probabilidad en algún lugar de la
Península de Cabo Bon.
[16]
¿Actual Túnez? Diodoro sitúa la ciudad a 2.000 estadios de Cartago, unos 370 Km.,
con lo que parece imposible que se trate de Túnez. Además, poco después narra
como Agatocles se traslada a un lugar donde era visible desde Hadrumetum y Túnez
al mismo tiempo, con lo que todo hace pensar que se trata de otra ciudad
distinta a la actual Túnez. Sin embargo, Hadrumetum está a 150 Km., con lo que
tampoco se correspondería con las distancias descritas por el historiador. No
podemos pensar otra cosa sino que es un error de Diodoro o una corrupción en el
texto. Ya que Diodoro no narra la toma de cualquier otra ciudad de nombre
Tunis, el calificativo de “Blanca” puede hacer referencia a los acantilados
blancos que hay allí y que tanto Régulo en 254 a.C. como en la Guerra de los
Mercenarios en 239 a.C. se utilizó como base de operaciones contra Cartago, lo
más razonable es pensar que se trata de la actual Túnez. No por ello hay voces
discordantes como la de Holm o Schubert.
[17]
Según Diodoro estaba compuesto por 40.000 infantes, 1.000 caballos y 2.000
carros de guerra; para Justino (22. 6. 5) y Orosio (4. 6. 25) eran un total de
30.000 hombres mandados tan sólo por Hannón.
[18]
Actual Susa, situada a unos 150 Km. de Cartago, bañada por el golfo de
Hammamet.
[19]
Cerca de la actual Bekalta, a 200 Km. al Sureste de Cartago. Era junto con
Hadrumeto y Útica una de las principales ciudades aliadas a Cartago.
[20]
Una pequeña ciudad al Sur de Siracusa, en la orilla del Gran Puerto, cerca de
la desembocadura del río Anapus.
[21]
Era la entrada estrecha en el extremo oeste de la meseta de Epipolas, que se
encuentra por encima de la ciudad por el Oeste.
[22]
En un desesperado intento por romper el bloqueo, los siracusanos atacaron a la
flota púnica con 20 trirremes, pero fueron expulsados a tierra y les capturaron
10 de ellas.
[23]
La primera de las ciudades no se ha identificado, Leontini corresponde a la
actual Lentini y Camarina desapareció aproximadamente en el siglo II de nuestra
era.
[24]
Según Justino (22, 7, 4) es el propio Ophellas el que solicita la alianza.
[25]
Ophellas estaba casado con Eurydice, hija de Milcíades, natural de Atenas.
Cuando aquel murió se casó con Demetrio Poliorcetes (Plutarco, Demetrio 14, 1).
[26]
Estrabón 17, 834, b.
[27]
Diodoro (20, 54, 2-4) nos narra una curiosa y cruel táctica que usó Agatocles
para tomar la ciudad de Útica: habiendo capturado a algunos de sus ciudadanos
en un primer ataque en los campos, los ató vivos a una torre de asedio; los
habitantes de Útica, temerosos de matar a sus conciudadanos, no dispararon sus
arcos hasta que tuvieron la torre encima. Posteriormente, la ciudad cayó en un
ataque a una sección débil de la muralla.
[28]
Según Diodoro (20, 54, 2), estas dos ciudades habían abandonado su alianza con
el tirano, sin embargo según Polibio (1, 18, 8) estas dos eran las únicas ciudades
que habían permanecido fieles a Cartago.
[29]
Según Apiano, Guerras de África, 110, en naves construidas en la recién tomada
Hippo Acra.
[30]
Diodoro (20, 64, 2) nos dice que eran un total de 6.000 etruscos, samnitas y
celtas, pero ya que al iniciar la campaña no eran más de 3.000 y no se informa
de ningún refuerzo adicional, es imposible que alcanzaran aquella cifra. Por
otro lado, también informa de la presencia de 6.000 carros de guerra, número a
todas luces exagerado.
[31]
Polibio (7, 2, 4).
[32]
Actual Solanto. Ciudad cartaginesa al norte de Sicilia, a unos 12 Km. al Este
de Panormus.
[33]
Lugar desconocido.
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ResponderEliminarInteresante trabajo sobre las campañas en Africa de Agatocles, el tirano de Siracusa, contra la potencia del Mediterráneo Occidental: Cartago.
No olvides dejarnos un comentario.
Saludos.
Temática griega! Gracias por mostrarnos otro capítulo de la historia, esta vez de las menos conocidas Guerras Greco-púnicas.
ResponderEliminarUn saludo!!
PD: no habéis pensado en hacer una versión pdf de los artículos? sería genia para descargarlos y leerlos en las tablets o ebooks.
Me encantan estos textos. Muchas gracias.
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