miércoles, 24 de agosto de 2016

DE BELLO GALLICO. César contra Ariovisto, 58 a.C.

Continuamos la saga de eventos que conformaron la famosa Guerra de las Galias, lid que catapultó a Cayo Julio César a los primeros planos de la vida pública en Roma. En este caso repasaremos lo concerniente al enfrentamiento con el rey germano Ariovisto, quien por ese entonces se enseñoreaba de no pocos territorios en la Galia a expensas de ciertas alianzas con los galos Arvernos y Secuános, que sin embargo traicionó impunemente. El problema de Ariovisto sobrepasaba a los galos, y estos últimos no dudaron en pedir ayuda al recientemente victorioso Julio César.



Imagen Idílica para un guerrero Germano.
Prolegómenos / Introducción.
Todavía se ocupaba Cayo Julio César del destino de los Helvecios sobrevivientes a la rotunda victoria de las armas romanas en la batalla de Bibracte, cuando un nutrido grupo de líderes Galos (según César, de casi toda la Galia, lo cierto es que como mucho de los Eduos y de los Secuanos) se presentó ante él con una irrechazable petición.
Encabezados por el noble eduo Diviciaco, relataron a César los apremios que vivían desde que el germano Ariovisto se enseñoreaba territorios dentro de la Galia, precisamente del país de los Secuanos, y amenazaba los de otros pueblos galos. Ejercía una dominación despótica sobre los pueblos dominados, a la vez que abría la puerta para el ingreso a la Galia de más y más gente proveniente de la Germania.
Solicitaron entonces estos galos la intervención de César, recientemente victorioso frente a la coalición de los Helvecios, para acabar con el problema germano, puesto que los sobrepasaba notablemente.
¡Es notoria la suerte de César! Sorprende cómo los acontecimientos se le presentan encadenados a pedir de boca en función de sus objetivos personales ¿Qué mejor excusa necesitaba César para continuar su intervención en la Galia, que el pedido de los propios galos de intervenir en sus asuntos? Tras la victoria contra los Helvecios, no le quedaba más que la opción de retornar a su provincia. Pero el desesperado pedido de ayuda de los Eduos y los Secuanos le abría una nueva posibilidad.
Relatábamos en el anterior trabajo las verdaderas razones de César: Una campaña de conquista que pusiera su nombre en los primeros planos de Roma. La guerra con los Helvecios dio el puntapié inicial, y el presente conflicto con Ariovisto le daba continuidad ¡Y todo en el mismo año!
La excusa de César ahora involucraba a los Eduos (Haedui, Heduos), “amigos de Roma (o hermanos del Senado)(1), a quienes llegará a llamar “hermanos de sangre”. Es decir que Roma, a través de César, acudía en ayuda de sus aliados en la Galia. Amén de lo importante que era cortar de raíz con el problema germano, evitando que pudiera amenazar los territorios romanos de la Galia Narbonense, o la propia Italia.
Hacer la guerra contra Ariovisto, en ayuda de sus aliados le permitía meterse en los asuntos internos de la Galia, mantener la iniciativa, y proseguir con sus planes.
Pero antes de continuar, repacemos los orígenes del problema germano en la Galia.


Mapa 1. Los movimientos de César para el año 58 a.C. desde el 1er enfrentamiento con los Helvecios, hasta la batalla con los germanos de Ariovisto.

Antecedentes.
Para encontrar razones del presente episodio, debemos retroceder al menos 14 años. Puesto que probablemente hacia el año 71 a.C. hace su aparición en la Galia el germano Ariovisto, invitado por los galos Secuanos a participar a modo de fuerza mercenaria extranjera, en los conflictos internos que sacudían la Galia por aquel entonces: la guerra por la hegemonía de la Galia que se disputaban Arvernos y Eduos.
Dicha guerra puede remontarse aún muchos años más en el tiempo. Puesto que ya para el tiempo de la Segunda Guerra Púnica tenemos noticias del poderío de los galos Arvernos(2), y de la supremacía que ejercían en casi toda la Galia. Y en esta búsqueda de poder, eran justamente los Eduos, su mayor obstáculo.
Aunque la primera noticia de este conflicto la tenemos en el año 122 a.C. con el primer pedido de ayuda que los Eduos dirigen a Roma cuando eran aparentemente atacados por una coalición de pueblos encabezada por los Arvernos (ver cuadro “Los Eduos y Roma”).
Resulta que, de tal conflicto, sobreviene finalmente una nueva alianza de los Arvernos pero esta vez con los Secuanos (con los secuanos los Eduos tenían conflictos por el dominio del río Arar(3)). Y por supuesto en contra de los Eduos y sus parcialidades aliadas(4).
Fue que entonces los Secuanos tuvieron la idea de reforzar esta asociación con quince mil fieros guerreros germanos de Ariovisto, a quienes recibieron en sus propias tierras. Por otra parte, algo que aparentemente no es la primera vez que hacían.
La victoria de la alianza llegó tras diez años de lucha. Y la batalla final (ver cuadro anexo) ocurrió en el año 61 a.C., Se conoce como Magetobriga (también llamada Amagetobria, se cree ocurrió en Amage, a 10km de Luxeuil les Bains), y determinó, al parecer, la completa derrota de los Eduos. Quienes perdieron prácticamente toda su “nobleza, su senado, y su caballería(5) entre muertos y rehenes que tuvieron que entregar a los Secuanos.
Diviciaco, sin embargo, logró escapar. El noble eduo que ya mencionamos más arriba, único entre los suyos a quien los secuanos no pudieron doblegar. Y huyendo ese mismo año hacia Roma (61 a.C.), imploró ayuda ante el Senado Romano, atento a las declaraciones de “amistad” que Roma había tenido hacia el pueblo Eduo (“pueblo hermano”). Pero lamentablemente tuvo que volver sin lograr su objetivo.
Sin embargo, los ecos de la guerra llegaban a Roma y, al parecer, algo preocupaban. Pues en el año 60 a.C., el Senado ordenó que ambos cónsules electos(6) asumieran la gobernación de las provincias en la Galia(7) en vista de probables peligros(8).

Tras la victoria, los Arvernos se retiraron a sus tierras más que satisfechos (de hecho, no intervienen ni para el conflicto con los Helvecios, ni ahora con Ariovisto), y los Secuanos se dispusieron a recibir tributo de los vencidos Eduos, al tiempo que despachaban a los germanos hacia el otro lado del Rin. Pero para su sorpresa, los germanos no tenían intención de regresar a sus tierras. Es más, mandaron a llamar más gentes de la germania, incluyendo guerreros y sus familias. Con lo cual, llegaban ahora a ciento veinte mil germanos (entre guerreros y sus familias) de diversas parcialidades o tribus, y se disponen a ocupar una tercera parte de la tierra de los Secuanos.
Enumera César a “harudes, marcómanos, tribocos, vangiones, nemetes, sedusios y suevos” alineados en la batalla que disputará contra Ariovisto. Por lo que al menos seis de estos siete pueblos formaban parte del gentío con el que basaba Ariovisto su poder en la Galia (como ya veremos, los harudes parecen venir después). Quién, ni lerdo ni perezoso, haciéndose cada día más fuerte, inicia sus planes de expansión cuando decide reclamar a los Secuanos que desalojen ahora otro tercio de su territorio, puesto que pronto cruzarían el Rin veinticuatro mil harudes a quienes necesitaba dar alojamiento.
La situación era desesperante. Los propios Eduos, aunque enemistados con los Secuanos por la guerra anterior, entendían la amenaza y también comenzaban a sufrirla. No pudiendo oponerse a los germanos, la tiranía de Ariovisto se hacía sentir con despotismo.
En definitiva, el problema germano acuciaba a los galos. Pero, sobre todo, se presentaba como una nueva oportunidad para que César acrecentara aún más su fama. Según el propio César, incluso otros autores (como PLutarco)(9), la alianza de los Eduos con Roma obligaba a esta última a intervenir cuando existiera la amenaza. Sin embargo, que Diviciaco fracasara en pedir ayuda en Roma, es muestra del poco interés de la Loba en los asuntos de la Galia, salvo en la faz defensiva (lo mencionado más arriba) en cuanto a órdenes precisas para los cónsules de defender las provincias limítrofes. El interés de César, es en realidad otra excusa.
La continuidad de este conflicto con el de los Helvecios, durante el mismo año, era una ocasión que un ambicioso Julio César no podía dejar pasar. En sus palabras, terminaba de defender el territorio romano (el de la prov. Narbonense) de una supuesta amenaza exterior (los Helvecios), y pasaba a inmiscuirse en los asuntos internos de los galos con la excusa de auxiliar a los aliados de Roma (los Eduos).

Ya lo hemos dicho, César no daba puntada sin hilo.

 

Cartas. 
Luego de consolar a los galos y prometer tomar el asunto en sus manos, César evalúa la situación y decide enviar, mediante una embajada, una carta a Ariovisto solicitándole una entrevista en el sitio que mejor le convenga.
La respuesta de Ariovisto no se hizo esperar, y no fue lo que esperaba César. Básicamente le dijo que, si quería verlo, que fuera a su encuentro, y que no entendía que tenía que hacer César en la Galia, “que por conquista era suya”.
César entonces le echa en cara su desagradecimiento por los beneficios logrados por Ariovisto a su expensa. Después de todo había sido declarado “amicus” por el Senado Romano gracias a César. Acto seguido lo amenazo con declararlo hostil justificado en aquella ordenanza del Senado, dictada durante el consulado de Mesala y Pisón, de proteger a los aliados de Roma en la Galia. Demanda entonces, que no condujera más tropas de la Germania a la Galia, y ordena también restituir rehenes.
Ariovisto responde una vez más negativamente. Según él era su derecho como vencedor hacer lo que quisiese con los vencidos, y que, por otra parte, recordaba “que tal era el estilo romano” también, por lo que no entendía cuál era la sorpresa de César. En tanto, negaba todas las demandas del general romano, y si esto no le parecía bien, pues lo invitaba a probar la bravura de sus guerreros.
César decide dar por finalizada las embajadas y ante la noticia de que bandas de germanos (los recientemente llegados “harudes”) talaban los campos de los Eduos, y que guerreros de cien cantones Suevos cubrían las márgenes del Rin ya dispuestos a cruzarlo (eran dirigidos por los caudillos Nasua y Cimberio), ordena a su ejército marchar en busca de Ariovisto.
Queda entonces claro la posición de ambos contendientes. Ariovisto, anteponiendo sus derechos de vencedor, y dejando claro que no obraba diferente a los romanos, pretende mostrarse como el agredido y no como el agresor ante las demandas de César. Por el contrario, el romano esgrime ordenanza del Senado Romano y se declara actuar con derecho a defender a los aliados de Roma.
En medio de esto los galos. Unos urgidos por la amenaza germana dejan hacer y colaboran con los romanos (Eduos y Secuanos). Otros, influenciados por las reyertas internas, y desinteresados por los problemas de sus pueblos hermanos, desisten de intervenir (Arvernos).
En definitiva, César decide dar el primer paso y adelantarse a Ariovisto. Con tres días de marcha, tiene el conocimiento de que el líder germano planeaba tomar Vesontio(10), populosa ciudad de los secuanos, muy bien fortificada y protegida por el río. Además, estaba abastecida de alimentos y armas. Desvía su camino, e incluso marchando de noche, la ocupa sin resistencia, deja una nutrida guardia, y prosigue camino al encuentro de los germanos.

Vesontio celta, romana y actual. Puede apreciarse las excelentes condiciones defensivas que ofrecía su situación. Rodeada por el río Dubis (actual Doubs) por tres de sus lados, y el cuarto cubierto por un escarpado monte que hacía la vez de muralla natural.

Guerrero germano.


Encuentro.
La sorpresa de Ariovisto, al enterarse de que César estaba en marcha y se dirigía hacia él, no debió ser poca. No solo eso, también el romano se le había adelantado a tomar Vesontio ¡Y todo a una velocidad imposible de creer! Tratando de que no se le note el miedo, envía una embajada al general romano, “ya que se había él acercado” (sic), ofreciendo la entrevista que antes había rechazado. Pero como para demostrar lo astuto, pide que la reunión se haga a caballo. Y que de caballería debían ser todos los hombres que acompañen a ambos.
Bien sabía lo falto de buena caballería que estaba César. Quien dependía por entero de los auxiliares galos en esta arma. Y atento a los temores que profesaban los galos para con los hombres de Ariovisto, que los hacía entonces poco confiables. Buena oportunidad para que los germanos se despacharan a César fácilmente. Pero como éste no tenían ningún pelo de tonto (en realidad no tenía ningún pelo), ordena a los celtas entregar sus caballos, pues acudiría a la entrevista con la legión Décima.
Detenidos en lo alto de dos colinas, separadas por una llanura, descendieron a al encuentro uno del otro solo con diez jinetes. A doscientos pasos apostaron ambos al resto de sus fuerzas montadas, y entablaron conversación.
Hablo primero César, repitiendo los mismos reproches y las mismas demandas y exigencias de sus primeras embajadas. A lo que rápidamente respondió Ariovisto, y bajándole el tono a la discusión, que si él estaba en la Galia no era por su voluntad, sino que lo habían invitado. Que no había abandonado su casa en Germania sin esperanza de conseguir fortuna, se justificó. Y, un poco más envalentonado, explicó que habían sido los galos los que movieron la guerra contra él, y que como los había derrotado, estaba en su derecho pedir rehenes o cobrar tributo. Acto seguido, y ahora sí, casi como gritando, cuenta César que le dijo “Pues ¿qué pretende?, ¿por qué se mete en sus posesiones? Que tan suya es esta parte de la Galia, como es nuestra aquélla; que, así como él no tiene derecho a invadir nuestro distrito, del mismo modo tampoco le teníamos nosotros para inquietarle dentro de su jurisdicción. En orden a lo que decía, que los eduos, por decreto del Senado, gozaban el fuero de amigos, no se hallaba él tan ignorante de lo que pasaba por el mundo que no supiese cómo ni los eduos socorrieron a los romanos en la última guerra con los alóbroges, ni los romanos a los eduos en las que habían tenido con él y con los secuanos; de que debía sospechar que César, con capa de amistad, mantiene su ejército en la Galia con el fin de oprimirle; que si no se retira, o saca las tropas de estos contornos, le tratará como a enemigo declarado, y si logra él matarle, complacerá en ello a muchos caballeros y señores principales de Roma, que así se lo tienen asegurado por sus expresos, y con su muerte se ganará la gracia y amistad de todos éstos” (Ces. Gal. 1, 44). Y casi suplicando que el intérprete no tradujera bien este último párrafo, agregó rápidamente que, si César retiraba su ejército, dejándole libre la posesión de la Galia, “se lo pagará con grandes servicios, y cuantas guerras se le ofrezcan se las dará concluidas, sin que nada le cuesten” (Ces. Gal. 1, 44).

El encuentro entre César y Ariovisto. Reconstrucción.

Estaba César a punto de dar su respuesta cuando la caballería germana apostada a los doscientos pasos mencionados, no pudiendo soportar más charla, atacó a la Décima montada arrojando piedras y dardos. Dio entonces por finalizada la entrevista, y regresó con los suyos ordenando sabiamente no responder el ataque a la espera de una mejor ocasión en la que pudiera utilizar su ejército al completo.
Ariovisto temió que César tuviera emboscado su ejército para atacarlo a traición y galopó sin mirar atrás cuesta arriba, mientras sus hombres comenzaban a correr la voz de que los romanos temían las armas germanas y por eso huían. Sin embargo, dos días después de esta fallida entrevista, envió a César una embajada solicitando concluir las tratativas abandonadas. A lo que el romano respondió enviando a dos emisarios, evaluando que esto era lo más seguro.
Fueron despachados para esto el joven Cayo Valerio Procilo, hijo de Cayo Valerio Caburo(11), un noble galo romanizado, por sus conocimientos de la lengua celta; y a Marco Mecio, quien en el pasado había sido huésped de Ariovisto. Cosa que fue tomada por el germano como un insulto, y tomándolos como prisioneros, levanto el campo y se instaló en un monte a seis millas de distancia del ejército romano.
Concluían así las conversaciones y comenzaba la batalla de los Vosgos.



Legionario romano de la época.
Guerra de posiciones.
Decíamos, que Ariovisto movió su campo a seis millas de César. Y al día siguiente, en una movida audaz, sobrepasó el campamento de César y se colocó a dos millas de los romanos con la intención de cortarle los suministros que secuanos y eduos acercaban al ejército de César.
Durante cinco días consecutivos César sacó sus tropas y las formó en orden de batalla frente a su campamento invitando a los germanos a la batalla. Y durante esos cinco días Ariovisto rehusó sacar su infantería, contentándose con atacar la línea de suministro de César mediante el uso de la caballería germana(12).
Cuando César advirtió que la situación era cómoda para Ariovisto, decidió mover su ejército hacia una elevación más allá del campamento germano (seiscientos pasos), y mientras las dos primeras líneas del acies triplex de sus legiones romanas mantenían la posición, con la tercera línea fortificó el monte a manera de campamento menor.  Mientras hacía esto, Ariovisto se decidió atacar con tropas ligeras y caballería, pero fueron fácilmente rechazadas por los legionarios romanos. 
 

Guerreros germanos como los que enfrentó César. Osprey MMA 129
Concluido el trabajo, dejó allí dos legiones y todos los auxiliares galos con los que contaba. Esta nueva posición le permitía seguir recibiendo los suministros sin mayores sobresaltos.
Al día siguiene, nuevamente César presenta batala al enemigo. Cerca del medio día decde retirar sus tropas al campamento, oportunidad que aguardaba Ariovisto para realizar un ataque sobre el campamento menor. El ataque fue tan fulgurante que tomó por sorpresa a los romanos, e incluso llegaron a tomar un tramo de la empalizada del campamento. Detalle, este (el de la toma del muro), que decide omitir César en su relato, pero que informa Dion Casio (Dio.Cas.38,48,3).
Al parecer, César no pudo reaccionar en defensa del campamento menor, puesto que solo estas tropas hicieron frente a los germanos que, hasta la caída de la tarde, no encontró resolución. Los atacantes, sin embargo y a pesar de la sorpresa inicial, fueron finalmente rechazados. Y probablemente este parcial éxito de los germanos, terminó por animar a Ariovisto de aceptar la batalla. El encuentro final estaba próximo a suceder.




Mapa 2. Con las primeras acciones de la batalla de los Vosgos. Las posiciones de los campamentos para ambos contendientes son desconocidas; se plantea entonces las ubicaciones más aceptadas por la historiografía sobre el tema.



Batalla.
César entendió que la iniciativa debía ser tomada por él, puesto que Ariovisto parecía estar muy cómodo con la manera en que se desarrollaba los acontecimientos. Aun así, creemos que algún tipo de presión debería existir sobre el líder germano por cuenta de sus aliados más belicosos, que no veían la hora de medir sus armas con la de los romanos. Como mencionamos, el éxito parcial del último ataque sorpresa de los germanos, puede haber animado a Ariovisto a aceptar el envite de César. 

Así las cosas, con el nuevo día César se decidió atacar. Y dejando tropas suficientes en cada campamento, colocó a todos los auxiliares galos frente al campamento menor, y con sus seis legiones (las mismas con las que había derrotado a los Helvecios) avanzó de frente contra el campamento germano.
Ariovisto, ahora sí, sacó sus guerreros y los formó en batalla ordenados según las naciones germanas que los componían. César enumera a harudes, marcómanos, tribocos, vangiones, nemetes, sedusios y suevos repartidos en trechos iguales. Y a espaldas de estos, sus carromatos a modo de muralla con el fin de, según varias fuentes, no dejar a sus hombres esperanza en la huida.

Al notar que el ala izquierda de Ariovisto era la más débil, César ordeno primero acometer allí al enemigo. Pero los germanos al notar el avance, emprendieron una veloz carrera hacia las líneas romanas con el fin de evitar la lluvia de pila (pilum) con la que los romanos solían desbaratar los ataques enemigos. Tal cosa había ocurrido en Bibracte, y Ariovisto demostraba ser entendido de la táctica romana.

Desactivada esta instancia favorable a los romanos, vinieron a chocar furiosamente ambas líneas de batalla. Y echando mano las legiones romanas a sus gladius se trabaron con los germanos en encarnizada lucha. Pero, allí gastaba Ariovisto todas sus monedas. Al trabar combate ambas líneas, todo el ímpetu que los germanos le pusieron a la carrera, hizo que las primeras líneas se comprimieran contra las legiones. 
Más apretadas sus líneas al frente cuanto más densa se volvía a medida que llegaban los de atrás a la carrera.
En esas condiciones, los germanos no tenían mejor cosa que ofrecer, más que un muro de escudos con el que resistir todo lo que sus físicos les permitiera(13). Esto, si bien dificultaba el combate, no minó el ánimo de los legionarios. Algunos de ellos, incluso, saltando por sobre la “falange” enemiga, arrebataban con sus manos los escudos enemigos, mientras sus compañeros los apuñalaban con sus gladios por arriba. 

En el combate cerrado que ofrecían los legionarios, les fue difícil a los germanos sacar ventaja de sus armas. Picas y espadas largas no le fueron de gran utilidad en el amasijo. En cambio, el gladius, especialmente diseñado para ese tipo de combate, “más pequeñas que las dagas galas, y tenían punta de acero” (Dio.Cas.38,49,4), sumado a la mejor armadura legionaria, terminó inclinando la balanza hacia el lado romano.  El ala izquierda de los germanos comenzó a ceder, y retrocedían. Pero parece que el ala derecha se mantenía firme impidiendo progresos a los romanos. Esto fue advertido por Publio Craso (hijo de Marco Licino Craso), quien mandaba un escuadrón de caballería (probablemente todos galos) y en ese momento no se veía empeñado en la lucha junto a los otros jinetes romanos. Decidió conducir entonces su escuadrón en auxilio de la izquierda legionaria, cosa que terminó inclinando la batalla para los romanos.
La aparición de Publio, entonces, pone fin a la batalla. Los germanos, no pudiendo aguantar más, dan vuelta y corren por sus vidas. Y no dejaron de correr hasta que el Rin se les interpuso. Durante toda la persecución, la caballería romana, los galos a su servicio, desataron toda su furia contenida, todo el odio acumulado hacia sus enemigos, y se cansaron de matar germanos. Frente al río se dio la mayor carnicería, no distinguiendo entre guerreros y civiles. Algunos germanos se lanzaron a las aguas y cruzaron a nado el Rin. El propio Ariovisto en un bote que encontró en la orilla. El más fiero de los germanos huía sin pudor.




Epílogo/ Final.
Los cien cantones de Suevos apostados al otro lado del Rin, al presenciar semejante carnicería, decidieron retornar a sus hogares. En el camino, fueron atacados por los Ubios, unos germanos del otro lado del Rin, que por entonces ya se mostraban favorables a Roma (14).

En el recuento de bajas que produjo la batalla, y posterior persecución, se mencionan las dos esposas de Ariovisto y una de sus hijas. La otra fue capturada viva. Se recuperaron los embajadores romanos tomados prisioneros por Ariovisto (Cayo Valerio Procilo y Marco Mecio). Según Plutarco fueron muertos ochenta mil germanos, cifra que indudablemente incluye guerreros y civiles(15). Siempre y cuando, hubieran concurrido a la batalla los ciento veinte mil germanos que, según los galos, habitaban en la Galia.
Expulsados las huestes de Ariovisto, y diluida la amenaza germana, lejos de regresar a la Galia Narbonense, César retiró su ejército a los cuarteles de invierno en el país de los secuanos, y dejándolos a cargo de Labieno, marchó de vuelta de la Galia Cisalpina a presidir las juntas.
El propio César alardea haber concluido “(…) dos guerras de la mayor importancia (contra los Helvecios y contra Ariovisto) en un solo verano, más temprano de lo que pedía la estación” (Cés.Bel.Gal. 1, 54). Es decir, antes de que finalice el verano. Esto prueba que no le urgía acampar allí, pues tiempo tenía para volver a su provincia. Y es evidencia de los planes de César, que había llegado para quedarse. Además, Eduos y Secuanos, lejos estaban aún de presentar objeciones tras la ayuda recibida.
No tenemos mención alguna sobre acuerdos o tratados entre estos dos pueblos celtas y los romanos en ese entonces. Pero evidentemente reconocían la superioridad de las armas romanas y se sometían a César. Colaboraban con este. El país de los Eduos y el de los Secuanos, se convertía así en la base de operaciones del ejército romano para los años que vendrán.
Durante toda la estación invernal, le llegarán a César cartas de Labieno explicándole la amenaza de los belgas, otra excusa para que Cayo Julio César continúe con su campaña de conquista de la Galia toda. Alistando dos nuevas legiones en la Galia Cisalpina, marchará raudo a encarar este nuevo lance. Historias que dejaremos para otra oportunidad. 



Notas:

1-  “Enterado César del estado deplorable de los galos procuró consolarlos con buenas razones, prometiéndoles tomar el negocio por su cuenta, y afirmándoles que concebía firme esperanza de que Ariovisto, en atención a sus beneficios y autoridad, pondría fin a tantas violencias. Dicho esto, despidió la audiencia; y en conformidad se le ofrecían muchos motivos que le persuadían a pensar seriamente y encargarse de esta empresa. Primeramente, por ver a los eduos, tantas veces distinguidos por el Senado con el timbre de parientes y hermanos, avasallados por los germanos, y a sus hijos en manos de Ariovisto y de los secuanos; cosa que, atenta la majestad del Pueblo Romano, era de sumo desdoro para su persona no menos que para la República.” (Julius Caesar, Commentarii de Bello Gallico 7, 75
2-  Ver en Livio entrevista entre Asdrúbal y un noble arverno.
3-  Strab. 4.3.2 “(…) El país de los secuanos se limita al este por el Rin, y en el lado opuesto por el Arar (Saona). Es aquí donde los romanos procuran la mejor carne de cerdo salada. Después del Doubs y el Arar (Saona) habita la nación de los eduos, que posee la ciudad de Cabyllinum, que se encuentren en el Arar (Saone) y la fortaleza de Bibracte. Sobre los eduos se dice que están relacionados con los romanos, y ellos fueron los primeros en entrar en amistad y alianza con ellos. En el otro lado del Saona habitar los secuanos, que tienen por mucho tiempo enemistad con los romanos y los eduos, y hacen con frecuencia alianzas con los germanos en sus incursiones en Italia. Fue entonces que demostraron su fuerza, cuando se unían a ellos los germanos, entonces eran poderosos, pero cuando se separan, eran débiles. En cuanto a los eduos, su alianza con los romanos, naturalmente, los hacía enemigos de la secuanos, pero la enemistad se incrementó en los concursos relativos al río que los divide, cada nación reclamando el Arar (Saona) exclusivamente para sí mismos, y asimismo los peajes al paso de los buques. Sin embargo, en la actualidad, la totalidad de ella está bajo el dominio de los romanos”.
4-  Aparecen mencionados por César (Julius Caesar, Commentarii de Bello Gallico 7, 75) Ambivaretos, Segusiavos, Aulercos, Branovices y Blanovios.
5-  Se entiende que lo que perdieron los Eduos fueron su élite gobernante y guerrera. Sus mejores hombres de armas, provenientes de su aristocracia. De allí la curiosidad de mencionar la caballería en la misma oración que al senado o nobleza.
6-  Quinto Cecilio Metelo Céler y Lucio Afranio
7-  Metelo Celer no sale de Roma a cumplir con esa orden, como lo demuestra su actividad política ese año, y muere repentinamente en Roma en el 59 a.C. Lucio Afranio sin embargo, logra celebrar un triunfo por alguna victoria lograda sobre los galos pero de la que no tenemos mayores datos.
8-  Sumemos a la victoria de Ariovisto, los planes Helvecios de migración.
9-  Plutarco. Vidas Paralelas; César, 19: “Por el contrario, la segunda guerra la sostuvo por los Galos contra los Germanos, sin embargo, de haber antes declarado aliado en Roma a su rey, Ariovisto; y es que eran vecinos muy molestos a los pueblos sujetos a la república, y se temía que si la ocasión se presentaba no permanecerían quietos en sus asientos, sino que invadirían y ocuparían la Galia”
10-  Lo cual demuestra que el dominio de Ariovisto no era del todo completo sobre los Secuanos.
11-  Cayo Valerio Caburo, fue un noble celta del pueblo de los Helvios, pequeño pueblo galo próximo a los Allobroges de la Galia Narbonense. Obtuvo la ciudadanía romana en el 83 a.C. por gracia de Cayo Valerio Flaco durante el gobierno de este en la galia. Adoptó el gentilicio de su patrono, que heredaron al menos dos de sus tres hijos. Quienes por otra parte fueron partícipes activos en las campañas de César.
12-  “El tipo de lucha en el que los germanos habían entrenado fue el siguiente. Había seis mil caballos, y como muchos hombres de a pie, tan veloz como eran valientes, que habían sido escogidos de toda la fuerza, uno por cada jinete para su protección personal. Con ellos trabajaron en los encuentros; en ellos el jinete se retiraría, y que se concentraría más rápidamente si se presentaba alguna dificultad grave; formarían ronda cualquier soldado que cayó de su caballo herido de gravedad; y si era necesario avanzar más en alguna dirección o retirarse más rápidamente, su formación les hizo tan rápido que podían mantenerse a sí mismos por las crines de los caballos y de mantener su ritmo. Ces.Bel.Gal.1,48
13-  Dion Cassio hace especial mención en el problema que significo para los germanos el dispositivo adoptado por Ariovisto. Apretados entre la línea romana la densidad de la masa de guerreros germanos fue totalmente contraproducente, quedando prácticamente inmóviles, ni pudiendo avanzar o huir, solo atinaron a cubrirse con sus escudos, y fueron presa fácil para los romanos (Dio.Cas.38,49,5 a 50,3).
14-  Fue por su territorio que César cruzó por primera vez el Rin, y entre los auxiliares germanos que llevó a su campaña en Britania, había guerreros ubios (55 a.C.). Posteriores campañas romanas contra germanos utilizaron su territorio como acceso a la Germania (39 a.C.). Y ya en nuestra era en su capital nacería Agripina la Menor (15 a.C.), madre de Nerón quien bajo su patronazgo se fundaría una colonia de veteranos (50 d.C.). También formaron parte de la guardia germana de los emperadores de la disnastía Julio-Claudia. Se mantuvieron leales a Roma durante la rebelión de los Batavos (69 a 70 d.C.), formaron parte de la invasión a Panonia, y fueron como “foederatii” del ejército romano durante las Guerras Marcomanas en los años 166-67 d.C.
15-  Descartamos por improbables las cifras de Apiano, quien magnifica la matanza en 800.000 germanos.
 



De Bello Gallico. Fuente principal para el presente trabajo.

Autor
marvel77


Fuente principal
•    Julio César. DE BELLO GALLICO
 
Otras fuentes
•    Tito Livio. Periódicas.
•    Juliano. Cesar
•    Tácito. Las Historias.
•    Plutarco. Vida de César.
•    Lucio Aneo Floro. Epitome de la Historia Romana.
•    Paulo Orosio, HISTORIAE ADVERSUM PAGANOS
•    Appian, Gallic War o Historia de los Galos.
•    Dion Cassio, Historia de Roma.
•    Polieno, Estratagemas.
•    Sexto Julio Frontino, Estratagemas.
•    Clemente de Alejandría, Stromata, o Misceláneas.
•    Cicerón, Cartas a Ático.
•    Cicerón, De divinatione.
•    Estrabón, Geografía.
•    Plinio el viejo, Historia Natural.

3 comentarios:

  1. Nuevo artículo en AH Web! esperamos tus comentarios!!

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  2. Como siempre, muy interesante. Es un placer leer este blog. ¡Vale la pena esperar por cada artículo!
    Saludos

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    1. Muchas gracias por tu comentario Heitai. Esperamos verte seguido por aquí. Un saludo!

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