Los éxitos militares de Filipo
II de Macedonia son incuestionables. En tan sólo 20 años cambió el panorama no
sólo del reino, sino de toda la Hélade apoyando su genio como táctico,
estratega y político en un espectacular ejército el cual, según las fuentes,
reformó nada más ser nombrado rey. Ante lo que parece, pues, una auténtica
revolución militar, no han sido pocas las voces que han puesto de manifiesto,
no solo que Filipo se inspiró en una serie de avances que se habían dado a lo
largo del último medio Siglo, sino que su falange estaba aún lejos de esa
imagen de infantes con larguísimas picas del periodo helenístico. Por lo tanto
¿fue la falange de Filipo una verdadera revolución o tan sólo una etapa más en
la evolución militar griega del Siglo IV a.C.?
INTRODUCCIÓN
En el año
359 a.C. el rey ilirio Bardilis infringía una severa derrota a Pérdicas III, en
la que cuatro mil macedonios perdían la vida, incluido el propio rey, y que
ponía a Macedonia al borde del colapso. Ese mismo año Filipo II, de 22 años, se
pone al mando del reino y de inmediato acomete una serie de importantes
reformas en el ejército y crea, según las fuentes, la famosa falange macedonia.
En 338 a.C. en Queronea, Filipo II derrotaba a una gran coalición y se hacía
amo de Grecia. Estas reformas se suponen así espectaculares, dado el enorme
resultado y que la nueva infantería fue reina de los campos de batalla durante
casi dos Siglos. Sin embargo, las fuentes dejan dudas respecto a si la falange
de Filipo (e incluso la de Alejandro) se asemejaba más a la de Selasia y Pidna
o a la del tebano Epaminondas.
Los textos
de Diodoro, Polieno y Frontino, más los de Arriano, Plutarco, Polibio,
Jenofonte, etc. han sido analizados hasta la saciedad, amén de todas las
pruebas arqueológicas y pictóricas que se han hallado, y aún así no existe un
consenso sobre si la reforma de Filipo fue una revolución que cambió el
panorama de la noche a la mañana o si por el contrario fue una evolución a lo
largo de muchos años, fuertemente influenciada por los avances precedentes e
inconclusa a la muerte del propio Filipo.
Así, los
historiadores modernos no acaban de ponerse de acuerdo. Hammond, por ejemplo,
defiende que Filipo completó la reforma, argumentándolo con sus éxitos
militares. Markle, en cambio, dice que las fuentes no atestiguan el uso de
sarissas en las batallas de Filipo, como tampoco en Gránico ni en Issos, aunque
si en Gaugamela e Hidaspes. Delbrück proponía que quizás la primera o dos
primeras filas aún se armaran con la lanza hoplita tradicional (dory) y solo
las traseras con lanzas mayores, pero, en todo caso, no superiores a lo que se
podía manejar con una sola mano. Por su parte, Sekunda propone que las reformas
de Filipo no fueron el nacimiento de la falange macedónica, sino la última
etapa de las reformas de Ifícrates. Pero ¿una falange de peltastas ificrátidas
es compatible con la expresión sinaspismos (“de escudos cerrados”), es decir,
hombro con hombro, que nos dicen las fuentes?
Este trabajo
tratará de dar luz a tan complicada cuestión o, al menos, pretende sentar unas
bases para que el lector saque sus propias conclusiones.
Escena del conocido como sarcófago de
Alejandro, que muestra lo que parece ser un
hypaspista, armado con aspis, yelmo
tracio,
linothorax, espada y (posiblemente) lanza.
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MACEDONIA Y SU INFANTERÍA ANTES DE FILIPO
Para
entender el calado de las reformas que realizó Filipo en su infantería primero
hay que conocer el punto de partida de la misma, tanto en su organización,
número y armamento.
A lo largo
de los primeros Siglos de su historia, el reino de Macedonia fue un Estado
relativamente extenso, pero poco poblado y muy descentralizado, con un poder
central que fluctuaba dependiendo de la fuerza del rey y de las circunstancias
externas. Así, el reino se dividía en la “Baja Macedonia”, en la costa,
dirigida directamente por los reyes de la casa Argeada; y la “Alta Macedonia”,
formada por las tierras altas y pobladas por tribus dirigidas por dinastías
semiindependientes que ocasionalmente reconocían la supremacía Argeada, pero
que también entraban en guerra contra estos.
En general,
el ejército era bastante primitivo en términos de organización, logística y
armamento. Contaban, eso sí, con una excelente caballería aportada por los
partidarios del Rey (hetairoi, “compañeros”) y nobles. Su número, sin embargo,
no era elevado, contándose en tan sólo unos cientos. La infantería, compuesta
por campesinos de las tierras bajas y pastores de las altas, estaba mal armada
y organizada. La mayoría serían peltastas y algunos arqueros y también, en
ocasiones, habría en los ejércitos algunos cientos de hoplitas griegos
provenientes de aliados de la costa[1].
Peltasta macedonio armado con pelta, yelmo
de
tipo pilos, un haz de jabalinas y cuchillo.
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El peltasta
era un tipo de infante capaz de luchar en orden abierto como hostigadores pero
también combatir como infantería de línea. Protegidos tan sólo con un escudo
ligero (pelta) del cual tomaban su
nombre, su ventaja residía en la velocidad y movilidad, realizando rápidos
ataques con jabalinas para luego replegarse si se veían en dificultades.
Algunos estarían armados también con espadas cortas o dagas, pero el no contar
con lanzas de acometida los ponía en una clara desventaja en combate cerrado
contra infantería como los hoplitas griegos.
Según nos
cuenta Tucidides, Arquelao I (413-399 a.C.) además de realizar un gran esfuerzo
por modernizar el reino, trayendo a la corte a un gran número de artistas
griegos o mejorando la red de caminos en el reino, mejoró su caballería y la
infantería pesada[2]. Por lo
tanto se entiende que había algún tipo de infantería de línea antes del reinado
de Filipo; pero, ¿cómo era esta infantería pesada? ¿Se trataba de hoplitas?
¿Quizás esta fuera la infantería de hypaspistas? Desgraciadamente, ante el
silencio de las fuentes todo debe reducirse a simples especulaciones, aunque
nos inclinamos a la segunda opción.
En cualquier
caso, la palabra hypaspista significa “portador de escudo”, lo que sugiere que
se trataban de los escuderos de la nobleza a caballo, hetairoi. Tanto su armamento como su función son tema de un largo
debate, pero el hecho de que formaran a la derecha de la infantería, es decir,
el lugar de honor en el mundo griego y que en batalla secundaran el ataque
inicial de la caballería, indica que se trataba de una infantería de élite y
bien armada. Rechazamos de forma rotunda el papel que algunos estudiosos les
han dado, simplemente el de proteger los flancos de la “torpe” falange. Tampoco
creemos que el apelativo de “bisagra entre el yunque que era la falange y el
martillo, la caballería” haga honor a su importancia y cometido. Ninguna fuente
hace una clara descripción de su panoplia, así que nos vemos expuestos a
servirnos únicamente de la iconografía. El sarcófago de Alejandro muestra a una
serie de infantes armados con escudo argivo, el cual es incompatible con el uso
de una larga pica. Pero aún suponiendo que estas figuras representen a hypaspistas,
surgen más incógnitas. Las armas se han perdido con el tiempo y aunque todo
indica que se trataban de armas de asta, estas podrían ser tanto lanzas
hoplitas (dory) como jabalinas; e incluso un longche, esto es un arma que
servía tanto de lanza como de jabalina. De hecho, Plutarco indica que
Neoptolemo, un oficial hypaspista iba armado con longche y escudo. Sirva esto
como una aproximación de este tipo de infantería (un estudio más detallado
requeriría un artículo completo por si solo), la cual, aunque sólo aparece
referenciada a partir de Alejandro Magno, podemos intuir que existía desde
bastante antes.
AÑO 359, FILIPO REY
Las
constantes guerras internas y los continuos asaltos al poder habían debilitado
considerablemente el poder de Macedonia. Tras
la muerte de Amintas le sucedió su hijo mayor Alejandro, que fue
asesinado por Ptolomeo de Alorus para ocupar su puesto. A su vez, en 365 a.C.,
este fue eliminado por Pérdicas, segundo hijo de Amintas, siendo un rey
competente y que siguió con la política de algunos de sus antecesores de
acercamiento a la cultura griega, dando acogida en su corte a gran cantidad de
líderes mercenarios, exiliados y hombres de la cultura, entre ellos el gran
orador Calístrato, que le ayudo a reorganizar las finanzas del reino.
Pese al buen
reinado de Pérdicas III, peonios, tracios y, sobre todo, el ilirio Bardilis no
habían cejado en acosar las fronteras. Así, en 359 a.C., Pérdicas se vio
obligado a salirle al paso a este último y plantar batalla. Desgraciadamente,
los ilirios infligieron una dura derrota a los macedonios [ver el artículo
Ilíricas], que perdieron a su propio rey junto con otros 4.000 compatriotas[3].
A Pérdicas
le sucedió su hijo Amintas IV, de apenas 5 o 6 años de edad, con Filipo, el
menor de los tres hijos de Amintas III, como regente. Sin embargo, no tardó
este en hacerse coronar rey, convirtiéndose en Filipo II con apenas 22 años.
La amenaza
iliria se había acrecentado y al mismo tiempo los peonios habían penetrado en
territorio macedonio, saqueando las tierras del Norte. Por otro lado, un tal
Pausanias, que ya había sido contendiente por el trono tras la muerte de
Alejandro II, planeaba un nuevo intento de hacerse con el poder con la ayuda
del rey tracio Berisades. Y para colmo de males, los atenienses estaban
tratando de restaurar en el trono a Argeo[4] y habían
mandado al general Mantias con 3.000 hoplitas y una considerable fuerza naval[5].
En este
contexto, amenazado por todos lados y habiendo sido el ejército macedonio
duramente derrotado, Filipo, según las fuentes, acometió sus famosas reformas
militares.
ORGANIZACIÓN Y COMPOSICIÓN DE LA NUEVA
FALANGE
El principal
cambio que introdujo Filipo fue la profesionalización del ejército,
estableciendo un adecuado entrenamiento para sus tropas, que incluía largas
marchas de hasta 50 Km. (300 estadios) llevando cada uno consigo todo su
equipo, incluyendo armas, provisiones y todo tipo de utensilios. Eliminó los
carros y limitó mucho los siervos, dejando uno para cada jinete y uno por cada
diez infantes, lo que aumentaba la movilidad estratégica y endurecía la tropa.
En este sentido también obligó a sus soldados a llevar harina para 30 días.
Se acabó por
completo el arcaico sistema clientelar por el que los nobles afines al rey
llevaban consigo súbditos mal preparados y sin motivación. El gran problema era
que Macedonia apenas contaba con una base social de campesinos propietarios
capaz de proveerse el armamento necesario para formar como infantes de línea.
Inconveniente que se habría acrecentado tras la derrota aquel mismo año contra
Bardilis, en el que 4.000 macedonios habían perdido la vida. Por ello, Filipo
ideó que fuera el propio Estado el que pagara el equipo de los nuevos infantes[6].
Otro gran
acierto de Filipo fue crear un ejército estatal, en el que cada provincia debía
aportar hombres, que dio un sentimiento nacional y de unidad a todo el
territorio, haciendo olvidar las ideas secesionistas de la Alta Macedonia. Cabe
destacar aquí la diferencia con los hypaspistas, que no se organizaban por
provincias sino por sus habilidades y capacidades físicas, lo que enfatiza la
idea de que era un cuerpo de élite. Este nuevo sistema recuerda mucho al de los
mere de la Liga Beocia, en el que
cada “distrito” tenía una carga militar (además de fiscal y electoral)
equitativa. Dada la estancia de Filipo en Tebas durante casi 4 años parece
clara la influencia beocia en la organización militar macedonia.
Muchos
miembros de las dinastías de las tierras altas fueron altos comandantes bajo
Filipo (y después también bajo Alejandro) y sus hijos estuvieron en la corte en
el cuerpo Real de pages (paides basilikoi), sirviendo como rehenes y siendo
entrenados para convertirse en la siguiente generación de comandantes. El
nombre que le dio Filipo a los integrantes de su nueva infantería,
“pezhetairoi” (compañeros de a pie), es toda una declaración de intenciones,
enfatizando su adjunción a la corona, así como conferirles un estatus social de
mayor dignidad y honor.
La nueva
infantería se organizaba en taxeis provinciales[7] de 1.500
hombres cada una, constituidas en filas de 10 de profundidad a juzgar por las
palabras de Frontino (IV, 1’ 6)[8]. Para
Nic Secunda existe aquí influencia aqueménida, pues en Grecia la profundidad de
la infantería solía ser de múltiplos de 8, sistema que, sin embargo, se
adoptaría en algún momento del reinado de Filipo.
Su victoria
sobre Argeo en Metone, luego sobre los peonios y, sobre todo, sobre Bardilis le
aseguraron el control de las provincias macedonias fronterizas, lo que sumado a
las enormes ganancias que le proporcionaban las minas del Monte Pangeo[9], condujo
a un continuo aumento en el número de efectivos de sus ejércitos. Así, mientras
que en 358 a.C. Diodoro nos informa que Filipo marchó a enfrentarse al ilirio
Bardilis con “no menos de 10.000 infantes
y 600 jinetes”[10], tan
sólo 6 años más tarde, en 352 a.C., inmerso en la Tercera Guerra Sagrada, el
rey macedonio ya podía contar con “más de
20.000 infantes y 3.000 jinetes”[11],
incluyendo tesalios y probablemente mercenarios. En la batalla de Querona, 338
a.C., Filipo contaba con “más de 30.000
infantes y no menos de 2.000 jinetes”[12]. Y a
juzgar por las fuerzas con las que Alejandro invadió Asia sumadas a las que se
quedaron con Antípatro para proteger la retaguardia, al final de su reinado,
Filipo contaba con 24.000 infantes macedonios y unos 3.900 jinetes, a los que
habría que sumar las tropas suministradas por los aliados y los mercenarios.
Hoplitas griegos mostrando las diferentes
formas de agarre de
la lanza. Armados con un pesado aspis circular, con borde y
doble agarre, yelmo, coraza, grebas, espada y, cómo no, lanza.
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TÁCTICAS DE FILIPO
En 368 a.C. el general tebano Pelópidas entró en
Macedonia para arbitrar las disputas entre los distintos candidatos al trono.
Como garantía y para asegurar la influencia tebana en la región[13], se
llevó consigo a 80 rehenes, entre ellos Filoxeno, hijo de Ptolomeo de Alorus,
el rey regente, y a Filipo.
Una vez en
Tebas, las fuentes no se ponen de acuerdo sobre el destino de Filipo. Justino
(VII, 5) afirma que fue educado por Epaminondas; pero en cambio Plutarco (Vidas
paralelas, Pelópidas) lo sitúa viviendo con Pamenes. Diodoro, por su parte, da
dos versiones distintas de los hechos, en una (XV, 67’ 4) dice que es su
hermano Alejandro quien lo entrega a los tebanos; mientras que en la otra (XVI,
2’ 2) son los ilirios, los que lo dejan al cuidado del padre de Epaminondas. No
entraremos a tratar de descifrar este puzle de fuentes, pues no es el fin de
este artículo, pero si parece claro que Filipo debió conocer a Pamenes,
Pelópidas y Epaminondas y que todos, sobre todo este último, influyeron de
forma decisiva en Filipo.
Tanto en la
batalla del Valle del Erigon, contra el ilirio Bardilis en 358 a.C. [ver el artículo Ilíricas] como en
Queronea 338 a.C. [ver el artículo Batalla de Queronea] (apenas existen relatos
de otras batallas), Filipo usó el orden oblicuo ideado por Epaminondas y que le
sirvió para derrotar a Esparta en Leuctra (371 a.C.) y Mantinea (362 a.C.).
Esto consistía en colocar a las tropas más fiables en un flanco con la
esperanza de romper al contrario en aquel sector, mientras el resto del
ejército avanza escalonado retrasando al máximo el contacto con el enemigo.
Esta táctica
cobraba aún más sentido y se mostraba más demoledora cuando el flanco
adelantado se reforzaba con una formación especialmente profunda. Filipo usaba
la falange en profundidad, muy al estilo tebano[14], lo
cual tenía una gran ventaja psicológica: las filas traseras animan a las
delanteras con su mera presencia, al tiempo que evitan su huida; mientras que
para el enemigo se presenta el tener que combatir fila tras fila sin
perspectivas de romper la formación. Sin embargo, había un gran inconveniente,
cuanto más profunda fuera una línea, irremediablemente se debía acortar el
frente, con el enorme riesgo de que el ejército fuera rodeado
Aunque los
reyes macedonios contaban con una excelente caballería, parece ser que Epaminondas
también influenció a Filipo en su modo de usarla. En Mantinea parece que la
caballería tebana formó en cuña, siendo esta la primera mención conocida de
esta formación táctica[15]. Fuera
del campo militar, también ambos acometían campañas en invierno (algo muy poco
común), tenían una filosófica, diplomática y oratoria similar.
Peltasta ificrátida, armado con escudo liviano, yelmo, coraza ligera acolchada, espada y lanza de 3,7 m. |
ARMAMENTO: DEL PELTASTA IFICRÁTIDA A LA
FALANGE MACEDONIA
A partir de
la Guerra del Peloponeso y, sobre todo, de la Guerra de Corinto (395-387 a.C.)
las tropas ligeras se fueron convirtiendo en parte integrante de los ejércitos
griegos. Del mismo modo, como la guerra se fue extendiendo a cada vez más
territorios y se necesitaban más ejércitos, por un lado se hizo un uso
creciente de mercenarios y se alistaron estratos cada vez más bajos de la
sociedad, que no siempre podían pagar el costoso equipo hoplita. Esto dio una
doble vertiente, que cada vez el hoplita fuera más ligeramente armado y que
cada vez hubiera más proporción de tropas ligeras.
En este
contexto apareció Ifícrates, que ya había tenido cierta resonancia cuando en
390 a.C. venció con sus peltastas a toda una mora espartana en Lequeo. En 378
a.C. este general ateniense fue enviado al rey persa Artajerjes para que le
ayudara en su campaña para recuperar Egipto. A su mando, 20.000 mercenarios
griegos fueron reunidos en Aka (al sur de Fenicia). Para hacer frente a la
infantería egipcia, “hoplitas dotados de escudos de madera que les llegaban
hasta los pies” (Jenofonte Anábasis 1, 8’ 9) y con lanzas más largas[16],
Ifícrates ideó una serie de cambios en la panoplia hoplita, creado un nuevo
tipo de infante ligeramente protegido, sustituyendo el pesado aspis hoplita por
la liviana pelta[17] y
eliminando la coraza o, como mucho, usando una ligera de lino[18]. Y
aunque Diodoro no lo menciona (solo hace referencia a los cambios), es más que
probable que también usaran algún tipo de yelmo liviano. Esta pérdida de
protección quedaba compensada con su gran movilidad y el mayor alcance de su
principal arma, la lanza, que aumentaba una mitad respecto a la dory hoplita, rondando
los 3,7 metros de longitud, pudiendo ser manejada aún con una sola mano.
Las
dificultades de la campaña y las tensiones con el otro general, Farnabazo,
dieron con Ifícrates de vuelta a Atenas de forma precipitada[19]. Pero parece
ser que este concepto de peltasta ificrátida tuvo éxito y pronto se extendió
por toda Grecia. Así por ejemplo, los peltastas lacedemonios que Jenofonte
menciona participando en Cromno en 365 a.C. deben ser ificrátidas, pues al
divisar a los hoplitas arcadios cargan contra ellos, algo que un peltasta
tradicional jamás hubiera hecho. Por otro lado, en la tumba de Payava (en Asia
Menor) fechada sobre el 360 a.C. aparecen representados infantes armados con
lanza y pelta en formación cerrada, lo que atestigua la fama de este nuevo
infante.
Como puede
apreciarse, la panoplia del peltasta ificrátida tiene enormes similitudes con
la del pezhetairoi de Filipo, compuesta, según Polieno (Estratagemas IV, 2’
10), por yelmo, principalmente de tipo tracio o pilos o incluso algunos usarían
la kausia, el gorro típico macedonio; pelta de 60 cm. de diámetro; grebas; y
sarissas. Así, se podría decir que Filipo II se inspiró en Ifícrates para crear
su nueva infantería. Y no sería de extrañar, pues ambos personajes estaban
conectados, tal y como podemos leer en Nepote (XI, 3’ 2) y Esquines (II,
27-29). Antes de la expedición a Egipto, Ifícrates estuvo en contacto con el
rey macedonio Amintas III, el cual lo adoptó como hijo; y posteriormente, en
368 a.C., Atenas lo destinó, junto a Caridemo de Oreos, a la costa macedonia.
Es entonces cuando la viuda de Amintas, Eurídice, corrió al amparo de Ifícrates
con sus dos hijos pequeños, los futuros Pérdicas III y Filipo II, suplicándole
que los amparara frente a Pausanias, que había usurpado el trono. Entonces el ateniense,
con su ejército de peltastas con largas lanzas expulsó a Pausanias hacia
Tracia. Para un Filipo de 14 años nada de esto debió pasar desapercibido. E
incluso, en un texto sobre el comentario de la Iliada de Eustacio de Tesalónica
(XIII, 130-34.924)[20], se
afirma que Caridemo enseñó a los macedonios la lucha en synaspismos, es decir,
con escudos cerrados. La vida de este mercenario es poco conocida, pero quizás
fuera en algún momento en los tres años que estuvo al servicio de Ifícrates
cuando ejerció de instructor de los macedonios. Lo cual nos deja que el
peltasta ificrátida era bien conocido en Macedonia casi una década antes de que
Filipo acometiera sus reformas.
Escena en la tumba de Payava. En esta se
muestra a
infantes armados con pequeños escudos y lanzas y en
formación cerrada
deteniendo una carga de caballería.
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Pero Polieno
menciona sarissas ¿no significa eso que la falange de Filipo no era tan similar
a la infantería de Ifícrates? La realidad es que la longitud de la sarissa
varió a lo largo del tiempo y tal y como nos dice Noguera Borel, y Delbrück antes
de él, sarissa era una palabra macedónica que designaba todo tipo de lanza, sin
perjuicio de que el término se consolidara en griego para aludir a la larga
pica empleada por la falange macedónica. Así Teofrasto (371-287 a.C.), un
filósofo griego amigo de Calístenes, que era uno de los historiadores
personales de Alejandro Magno (Historia Plantarum 3, 12’ 1-2), afirma que las
sarissas se hacían de madera de cornejo y las más largas tenían 12 codos de
longitud, es decir, 5,5 m.; aunque, ya que Teofrasto hace referencia a una
fuente macedonia, es posible que fueran codos macedonios, lo que nos daría una
longitud de poco más de 4 metros[21]. Por su
parte, Asclepiodoto (S. I a.C.) (Táctica V, 1) nos dice que la sarissa tenía
una longitud de entre 10 y 12 codos, para proyectar hacia adelante (esto es, la
parte de la lanza que queda por delante del cuerpo) entre 8 y 10. Esto nos
daría picas de unos 4,6-5,5 m. En cambio Polibio (200-118 a.C.)(XVIII, 29) nos
habla de sarissas de 14 codos, 6,2 m., para su época pero que originariamente
habrían tenido 16 codos, 7,1 m. y Eliano (S. II d.C.) (Táctica XIV, 2-3) también
nos habla de 16 codos. Por último, Arriano (86-175 d.C.) (Táctica XII, 6) nos
describe la sarissa con 16 pies de longitud (unos 10,6 codos), es decir unos
4,9 m. Con todo esto en cuenta, la teoría más comúnmente aceptada es la de
Kromayer y Veith[22], que
estipula que originalmente la sarissa medía hasta 12 codos, 5,3 m., para
aumentar en época helenística hasta los 16, 7,1 m., para luego disminuir hasta
los 14 codos, 6,2 m., en época de Polibio.
Copia
romana del mosaico de Issos. Al fondo se
pueden apreciar las lanzas erizadas de una densa formación de falange.
|
Sin embargo,
aún no podemos dar el tema por cerrado. Por un lado, ninguna de las tres
fuentes que mencionan las reformas de Filipo (Diodoro, Frontino y Polieno)
describen la longitud de la sarissa; y por otro, si hacemos un análisis más
pormenorizado de las fuentes sobre el comportamiento de la falange en las
distintas batallas a lo largo del tiempo, vemos como existen suficientes
diferencias como para poder pensar que los pezhetairoi de Filipo, e incluso de
Alejandro, no usaban aún sarissas de ese tamaño.
De este modo
vemos como la falange de Alejandro en Issos (333 a.C.) pierde su cohesión y
orden al atravesar el río al toparse “con unos accesos muy difíciles”, pero los
mercenarios griegos de Dario son incapaces de batirlos pese a que “la acción
resultó extremadamente dura” (Arriano Anábasis, II, 10’ 5-6). Por el contrario,
tenemos el ejemplo de Pidna (168 a.C.) en el que la falange se mostró
impenetrable hasta que presentó “fracturas y brechas” por las que los
legionarios pudieron penetrar y dar fácil cuenta de los macedonios que tuvieron
que arrojar sus sarissas y golpear “con pequeñas dagas sólidos escudos que
cubrían hasta los pies y se enfrentaban con escudos ligeros a las espadas de
aquellos” (Plutarco Emilio Paulo, XX, 7-10).
La
diferencia en el modo de llevar la acción es clara. Arriano no narra nada sobre
que los macedonios se vieran obligados a luchar espada en mano pese a
enfrentarse a un percance similar al que les ocurrió a los hombres de Perseo en
Pidna. Y aunque se puede argumentar que simplemente Arriano “resume” la acción,
parece claro que ante unos hoplitas griegos mejor protegidos con grandes aspis,
los macedonios hubieran sucumbido de igual forma. Por tanto, parece que la
sarissa es aún lo suficientemente manejable como para poder acometer un
enfrentamiento cercano.
Por otro
lado, a lo largo del S. III a.C., grandes generales como Pirro I de Epiro
(318-272 a.C.) o Antígono III Dosón (280-221 a.C.) alternaron batallones de
tropas más ligeras (samnitas e ilirios respectivamente) para hacer a la falange
macedonia más flexible ante la perspectiva de luchar en terreno accidentado en
Asculum (279 a.C.) y Selasia (222 a.C.); maniobra que Filipo II no tuvo
necesidad de hacer, por ejemplo, en Queronea (338 a.C.) al avanzar, y luego
retirarse ordenadamente (maniobra extremadamente complicada), ante los
atenienses ubicados a las faldas de los montes; ni Alejandro Magno en Gránico
(334 a.C.) ni Issos (333 a.C.) al tener que cruzar sendos ríos defendidos por
los persas. Incluso, Antíoco III Megas vio la necesidad de alternar elefantes y
tropas ligeras entre las secciones de la falange en Magnesia (190 a.C.) aún
combatiendo en terreno llano.
Imagen idealizada de una falange macedonia de
época helenística. Se puede apreciar como sobresalen hasta cinco
filas de picas
por delante del primer hombre.
|
Toca hablar
ahora de otro hecho asociado a la longitud de las sarissas, y es que “cada hombre de primera fila debe
tener las puntas de cinco picas que se extienden más allá de él,
cada una a una distancia de dos codos [90 cm.] de la siguiente.” (Polibio XVIII, 29’ 7). Es por esto que un texto
(algo dado de lado en estas lides) de Arriano (XXIII) se torna extraño cuando
afirma que cuando Alejandro Magno integró a 20.000 persas, coseanos y tapurios
en su ejército, tan sólo las 3 primeras filas y la última eran piqueros
macedonios, mientras que las 12 intermedias las formaban arqueros y jabalineros
extranjeros. Con lo cual, si en época de Alejandro la falange macedonia ya
tuviera esa característica de que hasta 5 picas asomaran por delante del primer
hombre, ¿por qué ahora reducirlo solo a tres cuando tan buenos resultados le
había dado? ¿No querría decir esto que en época de Alejandro tan sólo, como
mucho, las tres primeras filas combatían de forma activa y por tanto la sarissa
era considerablemente más corta? Haciendo una fácil extrapolación de los datos
que da Polibio (para que asomaran 5 filas de picas, estas serían de 6,2
metros), las sarissas de 323 a.C., momento de esa reforma de Alejandro,
tendrían una longitud de unos 3,8 metros, aproximadamente la misma longitud que
las lanzas de los peltastas ificrátidas.
Por tanto,
según estas pruebas, en 359 a.C. Filipo habría armado a sus pezhetairoi al modo
de peltastas ificrátida y la longitud de las sarissas se habría mantenido
invariable hasta las guerras entre los diadocos, momento en el cual,
enfrentándose falange macedonia contra falange macedonia, los generales
tratarían de obtener ventaja alargándolas cada vez más. Sin embargo, habría que
analizar si estas sarissas de, a lo sumo, 4 metros concuerdan con la narración
del propio Arriano en la batalla de Gaugamela, cuando describe “densa formación
y erizada de largas sarissas”. Desde luego eran lanzas bastante más largas que
las de griegos y persas, siendo una longitud más que suficiente para dar el
aspecto de un “erizo” al llevar las sarissas hacia arriba las filas
posteriores. ¿Pero no afirma Teofrasto que las sarissas más largas tenían una
longitud de 5,5 metros? Lo cierto es que no se sabe cuando Teofrastro escribió Historia Plantarum, calculándose (¡ojo!)
entre el 350 a.C. y el 287 a.C., periodo a lo largo del cual se desarrolla la
falange de Filipo y Alejandro y posteriormente evoluciona a una versión más
desmedida y torpe con los diadocos.
Fresco de la tumba de Agios Athanasios
(cerca
de Tesalónica). Muestra un
infante ataviado con la vestimenta
típica macedonia
y armado con lanza
de unos 3,5 metros y escudo
(que se intuye sobre él).
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CONCLUSIONES
Las enormes
amenazas que sufría el reino de Macedonia y el propio Filipo le impulsaron a
reformar su ejército de inmediato. Sin embargo, dadas las especiales
circunstancias del reino, sin una amplia base social de propietarios que
pudieran costearse una panoplia hoplita, lo impulsaron a tomar una serie de
decisiones trascendentales. En primer lugar, como se puede inferir a través de
las fuentes, el equipo de sus infantes sería muy similar al de peltastas
ificrátidas, protegidos ligeramente, pero con lanzas más largas que la dory hoplita. Las similitudes en las
descripciones de las fuentes sobre los peltastas ificrátidas y los pezhetairoi
macedonios de Filipo son evidentes, e incluso el elemento más diferenciador
entre la falange macedonia y los ejércitos de la Grecia tradicional, esto es,
la longitud de la lanza, parece estar más cerca de las usadas por los hombres
del general ateniense, asidas con una sola mano, que de las largas picas de los
Ss. III y II a.C. Por otro lado, estas armas serían costeadas directamente por
el Estado, con lo que las posibilidades de reclutamiento aumentaron
enormemente, dependiendo únicamente (aunque no por ello fácil) de la salud de
las arcas de Filipo. Por tanto, que Filipo armara a su infantería como
peltastas ificrátidas fue quizás más una respuesta a la emergencia de acometer
los graves peligros que lo acechaban que una reforma revolucionaria.
El contacto
que tuvo Filipo con Ifícrates y, sobre todo con los generales tebanos Pelópidas
y Epaminondas, impulsa aún más esta teoría. El uso táctico de la infantería,
como la formación en profundidad y el orden oblicuo, fundamentales para la
falange macedónica, así como la formación en cuña de la caballería, son de
clara inspiración en Epaminondas, lo que deja clara la capacidad de asimilación
de Filipo. Tampoco el rey argeada partía de cero a la hora de transformar su
infantería en una fuerza competente, ya que sus predecesores habían realizado
reformas en las fuerzas militares a lo largo del periodo clásico.
Tanto o más
importante que el cambio de armamento de la infantería fue la reorganización de
la ordenanza y la imposición de un entrenamiento y disciplina adecuados. El
ejército ganó en movilidad estratégica y preparación, siendo capaz de invertir
la situación en tan sólo un año, derrotando a sus enemigos uno tras otro.
Por otro
lado, además de su función militar, el ejército nació con la función de
instrumento de unidad social y política. Ahora, tanto las provincias de la Baja
como de la Alta Macedonia se sienten pertenecientes a un mismo Estado, lo que
supuso una evidente mayor estabilidad y un enorme impulso político.
Como hemos
visto, Filipo aprendió, directa o indirectamente, de los avances militares de
los grandes generales que le habían precedido, pero no por ello hay que
restarle mérito, pues supo sintetizar y potenciar como nadie todas esas ideas
dispersas para crear un ejército que sería la base del cambio al periodo
helenístico. Es por ello que pocas figuras han sido tan importantes para la
historia como Filipo II de Macedonia.
Por Alejandro Ronda
BIBLIOGRAFÍA:
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-Kromayer, J. y Veith,
G.; Heerwesen und Kriegführung der
Griechen und Römer.
[1] Como
ejemplo tenemos la batalla de Lincestas: “Brasidas y Pérdicas comenzaron una segunda expedición
conjunta en Lyncus contra Arrhabaeus; el último con las fuerzas de sus
súbditos macedonios, y un cuerpo de infantería pesada compuesta por helenos
domiciliados en el país; el primero con los peloponesios que todavía tenía
con él y los calcídios, los acanto y el resto con la fuerza que pudo. En
total había alrededor de tres mil infantes pesados helénicos, acompañados por
toda la caballería macedonia y por los caldeos, cerca de mil hombres fuertes,
además de una inmensa multitud de bárbaros.” (Tucídides IV, 124’ 1)
[2] “[…] Arquelao,
el hijo de Perdicas, en su ascensión, que también cortó caminos rectos, y de
otra manera puso el reino en una mejor
posición respecto a la caballería, infantería pesada y otro material de
guerra que todos los ocho reyes que le precedieron.” (Tucídides II,
Guerra del Peloponeso, 100)
[3] Diodoro
XVI, 2’ 5.
[4] A cambio
pretendían hacerse con el control de la importante ciudad costera de Anfípolis.
[5] Diodoro
XVI, 2’ 6.
[6] Apoyando
el texto de Diodoro, en Museo Griego de la Universidad de Newcastle se conserva
una contera de bronce con la inscripción MAK, abreviatura de Makedonon (“de los
macedonios”).
[7] Tal y
como se extrae de Diodoro 17, 57’ 2.
[8] Frontino
IV, 1’ 6: “Filipo, con el primer
ejército, prohibió a todos el uso de carros. A los soldados de caballería les
permitió tener solo un asistente cada uno. En
la infantería permitió un solo sirviente por cada diez hombres, encargado
de llevar los molinos y las cuerdas. Cuando las tropas marchaban a los
cuarteles de verano, exigía que cada hombre llevase sobre sí harina suficiente
para treinta días.”
[9] Que le
suministraban una riqueza de 1.000 talentos anuales.
[10] Diodoro
XVI, 4’ 3.
[11] Diodoro
XVI, 35’ 4.
[12] Diodoro
XVI, 85’ 5.
[13] Muy
importante dado que era la principal fuente de madera para armar la flota de
Atenas, y que esta, anterior aliada de Tebas, se había puesto desde la batalla
de Leuctra del lado Espartano.
[14] Los
beocios emplearon por primera vez una formación con gran profundidad en la
batalla de Delio (424 a.C.) (Tucídides IV, 93’ 4) y luego en Nemea (394 a.C.)
(Jenofonte Helénicas IV, 2’ 18) pero fueron rodeados. Luego Epaminondas lo
reprodujo con tremendo éxito en Leuctra (371 a.C.) y Mantinea (362 a.C.).
[15]
Jenofonte Helénicas VII, 5’ 24.
[16] “Aquí, entonces, hubo un terrible conflicto
con lanzas y espadas. Los egipcios, sin embargo, tenían la ventaja tanto
en números como en armas; porque
las lanzas que usan hasta el día de hoy son largas y poderosas, y sus
escudos cubren sus cuerpos mucho más eficazmente que corseletes y rodelas, y
cuando descansan contra el hombro son una ayuda para empujar. Entonces,
bloqueando sus escudos juntos, avanzaron.” Jenofonte, Ciropedia 7, 1’ 33. “Informaron también que muchos espadachines
tracios ya habían sido contratados y que los
egipcios estaban a bordo para unirse a ellos, y dieron el número de ciento
veinte mil hombres armados con escudos que se pusieron de pie, con enormes
lanzas, tales como lo llevan hasta este día, y con sables.” Jenofonte
Ciropedia 6, 2’ 10.
[17] Existe
cierta controversia debido a que el texto de Diodoro tiene varias posibles
traducciones, pero al parecer esta pelta tendría un tamaño similar al aspis,
unos 90-100 cm. de diámetro, e incluso podría tener forma oval; pero en
cualquier caso su peso, debido a estar construida con mimbre trenzado y no con
planchas de madera, era mucho más ligero y manejable.
[18] Nepote
XI, 1’ 3-4: “Asimismo, les dio una armadura hecha de lino en lugar de hierro o
bronce, Al hacerlo, dejó a los soldados más libres en sus movimientos y, a la
vez que los libraba de una armadura pesada, les proporcionaba una cobertura
igualmente protectora de su persona y mucho más ligera.”
[19] La
campaña es narrada en Diodoro XV, 41’ 4 – XV, 43’ 2.
[20]
“Hermólito el tracio dice que Licurgo posteriormente ordenó que se creara un
synaspismos para los lacedemonios. Lisandro el laconio lo enseñaba con los
hechos, igual que Epaminondas a los tebanos y Caridemo a los arcadios y
macedonios.”
[21] En Tarn
Hellenistic Military and Naval Developments. Esta teoría es rechazada por
prácticamente la totalidad de los historiadores.
[22] En Heerwesen
und Kriegführung der Griechen und Römer.
No había leído el detalle de las reformas al ejército Macedonio y es obvio, que me estaba perdiendo algo importante. Ifícrates y Filipo II, parece probable, fueron antecedentes para las reformas del ejército Romano implementadas por Cayo Mario unos 250 años más tarde.
ResponderEliminarMuy buen artículo, como siempre. !Ya sentía necesidad de volver a leer uno de sus detallados artículos!😊😊😊
Hola, Heitai! Muchas gracias por tus palabras!
ResponderEliminarLas reformas de Filipo y las de Mario guardan algunas similitudes, como que fuera el Estado el que proporcionara las armas (aunque en Roma ya había habido algunos antecedentes). Sería interesante acometer un artículo sobre Mario y sus reformas.
Saludos!!
Gracias a ti por leernos!
ResponderEliminarPlanteas una duda cuya respuesta es clave para entender el tema. Tan importante como la longitud, para el fácil manejo (y la forma de asirla) es el peso de las lanzas. Así pues, se calcula que la lanza hoplita (dory) de 2,5 metros de largo pesaba entre 1 y 1,5 Kg.; y una sarissa de 5,5 m. pesaría unos 4 Kg., que aumentaría a 6,6 Kg. si su longitud llega a los 7 metros [datos de Quesada, Armas de Grecia y Roma]. Como vemos, el peso aumenta exponencialmente conforme aumenta la longitud. Esto es debido a que el diámetro del asta debe ser mayor para que la lanza no se doble por su propio peso, a su vez, el regatón debe ser más pesado para que la misma proporción de lanza se proyecte por delante del hombre que la empuña. Así pues, una lanza de 3,8 metros, es decir, de infante ificrátida y pezhetairoi de Filipo según esta teoría, pesaría unos 2,5 Kg., un peso suficientemente bajo como para ser manejada a una mano con soltura durante una batalla. Además, es clave la descripción que hace Diodoro (15, 44) de las reformas de Ifícrates, así como las de Filipo en Diodoro, Frontino y Polieno. Ninguno de los autores menciona un hecho que sería muy destacable, como el paso de asir una lanza con una mano a hacerlo con dos. Y por otro lado tampoco ofrecen comentario alguno de un uso especial de la pelta. Yendo un poco más allá, dependiendo de la traducción del texto de Diodoro sobre las reformas de Ifícrates, se puede entender que el escudo usado era del mismo tamaño que el aspis hoplita, aunque más ligero, lo que implica que solo quedaría una mano libre para empuñar la lanza. Por todo ello, opino que una lanza de 3,8 o 4 m. podía ser manejada perfectamente con una sola mano, aunque es posible que eventualmente, dependiendo de las circunstancias y necesidades, el infante se podía ayudar con la mano de la pelta. Podría incluso caber la posibilidad que en cierto momento la lanza, por su tamaño y peso, se convirtiera en una lanza de mano y media, haciendo un paralelismo con las espadas bastardas de la Edad Media, paso previo a las sarissas helenísticas de 14 codos o más.
Un saludo!!
Gran aporte
ResponderEliminarGracias, Dantesss123!!
ResponderEliminarExacto Tchazzar, según la descripción de Diodoro del infante egipcio su escudo era de gran tamaño, igual o mayor que el hoplita, con lo que su lanza, también más grande que la del hoplita, era manejada con una sola mano. Evidentemente, sin un entrenamiento adecuado, el uso de la lanza irremediablemente sería menos activo. Podría estar medianamente compensado con el apoyo de las lanzas de la segunda fila, aunque, nuevamente, sin un entrenamiento adecuado la longitud de las lanzas podría llegar a ser contraproducente en el caos de la batalla. Por ello, más importante que la evolución del armamento, la clave de la reforma de Filipo II fue establecer un duro entrenamiento continuo (aunque el tema del armamento sea mucho más llamativo y palpable).
Un saludo!!
Usted es increíble, una pregunta aparte de la longitud de la lanza que otras cosas afectaron negativamente a la falange Macedonia ??
EliminarMuchas gracias por tu comentario Dantesss123!!!
EliminarA mi modo de ver, alargar la lanza estaba pensado para tener ventaja contra otra falange de estilo helenístico, de ahí la teoría de que fue a partir de las guerras de los diadocos cuando esta empezó a tener un tamaño desmesurado. Se llegaría a un punto tal que las ventajas que ofrecía poder atacar al enemigo desde una distancia mayor y que este viera imposibilitado su avance debido al muro de lanzas sería menor que las desventajas que el alargamiento de la lanza cobraba: mayor peso y por tanto más cansancio, menos maniobrabilidad, necesidad de mayor entrenamiento, etc. De ahí que Polibio nos diga que antes de su época la lanza era más larga que cuando él escribe.
Toda esta explicación viene a que alargar la lanza es negativo depende de a quién te enfrentes (y siempre que no se sobrepase cierto límite).
Al enfrentarse contra Roma con unas lanzas de unos 6 m. parece que fue negativo... pero según se mire... En Cinoscéfalos la falange fue derrotada por culpa de que una de las alas tardó demasiado en desplegarse; en Pidna su formación fue rota cuando al avanzar contra los romanos en retirada se adentraron en terreno difícil (y parte de esto fue culpa de las lanzas...). Pero en ambas batallas las legiones romanas se vieron superadas por las falanges cuando la lucha, digamos, fue en igualdad de condiciones.
Entonces, desde mi punto de vista, ¿Cuál es la clave? El entrenamiento, la determinación, la calidad de los mandos... y la demografía. No creo que un Filipo II o un Alejandro Magno o incluso un Antígono Monoftalmos hubieran cometido los errores tácticos comentados; si una tropa (sea romana, macedonia, iliria o gálata...) lucha a vencer o morir normalmente vencerá ya que el enemigo huirá antes, los grandes generales sabían esto, de ahí que, por ejemplo, Agatocles quemara sus naves cuando desembarcó en África en 310 a.C., a sus soldados solo les daba dos opciones: vencer o morir, y 15.000 siracusanos vencieron a 40.000 cartagineses. Por otro lado, las leyes de reclutamiento macedonias dictaban que la falange sería formada por hombres de entre 20 y 45 años de edad (si no recuerdo mal), pero Filipo V tuvo que hacer un llamamiento a niños de 15 años y mayores de 60 para poder completar la falange!! Roma en cambio se podía permitir arriesgar y perder tropas; tenía reemplazos de sobra.
Dicho todo esto, un soldado romano con su scutum, su pilum y su gladius se adaptaba mucho mejor a cualquier tipo de lucha que un pezheitairoi macedonio: podía atacar desde la distancia arrojando su pilum, al llegar al cuerpo a cuerpo se protegía mejor con su gran escudo oval, que además podía ser usado con garantías tanto en formación como en combate individual y su espada era más versátil que la sarisa. Dicho de otro modo, en terreno llano y atacando de frente, la falange tenía todas las de ganar (incluso si los hombres tenían poco entrenamiento), pero en cualquier otro escenario el romano era muy, muy superior. De ahí que también que los errores de los mandos penalizaran mucho más a la falange que a la legión. Y volviendo al principio, unas lanzas más cortas darían a la falange menor poder de choque frontal, pero más versatilidad en cualquier otro escenario, de ahí, por ejemplo que Filipo II pudiera hacer arriesgadas maniobras para desalojar de las colinas a los atenienses en Queronea, o la falange no se partiera cuando Alejandro le ordenó cruzar el río Isos.
Un saludo!!!