miércoles, 26 de octubre de 2022

HANÓN I EL GRANDE. General, político, tirano

Desde su fundación, la política cartaginesa estuvo en manos de tan solo un puñado de familias aristocráticas que con mayor o menor preponderancia se sucedieron en las distintas magistraturas. Allá por el Siglo IV a.C. surgió la figura de Hanón, llamado el Grande por algunas de las fuentes que nos han llegado hasta hoy. La lejanía cultural y temporal de estas nos ha negado conocer mejor a este personaje, crucial en la historia de Cartago, y poder confirmar si fundó una dinastía que duró, al menos, hasta la época de los bárcidas, donde otro Hanón el Grande se convertiría en el más fiero rival de estos. En el presente trabajo trataremos de arrojar luz sobre este brillante general que aspiró al poder absoluto e influyó de forma decisiva en la política cartaginesa.




Panorámica de la ciudad de Cartago.
Introducción

Durante el Siglo V a.C. la política cartaginesa parece estar dominada por una sola familia, denominada Magónidas debido a que su primera figura importante fue un tal Magón. Sin embargo, cuando Dionisio I se convierte en tirano de Siracusa e inicia una serie de guerras contra la urbe africana, la situación va cambiando. Uno de sus descendientes, Himilcón, dirigió las operaciones bélicas en Sicilia desde el 406 hasta el 396 a.C., momento en el que una terrible plaga se desató en su campamento, obligándolo a pactar con Dionisio la retirada de él y sus tropas ciudadanas a cambio de 400 talentos y abandonar a sus súbditos libios y a los mercenarios, lo que provocaría una cruenta sublevación en cuanto la noticia llegó a África. Himilcón aceptó toda la responsabilidad del desastre y se dejó morir de hambre. A este le sucedió en el mando Magón, quien había sido el comandante de su flota y que al parecer no tenía parentesco con él. De este modo los Magónidas desaparecen de los registros. Magón logró sofocar la rebelión libia de 396 a.C. y regresó a Sicilia en 393 a.C. para continuar la guerra contra Dionisio, alcanzando una paz favorable que dejaba a Cartago con el control de la mitad Occidental de la isla.

Cuando Dionisio reemprendió la guerra en 383 a.C., Magón murió en batalla y fue reemplazado por su hijo, cuyo nombre no es dado por las fuentes. El general derrotó a los siracusanos en Cronio e hizo una nueva paz favorable con el traicionero Dionisio solo para desaparecer del registro después.

Así, a mediados del Siglo IV a.C. los principales hombres de Cartago no pertenecían a la antigua familia dominante. Había un tal Hanón, quien fue nombrado general contra el ya anciano Dionisio en 368 a.C.; y el político Suniatus (una forma latinizada de Smnytn o Eshmuniaton), que según Justino era “el más poderoso cartaginés en aquella época”.


Anverso de un decadracma siracusano de época
de Dionisio I
Primeros años

Hanón había demostrado sus dotes militares a finales de la década de 370’, cuando reprimió la nueva revuelta libia que había aprovechado una grave epidemia que afligía Cartago. El resumen de contenidos de la Historia de Trogo así lo muestra al titular el capítulo perdido como “Hazañas de Hanón el Grande en África”. Sin duda esta campaña tuvo que ser anterior al 368 a.C. puesto que en este año recibió el mando militar contra Siracusa. En un principio Dionisio obtuvo gran ventaja en la guerra, arrinconando a los cartagineses en Lilibeo. Pero cuando le llegó la información falsa de que la flota cartaginesa había sido destruida por completo por un incendio, envió a la mitad de sus barcos de vuelta a Siracusa. Esto lo aprovechó Hanón, quien navegó inesperadamente con 200 naves y capturó a la mayoría de los 130 barcos siracusanos que se habían quedado para bloquear Lilibeo. ¿Habían fallado los espías de Dionisio? ¿Las noticias intercambiadas por los mercaderes habían sido exageradas? o ¿Había sido Hanón quien urdiera el plan de que le llegara información falsa a Dionisio? Las fuentes no lo aclaran, pero si fue esto último sin duda Hanón debía ser un hombre astuto y audaz. En cualquier caso, la guerra llegó a su fin con la llegada del invierno y ambos Estados firmaron un armisticio. Y Dionisio ya no molestaría más, pues al año siguiente enfermó y murió, según Diodoro (15, 73’ 5), o fue asesinado por una conspiración de sus propios súbditos, según Justino (20, 5’ 14).

Resulta que tan sólo Pompeyo Trogo llama “magnus”, el Grande, a Hanón. Pero sucede que otros dos Hanón, uno a finales del S. III a.C. y otro a mediados del S II a.C., tienen el mismo término aplicado en griego (megas) por Apiano y Zonaras. Hay quien lo ha interpretado como una traducción de rab (“jefe de ejército”), pero muchos cartagineses son mencionados como rab en inscripciones a lo largo de los Siglos, lo que hace que sea extraño encontrarlo aplicado por escritores extranjeros solo a estos tres… y solo por unos pocos escritores.

Parece como si los autores que dan el epíteto a los tres Hanón lo sacaran de una tradición histórica diferente al resto. Quizás de un registro historiográfico, ya que los aristócratas cartagineses prestaron atención a los lazos familiares y a las genealogías. Esto podría sugerir que los tres pertenecían a una misma familia, sea megas/magnus una traducción de rab o algún apodo familiar heredado.

En cualquier caso, existen otras dos historias de un Hanón que parece ser este. La primera es de Plinio el Viejo (Historia Natural 8, 55), en la que describe a Hanón como “uno de los cartagineses más distinguidos”, narrando que domó tan hábilmente a un león como mascota que sus poderes persuasivos se consideraron una amenaza para los demás. Curiosamente, Plutarco (Moralia 799E) lo secunda, afirmando que un Hanón usaba un león en sus campañas para llevar su equipaje. Un autor romano posterior, Claudio Eliano, escribió en griego una historia aún más imaginativa (Varia Historia 14, 30), en la que Hanón entrenó pájaros para cantar “Hanón es un Dios” a la perfección, solo para descubrir que cuando los liberó para difundir el mensaje volvieron a sus cantos habituales. Seguramente ambas historias tengan muy poco de cierto, pero son importantes para mostrarnos a un Hanón rico, arrogante y peligrosamente ambicioso.


Amuleto cartaginés.
La caída de Eshmuniaton

Nos dice Justino que durante los preparativos de la expedición de Hanón a Sicilia, Eshmuniaton escribió amistosamente a Dionisio para informarle sobre el inminente envío del ejército. La carta fue interceptada y él acusado de traición, con lo que seguramente sería ejecutado.

La historia es dudosa. ¿Por qué se iba a investigar el correo de Eshmuniaton sin un chivatazo previo? Si la carta fue enviada realmente por él se debían dar dos condiciones previas: la primera que fue traicionado y la segunda que estaba siendo acechado por sus rivales políticos, siendo Hanón el más importante. ¿Realmente el político se escribía con Dionisio? Perfectamente la acusación podía ser falsa y haría falta mucho más que una carta “casualmente” encontrada para condenar a un ciudadano prominente.

Hemos visto como Hanón aprovechó que a Dionisio le había llegado información errónea sobre las fuerzas cartaginesas ¿pretendía avisarle Eshmuniaton de la verdad? O, por el contrario, ¿Eshmuniaton mantenía correspondencia con el tirano de Siracusa y aprovechó para engañarlo a instancias de Hanón para seguidamente ser traicionado? Si este fuera el caso, Hanón habría realizado una jugada maestra, ganando la guerra y eliminando a su rival político en un solo movimiento.

En cualquier caso, nos sigue contando Justino que el suceso precipitó que el Senado tomara medidas, elaborando un decreto por el cual “ningún cartaginés debería estudiar en adelante la literatura o el idioma griego, para que nadie pueda hablar con el enemigo, o escribirle, sin un intérprete”. Pero esto es claramente una exageración o directamente una historia inventada, pues en ningún caso esto evitaría la comunicación (podrían enviar cartas en púnico y ser traducidas al griego al llegar al destino) y además las relaciones entre Cartago y el mundo helenístico continuaron con normalidad o, en todo caso, se estrecharon aún más.


Boda roja

Habiéndose deshecho de su mayor rival, en algún momento en torno al 350 a.C. la ambición de Hanón lo llevó a dar un paso más. Con miras de convertirse en tirano de Cartago, decidió que había que eliminar al Senado. “Para la ejecución de esta atrocidad fijó el día del matrimonio de su hija, a fin de que su infame complot se disimulara mejor en la pompa de las ceremonias religiosas. En consecuencia, preparó un banquete para el pueblo en los pórticos públicos, y otro para el Senado en su propia casa, para que, envenenando las copas, pudiera eliminar al Senado en privado y sin testigos, y luego apoderarse más fácilmente del gobierno, cuando no quedaba nadie para impedirlo” (Justino 21, 4’ 2-3).

Justino nos dice que el complot fue descubierto por los agentes de los magistrados, pero increíblemente Hanón no fue castigado. El historiador, dándonos una explicación del todo insatisfactoria, simplemente nos dice que si el caso se conocía públicamente ocasionaría problemas al ser un hombre tan poderoso el que lo había diseñado, conformándose con elaborar un decreto por el cual se ponía límite a los gastos de los entretenimientos matrimoniales y de este modo evitar que Hanón pudiera reunir en la celebración a todos los ciudadanos. De ser cierto, el conjunto del Senado tendría miedo de un solo hombre. Es posible que Hanón controlara buena parte de la voluntad del pueblo y tuviera un número importante de seguidores entre las clases altas que rápidamente crearían disturbios si fuera apresado. Pero entonces, ¿qué necesidad tenía de realizar un plan tan arriesgado? Y en cualquier caso, ¿realmente los senadores se iban a conformar y quedarse de brazos cruzados ante un intento de atentado contra sus vidas? Es evidente que si un hecho tan escandalosamente grave se quedaba sin castigo, el autor volverá a intentarlo. Supuestamente, para ejecutar a Eshmuniaton, ”el más poderoso cartaginés en aquella época”, tan solo hizo falta una carta, ¿por qué tanta tibieza ahora? ¿No será que la oposición política inventó esta historia con posterioridad para justificar cualquier acto contra Hanón? En Roma, más de un supuesto enemigo de la ciudad fue acusado de conspirar para masacrar a todo el Senado.


Tropas cartaginesas.
Golpe de Estado

En cualquier caso, tiempo después Hanón trató de hacerse con el poder por la fuerza. Justino (21, 4’ 6) nos dice que “levantó a los esclavos y fijó un día para una masacre en el Senado”, pero seguramente sería más apropiado decir que sobornó en secreto a los esclavos de los demás senadores para que en la fecha acordada los asesinaran. Sin embargo, Hanón fue traicionado de nuevo, siendo su plan revelado y totalmente frustrado. “Temiendo [ahora sí] ser llevado a juicio, se retiró a una fortaleza con 20.000 esclavos armado”. ¿De qué fuerte se trataba? ¿Por qué contando con una fuerza tan considerable no actuó de forma más agresiva? Dexter Hoyos (Carthaginian peoples of the ancient world) especula que quizás se tratara de una de sus propiedades en el campo y que, en realidad, no eran tantos seguidores (quizás 2.000), ni todos esclavos. Sobre esto último, Asitóteles (Política 5, 1307a) alertó en su obra sobre la tendencia a golpes de Estado aristocráticos por parte de generales victoriosos y carismáticos, poniendo como ejemplo al lacedemonio Pausanias y al cartaginés Hanón, por lo que se sobreentiende apoyo entre el pueblo y parte de las clases altas. Hanón también solicitó la ayuda de libios y de un rey númida (Justino dice “rey de los Mauri”, pero debe tratarse de un error ya que estos estaban demasiado lejos), aunque es imposible afirmar el nivel de implicación de estos.

En cualquier caso, antes de que recibiera más apoyo, Hanón fue capturado, cruelmente torturado, espantosamente mutilado y crucificado y, de acuerdo con Justino, toda su familia fue también ejecutada. Sin embargo, el destino de esta no debió ser tan aciago, pues, al menos uno de sus hijos, Giscón, siguió con vida, aunque en el exilio.



Batalla de Crimiso.
Conclusiones

En el 344 a.C. las guerras internas de los griegos en Sicilia invitaron a los victoriosos oponentes de Hanón a realizar un enorme esfuerzo bélico que los hiciera extender el dominio sobre la isla a la vez que consolidara su posición política en la propia Cartago. Sin embargo, estos fueron completamente derrotados en Crimiso en 341 a.C., muriendo no menos de 3.000 ciudadanos. Este revés provocó que Giscón, el exiliado hijo de Hanón, fuera llamado y nombrado general, lo que se traduce en una nueva situación de equilibrio político, que no obstante no eliminaría las tensiones preexistentes.

Aunque los detalles de la vida de Hanón el Grande quedan nublados al provenir de fuentes griegas, distantes y hostiles respecto a los cartagineses, queda claro que sus aspiraciones a la tiranía, son el reflejo de las tensiones políticas de la época. Durante la primera mitad del Siglo IV a.C. la sociedad cartaginesa estaba sufriendo por las repetidas y costosas guerras contra Siracusa, las devastadoras plagas y las constantes revueltas de los súbditos libios. Era cuestión de tiempo que alguna figura importante de la aristocracia tratara de alcanzar la tiranía, tal y como había sucedido en las ciudades griegas de Sicilia ante situaciones de similar tensión social. La tentación de éxito político y la ansia de poder agudizaron los conflictos entre aristócratas ambiciosos, llegando incluso a la violencia. No sería la última vez. En la siguiente gran crisis política, durante la invasión africana del tirano Agatocles de Siracusa, en el 308 a.C., el antiguo general Bomílcar trató de hacerse con el poder absoluto, terminando en un fracaso aún más estrepitoso que el de Hanón. Quizás fruto de estas mismas tensiones, descalabros y revueltas se tomó la decisión de no enviar tropas cartaginesas a empresas fuera de África. Por otro lado, del mismo modo que unas décadas antes la desmedida acumulación de poder por parte de la familia de los Magónidas había propiciado la creación del Tribunal de los Ciento Cuatro, formado por miembros de la aristocracia y cuya función era la de controlar a los generales y magistrados (tanto por su abuso de poder como por su incompetencia), tal y como indica Aristóteles (Política 2, 11’ 3-7); el ascenso y caída de Hanón puede que provocara la consolidación y aumento de funciones de los sufetes (“jueces”), magistrados colegiados elegidos anualmente con responsabilidades políticas y judiciales, al igual que había sucedido (de forma mucho más compleja de la que cuentan las fuentes) en Roma con caída de Tarquinio el Soberbio y el nacimiento de la República y la figura del cónsul. Prueba de esto es que a partir del Siglo III a.C, y a diferencia de lo que ocurría con anterioridad. los cargos de sufete y general eran independientes y no se acumulaban. Quedaba así configurado el sistema político cartaginés con el que entraría en el Siglo III a.C., un periodo no menos tenso y lleno de problemas para la gran urbe fenicia de Occidente.



Autor: Alejandro Ronda




Bibliografía:

Justino; Epítome de Pompeyo Trogo

Diodoro Sículo; Biblioteca Histórica

Plinio el Viejo; Historia Natural

Plutarco; Moralia

Máximus de Tiro; Disertación

Aristóteles; Política


Dexter Hoyos; Carthaginian Peopleos of the Ancient World

Dexter Hoyos; Carthaginian Other Wars

Richard Miles; Carthage Must Be Destroyed

Fernando Quesada; En torno a las instituciones militares cartaginesas

2 comentarios:

  1. ¡Nuevo artículo en AH Web! Esperamos sea de tu agrado y no olvides dejar un comentario.

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  2. Interesante información, siempre he sentido fascinación por estas historias de la antigüedad. Muchas gracias.

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