La isla de Cerdeña normalmente recibe poca atención en lo que refiere a la 2da Guerra Púnica, y esto es así debido a que las acciones bélicas ocurridas allí, no suelen considerarse determinantes en el devenir de la guerra que disputaron las mayores potencias del Mediterráneo Occidental: Roma y Cartago.
Si bien esto es cierto, ocurre que su importancia reside en otras cosas, principalmente en lo que la isla representa para ambas potencias del Mediterráneo antiguo, sobre todo Cartago. Cuestión interesantísima y que intentaremos develar en el presente trabajo.
Cartago, Aníbal y la isla de Cerdeña
La 2da Guerra Púnica está plagada de situaciones controvertidas que alimentan encendidos debates. Uno de estos temas, y tal vez uno de los más jugosos es, sin dudas, el referido al envío y desvío de recursos destinados a reforzar el cuerpo de ejércitos que Aníbal comandaba en Italia. Y dentro de este ítem, uno de los mas contradictorios es, tal vez, la intervención cartaginesa en Cerdeña en el año 215 a. C., que significo la organización de una fuerza de invasión destinada a la reconquista de la isla en apoyo de las fuerzas nativas rebeldes a la ocupación romana.
Lo llamativo de esta acción, en un teatro de operaciones supuestamente secundario[i], es que significo el desvío de recursos que podrían haber sido enviados a Italia, en apoyo de la expedición púnica en suelo romano y que comandaba Aníbal Barca. Pero lo que lo hace más interesante, es que tal acción fue alentada o instigada por el mismo Aníbal, quien no dudo en solicitar a Cartago el envío de una fuerza expedicionaria al enterarse de la situación en la isla (Eutropio 3, 12)[ii].
Es por eso que, para poder explicar la actitud y el interés de Aníbal, y vincular esto a la histórica relación de Cartago con la isla, es necesario retroceder en el tiempo para recordar una serie de hechos fundamentales.
Fenicios en Cerdeña. Colonización
Sardus Pater |
Cayo Sallustio, en sus fragmentos de las “Historias”[iii], señala que un tal “Sardus”, partiendo del norte de África (Libia), sería el responsable, no solo del primer intento de conquista de la isla, sino también de rebautizar a la misma como Cerdeña (Sherden o Shardan), que por entonces era conocido por los griegos como Ichnussa (oHiknussa)[iv]. El mismo hecho es recogido y ampliado también por Pausanias, en su “Descripción de Grecia”[v] y confirmado por diversos escritores latinos[vi].
Tal personaje, Sardus, se encuentra envuelto en mitos. Al mismo se lo señala como hijo de Makeris (Melqart), el equivalente fenicio del Heracles (Hércules) griego, y a cuyo honor fuera consagrado el nombre de, por ejemplo, Amílcar (Hmlqrt), el padre de Aníbal, entre otros cartagineses. Por otra parte, el “Sardus Pater” es reconocido como la máxima deidad de la isla[vii].
El origen líbico-bereber de Sardus está en discusión. Lo mismo que su otro posible origen fenicio-púnico. A esta discusión debemos agregar la posibilidad de un origen egeo-anatolio muy probable. Siguiendo lo descripto por Herodoto[viii], según la cual los Etruscos (la mitad del pueblo lidio) habrían emigrado de Lidia para establecerse en Etruria, los Sardos podrían ser una facción de estos, atendiendo a la similitud fonética entre el nombre de “Sardes”, la capital de Lidia, con “Sherden” el nombre fenicio para Cerdeña. Como veremos más adelante (cuando hablemos del sardo Hampsicora), antropónimos de origen egeo-anatolio que parecen ser comunes en Cerdeña, concuerdan con la teoría orientalista de un posible origen egeo-anatolio para los Sardos Nuragos[ix].
Más allá del origen de los sardos, o de si el tal Sardus es fenicio o libio, la presencia fenicia esta mas que comprobada desde temprana edad. Con el establecimiento de una serie de ciudades o emporios comerciales, sobre todo en las costas sur occidentales de la isla. Muchas de ellas sobre poblaciones previas nuragas, otras de nueva fundación. Lo que supone un contacto entre ambas culturas, que excede lo meramente comercial. Sin embargo, parece que la principal característica de la colonización fenicia es que estos nunca se plantearon avanzar sobre el interior de la isla. Situación que interesa, y que es similar a lo que ocurría en Sicilia, de la cual tenemos información de primera mano gracias a Tucídides[x]. Pero esta modalidad será abandonada en el futuro, sobre todo en coincidencia con el expansionismo cartaginés.
Conquista cartaginesa de la isla de Cerdeña
La primer evidencia del cambio mencionado en el anterior ítem, nos la entrega Justino, en su “Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo”[xi], al relatarnos en el libro 18 cap. 7, como un cartaginés llamado Malco (o Malchus[xii]), famoso por sus triunfos en Sicilia y África, es enviado en el 545 o 540 a.C. por Cartago, con una importante fuerza, para la total conquista de la isla.
Pero fue derrotado en forma contundente por la población local en cruenta batalla campal. Aparentemente, esta derrota cayo muy mal en Cartago. La decisión fue, que los sobrevivientes serian exiliados, incluido el general Malco. Estos decidieron continuar la guerra en Cerdeña para recuperar su prestigio, a ellos se les unió Cartalo, hijo de Malco, quien volvía de Tiro donde había sido enviado con los tesoros obtenidos en Sicilia. Sin embargo los sardos lograron aislar en la fortaleza del monte Sirai (ver mapa: "Cerdeña Púnica") a los cartagineses, cortándoles los suministros los redujeron a la mayor desesperación. La fortaleza fue finalmente tomada y el ejército púnico destruido. Humillado, Malco volvera a Cartago y tomara el poder por la fuerza, al tiempo que castiga a los culpables de su destierro y miseria. Sin embargo, poco despues, habiendo abandonado el gobierno de la ciudad (no esta claro como), es acusado de haber aspirado a “rey” entre otros abusos, penalidades por las que sera finalmente, y definitivamente, castigado.
El fracaso en Cerdeña, sumado al golpe de Malco, parece que fueron el pretexto o motivo de una serie de reformas tanto civiles como militares en Cartago. A Malco lo sucedió un tal Magón “por cuyos esfuerzos el poder de Cartago, en la medida de sus territorios, y su gloria militar, se incrementó mucho más” (Justino 18, 7), quien fue además el primer general cartaginés que “(…) mediante el control de la disciplina militar, logra sentar las bases del poder púnico, y de establecer la fuerza del Estado, no menos por su habilidad en el arte de la guerra que por su valor personal” (Justino 19, 1). Sera luego de estos acontecimientos que el ejército en Cartago se fortaleció, y se convirtió en el instrumento y símbolo de dominación cartaginesa.
En 535 a.C., serán los hijos de Magon: Asdrúbal y Amílcar (Justino 19, 1), los encargados de continuar la guerra en Cerdeña. El proceso de esta guerra será igual de duro, y Asdrúbal perderá la vida luego de ser herido de gravedad, en 510 a.C. Su hermano continuara la complicada campaña de conquista, que asumimos tuvo buen término, si recordamos que en 509 a.C. Roma y Cartago firman el primer tratado del que tenemos constancia donde “la Loba” reconoce a la isla de Cerdeña como propiedad de Cartago (ver ítem: Tratados con Roma).
Podría confirmar este consumado dominio cartaginés de la isla (aunque no necesariamente) el hecho de que, en el año 480 a.C., cuando tuviera lugar la batalla de Hímera en Sicilia (con victoria de los griegos sobre los cartagineses), militara en el ejército púnico un contingente de mercenarios Sardos (Herodoto 7, 165)[xiii].
Sardos y cartagineses. Dominación y resistencia
La dominación cartaginesa, se dio fuertemente en el suroeste de la isla. No fue total, por lo tanto, en toda Cerdeña. Esto no impidió que los cartagineses la consideraran territorio propio, como se desprende de los tratados entre Cartago y Roma (y que luego abordaremos), situación que era aceptada y reconocida por los otros pueblos o estados con los que los cartagineses tenían relación. Lo cierto es que si el dominio no fue completo en lo político, si lo fue en lo económico. Las monedas cartaginesas que se pueden encontrar en las zonas “libres” de la isla, parecen confirmar que, a pesar de los conflictos, existió intercambio comercial.
Las principales ciudades Cartaginesas en Cerdeña eran: Karalis(Cagliari) muy importante por su relación con el interior de la isla, y sitio donde desembocaban los minerales de la isla; Nora, donde se encontraba el gobernador militar; Tharros, que era importante por el control de tráfico con la Iberia; Sulci o Sulki (Sant´Antioco) también importante como salida de los productos de la isla; Othoca (Santa Justa); Macopsisa (Macomer), importante en su rol de ciudad en el límite con la parte libre de la isla; Bithia; Neapolis (el nombre griego es posterior), Bosa y Olbia. La ubicación de las mismas se da en el sur y oeste, principalmente (Olbia es la única que se encuentra en el noreste), y el dominio se proyectaba sobre todo en la vasta llanura sud occidental, el “Campidanu”, hasta la región montañosa del noreste, que luego será llamada “Barbaria” por los romanos, donde los cartagineses (y luego los romanos) intentaran mantener aislados a los sardos rebeldes a la dominación.
Por otro lado, el trabajo en bloque de todos los principales puertos, bajo dominio cartaginés, principalmente los del suroeste, pero también los del norte (Olbia), fue duro golpe para la economía de la zona libre de la isla. Si a esto le sumamos que los cartagineses se adueñaron de la principal zona fértil, el “Campidanu”, además de los centros mineros más importantes, y privaron a los naturales del contacto comercial con otros países (el segundo tratado con Roma es ejemplo de esta política), la cultura nurágica entro en un periodo de decadencia muy marcado.
Este ahogamiento, fue motivo de diversos conflictos y revueltas. Con casi un siglo de dominación cartaginesa, entre los año 378 a. C. (batalla de Cabala, entre púnicos y siracusanos) y 368 a. C. (año en que Dionisio I, tirano de Siracusa, es derrotado por la flota cartaginesa en Lilibea, Sicilia), estallo en Cerdeña la enésima rebelión sarda contra la dominacion cartaginesa (Diodoro 15, 24)[xiv], tal vez la mayor de que se tenga registro. La misma motivó, no solo la movilización de un importante ejército púnico, sino también de la flota, que actuando como apoyo y en combinación, lograron la completa derrota de los rebeldes. Cartago acentuaba así el control territorial sobre la isla.
Sobre el imperialismo CartaginésCierta cuestión, que no está del todo explicita en los autores antiguos, porque aparece solapadamente sugerida en diferentes citas, es la existencia en Cartago, en el Senado Cartaginés para algunos, de un mal llamado a mi entender “partido imperialista”, que veía en la guerra, conquista y expansión imperialista de territorios fuera de África fundamentalmente (o exclusivamente), la mejor forma de fortalecer el comercio y el intercambio marítimo, basado en la explotación de los recursos naturales de los países conquistados. La familia Bárcida, aparece muchas veces encabezando este partido o facción dentro de la sociedad (o el senado) cartaginés.En oposición a esta postura, o estructura económica y de poder, surge un personaje que no pasa desapercibido, y me refiero a Hannón el Grande, a quien en más de una oportunidad lo encontramos referido como el principal opositor a toda acción o decisión emprendida por Aníbal (y por extensión, su familia). Este otro “partido” o facción, con Hannón a la cabeza, suele mostrarse más inclinado a defender principalmente los negocios por el continente africano, puntualmente mediante la actividad agrícola.En definitiva, dos posturas, dos formas distintas de construir poder, representantes de estructuras de negocios e intereses económicos por demás contrapuestos[xv].La colonización y conquista de las islas de Sicilia (en parte) y Cerdeña, la fundación de ciudades y la apertura de mercados en esas islas, seguramente significo la fuente de poder y riqueza de familias como la de los Bárcidas, y expresión del poder de Cartago en el Mediterráneo. La perdida de estas islas en mano de los romanos, tras la 1ra guerra púnica, destruyo sin dudas la estructura de negocios de esas familias en particular, y de Cartago en general. La expansión cartaginesa en España, es la respuesta o solución a ese problema.Está claro que tal política expansionista pudo tener detractores en Cartago (el ejemplo de Hannón el Grande puede ser muestra de ello), pero más claro aun, es que tal política fue impulsada desde la mismísima metrópolis, según se puede ver, por el ímpetu puesto en la conquista y dominio de territorios (y los recursos que esto implica) fuera de África. El intento romano por colocar a la familia Bárcida en una situación marginal, o de excepción, argumentando que la metrópolis púnica se oponía o era reacia a los planes expansionistas, es contradictoria con todas las fuentes antiguas, puntualmente en lo referente a la llamada “Guerra e Aníbal” (con la que el Senado cartaginés parece coincidir en forma unánime[xvi]) y en general en lo que refiere a Cartago como un todo, y que como pudimos verificar en los ítems anteriores, tal actitud y aptitud expansionista (o imperialista) fue algo que caracterizo a la metrópolis púnica, por lo menos desde el siglo VI a. C., puntualmente desde la primer derrota en Cerdeña (casualmente, la isla en cuestión), que motivo las mencionadas reformas sociales y en el ejército.
Tratados con Roma. Cartago pierde la isla
Cerdeña aparece mencionada al menos dos veces en los tratados celebrados entre Cartago y Roma, previos a las Guerras Púnicas. Sabemos esto gracias el repaso que efectúa Polibio de las cosas entre ambas potencias, previo a abocarse a los conflictos bélicos que enfrentaron. Estos tratados pertenecen al Libro tercero, capítulos 22 y 24, y lo interesante es que en ambos, Cerdeña aparece claramente mencionada como “propiedad” de Cartago. Similar tratamiento merece África, pero en cuanto a Sicilia, por el contrario, en ambos tratados se aclara que los derechos púnicos se harían valer solo “en la parte que mandan los cartagineses”. Este no es un ítem que deba dejarse pasar por alto. Es indicio de lo que significaba Cerdeña para Cartago, es decir, una cosa enteramente de su propiedad. Igual que África.
El primer tratado data del 509 a. C. aproximadamente, año en que se nombraron los primeros dos cónsules[xvii], luego de abolidos los reyes. El segundo tratado, fue firmado, según Polibio en el año 352 a. C., y a diferencia del primero, donde se aceptaba que un romano pudiera comerciar en la isla[xviii], ahora se establecía que “ningún romano comerciara ni construirá ciudad en Cerdeña y África”. Es interesante hacer notar que además de los derechos que se establecen, Cerdeña es puesta al mismo nivel que el territorio cartaginés de África.
El siguiente tratado que menciona Polibio (281 a.C.) se celebrara en relación al conflicto con Pirro, pero no se menciona cosa importante que involucre a la isla. Luego, concluida la guerra en Sicilia con victoria romana (1º Guerra Púnica en 242 a. C.); guerra que enfrento a romanos y cartagineses por primera vez; se acordó, entre otras cosas, que los púnicos evacuarían Sicilia y todas las islas situadas entre esta e Italia, aunque nada se menciono sobre Cerdeña. Pero no podemos olvidar mencionar que cierto ítem establecido en este tratado (241 a. C.), obligaba a ambas naciones a respetar a los aliados de la potencia rival. Es decir, comprometía a cartagineses y romanos por igual.
Ahora bien, con la guerra desatada en África, o Guerra de los Mercenarios, del año 239 a. C., en la que los cartagineses tuvieron que combatir la rebelión de sus mercenarios de la 1º Guerra Púnica, Roma encontró la oportunidad de hacerse con la isla “sin causa ni pretexto razonable”, según cuenta Polibio. Ocurrió en determinado momento que los cartagineses habían apresado unos comerciantes romanos que estaban remitiendo víveres a los mercenarios rebeldes. La protesta romana no se hizo esperar, y ante su precaria situación, Cartago resuelve con buen tino remitir los comerciantes romanos sin reclamar rescate, a pesar de que hubiera correspondido, por lo injusto de la situación.
Dominios de Cartago: 1- antes de la 1ra Guerra Púnica (izquierda), 2- antes de la 2da Guerra Púnica (derecha)
Pero Cerdeña había sufrido también la rebelión de las tropas mercenarias cartaginesas, que asesinaban sin pudor a los ciudadanos cartagineses que allí vivían. Cartago dispuso de una primera expedición con la intención de pacificar la isla, pero fracaso apenas toco tierra, puesto que las tropas enviadas se unieron a la rebelión. Es en este momento cuando Roma decide intervenir, enviando un cuerpo expedicionario, pero Cartago protesta airadamente, a la vez que organiza su propia expedición. Roma alega que la expedición estaba destinada a invadir el Lacio, y no contra los rebeldes sardos, declaran entonces la guerra a Cartago, le imponen otro pago por mil doscientos talentos de plata, y obligan a los cartagineses a evacuar la isla (238 a. C.), la cual pasaría a ser propiedad romana (aunque la conquista de la misma, recién se efectivizaría en el año 235 a. C. por el Cónsul Tito Manlio Torcuato).
Lo irónico, es que entre los argumentos esgrimidos por Roma para obligar a Cartago, se encontraba el agravio que supuestamente habían sufrido los comerciantes romanos. Agravio que ya había sido saldado con la devolución de los mismos. Demás está decir, que Cartago no tenía oportunidad de protestar, su situación, por demás comprometida, le impedía tomar cualquier acción destinada a reivindicar sus derechos.
Lo explicado es esencial para comprender los conflictos futuros entre ambas potencias del Mediterráneo. La humillación era total, Roma se había dedicado a hacer y deshacer a su antojo e impunemente los tratados firmados, sometiendo a su rival, contra todo derecho, a sus injustificadas e unilaterales decisiones. Luego de siglos de ocupación, Cartago perdía el dominio de la isla de Cerdeña del modo más injusto.
Finalmente debemos reconocerle a Polibio, uno de sus grandes aciertos, en relación a la injusticia cometida, cuando asegura que “siendo esto así, solo nos resta examinar e inquirir a cuál de los dos pueblos se ha de atribuir la causa de la guerra de Aníbal”. Es que sin dudas, estamos frente al hecho (la injusticia) que será el motivo, o la verdadera causa, de la 2da Guerra Púnica. Esto coloca a la toma de Sagunto (ciudad aliada de Roma) por Aníbal en el sitio que realmente le corresponde, y esto es, simplemente, como el “hecho inicial” de una guerra inevitable, y no su causa.
Ocupación romana de Cerdeña, 238 a.C.
Como decía, en 238 a.C. se decreta la ocupación romana de la isla. Pero el historial de hechos entre romanos y cartagineses en Cerdeña (y también Córcega) se remonta mucho tiempo atrás, tal como demuestran los tratados, pero también por las operaciones bélicas que se dieron en las islas.
Las “Períocas”[xix] de Livio (Liv. Per. 17) sitúan la primer acción romana en Cerdeña en el año 259 a. C., en razón de la 1ra Guerra Púnica: “el cónsul Lucio Cornelio Escipión luchó victoriosamente en Cerdeña y Córcega contra los sardos, los corsos y los cartaginenses mandados por Hannón”. Gracias a otros autores[xx], sabemos que los cartagineses habían enviado al general Hannón en reemplazo de un tal Aníbal, y que, pese a luchar valientemente, es derrotado por Escipión. Hannón encuentra la muerte en esa batalla campal, y las ciudades de Olbia en Cerdeña, y Aleria en Córcega, serán saqueadas por los romanos, obteniendo importante botín y prisioneros. A su vuelta a Roma (258 a.C.), Escipión celebrara un triunfo en virtud de su victoria.
Según Polibio, podríamos establecer la primer acción en el años 260 a. C. Sin embargo es probable que el acotado relato del historiador griego, abarque un periodo de tiempo mayor, pudiendo ubicar los hechos en el años 258 a.C. puesto que el romano protagonista del relato de Polibio, es el cónsul Cayo Sulpicio Patercolo quien fuera cónsul (junto a A. Atilio) justamente en ese año (258 a.C.). Esta acción se la conoce como batalla de Sulci en la que, según Polibio, el general cartaginés Aníbal Giscón, fue sitiado por los romanos “en cierto puerto (Sulci) de Cerdeña, (isla que desde que los romanos pusieron pie en el mar se propusieron conquistar), perdidas allí muchas de sus naves, le echaron mano los cartagineses que se habían salvado, y al punto le crucificaron” (Pol. 1, 24).
Estas dos acciones parecen darle la razón a Polibio, porque el interés romano por esta isla será cada vez mayor. Aun así, como se pudo ver en el capitulo anterior, Roma lograra quedarse con la isla, no mediante el uso de las armas, sino gracias a la impunidad que le daba el hecho de ser la vencedora de la 1ra Guerra Púnica, y la certeza de que Cartago se encontrara agobiada, no solo por las condiciones impuestas en la derrota, sino por la guerra que sufría en su territorio africano. Finalmente el Cònsul Tito Manlio Torcuato, en el año 235 a.C., es enviado a Cerdeña para efectivizar su conquista (Livio 23, 34). Sobre esta campaña lamentablemente no hay mayores datos [xxi].
Al igual que los cartagineses, la ocupación romana de Cerdeña tendrá que padecer de la acción de los rebeldes sardos de las montañas de Barbaría (nombre que será dado justamente por los romanos).
Gracias a Zonaras (Zon. 8, 18), sabemos que en el año 234 a. C. los cartagineses incitaron a los sardos “a levantarse contra los romanos”. También los corsos se rebelaron y los ligures no hicieron menos. Los romanos dividieron sus fuerzas, y enviaron a Liguria al Cónsul Postumio Albino (quien luego muriera en 215 a.C. tras ser emboscado por los galos Boios), al Cónsul Espurio Carvilio (Spurio Carvilio Massimo “Ruga”) contra los corsos, y al Pretor Publio Cornelio a Cerdeña. Finalmente Espurio Carvilio será quien termine sofocando la rebelión de los sardos, tras dura batalla, debido a la enfermedad de Publio Cornelio y parte de su ejército. Al regreso, celebraron un triunfo[xxii].
En el instante en que los romanos dejaron las islas, estas volvieron a rebelarse. Los nuevos cónsules romanos fueron enviados nuevamente a la guerra en el año 233 a. C. Estos eran, el Cónsul Quinto Fabio Máximo (más famosos por su desempeño en la guerra contra Aníbal) que fue enviado contra los ligures, y el Cónsul Manio Pomponio que fue enviado a Cerdeña. La revuelta será sofocada sin problemas (Zon. 8, 18), y Roma acusara nuevamente a los cartagineses por instigar el levantamiento de los sardos. Al parecer, las tensiones entre Roma y Cartago, en ocasión de este hecho, sufrieron una escalada que cerca estuvo de desembocar en un nuevo conflicto bélico.
Al año siguiente los sardos nuevamente se levantaran en armas contra los romanos. Esta vez, la acción requirió del concurso de ambos cónsules, Marco Emilio Lépido (que luego morirá en Cannas) y Marco Publio Maleolo, según cuenta Zonaras (Zon. 8, 18). Corria el años 232 a.C. y tal acción parece haber sido más de saqueo y expoliación, que realmente de conquista y pacificación.
Esta situación dio lugar a otro levantamiento[xxiii], por cuarto año consecutivo, en el que, al parecer, la crudeza de la reprimenda romana logro calmar a los sardos por unos cuantos años. En el año 231 a. C. el Cónsul Marco Pomponio Mato desembarco en Cerdeña con el ejército romano, y al parecer da en la tecla con el problema sardo. Es que los isleños, tras siglos de ocupación, primero fenicio-púnica, y ahora romana, habían perfeccionado sus tácticas. Según Zonaras, el Cónsul pudo notar, al recorrer la isla, la poca gente que le salía al encuentro, descubrió entonces que los rebeldes “se introducían en cuevas de los bosques, muy difíciles de localizar”, siendo seguramente esta la razón de lo inefectivo de las anteriores campañas en la isla. Mando el Cónsul, entonces, traer de Italia unos perros de caza con los cuales pudo descubrir el rastro de hombres y ganado. Así culmina el relato de Zonaras (Zon. 8, 18) sobre el asunto, informando además que el otro Cónsul, Cayo Papiro Maso, en Corcega y tras severas pérdidas, lograra inducir a los corsos a un acuerdo o tratado, omitiendo mayor información sobre la campaña de Marco Pomponio en Cerdeña. Es posible, sin embargo, suponer que al haber dado con los escondites de los sardos, pudo cortar de raíz el sentimiento rebelde de los isleños, rompiendo con cinco años consecutivos de guerras (incluyendo el de la conquista).
Esto es posible, sobre todo cuando la próxima rebelión que nos sea informada, tendrá lugar en el año 225 a. C., seis años después de la ultima revuelta sarda. Durante este año, tuvo lugar la famosa batalla de Telamón, Etruria, donde los romanos destruyeron un poderoso ejército de galos padanos. Para contener esta invasión, en principio, se había encomendado al Cónsul Lucio Emilio Papo, en concurso con el Pretor de Etruria. En cambio al Cónsul Cayo Atilio Regulo ya había sido enviado a sofocar la nueva rebelión en Cerdeña. Aparentemente la isla fue rápidamente pacificada, porque en muy poco tiempo (ese mismo año), lo tenemos a Regulo regresando rápidamente a Italia para combatir en Telamón[xxiv].
Zonaras (Zon. 8, 19) acerca una posible explicación para esta nueva revuelta sarda, cuando cuenta que“(…) los sardos, indignados porque un pretor romano se estableció permanentemente sobre ellos, comenzaron un levantamiento, pero fueron esclavizados de nuevo”. Ocurre que en el año 227 a. C. Cerdeña y Córcega conforman legalmente una nueva provincia, situacion que, junto a la incorporacion de Sicilia, motivo la ampliacion de algunas magistraturas, como la de los pretores[xxv]. El establecimiento de estos funcionarios en forma fija configuraba una nueva situacion politica para la isla, algo que seguramente no agrado en lo mas minimo a los sardos. Un pretor romano establecido permamentemente, podria ser posiblemente el verdadero desencadenante de la rebelion, que como ya se informo, fue sofocada por C. A. Regulo.
Ahora bien, nada que merezca ser destacado parece haber ocurrido en Cerdeña los diez años que transcurrieron desde esta última revuelta. El silencio de las fuentes es notorio hasta el año 215 a.C., en el que se produce una nueva revuelta. Nada mas y nada menos, que la revuelta que motiva el presente trabajo. Pero la novedad es que la misma implico, ahora si, no solo la "instigacion" desde Cartago al levantamiento de los naturales de la isla, sino la intervencion de una fuerza militar de origen púnico.
Dos pueden ser los motivos por lo que los sardos no se revelaran al sometimiento romano durante esos diez años. La primer razon es que probablemente quedaran exhaustos luego de años de enfrentamientos. Pero también es probable que la administración romana haya sido un poco más justa para los intereses de todos los habitantes de la isla durante todos esos años, y que algun cambio en esta supuesta situacion favorable de los isleños los arrojo a la nueva revuelta. Aunque es imposible saberlo, puedo animar esta segunda idea o suposición en virtud de los datos aportados por Livio cuando señala que, en el año 215 a. C., la población sarda estaba propensa a la rebelión cuando afirma que “los sardos, además, estaban cansados de su largo sometimiento, y durante los últimos doce meses el gobierno había sido duro y rapaz y los había aplastado con fuertes impuestos y una injusta exacción de grano. Nada faltaba sino un líder que encabezase la revuelta” (Livio 23, 32).
Esta situación señala Livio que ocurre solo desde los últimos doce meses previos a la intervencion cartaginesa e intento de reconquista de la isla, y podemos atribuirla principalmente a la situación que vivía Roma en la guerra con Cartago por aquellas fechas, nada más y nada menos que los años de derrota sobre derrota en Italia, por causa del genio de Aníbal Barca. En Livio 23, 31 tenemos un claro ejemplo de las políticas impositivas post Cannas cuando se dice que “el Senado, en el Capitolio, aprobó un decreto por el que se doblaba el impuesto de guerra para ese año y que la mitad de la cantidad total se recaudase enseguida, para proporcionar la paga a todos los soldados excepto a los que habían estado presentes en Cannas”, cita que, junto con la anterior, me permite afirmar que probablemente la dominación romana en la isla, tras la revuelta de 225 a.C. y hasta el año en cuestion (215 a.C.), no parece haber sido abusiva o asfixiante.
Rebelión en la Isla, 215 a.C.
A pesar de la sangría que significo la derrota de Cannas en 216 a.C., traducido en la cuantiosa pérdida de vidas, recursos y aliados, Roma decide redoblar la apuesta. A la negativa de aceptar el tratado de paz que ofrecía Aníbal, debemos sumar, entre otras cosas, la movilización de toda la población masculina para el reclutamiento de nuevas legiones.
Mientras tanto, en Cartago se apuraban los preparativos para la expedición destinada a reforzar fuertemente el ejército púnico de Italia[xxvi]. En lo que podría haber sido, con seguridad, una acción definitoria. Puesto que Magon Barca, al mando de doce mil infantes, mil quinientos de caballería, veinte elefantes, y mil talentos de plata, a punto estaba ya de embarcarse en una flota de 60 buques de guerra en dirección a Italia, cuando las noticias que llegaban de España obligaban a repensar las decisiones.
Los enviados relataban que la derrota de Asdrúbal Barca en manos de los hermanos Escipión[xxvii] dejaba en una situación muy delicada aquella provincia, puesto que diezmados los ejércitos, ahora los antiguos aliados se pasaban del lado romano. Pronto se resolvió que lo mejor era enviar allí a la fuerza expedicionaria de Magon, pero justo cuando discutían esto “hubo un súbito estallido de esperanza en que se pudiera recuperar Cerdeña” (Livio 23, 32). Se informaba por una embajada sarda, al frente de la cual estaba un tal Hampsíscora, que “solo había allí un pequeño ejército romano; el antiguo pretor, Aulo Cornelio Mamula[xxviii], que conocía bien la provincia, se había marchado y esperaban la llegada de uno nuevo” (Livio 23, 32). En efecto, en el 215 a.C. el nuevo pretor designado, Quinto Mucio, parte hacia la isla de Cerdeña. Pero lo más interesante era que el ánimo de la población, propensa a la rebelión pues se encontraba agotada por la opresión a la que eran sometidos por Roma [xxix], justificaba la intervención.
La decisión final, fue disponer de una segunda fuerza expedicionaria cartaginesa al mando de Asdrúbal el Calvo, de poder equivalente al de Magon (quien seria remitido a España), y que sería destinada a la recuperación de la isla en alianza con los nativos rebeldes[xxx].
Probablemente Livio busca dar a entender que la oportunidad que se les presenta a los cartagineses es fruto de la casualidad, con el sardo Hampsícora cayendo como del cielo con las buenas nuevas. Y sugiriendo ademas que la desicion de Cartago es independiente de lo que pudiera opinar Aníbal Barca. Sin embargo su propio relato lo deja en evidencia, cuando entre los instigadores de la revuelta señala a un tal Magon, de la familia de los Barcias (no confundir con el hermano de Aníbal). Por otra parte, y como citaba al iniciar el trabajo, Eutropio señala al mismisimo Anibal Barca como instigador de tal revuelta (Eutropio 3, 12) cuestion que explica perfectamente la presencia de un miembro de la familia barcida entre los instigadores.
Hampsícora.En este punto es importante aclarar algo sobre uno de los dos instigadores de la revuelta entre los sardos, que Tito Livio hace referencia: el sardo Hampsícora (o Hampsagora), natural de Cerdeña, y perteneciente a las elites de la isla.El otro personaje es un tal Magón que como ya se dijo, pertenece a la familia Bárcida y por lo tanto cercano a Aníbal, y es nombrado recién al final del relato sobre los hechos en Cerdeña. De este no hay dudas sobre su origen cartaginés, pero sobre Hampsícora, que es señalado por Livio como “artífice” de la medida que dispuso enviar una embajada secreta de “nobles” hacia Cartago, y que es descrito como el de “mayor riqueza e influencia” en toda la isla, no hay tanta seguridad. Que nació en Cerdeña, no hay dudas, pero si las hay sobre su origen, una herencia fenicio-púnica le adjudican algunos, bereber señalan otros, o simplemente sardo y por tanto heredero de la cultura nurágica original aseguran otros.Se ha intentado asimilar su nombre a una raíz bereber, por su semejanza con hidrónimos norteafricanos, relacionando el término Hampsícora/Hampsagora con el río “Ampsaga”, aunque esta posibilidad es muy problemática en términos fonéticos según Massimo Pittau[xxxi]. Pero otra teoría, más convincente, sugiere una relación egeo-anatolia muy interesante. Esta se basa en la semejanza con términos como el antropónimo femenino “Ampsigura” de Plauto, por ejemplo, o como señala Massimo Pittau, y siguiendo esa dirección oriental, también se podría comparar con el nombre del famoso filósofo griego Anaxagoras de Clazomenes, donde una relación entre Hampsícora/Hampsagora y Anassagora (orientalización de Anaxagoras) es muy factible.Por otra parte, su posición filo púnica no deja dudas, por lo tanto es evidente que existía en él algún tipo de relación con Cartago, que podría ser simplemente interés político (en pos de recuperar u obtener alguna posición de poder en la isla), o bien económico (relacionado al comercio que podría verse afectado por la ocupación romana), o tal vez, y teniendo en cuenta el tiempo que la presencia fenicio-púnica llevaba en la isla, la relación podría ser incluso sanguínea sin que esto afectara su herencia nurágica.Es imposible determinar si Hampsícora mantenía lasos sanguíneos o familiares con los fenicio-púnicos. Si como se cree es natural de Cornus (Kornus[xxxii]), esto incluso alejaría mas esta posibilidad, puesto que el sitio donde se asegura se ubicaba esta ciudad, solo muestra restos nuragos, amén de que esta ciudad no lideraba precisamente el sector púnico de la isla. Es claro que el líder sardo, en función de su poder y riqueza, ocupaba un lugar destacado en la sociedad sarda, de gran influencia en la población local en el área de influencia púnica.Durante el conflicto, se lo ve moviendo las piezas del tablero que representaba la isla. Tito Livio nos informa sobre su intento de atraer a los isleños de las montañas a su causa, rebeldes tanto a la ocupación romana como a la cartaginesa. Esto podría ser indicio de que su poder o influencia sobre aquellos “barbaros” no era determinante. De ser así estaríamos en presencia de un noble sardo, de buena posición y gran influencia en gran parte de Cerdeña, enriquecido seguramente de su relación con los fenicio-púnicos establecidos en la isla.En definitiva, todo da a entender que Hampsícora no es un agente cartaginés (papel que jugaba el tal “Magon”), y que evidentemente es natural de la isla, pero de herencia sarda, no fenicio-púnica, por lo menos eso sugiere su nombre. Pero que en tanto sardo, debemos diferenciarlo de aquellos naturales de la isla que se mantenían rebeldes incluso a los fenicio-púnicos y que habitaban la zona montañosa de Cerdeña.
Guerra en Cerdeña, 215 a.C.
El nuevo pretor de Cerdeña comenzaba con el pie izquierdo sus nuevas responsabilidades. Parece que poco después de llegar a la isla, cayó enfermo, aunque no de gravedad, pero si se vio lo suficientemente afectado como para verse incapacitado en la resolución de los conflictos que se avecinaban. Para complicar más las cosas, la enfermedad se extendería a parte del ejército romano asentado en la isla.
El Senado Romano decide no perder tiempo y encarga por decreto que “Quinto Fulvio Flaco debía alistar una fuerza de cinco mil infantes y cuatrocientos jinetes y disponer su traslado inmediato a Cerdeña” (Livio 23, 34), y que además “debía enviar a quien considerase el hombre más adecuado, investido de plenos poderes” (Livio 23, 34) para dirigir las operaciones hasta que Mucio recuperase la salud. El seleccionado fue Tito Manlio Torcuato, que había sido dos veces cónsul y censor, y que, como ya se menciono, durante su primer consulado había sometido a los sardos, en 235 a. C. (ver ítem aparte), y para esta aventura, era nombrado Procónsul.
Esta situación, favorable a Cartago, no pudo ser aprovechada por los púnicos. La flota de Asdrúbal el Calvo era sorprendida por una fuerte tormenta que la obligo a desviarse a las Baleares para acondicionar los navíos[xxxiii]. Esto, sin dudas, dio el tiempo suficiente a los romanos, no solo a reponer su ejército de Cerdeña, sino que incluso les permitió asestar el primer golpe en el conflicto que se avecinaba en la isla.
Anclados los buques en la costa, Manlio armo también a sus marineros, para que estos tomaran parte en las acciones bélicas. Sumo a sus hombres el ejército del pretor, y conformo una interesante fuerza de veintidós mil infantes y mil doscientos de caballería. Sin perder tiempo invadió territorio enemigo, y estableció campamento cerca de las líneas de los sardos rebeldes.
Sucedió que Hampsíscora estaba ausente, había marchado al territorio de los “sardos pelitos” (sardos rebeldes, de la zona montañosa de la isla, y llamados así por sus vestimentas de piel) para intentar atraer a los jóvenes a la causa púnica e incrementar sus fuerzas. Su hijo, Hosto[xxxiv], había quedado al mando del campamento rebelde. Su imprudencia y falta de experiencia, lo incito a presentar batalla frente a un enemigo claramente superior (recordemos que el ejercito cartaginés no se encontraba presente aun en la isla). Los sardos fueron fácilmente puestos en fuga, perdiendo la vida alrededor de tres mil hombres, y ochocientos fueron capturados, cifras que ofrece Tito Livio (Livio 23,40).
El resto del ejército sardo fue dispersado y se esparció por campos y bosques, cuando se enteraron que su líder se hallaba en Cornus (señalada por Livio como “la principal ciudad del territorio”) y se dirigieron allí. Coincidía este hecho, con el arribo de la flota cartaginesa al mando de Asdrúbal el Calvo, quien luego de desembarcar, remite los buques a Cartago[xxxv] (claro mensaje a la tropa de que no había vuelta atrás) y se dispone a iniciar la ofensiva.
Esto, evidentemente, obligo a los romanos a replegarse a su bastión, Caralis (Cagliari), lo que permitió al general cartaginés, una vez reunido con Hampsícora, iniciar una ofensiva en la que se dedico a devastar los campos y propiedades de los aliados de Roma. Esto ocurría siempre en dirección a Caralis (Cagliari), y todo hacía pensar que pronto estaría a las puertas de la ciudad, cuando por fin Manlio sale a su encuentro y lo intercepta en algún punto no muy alejado de la misma. Sin mediar palabra, ambos ejércitos prepararon sus campamentos y se dispusieron para la batalla.
Tito Manlio Torcuato.Quien fuera dos veces Cónsul, una vez Censor, y Pontífice Máximo, y reconocido además como “hombre a la antigua usanza y, según pensaban algunos, de excesivo rigor”, será recordado principalmente por el famoso discurso que diera en el Senado Romano en ocasión del debate sobre que hacer con los rehenes que Aníbal había tomado tras la batalla de Cannas, y por los que se pedía rescate. Torcuato se negara a dicho rescate, argumentando, entre otras cosas, lo siguiente: “¿A vosotros os he de rescatar? Cuando debierais haber salido del campamento, vacilasteis y os quedasteis allí, cuando os era forzoso quedaros y defender el campamento con vuestras armas, entregasteis al enemigo el campamento, las armas y a vosotros mismos. No, senadores, no creo que tales hombres deban ser rescatados más de lo que creo que se haya de entregar a Aníbal a aquellos que forzaron el paso fuera del campamento, por en medio del enemigo, y con un supremo acto de valor se devolvieron a su patria” (Livio 22, 60).En su primer consulado (235 a. C.), que compartió con Cayo Atilio Bulbo, sometió a la isla de Cerdeña, isla que acababa de ser “obtenida” de manera injusta de manos de Cartago. Durante su segundo consulado, junto con Quinto Fulvio Flaco, tomara la ofensiva sobre los galos padanos luego de la batalla de Telamón, logrando la sumisión de los Boios, para luego ser los primeros romanos en cruzar el Po (Polibio 2, 31) (para este hecho, ver mi trabajo “Roma y la cuestión gala, 226 – 222 a. C.” para la revista MH).Su participación en la campaña de Cerdeña que se trata en este trabajo (215 a. C.), seguramente se debe a su experiencia en la isla (235 a. C.), recordemos que Cayo Atilio Regulo, que había sofocado la rebelión del año 225 a. C., había muerto en la batalla de Telamón.Competirá para el cargo de “Pontífice Máximo” en el año 212 a. C., cargo que sin embargo queda en manos de Publio Licino Craso (Livio 25, 5). En el 210 a. C., rechaza ser nombrado para un nuevo consulado (Livio 26, 22), y disputa con Quinto Fabio Máximo la posibilidad de ser nombrado “Princeps Senatus”, siendo Fabio finalmente elegido para tal cargo. Sera nombrado Dictador, en el 208 a. C. (Livio 27, 33), y es considerado para un nuevo consulado para acompañar a Cayo Claudio Nerón, pero atendiendo a su anterior rechazo, y la ilegalidad que significaba nombrar a dos patricios para el cargo, es elegido finalmente Marco Livio.Tito Manlio Torcuato, ostentaba todavía el cargo de Pontífice, cuando lo sorprende la muerte en el año 202 a.C. El mismo año en que Publio Cornelio Escipión “El Africano”, derrota en la batalla de Zama al general púnico Aníbal Barca. Su cargo será tomado por Cayo Sulpicio Galba.
Batalla total
Si bien la batalla se conoce como “Cornus”, no está claro su emplazamiento. Livio nos alerta que Asdrúbal y Hampsíscora, hubieran “llegado tan lejos como a Caralis (Cagliari) si Manlio no se le hubiera enfrentado con su ejército y detenido sus muchos estragos” (Livio 23, 40). Pero Cornus se sitúa en la mitad oeste de la isla, entre Bosa y el cabo San Marco, muy alejada de Caralis. No parece que corresponda situar la batalla en Cornus, por el contrario, la batalla debió darse con seguridad en un estadio intermedio entre ambas ciudades, sino directamente en las cercanías de Caralis.
Lo concreto es que, con ambos ejércitos en sus respectivos campamentos, se comenzaron a realizar “pequeñas salidas y escaramuzas con resultado variado” según Tito Livio (Livio 23,40). El historiador romano destaca que separaba ambos campamentos solo “un pequeño espacio”, sin dudas, el sitio donde se desarrollaban las acciones previas, y donde probablemente, tendría lugar la batalla.
Finalmente ambos ejércitos se dispusieron lo mejor que pudieron y se fueron a las manos. Sabemos que el ejercito romano rondaba los veintidós mil infantes y mil doscientos de caballería (ignoramos las bajas que pudo tener en el anterior encuentro), ahora bien, en cuanto al ejercito combinado sardo-púnico, las certezas son pocas. Asdrúbal trajo consigo (si es que no perdió hombres en la tormenta) doce mil infantes, y mil quinientos de caballería, mas unos veinte elefantes. Asumo que la batalla se dio entre fuerzas equivalentes, por lo que los sardos rondarían los diez mil hombres, completando el ejército combinado sardo-púnico también unos veintidós mil infantes, aunque esto es imposible saberlo. La caballería cartaginesa, junto con los veinte elefantes, representaban una seria amenaza para el ejercito romano. Sin embargo las cosas se resolvieron fácilmente para los hijos de “la Loba”.
Esquema de batalla en Cerdeña, según indicios en el texto de Tito Livio. Debido a la ausencia de comentario respecto a la presencia de elefantes en la batalla, se ha optado por no incluirlos. Fase 1: Ejércitos enfrentados. Fase 2: Un ala romana derrota a los sardos. Los cartagineses oponen dura resistencia. Fase 3: Con los sardos en fuga, la infanteria romana flanquea el ejército púnico.
Tito Livio afirma que la acción se prolongo por cuatro horas. Tiempo que duro la resistencia del ejército de rebeldes sardos. También nos informa que los cartagineses, mantuvieron “largo tiempo” el resultado dudoso, y esto pudo ser por varios motivos, a la calidad de su infantería, debemos agregar seguramente la de su caballería y la presencia de los elefantes. Sin embargo, los sardos, “habituados a la derrota” segun Livio, fueron batidos con cierta facilidad. Cuando los cartagineses vieron que sus aliados abandonaban el campo, comenzaron a ceder terreno, sin embargo no pudieron evitar ser rodeados por el sector que dejan libre los sardos. La batalla troco en masacre, y los romanos dieron cuenta de doce mil enemigos[xxxvi], entre sardos y cartagineses. Evidentemente la mayoría de las bajas se dio entre los púnicos, que seguramente se vieron impedidos de huir.
Livio achaca la derrota a los flojos sardos, y esto es así en gran parte, puesto que su retirada permitió el movimiento envolvente de una de las alas romanas. Pero no hay que olvidar el papel, seguramente negativo, que jugó el campo de batalla. Si como cuenta Livio, el espacio entre ambos campamentos era muy chico, de haber ocurrido allí la batalla, las evoluciones de la caballería cartaginesa se hubieran visto perjudicadas, y cosa similar pudo ocurrir con los elefantes. Amén de la encerrona que pudo significar un campamento muy cercano y a las espaldas de la formación. Claro está que esto no deja de ser todo conjeturas.
Además de las elevadas bajas, el saldo de la batalla para los púnicos, tuvo otras aristas negativas. Asdrúbal el Calvo fue capturado por los romanos, y con él otros dos cartagineses de relevancia, uno llamado Hannón, y el otro Magón, a este último, y como se indico más arriba, Livio señala perteneciente a la familia Bárcida. Hampsícora pudo escapar hacia Cornus con unos pocos jinetes, allí se entero de la muerte en batalla de su hijo Hosto, hecho que lo abrumo completamente y que lo llevo a quitarse la vida (Livio 23, 41).
Los sardos que pudieron escapar con vida de la batalla, también se refugiaron en Cornus. Manlio los siguió hasta allí, puso sitio a la ciudad, tomándola sin mayor dificultad en unos pocos días de asedio.
Difícilmente se pueda ser más preciso que Livio en el cierre que el historiador romano da al conflicto: “Ante esto, el resto de ciudades que habían abrazado la causa de Hampsícora y los cartagineses, entregaron rehenes y se le rindieron. Le impuso a cada una, un tributo de dinero y grano; el montante era proporcional a sus recursos y a la participación que habían tenido en la revuelta. Después de esto regresó a Caralis(Cagliari). Allí, los barcos que habían sido sacados a tierra fueron botados de nuevo al mar, reembarcó a las tropas que había llevado con él y navegó rumbo a Roma. A su llegada informó al Senado de la total subyugación de Cerdeña y entregó el dinero a los cuestores, el grano a los ediles y los prisioneros a Quinto Fulvio, el pretor.”
Después de esta acción, Cartago no volverá a intentar recuperar la isla en lo que resta del conflicto.
A modo de conclusión
La centenaria ocupación fenicio-púnica de Cerdeña, traducida en la fundación de una serie de ciudades que implicaba el establecimiento de una importante población de ese origen, y las relaciones socio culturales y, obviamente, las comerciales que esto supone, con beneficiarios no solo entre los cartagineses, sino también (como en el caso de Hampsicora) en buena parte de la población sarda original, son los elementos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de evaluar las decisiones cartaginesas durante la 2da Guerra Púnica con respecto a la isla de Cerdeña.
La comprobada existencia, de una aptitud expansionista o imperialista en Cartago hacia territorios fuera de África (incluyendo, aunque no esté muy de acuerdo con esta definición, la existencia de “un partido imperialista” en el Senado cartaginés, y del cual la familia Bárcida formaría parte), es otro ítem que, unido al anterior, explica en parte las decisiones tomadas en general en la guerra con Roma, y en particular con la isla de Cerdeña. Isla que es considerada como “de su propiedad” por Cartago, situación reconocida por las otras potencias del Mediterráneo según pudimos ver, gracias a los tratados firmados con ellos.
Además, debe tenerse en cuenta también la existencia de una recurrente acción instigadora llevada a cabo por Cartago (y confirmada por varias fuentes) entre ambas guerras Púnicas, en pos de ocasionar el levantamiento de los sardos repetidas veces, y en contra de la dominación romana. Cuestion que impide calificar como "asilada" o "desubicada" la desicion de Aníbal de intervenir en la isla.
Y por último, pero fundamentalmente, la injustificada (se lo mire por donde se lo mire) toma de la isla de Cerdeña por parte de Roma, ese humillante atropello, que será seguramente la mayor motivación de Cartago y, obviamente, también de Aníbal, para intentar la recuperación de la isla.
En estos cuatro puntos, creo que todas las dudas sobre la campaña púnica en Cerdeña, están debidamente despejadas. Es así, entonces, como la expedición cartaginesa comandada por Asdrúbal el Calvo, un hecho casi lateral al conflicto, cobra otro valor, y si bien lo ocurrido allí tuvo poca o nula influencia en el devenir de la guerra, no deja de ser menos importante su análisis y compresión, en razón no solo de los intereses púnicos en la isla, sino tambien por el esfuerzo y los recursos alli destinados para su recuperacion por parte de Cartago. Amen de ser ella misma (la isla de Cerdeña), sin dudas, la causa de la 2da Guerra Púnica, el mayor conflicto del Mediterráneo occidental.
FUENTES
Tito Livio. “Historia de Roma desde su fundación”. Ed. Gredos.
Polibio de Megalópolis. “Historia Universal”. Ed. Solar Hachette
Pausanias. “Descripción de Grecia: Fócide”. Ed. Aguilar.
Sallustio. “Historias (fragmentos)”. De la Web.
Marco Juniano Justino. “Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo”. De la Web:http://www.forumromanum.org/literature/justinx.html
Heródoto. “Los nueve libros de la historia”. Ed. Gredos.
Diodoro Sículo. “Biblioteca Histórica”.
Tucídides. “Historia de la Guerra del Peloponeso”. Ed. Porrúa.
Claudio Ptolomeo. “Geografía”. De la Web.
Platón. “Timeo”. Ed. Gredos.
Paulo Orosio. “Historiae Adversus Paganos”.
Eutropio. “Breviarium historiae Romanae”.
Floro. Publius Annius Florus. “Compendio de la Historia Romana”.
Juan Zonaras. “Epitomé historion”
Valerio Máximo. “Hechos y dichos memorables”.
NOTAS:
[i] Seguramente mucho menos determinante que los teatros de operaciones de Italia y España. E incluso por debajo de los de África y Sicilia para el año que analizamos.
[ii] Eutropio 3, 12: “En el cuarto año después de la llegada de Aníbal en Italia, Marco Claudio Marcelo, uno de los cónsules, tuvo un compromiso contra el (Aníbal) con éxito en Nola, una ciudad de la Campania. Pero Aníbal se apoderó de varias de las ciudades romanas en Apulia, Calabria, y el país de los Bruttii. Por esta época también Fillipo, rey de Macedonia, envió embajadores a él(Aníbal), ofreciéndole la ayuda contra los romanos, a condición de que, cuando se los haya sometido, a su vez, debe recibir la asistencia de Aníbal contra los griegos. Sin embargo, los embajadores de Fillipo fueron capturados, y el asunto descubierto, por los romanos que ordenaron a Marcus Valerius Laevinus, para proceder a Macedonia, y Manlio Tito, como procónsul, en Cerdeña, porque esa isla también, a solicitud de Aníbal, se había rebelado contra los romanos.”
[iii] Cayo Sallustio. Historias (fragmentos). "Sardus, hijo de Hércules, junto una gran multitud de hombres, partió de Libia, ocupó Cerdeña y llamó a la isla con su nombre. "
[iv] Ichnussa (Ιχνουσσα), del griego Ichnos (huella o pie), llamada así justamente, por su parecido formal a la huella de un pie.
[v] Pausanias, Descripción de Grecia. Focide, 17,17. “[1] Los bárbaros que viven en Cerdeña, una isla del occidente, enviaron a Delfos una estatua de bronce (de Sardus Pater) del cual ellos toman su nombre. Cerdeña puede, por su extensión y la fertilidad, ser comparable a las islas más alabada. Desconozco cual era el antiguo nombre dado por sus habitantes, pero el nombre que los griegos que viajaron allí llevados por el comercio, la llamaron Ichnusa, debido a que tiene la forma del pie de un hombre; ella posee mil ciento veinte estadios de largo y alrededor de cuatrocientos setenta de ancho. [2] Se dice que los libios fueron los primeros que llegaron con sus barcos, tenían por jefe a Sardus, hijo de Macéris, Hércules apodado por los egipcios y los libios; el viaje más famoso alguna vez hecho Macéris, además, fue el de Delfos. Sardus, tomo el mando de los libios que se habían asentado en Ichnusa, y la isla cambio su nombre por él, y tomo el de Cerdeña.”
[vi] Cayo Silio Itálico, en su poema “Púnica” dedica dos versos a Sardus, "después de que los griegos llamaron a la isla como Ichnusa, Sardus confiando en la sangre generosa de Hércules Líbico, le cambio el nombre dándole el suyo”.
Cayo Julio Solino, en su “Colección de las cosas Memorables” agrega un dato interesante “No importa como narre que Sardo, nacido de Hércules, y Norace de Mercurio; uno de África, el otro de Tartessos, España; llegaron a esta isla; Sardo dio el nombre al país, y Norace a la ciudad de Nora.”
En la misma línea, y tardíamente, también hacen referencia a la tradición, Marziano Capella, en el siglo V d.C., Isidoro de Sevilla, algunas fuentes bizantinas, y la medieval Guidone Geográfica.
Párrafo aparte merecería el Timeo de Platón, en la que se hace referencia a una famosa mujer sarda.
[vii] Existiendo en Cartago evidencias al culto de Sid (Sid Melqart, Sid Tanit), que se entiende como “hijo de Melqart” o “hijo de Tanit”, es una posibilidad que Sardus, hijo de Melqart, sea un intento cartaginés de asimilar sus propias tradiciones a las nativas con un fin de dominación de la población local. Esta deidad en la isla es conocida como el “Sardus Pater” o también “Sadus Baal”.
[viii] Herodoto. Historias, 1.94: “Los lidios se gobiernan por unas leyes muy parecidas a las de los griegos, a excepción de la costumbre que hemos referido hablando de sus hijas. Ellos fueron, al menos que sepamos, los primeros que acuñaron para el uso público la moneda de oro y plata, los primeros que tuvieron tabernas de vino y comestibles, y según ellos dicen, los inventores de los juegos que se usan también en la Grecia, cuyo descubrimiento nos cuentan haber hecho en aquel tiempo en que enviaron sus colonias a Tirsenia; y lo refieren de este modo. En el reinado de Atis el hijo de Manes, se experimentó en toda la Lidia una gran carestía en víveres, que toleraron algún tiempo con mucho trabajo; pero después, viendo que no cesaba la calamidad, buscaron remedios contra ella, y discurrieron varios entretenimientos. Entonces se inventaron los dados, las tabas, la pelota y todos los otros juegos menos el ajedrez, pues la invención de este último no se lo apropian los lidios: como estos juegos los inventaron para divertir el hambre, pasaban un día entero jugando, a fin de no pensar en comer, y al día siguiente cuidaban de alimentarse, y con esta alternativa vivieron hasta dieciocho años. Pero no cediendo el mal, antes bien agravándose cada vez más, determinó el rey dividir en dos partes toda la nación, y echar suertes para saber cuál de ellas se quedaría en el país y cuál saldría fuera. Él se puso al frente de aquellos a quienes la suerte hiciese quedar en su patria, y nombró por jefe de los que debían emigrar, a su mismo hijo, que llevaba el nombre de Tyrseno. Estos últimos bajaron a Esmirna, construyeron allí sus naves, y embarcando en ellas sus alhajas y muebles transportables, navegaron en busca de sustento y morada, hasta que pisando por varios pueblos llegaron a los umbros, donde fundaron sus ciudades, en las cuales habitaron después. Allí los lidios dejaron su nombre antiguo y tomaron otro derivado del que tenía el hijo del rey que los condujo, llamándose por lo mismo Tyrsenos. En suma, los lidios fueron reducidos a servidumbre por los persas.”
[ix] Sumándose a esta posibilidad, surge la evidencia que asemeja a los sardos con uno de los pueblos del mar, los “Shardana”. Atendiendo a que el nombre de la isla en fenicio-púnico, es Sherden o Shardan (SRDN).
[x] Tucídides VI, 2, 6: “…En Sicilia los fenicios se habían asentado a lo largo de la costa, sobre promontorios, que habían fortificado y en los islotes cercanos para comerciar con los sículos…”
[xi] Marco Juniano Justino, o Justino Frontino, fue un historiador del siglo II. La obra resulta ser una colección de los más importantes e interesantes pasajes de la voluminosa “Historiae Phillipicae et totius mundi origines et terrae situs”, de Pompeyo Trogo.
[xii] En las ciudades fenicias de oriente, el rey o “malco” (mlk), era la cúspide de poder, y estaba asistidos por un consejo de jueces o sufetes (semejante al senado romano), sin embargo, ningún texto menciona la figura de un rey en Cartago. Sabemos que los sufetes (spt) eran la expresión máxima de poder político en Cartago. Y por otro lado debemos referir que Malco, es señalado solo como un “jefe de guerra”.
[xiii] Batalla de Hímera (480 a. C.). Herodoto 7, 165: “No obstante lo dicho, es fama entre los vecinos de Sicilia, que se hubiera Gelón vencido a sí mismo, a pesar de la repugnancia que sentía en tener que obedecer a los lacedemonios, dando socorro a los griegos, si por aquel mismo tiempo no hubiera querido la fortuna que el tirano de Himera Terilo, hijo de Crinipo, arrojado antes de ella por el señor de los Agrigentinos, Terón, el hijo de Enesidemo, condujese a Sicilia un ejército de trescientos mil combatientes, compuesto de fenicios, Libios, Españoles, Genoveses, Helísicos, Sardos y Corsos, a cuya frente venía Amílcar, hijo de Hannón, rey o general de los cartagineses. Había Terilo logrado el juntar tan poderoso ejército, valiéndose así de la alianza y amistad que con Amílcar tenía, como principalmente del favor y empeño de Anaxilao, hijo de Cretines y señor de Regio, quien no había dudado en dar sus mismos hijos en rehenes a Amílcar, con la mira de vengar la injuria hecha a Terilo su suegro, con cuya hija, llamada Cidipe, había casado Anaxilao. Con esto, pues, quieren decir que no pudiendo Gelón socorrer a los griegos, resolvióse enviar a Delfos aquel dinero.”
[xiv] Diodoro 15, 24: “Cuando Nicón era arconte en Atenas, los Romanos eligieron seis tribunos militares con potestad consular, Lucio Papirio, Cayo Servilio, Lucio Quinctio, Lucio Cornelio, Lucio Valerio y Aulo Manlio. Durante su magistratura los Cartagineses invadieron Italia y restauraron su ciudad a los Hiponienses que habían sido expulsados de ella, y, habiendo reunido a todos los refugiados, se mostraron muy solícitos de su bienestar. [2] Después de esto una peste se produjo entre los habitantes de Cartago que fue tan violenta que mató a tantos Cartagineses que estuvieron en el riesgo de perder su posición dominante. Pues los Libios, infravalorándolos, hicieron defección, y los habitantes de Cerdeña, pensando que ahora tenían la oportunidad de oponerse a los Púnicos, se rebelaron, y haciendo común causa, atacaron a los Cartagineses. [3] Y hacia el mismo tiempo un desastre sobrenatural cayó sobre Cartago, porque tumultos y terrores y disturbios terroríficos acaecieron constantemente a lo largo de la ciudad sin explicación, y muchos hombres salían de sus casas con las armas, teniendo la impresión de que los enemigos habían entrado en la ciudad. Finalmente, después de que se hubieren atraído a la divinidad con sacrificios y con dificultad se recuperaron de sus infortunios, rápidamente subyugaron a los Libios y recobraron la isla de Cerdeña.”
[xv] Lamentablemente esta situación, que casualmente se refleja en Roma en las figuras de Fabio Máximo Cuncator (conservador) yApio Claudio “el Ciego” (expansionista), nos llega a través de los autores romanos (Polibio no parece coincidir en esta dicotomía tan tajante), por lo que es difícil saber si era exactamente de esta manera. Aun así, es un elemento a tener en cuenta como posibilidad.
[xvi] Tito Livio, en XXI, 11 dice: “Cuando Hannón termino el discurso no hubo necesidad de que nadie interviniese para rebatirlo, hasta ese extremo estaba con Aníbal prácticamente todo el senado; se argüía incluso que Hannón había hablado con mayor hostilidad que el embajador romano Flaco Valerio.”
Polibio, en III, 8 dice: “Pues los cartagineses estuvieron tan ajenos de echar mano de alguna de estas salidas (ej.: entregar a Aníbal a Roma), que, al contrario, hicieron la guerra diecisiete años continuos por parecer de Aníbal, y no la concluyeron hasta que, exhaustos de todo recurso, se vieron por fin a pique de perder su patria y personas.”
Leyendo Apiano, en Historia Romana, Iberia II, 11, 12 y 13, llegamos a la misma situación.
[xvii] Junio Bruto y Marco Horacio.
[xviii] Incluso llegaron a fundar una colonia que llamaron Feronia (actual Posada), en la costa oriental de Cerdeña, con 500 colonos faliscos del Lacio, probablemente en los años 386 a. C. o 378 a. C.
[xix] Solo de 35 de los 142 libros de la “Historia de Roma desde su fundación”, ha llegado hasta nosotros, el resto se ha perdido. Sin embargo, existe un resumen del siglo IV, conocido como “Las Períocas” (periochae), que constituye la herramienta más importante (existen otros resúmenes, pero incompletos) para lograr una idea global de la obra de Livio.
[xx] Orosio IV,7 “(…): Más tarde, en el consulado de C. Floro Aquillius y Lucio Cornelio Escipión, los cartagineses pusieron a Hannon a cargo de las operaciones navales, sustituyendo a Aníbal, en la defensa de los sardos y corsos. Cuando Hannon fue derrotado por Escipión el cónsul y cuando había perdido su ejército, se arrojó en medio de las filas densas de los enemigos y perdió la vida (…)”.
Eutropio II, 20: “Siendo cónsules C. Aquilio Floro y L. Escipión, Escipión devastó Córcega y Cerdeña, tomo a miles de prisioneros, y celebro el triunfo.”
Floro II, 2: “15 En el consulado de Lucio Cornelio Escipión (259 a. C.), cuando Sicilia era ya una provincia en la periferia del pueblo romano, la guerra se extendió aun más allá y los romanos pasaron a Cerdeña y la isla vecina de Córcega. 16 Se aterrorizó a los habitantes por la destrucción de Olbia en la primer isla, y Aleria en la segunda, y por lo tanto liberaron completamente la tierra y el mar de los cartagineses, por lo que sólo la propia África solo quedaba por conquistar.”
Zonaras VIII, 11: “ Lucio Escipión, su colega, hizo una campaña en contra de Cerdeña, y en contra de Córcega. Estas islas están situadas en el mar Tirreno y se encuentran tan cerca que a partir de cierta distancia parecen ser solo una. El sitio de su primer arribo, fue Córcega. Allí capturó por la fuerza Aleria, su principal ciudad, y sometió otros sitios sin dificultad. Durante la navegación hacia Cerdeña, divisó una flota cartaginesa y se dirigió hacia ella. El enemigo huyó antes de presentar batalla, y se replegó a la ciudad de Olbia. Allí los cartagineses se hicieron presentes con sus naves, pero como Escipión los aterrorizaba cada vez más, y su infantería era insuficiente para la batalla, dieron vela para su país.”
Valerio Máximo V, 1: “Dejando todo el cuerpo de senadores, vamos a considerar cada uno individualmente. Durante la Primera Guerra Púnica, el cónsul L. Cornelio, quien tomó la ciudad de Olbia, realizo un magnífico funeral para Hannon, el general cartaginés que había muerto luchando valientemente en defensa de ese lugar. Él (Cornelio) no dudó en celebrar en persona el funeral de un enemigo, convencido de que la gloria de su victoria, templada con tanta humanidad, excitaría menos la envidia de los dioses y de los hombres.”
[xxi] En las “Periocas” de Tito Livio, se menciona el hecho en el Libro 20 cuando dice “Por vez primera, se envía un ejército contra los ligures (237 a. C.). Cuando los sardos y corsos se rebelaron fueron sometidos.”
Ennio, Anales 242, 243: destaca que “El ejército romano, alentado por la multitud, atacó a las ruinas, y ronto hizo acabar con las viviendas.”.
Veleyo Patercolo 2, dice: “(…) Cerdeña, finalmente, quedo sujeta al yugo en el intervalo entre la Primera Guerra Púnica y la segunda, a través de la empresa de Tito Manlio, el cónsul (…)”.
Eutropio 3, 3: “En el consulado de Tito Manlio Torcuato y Caius Bulbus Atilio, un triunfo se obtuvo sobre los sardos, y, la paz se logro en todas las partes, los romanos no tenían ahora una guerra en sus manos, una circunstancia que les había sucedido, pero solo una vez antes desde la fundación ciudad, en el reinado de Numa Pompilio”. En Orosio 4, 12, 2 encontramos la misma sentencia, con el agregado de la acusación a los cartagineses por violar la paz. En Zonaras 8, 18 (Dion Cassio) no agrega más datos.
[xxii] Según se informa en los “Fastos Capitolinos”.
[xxiii] Zonaras (Zon. 8, 18) sera nuestra fuente principal, pero también tenemos constancia de este hecho, aunque sin mayor detalle, por las “Periocas” de Tito Livio (Liv. Per. 20).
[xxiv] Para este hecho ver mi trabajo sobre la batalla de Telamón publicado en la revista de MH. También consultar las siguientes fuentes: Polibio 2.23-24; Diodoro 2.5; Livio Per. 20; Plin. 3.138; Plutarco, Marcelo; Apiano, Iliria 8; Eutropio 3.5; Orosio 4,13, 5-7.
[xxv] En Livio, Periocas 20, se lee: “El numero de pretores fue doblado. Ahora son cuatro”. En el “Digesto Justiniano” (Justin. Dig. 1.2.2,32) se adjudica esta circunstancia a la incorporación de las nuevas provincias: Sicilia, Cerdeña y Narbona en España .
[xxvi] El ejército de Aníbal ya habría sido reforzado en el año 216 a.C., apenas conocidos los detalles de la victoria de Cannas de la boca de Magon. Ese mismo día, el Senado Cartaginés aprobó el envío de una fuerza de “cuatro mil númidas, cuarenta elefantes” y una cantidad no especifica de “talentos de plata” (Livio 23, 13). Luego, ya en 215 a.C., y coincidiendo casi con las acciones en Cerdeña, Livio menciona el arribo de un tal Bomilcar a la región de Locri (Italia), que en ese momento prestaba alianza a Cartago, con un “refuerzo de hombres y elefantes, así como suministros” (Livio 23, 41). Muchos autores suponen que ambas citas tratan del mismo envío. De una u otra manera, es interesante ver como al mismo tiempo que Magon organizaba su fuerza, Bomilcar era enviado con el mismo objetivo.
[xxvii] Publio Cornelio Escipión y Cneo Cornelio Escipión “Calvo”, padre y tío respectivamente de Escipión el Africano.
[xxviii] En efecto, antes de esto Livio ya nos informaba de la situación en Cerdeña: “Por entonces llegaron despachos desde Sicilia y Cerdeña. El enviado por Tito Otacilio, el propretor al mando en Sicilia, se leyó en el Senado en primer lugar. Señalaba que, en efecto, Publio Furio había llegado a Lilibeo con su flota; que él mismo estaba gravemente herido y que su vida corría gran peligro; que a los soldados y marineros no se les había entregado puntualmente paga ni grano y no había medio de procurárselos; urgía con insistencia para que se le enviasen ambos tan pronto como fuera posible y que, si el Senado estaba de acuerdo, enviasen uno de los nuevos pretores para sucederle. La carta de Aulo Cornelio Mamula (pretor de Cerdeña) trataba sobre las mismas dificultades con la paga y el grano. A ambos se dio la misma respuesta: no había posibilidad de enviar nada, y se les ordenaba que tomaran las disposiciones más adecuadas que considerasen para con sus flotas y ejércitos” (Livio 23, 21).
[xxix] Livio 23, 32. “los sardos, además, estaban cansados de su largo sometimiento, y durante los últimos doce meses el gobierno había sido duro y rapaz y los había aplastado con fuertes impuestos y una injusta exacción de grano. Nada faltaba sino un líder que encabezase la revuelta.”
[xxx] Sobre los hechos de la rebelión del 215 a. C. es sin dudas Livio la principal fuente. Entre los diferentes autores que de alguna u otra forma hacer referencia a dicha campaña, destacan Eutropio y Zonaras.
Eutropio 3, 13: “Así, la guerra se llevó a cabo al mismo tiempo, en cuatro lugares diferentes, en Italia, en contra de Aníbal; en España, en contra de su hermano Asdrúbal; en Macedonia, en contra de Fillipo; en Cerdeña, en contra de los sardos y otro Asdrúbal, también cartagines. Asdrúbal fue capturado con vida por Tito Manlio el procónsul, que había sido enviado a Cerdeña, doce mil de sus hombres fueron muertos, mil quinientos fueron hechos prisioneros, y Cerdeña, fue sometida a los romanos. Manlio, siendo por lo tanto el triufador, trajo Asdrúbal y sus otros presos a Roma. Mientras tanto, Filipotambién fue derrotado por Laevinus en Macedonia, y Asdrúbal y Magón, un tercer hermano de Aníbal, por los Escipiones en España”.
Zonaras 9, 4: “Durante este mismo período, tanto Sicilia como Cerdeña, se volvieron hostiles. Pero la perturbación en estas regiones pronto disminuyóo. Asdrúbal, que les estaba ayudando, fue capturado, y Manlio Torcuato recuperó casi toda la isla”.
[xxxi] Massimo Pittau. Lingüista Italiano, estudioso de la lengua Etrusca y Sarda.
[xxxii] Cornus/ Kornus/ Corno, aparece mencionada en la Geografía de Claudio Ptolomeo (Geo. III, 3, 7), en el interior de la isla, a medio camino entre Bosa y Tharros.
[xxxiii] Según Livio 23, 34: “Tanto daño recibieron, no solo los aparejos sino también los cascos, que los buques fueron varados en la orilla y gastaron un tiempo considerable en su reparación.”
[xxxiv] Massimo Pittau ofrece interesantes pistas sobre el origen del nombre del hijo de Hampsícora. En Hosto, que para Schroder tendría un origen fenicio (algo así como: “el hijo de Astarté”), Massimo ve una posible filiación con lo egeo anatolio, relacionándolo con el apelativo latino Hostia (Hostia: victima de sacrificio u ofrenda), al que le adjudica un posible origen etrusco a la palabra.
[xxxv] Los 60 buques cartagineses son interceptados por al menos cien buques romanos procedente de África (donde se encontraban saqueando el territorio cartaginés) al mando de Tito Otacilio Craso (pretor de Sicilia). De la batalla naval resultante, siete buques cartagineses fueron capturados el resto se disperso y pudo llegar a salvo a África.
[xxxvi] Además de veintisiete estandartes militares, según informa Livio en 23, 40.
Trabajo publicado originalmente en la web Mundo Historia
ResponderEliminarMuy completo el artículo. Me gustó mucho.
ResponderEliminarBien trabajado con sus notas al pie. felicitaciones.
ResponderEliminargracias Gaetano!!
ResponderEliminarOttimo e ben documentato articolo. Saluti dalla Sardegna. Excellent and well ducumented article. Regards from Sardinia
ResponderEliminarExcelente artículo, ameno y muy bien documentado. Es muy interesante la interpretación de la importancia de Cerdeña para los cartagineses y lo que allí ocurrió como desencadente de la Segunda Guerra Púnica. También la relación entre los antiguos sardos (y etruscos) y el mundo egeo-anatolio preindoeuropeo. La lingüística, la arqueología y los últimos descubrimientos genéticos apuntan a diversos movimientos migratorios este-oeste por el Mediterráneo hasta el Atlántico
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