La
historia de la juventud y educación de Filipo de Macedonia ha sido normalmente desconocida
para el público, debido a la visión negativa que ha abundado, ya desde la
antigüedad, sobre el padre del más famoso macedonio. Desde la visión
particularmente hostil de Justino, a la moralista de Plutarco o a la belicosa
retórica de Demóstenes -la única completamente razonable, dada su condición de
enemigo-, quedó una imagen de un bárbaro inmoderado en los placeres mundanos,
indigno de ser considerado griego, que triunfa debido a su inteligencia y a la
debilidad de sus enemigos. Sin embargo, las fuentes muestran que dicha
educación sí tuvo lugar y que fue decisiva no sólo para convertir Macedonia en
la potencia hegemónica de la Hélade, sino para que Filipo accediese al trono.
Es comúnmente aceptado por los
historiadores modernos que Filipo nació el año 382 a.C. Su padre era el rey
Amintas III de Macedonia (393-369 a.C.) y su madre era Eurídice, hija de
Sirras, reyezuelo independiente de un cantón montañoso al noroeste, Lincestas.
De dicho matrimonio ya habían nacido una hija, Eurínoe, y dos hijos, Alejandro
y Pérdicas. Eurínoe se casó con Ptolomeo de Aloros, embajador macedonio en
Atenas en 375/373 a.C., y aunque Diodoro le menciona como hermano de Alejandro
(XV, 71,1) podría ser hijo de otro matrimonio o incluso una confusión. Pese a
ello, dicho personaje, que volverá a aparecer en nuestra narración, pertenecía
sin duda a la familia real macedonia.
Volviendo a Filipo, normalmente
suele situarse su nacimiento en torno al año 383/382 a. C., siendo una fecha
más aproximativa que real, pues sólo tenemos ciertas referencias de su edad
antes de llegar al trono. Parece que su hermano Alejandro II, primogénito de
Amintas y Eurídice, tenía veinte años en 370/369 a.C., y su hermano Pérdicas,
segundo en orden de nacimiento, no era mayor de edad en 368, pero sí en 365. Por
todo ello, la fecha probable es 382 a. C.
No sabemos nada de la formación
de Filipo en este período, salvo una referencia de Dídimo de Pérgamo de su uso
del arco, por lo demás nada extraño en un noble macedonio, además de la imprescindible
equitación. Aunque en la corte macedonia se estilaba la educación helénica
desde, por lo menos, el reinado de Arquelao (413-399 a.C.), no parece que
Filipo recibiese una esmerada educación. Aristóteles fue educado hasta los
diecisiete años (367 a.C.) por su padre Nicómaco, médico de la familia real macedonia,
pero sin que se extendiese dicha educación a los hijos de Amintas, siendo la
única referencia en ese sentido.
FILIPO REHÉN DE LOS ILIRIOS
Pese a la confusión a la que nos inducen las fuentes, no creemos estar lejos de la realidad al afirmar que, tras la muerte de Amintas III, en 370/369 a.C., su hijo primogénito con Eurídice, Alejandro II, había heredado el trono, y entregó a su hermano Filipo (Diodoro, XV,67,4; Justino, VII,5,1) como aval del pago de tributo a Bardilis, formidable rey ilirio que había invadido el reino de Macedonia ya en dos ocasiones. De todas formas, una segunda cita un tanto absurda (viniendo del mismo Diodoro, en XVI,2,2) los ilirios habrían apresado a Filipo en una invasión de Macedonia, consintiendo en ello Amintas III, y serían los ilirios quienes le entregaron después como rehén a su vez a los tebanos. Esta segunda cita de Diodoro parece una rápida recapitulación hecha de memoria, si no, uno no entendería su abierta contradicción.
En todo caso, Filipo permaneció
un año en la corte del gran rey dardanio. Filipo pudo haber tomado nota del
ejército ilirio de aquella época. Ya hacía dos décadas, Bardilis había recibido
quinientas panoplias completas de hoplita de los talleres siracusanos equipando
a los más robustos de sus infantes (v. trabajo en esta web, Ilíricas I), y dada
su efectividad demostrada, es seguro que incrementó su número en las décadas
siguientes en la medida de sus posibilidades, constituyendo la fuerza principal
de su ejército para imponerse contra macedonios y molosos. Los ejércitos de
dichos reinos, referidos por Jenofonte como una infantería ligera armada de
jabalinas en su mayoría, en el caso macedonio reforzados por una caballería
pesada apreciada por los griegos ya en el siglo V. En cualquier caso, no
parecen ser rival contra Bardilis en combate cerrado.
En todo caso es ya devuelto antes
de finalizar el reinado de Alejandro II, que fue inferior a dos años (369-368
a.C.). Alejandro pagó el tributo debido a Bardilis I, y éste devolvió a Filipo
no más tarde de la primavera de 368 a. C.
En 368 a.C. Alejandro II penetra
en Tesalia y ocupa Larisa y Cranón, ciudades de los alévadas y los escópadas,
familias aristocráticas residentes en la corte macedonia, y despojadas de su
poder por el tirano Jasón de Feres, con el cual Amintas III había establecido
una alianza. Alejandro provoca con su actitud la entrada en liza de Tebas, que
envía a Pelópidas. Éste tomó las ciudades en manos del rey de Macedonia, y
Alejandro se retira. Según Diodoro, XV, 67,4, entonces habría un tratado por el
cual Alejandro entregaba a Filipo para asegurar que su intervención en Tesalia
no iba a repetirse. En nuestra opinión, lo que explicaría la disparidad de las
fuentes sería que la entrega del príncipe macedonio no tuvo lugar, debido a la
precipitación de acontecimientos de se suceden vertiginosamente a continuación.
En Macedonia estalla la
rebelión de Ptolomeo Alorites, cuñado del rey. Ptolomeo de Aloros (Diodoro,
XVI,71,1), junto con otros conspiradores de los que sólo conocemos a un noble,
Apolófanes de Pidna (Demóstenes, Sobre la embajada fraudulenta, 194-195), mataron
al rey, quizás durante la fiesta Xandika de 368 a.C. El joven Alejandro II
llegaba a su fin tras apenas un año de reinado, dejando de legado para la
posteridad una aventura temeraria en Tesalia, la hostilidad de una
superpotencia –Tebas- y ninguna descendencia.
Según Justino, detrás del
asesinato de Alejandro estaría su madre Eurídice, que se dejaría llevar por la
lujuria a favor de su yerno Ptolomeo (engañando así, además, a su hija Eurínoe)
lo cual entra en contradicción con la visión de Plutarco, Moralia, como modelo
de amor hacia sus hijos, con lo que nos cuentan Diodoro o incluso
contemporáneos como Demóstenes. Es tentador rechazar el testimonio de Justino,
que parece partir de una visión particularmente hostil de la familia real
macedonia.
Inmediatamente, Ptolomeo se
proclama rey o regente (Diod. 71,1),
mientras Eurídice se refugia en Pela con sus hijos, Pérdicas y Filipo
(Esquines, emb. Fraud.). En ese momento, la situación se complica más aún con
la aparición del pretendiente Pausanias. Esquines nos lo cuenta así:
Escultura representando a Esquines |
2.27 y cuando Pausanias iba a volver a contender por el trono, un exiliado entonces, pero favorecido por la oportunidad y el apoyo de muchas personas, y trayendo un ejército griego con él, y cuando ya se había apoderado de Antemunte, Terma, Strepsa, y algunos otros lugares, en un momento en que los macedonios no estaban unidos, pero la mayoría de ellos favorecían a Pausanias: en esta crisis los atenienses eligieron a Ifícrates como su general para ir en contra Anfípolis, porque en aquel tiempo la gente de Anfípolis mantenían su ciudad por sí mismos y disfrutaban de los productos de la tierra.
2.28 Cuando Ifícrates había entrado en esta región -con unos pocos barcos
en un primer momento, con el fin de examinar la situación mas que de poner sitio
a la ciudad- "Entonces", dije yo, "tu madre Eurídice lo mandó
llamar, y de acuerdo con el testimonio de todos los presentes, ella puso a tu
hermano Pérdicas en brazos de Ifícrates, y te puso a ti en sus rodillas -pues tú
eras un niño- y dijo, 'Amintas, el padre de estos niños, cuando estaba vivo te hizo su hijo, y disfrutamos de la amistad de la ciudad de Atenas; tenemos,
por tanto, el derecho a que se considere en su esfera privada como un hermano de
estos chicos, y en su esfera pública como un amigo para nosotros '.
2.29 Después de esto, ella de inmediato comenzó a hacer ruego insistente
en tu nombre, y en el propio, y por el mantenimiento del trono, en una palabra, por una total protección. Cuando Ifícrates había escuchado todo esto, él
expulsó a Pausanias de Macedonia y preservó la dinastía para ti”. Sobre la Embajada. Esquines.
Al llegar a Pella uno de los
mejores generales griegos de la época, Ifícrates, tiene lugar una emotiva
escena –seguramente exagerada por Esquines, actor trágico- en la que Eurídice,
apelando a su condición de hijo adoptivo de Amintas, suplica a Ifícrates que
proteja a sus hijos. El ejército ificratense expulsa sin dificultades a
Pausanias y a su ejército hacia Tracia.
¿Qué importancia tuvo Ifícrates
para Filipo? Saber que un ejército de peltastas equipado con largas lanzas y
formado en falange era suficiente para expulsar de Macedonia a Pausanias, que
contaba con importantes apoyos en Macedonia y de un ejército griego, no pasó
desapercibido a Filipo. No cabe duda que el ejército ificratense tiene demasiadas
similitudes con la falange macedonia como para ser una casualidad, así que la
visión de dicho ejército en Pella y conocer a su general debió causar una viva
impresión en el macedonio.
Tras estos hechos, Ifícrates se
retira de Macedonia, pero permanecerá en el norte del Egeo hasta 365. Ese mismo
año 368, entra en Macedonia el general tebano Pelópidas con un ejército de
mercenarios alistados en Tesalia. Sobornados por Ptolomeo Alorites (Plutarco,
Vida de Pelópidas, 27), le abandonan, pero Ptolomeo acepta entregar a su hijo
Filóxeno como rehén junto con cincuenta de sus partidarios. A su vez,
Eurídice entrega a treinta rehenes, el más importante de ellos Filipo. De
esta doble entrega de rehenes, claramente diferenciada, parece bastante razonable
suponer que eran dos bandos diferentes e incluso hostiles entre sí –pese a lo
dicho por Justino-: se garantizaba la vida de Pérdicas con los rehenes de
Ptolomeo, y tener en sus manos a Filipo dejaba sin posibilidad de maniobra a
Ptolomeo.
No solamente eso, sino que en la
política tebana, el control de Macedonia era imprescindible. Tras la batalla de
Leuctra, la frialdad de Atenas, en teoría aliada de Tebas contra Esparta, había
dado paso a franca hostilidad y a una alianza de las antes rivales, Atenas y
Esparta, contra las aspiraciones hegemónicas de Tebas. La flota ateniense se
abastecía de madera macedonia, y a Tebas –sobre todo a Epaminondas- le
interesaba no sólo despojar a la ciudad ática de su principal fuente de materia
prima, sino dotar a Tebas de una flota de guerra (Diodoro, XV,78,4). Por ello,
estos rehenes eran fundamentales para garantizar tanto la estabilidad de la
monarquía macedonia como su posición en el conflicto que se estaba gestando, y
que aliaría a Atenas con su vieja enemiga Esparta en contra de Tebas.
Debió ser enviado por delante, ya
que al regresar a través de Tesalia Pelópidas fue
apresado traicioneramente por Alejandro de Feres.
De su estancia en Tebas, la escasez y
contradicción en las fuentes vuelve a ser el principal problema que tenemos.
Plutarco afirma que Filipo fue erómenos
de Pámenes. Justino y Diodoro concuerdan más o menos en que fue educado
por Epaminondas. Diodoro dice que lo fue por el maestro de Epaminondas (cosa
harto complicada, ya que Lisis de Tarento murió como muy tarde en 380 a.C.), es
posible que se confundiese aquí, o que tomase una fuente que pretendiese el
mismo maestro pitagórico para los dos grandes hombres de la época: Epaminondas
y Filipo.
Sin embargo, Justino es explícito
al decir (VII,5), que durante tres años Epaminondas fue el maestro de Filipo.
Epaminondas (v. Vidas de varones ilustres, Cornelio
Nepote, y Plutarco, Vidas paralelas, Pelópidas) tenía una cultura poco común en Tebas e incluso en otras
ciudades: la danza (las habilidades de Filipo en la danza ofendían el pudor
ático de Demóstenes), la música, las matemáticas, la filosofía pitagórica y,
por supuesto, el arte de la guerra. Dion Crisóstomo, una fuente muy tardía,
parece querer combinar las informaciones afirmando que Filipo fue educado por
Epaminondas, pero vivió en casa de Pámenes (ello carecería de todo sentido).
Pero flaco favor nos hace, pues complicando más si cabe la situación, dice que Filipo
fue erómenos de Pelópidas.
Escultura representando a Epaminondas |
En todo caso, parece que
Epaminondas fue decisivo en la formación de Filipo, si bien en los años que
estuvo Filipo en Tebas (368-365) Epaminondas estuvo ausente al menos la mitad
de ese tiempo. Pelópidas estuvo retenido en Tesalia durante
la primavera y verano de 368, y luego fue embajador en Persia durante los años 366-365.
De Pámenes ninguna fuente lo sitúa en uno u otro lugar de una forma clara, así
que no podemos asegurarlo.
La educación que recibió Filipo
fue muy completa. Realmente el príncipe macedonio debió conocer a estos tres
hombres, pero parece más probable que sea Epaminondas quien le educó. En el
aspecto militar, el orden oblicuo y las campañas militares en invierno, los
conocimientos filosóficos así como de diplomacia y oratoria son provenientes de
Epaminondas, si bien se ha argumentado que las estratagemas de Pámenes citadas
por Polieno se parecen sospechosamente a algunas de Filipo, aunque ello podría
tener su origen en el mismo tratadista. También el empleo de la caballería por
Pelópidas en Cinoscéfalos podría ser el origen de su empleo de Filipo. Sin
embargo, y teniendo en cuenta que se trata de hipótesis, Epaminondas hace un
muy adecuado uso de la caballería en Leuctra y la emplea
de forma similar a Pelópidas en Mantinea (362 a.C.), sin contar con que los nobles
macedonios eran sobre todo jinetes, y serían expertos sobre todo en su uso, pues
era la principal arma del ejército macedonio por entonces.
Excepto por el texto de Diodoro,
que es posible que tenga lagunas achacables al Sículo, parece que hacia 365/64
Filipo regresó a Macedonia.
En circunstancias poco claras,
Pérdicas asesinó a Ptolomeo y se proclamó rey (Diodoro, XV, 77,5 y Justino,
VII,5).
Tras eliminar a los partidarios de Ptolomeo, seguramente ejecutando a Apolófanes de Pidna y esclavizando u obligando a huir a los parientes de sus partidarios (Demóstenes, Sobre la emb. Fraud., y Esquines, fal. Emb.), Pérdicas envió una carta a la Academia de Platón (Ateneo de Náucratis, Banquete de los eruditos, Libro XI, 506d-f, V Carta de Platón, “a Pérdicas”) pidiéndole ayuda para gobernar. Platón, quizás receloso de los perros de caza de Pella que sellaron el destino de Eurípides, o quizás de su propia experiencia o de la de Aristóteles, envió a su discípulo Eufreo de Oreo. Pérdicas le confió totalmente los asuntos del gobierno. Allí Eufreo, si bien años más tarde, en 349-348, defendió en Oreo posturas democráticas en contra de los tiranos aliados de Filipo –si hemos de creer a Demóstenes-, actuó despóticamente:
Tras eliminar a los partidarios de Ptolomeo, seguramente ejecutando a Apolófanes de Pidna y esclavizando u obligando a huir a los parientes de sus partidarios (Demóstenes, Sobre la emb. Fraud., y Esquines, fal. Emb.), Pérdicas envió una carta a la Academia de Platón (Ateneo de Náucratis, Banquete de los eruditos, Libro XI, 506d-f, V Carta de Platón, “a Pérdicas”) pidiéndole ayuda para gobernar. Platón, quizás receloso de los perros de caza de Pella que sellaron el destino de Eurípides, o quizás de su propia experiencia o de la de Aristóteles, envió a su discípulo Eufreo de Oreo. Pérdicas le confió totalmente los asuntos del gobierno. Allí Eufreo, si bien años más tarde, en 349-348, defendió en Oreo posturas democráticas en contra de los tiranos aliados de Filipo –si hemos de creer a Demóstenes-, actuó despóticamente:
"Eufreo por ejemplo, cuando estaba en la corte del rey Perdicas (III) en
Macedonia, mandaba despóticamente con tanta gran pompa como el mismo rey,
aunque él era de origen humilde y dado a calumniar; era tan pedante en su
selección de los colaboradores del rey que nadie podía participar en los
asuntos públicos si no sabía geometría o filosofía". (Banquete de
los Eruditos, XI, 508).
En ese instante aparece Filipo de
regreso en Macedonia. Diodoro, XVI,2,4, nos dice que escapó de su encierro en Tebas, sin entrar en más detalles. Consideramos un
error de Diodoro que la huida tuvo lugar tras la muerte de Pérdicas. Filipo
llega a una corte macedonia muy diferente a la que había visto, pues la
turbulenta nobleza macedonia no destacaba por los conocimientos exigidos por el
discípulo de Platón, que hacía cumplir la máxima que rezaba en la entrada de la
Academia “que no entre aquí quien no sepa
geometría”. Si la mayoría de los nobles macedonios se vieron excluidos de
las instituciones macedonias –por otra parte, bastante rudimentarias-, este no
fue el caso de Filipo, que sabría aprovechar la filosofía pitagórica aprendida
de Epaminondas (Diod. XVI, 2,3).
Espeusipo (discípulo, sobrino y
sucesor de Platón al frente de la Academia) en su Carta a Filipo (12) dice: "[…] como si precisamente Platón no
hubiera puesto en época de Pérdicas la base de tu dominio y le hubiera
resultado de lo más penoso que surgiese cualquier disputa entre tu hermano y tú
[...].”
Filipo se entrevistó con Eufreo,
dejándole vivamente impresionado con sus conocimientos. De una forma que parece
inmediata, no más allá de 364-363, Eufreo consiguió el nombramiento de Filipo
como gobernador de una provincia.
“Como si todo el mundo no supiera que Filipo adquirió la base de su
realeza por mediación de Platón. Cuando Platón envió junto a Pérdicas a Eufreo
de Oreo, éste persuadió a Pérdicas que proporcionase a Filipo una provincia
cualquiera bajo su mandato.” (Ateneo, Banquete de los Eruditos, XI, 506d).
Filipo, gobernador ahora de dicha
provincia desconocido, conseguiría el arma fundamental para conseguir el poder
más adelante:
“Allí Filipo reclutó un ejército, y cuando Pérdicas murió, puesto que él
tenía estas tropas disponibles, se lanzó de inmediato al control de los asuntos
de estado". (Ateneo, Banquete de los Eruditos, XI, 506f).
La muerte de Pérdicas tendría lugar en una gran batalla contra el rey ilirio Bardilis, dejando el reino amenazado por todas partes. Los macedonios quedaron tan abatidos que los peonios, capitaneados por su rey Agis, comenzaron a saquear los territorios entre el Axio y el Estrimón. A su vez, los atenienses, deseando recuperar Anfípolis, enviaron a su estratego Mantias con una escuadra en apoyo del pretendiente al trono Argeo, que desembarcó en Metone con un ejército de mercenarios. Los tracios del rey Berisades apoyaban a Pausanias, que ya había invadido el reino con anterioridad. Eufreo fue incapaz de reaccionar, aunque parece, según Justino, que Amintas fue reconocido rey.
Al tener la noticia de la muerte
de su hermano, Filipo marchó con su ejército provincial sobre Pella (359 a.C.),
y allí fue proclamado regente sin dificultad, por aclamación de la asamblea de
los soldados, posiblemente compuesta por sus propias tropas. Eufreo huyó, al
igual que Calístrato, dejando expedito el camino al poder del quizá más
brillante monarca macedonio. De cómo logró imponerse a todas las dificultades,
se sale del ámbito de este trabajo.
Así fue la infancia y juventud
del gran Filipo, que supo aunar en su interior todo lo aprendido, por observación
o por aprendizaje directo, lo que puso las bases de su poder, y que le permitió
apoderarse del trono macedonio y enfrentarse con éxito a la amenaza de
disolución de su reino.
Las fuentes nos dicen que, como
buen noble macedonio, era cazador, jinete excepcional, bebedor y comedor. Era
propio de los griegos fijarse en la anécdota y la charlatanería, véase la obra
de Heródoto o la de Plutarco. Y nada de ello es relevante para el tema que nos
ocupa más que de forma secundaria.
Hay dos momentos determinantes en
la formación de Filipo. El primero es, en pleno conflicto sucesorio tras el
asesinato de Alejandro II, la aparición, tan sorpresiva como fugaz, de
Ifícrates en su vida. El único testimonio que nos ha quedado es el citado de
Esquines, y como vemos, no habla de ninguna conversación de Ifícrates con
Filipo –ni con Pérdicas-. La aparición de la infantería ificrátida, decisiva
para expulsar a Pausanias, fue la primera enseñanza militar para el joven
príncipe.
La reforma ificrátida permitió
armar a una infantería ligera con largas lanzas para que pudiese formar en
falange y resistir a pie firme a una infantería de línea o caballería, sin
necesidad de combinarse con costosos hoplitas. La habilidad de Filipo consistió
en darse cuenta de las similitudes entre la situación de Ifícrates –al mando de
una fuerza de infantería ligera y sin medios para reforzarse con hoplitas- y la
propia situación macedonia, que no podría costearse una infantería hoplita sin
reducir enormemente sus posibilidades de reclutamiento. Un infante macedonio
armado de sarisa, y muchas veces sin ningún equipo adicional, era mucho más
barato que un hoplita, cuyo equipo tenía el mismo coste que un caballo de
guerra. Ello le permitirá, primero en su provincia y luego en todo el reino,
convertir el ejército en la columna vertebral del Estado macedonio, al permitir
al recluta macedonio, la posibilidad de ganarse el sustento e incluso convertirse
en pequeño propietario al finalizar su servicio, fortaleciendo el poder real
frente a la turbulenta nobleza.
La habilidad de liderazgo es
innata en algunas personas, pero sin ser desarrollada puede desaprovecharse. La
oportunidad de perfilar su carácter, de adoptar una disciplina a la vez física
como espiritual, se dio en Tebas. Ese es el segundo momento determinante de la
vida de Filipo.
La ciudad beocia era conocida por
sus gimnasios, y sabemos de la forma física de Filipo, y de cómo practicó el
pankrátion toda su vida. Epaminondas era dueño de un gimnasio, e imbuyó en el
joven rehén todas sus enseñanzas. La filosofía pitagórica –dejando de lado sus
reglas, ignoradas por Filipo del mismo modo que Alejandro ignoró la ética
aristotélica- sirvió de base para organizar su visión del mundo, y poder
estructurar sus conocimientos de forma ordenada, así como sus objetivos a corto
y medio plazo.
¿Cuánto le enseñó Epaminondas del
arte de la guerra y cuánto aprendió Filipo por observación? No lo sabemos. Es
tentador pensar que Epaminondas le enseñó el orden oblicuo con el fin político
de fortalecer a Macedonia contra Atenas –pues precisaba dejar a Atenas sin la
madera, para dotar a la propia Tebas de una marina de guerra-, del mismo modo
que equipó con murallas y armas a mesenios y arcadios contra Esparta. Es verdad
que Filipo pudo observarlo como espectador y sacar sus propias conclusiones.
De lo que no cabe duda es que la
capacidad oratoria no es innata, al igual que el conocimiento de las ciencias
políticas, y que Epaminondas destacaba en ambos saberes. El conocimiento del
tebano de los recelos de los miembros de la Liga Marítima en contra de Atenas,
o del resentimiento arcadio o mesenio en contra Esparta, fue un punto de
partida evidente para el aprovechamiento de las rivalidades entre las polis que
constituyó otro pilar fundamental, junto con el ejército, para entender la
hegemonía macedonia que Filipo se encargaría de construir laboriosamente
durante todo su reinado.
Autor: Mario
Bibliografía:
Bibliografía clásica:
- Diodoro Sículo; Biblioteca Histórica.
- Dídimo de Pérgamo.
- Justino; Epitome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo.
- Jenofonte; Historia de la Guerra del Peloponeso.
- Demostenes; Sobre la falsa embajada.
- Plutarco; Moralia.
- Esquines; Sobre la Embajada.
- Plutarco; Vida de Pelopidas.
- Nepote; Vida de Varones Ilustres.
- Ateneo de Náucratis; Banquete de los Eruditos.
- Platón; “V Carta a Pérdicas”.
- Espeusipo; Carta a Filipo.
Bibliografía moderna:
- Hammond; Philip of Macedon, Gerald Duckworth & Co Ltd, 1998.
Autor: Mario
Diodoro Sículo, principal fuente para el presente trabajo. |
Bibliografía:
Bibliografía clásica:
- Diodoro Sículo; Biblioteca Histórica.
- Dídimo de Pérgamo.
- Justino; Epitome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo.
- Jenofonte; Historia de la Guerra del Peloponeso.
- Demostenes; Sobre la falsa embajada.
- Plutarco; Moralia.
- Esquines; Sobre la Embajada.
- Plutarco; Vida de Pelopidas.
- Nepote; Vida de Varones Ilustres.
- Ateneo de Náucratis; Banquete de los Eruditos.
- Platón; “V Carta a Pérdicas”.
- Espeusipo; Carta a Filipo.
- Hammond; Philip of Macedon, Gerald Duckworth & Co Ltd, 1998.
Nuevo artículo en AH Web! Esta vez una colaboración de Mario, uno de nuestros amigos. Que lo disfruten como lo disfrutamos nosotros.
ResponderEliminarEsperamos sus comentarios. Saludos!
Ha sido un trabajo arduo y difícil, a ver qué parece el resultado a nuestros compañeros.
ResponderEliminarSaludos!
Muy interesante trabajo, felicitaciones al autor. Muy bien fundado en las fuentes, indagando en los resquicios, leyendo entre lineas, rearmando el complejo rompecabezas de menciones dispersas entre todos los escritos antiguos aquí citados (no ha olvidado ninguno!), logra así completar una muy veraz historia de un joven Filipo y su educación. Aun a pesar de los olvidos, omisiones, lagunas o contradicciones a que nos tienen acostumbrados las fuentes antiguas. Muy meritorio..
ResponderEliminarAprovecho a dejar una pregunta al autor.. Según el autor, la vuelta de Filipo a Macedonia se da en el año 365 o 364, pero no ha arriesgado un motivo ¿que evento o suceso ocurrido en el ámbito geopolítico de Grecia cree que motiva o habilita tal regreso? Yo tengo alguna idea (no se si sera cierta) pero me gustaría saber su opinión.
Le dejo un saludo!
Hola, gracias por las felicitaciones.
ResponderEliminar¡Vaya pregunta! Trataré de responder a eso.
Al ser asesinado Tolomeo, y llegar al trono Pérdicas eliminando a los partidarios del anterior, Filipo no tenía nada que temer en Macedonia. Podía escapar por su cuenta, pero eso no sería fácil sin ayuda.
Atenas quería recuperar Anfípolis, y la flota que Epaminondas botó -cien trirremes, si no recuerdo mal- para apoyar a los que quisiesen abandonar la Liga marítima era prueba de una hostilidad mutua. Epaminondas no vería con buenos ojos la acción de Pérdicas en colaboración con Atenas contra Anfípolis. Sería imprescindible que los rehenes regresasen a Macedonia para que Pérdicas tuviese libertad de acción.
En 364 muere Pelópidas. ¿Y si ello hiciese que Tebas se desinteresase de los asuntos del norte por un debilitamiento del partido de Epaminondas, interesado en la madera macedonia, y que Meneclidas, jefe de la oposición, aprovechase la ocasión para liberar a los macedonios?
Nos ayudaría mucho si supiésemos qué quería Filipo por esos años. ¿Quería quedarse en Tebas -guardó buen recuerdo de varios tebanos, pero eso no quiere decir que quisiese quedarse- o regresar a Macedonia?. Diodoro nos dice que se escapó. Los intereses que se vieron perjudicados a corto plazo fueron los de Epaminondas -que se quedó sin madera-, y Atenas pareció verse beneficiada con ello, si bien Pérdicas dejó de ser de fiar casi en seguida, ya que al tomar Anfípolis, dejó en la estacada a Timoteo.
Por supuesto, todo esto podría quedar en entredicho si apareciesen nuevas fuentes, más reveladoras quizás.
Saludos!
Exacto.. probablemente una conjunción de hechos desembocan en el regreso de Filipo a Macedonia. Entre los cuales yo destaco dos, como bien dices:
ResponderEliminar1- la muerte de Tolomeo despeja el camino de uno de sus principales rivales (recordemos el interés de la madre de Filipo en buscar protección para su familia primero con Ifícrates, ahora con Pelópidas). Pero esto por si solo no habilitaba la partida de Filipo, todavía dependía de los Tebanos.
2- la muerte en 364 a.C. de Pelópidas, al fin y al cabo quien recibe de la propia Eurídice al joven Filipo (junto a otros 30 macedonios), hecho que probablemente termine siendo realmente lo que permita la vuelta del futuro rey de Macedonia, creo yo que ese mismísimo año (lo prefiero antes que el 365 a.C.).
Pero todo esto perfectamente balanceado en la disputa geopolítica en la propia Grecia, principalmente los que mencionas entre Atenas y Tebas, y el rol de Macedonia en ese conflicto, que perfectamente explicas.
Saludos!