viernes, 21 de septiembre de 2018

GUERRAS PÍRRICAS, 280-275 a.C. La Batalla de Heraclea.


Aprovechando el envión del trabajo: ROMA POTENCIA, que analiza la guerra entre Roma y Tarento, presentamos nuestro primer artículo referente a la campaña de Pirro de Epiro en la península itálica. Conflicto conocido como GUERRAS PÍRRICAS, y que supuso el primer enfrentamiento de envergadura que tuvo que afrontar la emergente República Romana, cuando sus legiones hicieron frente en el campo de batalla al ejército helenístico del famoso rey Epirota. Guerra que Roma saldará con éxito, a pesar de los reveses iniciales. Hecho que logrará hacerla trascender los límites de la península itálica, como expresa el interés que demostraron para con la ciudad del Lacio, las otras potencias del Mediterráneo.


Pirro de Epiro.
Introducción.
En el trabajo anterior (ROMA POTENCIA), pudimos analizar la escalada de tensión entre Roma y la ciudad griega de Tarento; y cómo este conflicto de carácter “local” derivó en una guerra abierta en la que se vio involucrado una de las figuras más interesantes de las monarquías helenísticas: Pirro de Epiro. Pero en las llamadas Guerras Pírricas, no solo se enfrentan dos poderosos estados (la emergente Roma, y el revitalizado Epiro de Pirro), sino dos estilos opuestos. Dos formas de ver y sentir la política internacional.
Durante el siglo III a.C. se había logrado un precario equilibrio entre los reinos herederos del imperio de Alejandro Magno. Antigónidas, Lágidas y Seléucidas[1] se habían repartido los principales territorios conquistados por Alejandro Magno y, si bien no ahorraban en conflictos, configuraban las tres grandes dinastías helenísticas, más o menos estables, que gobernaron sobre los despojos del imperio alejandrino. Uno tras otro, irán siendo engullidos por Roma.
A diferencia del Imperio de Alejandro, edificado en poco más de 10 años, el romano se construye sobre una tozuda marcha de cientos de años de duras campañas, repletas de resonantes victorias, y también de estrepitosas derrotas. Pero con un solo resultado: Roma Victrix. Cada nueva conquista romana pocas veces era resultado de un plan trazado de antemano, mucho menos respondía al sueño de una sola persona.
La guerra con Epiro, entonces, es otro eslabón más en esa larga cadena de conflictos bélicos. Y su importancia se debe al hecho de constituirse como el primer gran reto “internacional” de Roma. Pero, sobre todo, es el choque de dos estilos: Los grandilocuentes sueños de conquista de Pirro de Epiro (la romántica visión helenística), que encuentran cabida en el pedido de socorro de Tarento; y la pragmática realidad romana, expresada en la abrumadora marcha, año tras año, de sus implacables legiones.



Antecedentes.
En el 281 a.C. los tarentinos rechazan la embajada de Roma y destruyen la guarnición romana en Turios. A continuación, y tras días de debate, el Senado Romano aprueba un “plan de acción” contra la ciudad helena de la Magna Grecia. Un ejército romano es enviado a la zona (el del cónsul Lucio Emilio Barbula, cuyo ejército estaba estacionado en el Samnio) [2], y tras un tímido intento de los tarentinos por rechazar esta fuerza, el cónsul Barbula arrasa meticulosamente los campos y fincas aledaños a la ciudad, incendiando cultivos, y talando árboles frutales. La guerra había comenzado.
Los Tarentinos, antes de la llegada del ejército romano, ya habían remitido embajadores al Epiro con el objetivo de atraer un valioso, pero sobre todo poderoso, aliado a su causa.
No esperaban otra cosa más que la adhesión de Pirro, a fin de cuentas, ellos lo habían asistido en la campaña que el rey epirota había llevado a cabo contra la Isla de Corcira (ver cuadro aparte).
La primera medida de Pirro consiste en enviar una avanzada a Tarento de tres mil hombres, encabezados por Cineas y Milo (o Milón de Tarento)[3], un oficial o general epirota que rápidamente se hizo cargo de la defensa de la ciudad.  Mientras en sentido contrario Tarento remitía a Epiro todo tipo de embarcaciones para el transporte de tropas [4]. Justino nos informa que lo mismo obtenía de Antígono II Gónatas (futuro rey de Macedonia). Y de Antíoco I Sóter (rey Seléucida) recibía un préstamo de dinero, pues era de todos los reyes helenísticos, el que más riquezas poseía.
Pero fue con de Ptolomeo Cerauno (por entonces, rey de Macedonia) con quien Pirro se compromete en mayor medida. De este obtuvo tropas de origen macedonio: cinco mil de infantería, cuatro mil de caballería (aunque lo más probable es que fueran 400), y cincuenta elefantes (ver cuadro “El ejército de Pirro…” para más información sobre estas cifras) por el plazo de no más de dos años de servicio.
Este acuerdo, aleja a Pirro de la escena bélica en Grecia. No olvidemos que el epirota fue contendiente al trono de Macedonia, el cual incluso ocupó un tiempo. Ptolomeo Cerauno, con su préstamo de tropas, lograba quitarse un duro pretendiente a su corona. Por otra parte, el compromiso de Pirro con estos reyes helenísticos era importante. Del éxito de su empresa también dependía el futuro de su reino dadas las grandes deudas contraídas con sus monarcas vecinos. Pero como veremos más adelante, el destino (la suerte) jugaría a favor de los intereses de Pirro.

Reconstrucción idílica de Pirro de Epiro.
Pirro zarpa hacia Italia.
Pirro, tenía apuro por emprender la campaña. A los dos años vencía el plazo del préstamo de las tropas macedonias. La expedición debía zarpar lo antes posible. No había tiempo que perder.  Según Plutarco, el rey de Epiro embarcaría unos veinte elefantes, tres mil jinetes, veinte mil de infantería de línea, dos mil arqueros y quinientos honderos. Justino agrega que llevaba consigo a sus hijos menores: Alejandro y Heleno. El mayor, Ptolomeo (de apenas 15 años) quedaba a cargo del reino en su ausencia.
El grueso del ejército de Pirro involucra a los contingentes epirotas, propiamente dicho. En un número que no es informado por las fuentes, pero que pudo rondar los nueve mil infantes (falangitas) inicialmente, y al menos 2mil jinetes mencionados como "Agema". Contará además con los ya mencionados falangitas y jinetes macedonios (cinco mil y cuatrocientos respectivamente, ver cuadro aparte), más contingentes griegos de ambraciotas, arcananios y atamanios en calidad de aliados, además de mercenarios etolios. Todos ellos tanto infantes como jinetes, en cantidades no magnificadas, pero que pudieron rondar (todos juntos) no más de seis mil infantes y aproximadamente seiscientos jinetes. Como puede notarse, la lista de Plutarco difiere con la de Justino. Pues echamos en falta unos treinta elefantes y unos mil jinetes. Trataremos de despejar todas estas cuestiones en un cuadro aparte (ver cuadro “El ejército de Pirro…”).
El apuro de Pirro por zarpar le trajo algunos dolores de cabeza. Su flota fue sorprendida por una tormenta en el Mar Jónico que dispersó su flota y echo a pique algunos buques. Las fuentes coinciden en las bondades del buque insignia. La nave de Pirro, un muy vistoso buque [5], resistía mejor los embates de las olas. Plutarco cuenta que una parte de la flota, desviada su ruta al sur, fue a parar a “Libia”; y otra parte fue llevada por el viento y las olas al norte del Promontorio de los Yapigios (Apulia). El propio Pirro desembarcó en el país de los Mesapios (donde fue bien recibido) con apenas “dos mil infantes, dos elefantes y algunos jinetes” (Plutarco. Pirro: 15.2-7).
Con estas fuerzas se dirigió a Tarento en 280 a.C. y Cineas, enterado del arribo de su rey, salió con sus hombres a recibirlo.  El resto de la flota no demoró en llegar con el total del ejército. No hay información de cuantos efectivos fueron perdidos en la tormenta. Al parecer no se trata de un número sensible o que pudiera comprometer los planes del rey de Epiro (ver cuadro “El ejército de Pirro…”).
Mientras Pirro se consideraba débil como para imponer a los tarentinos sus planes, se guardó de exigirlos. Pero a medida que su flota fue reapareciendo, y sus fuerzas se incrementaron los suficiente, tomó el mando de la ciudad y decretó algunas contundentes medidas. A saber:
- cerró los gimnasios y prohibió las caminatas públicas.
- puso fin a las comilonas, los festejos y los festivales.
- llamó a los hombres a las armas, y fue severo e inexorable en su inscripción para el servicio militar.
Para algunos tarentinos esto era demasiado y abandonaron la ciudad. A pesar de esto, el rey epirota pudo reunir un importante número de infantes tarentinos a su servicio. Más, un cuerpo de “mercenarios italiotas de Tarento” que militaba para la ciudad fue incorporado (ver cuadro “El ejército de Pirro…”).
Pirro mostraba su faceta autoritaria, algo despótica. Fiel a su identidad como monarca helenístico. Esta actitud revela su poco “tacto” a la hora de tratar a sus aliados. Actitudes que, a lo largo de su campaña, le podrá granjear algunos dolores de cabeza. Incluso hasta provocar el alejamiento de alguno de estos aliados.


Triario Romano.
Roma se prepara para para la guerra.
La falta de los textos de Livio, nos deja un vacío difícil de llenar en cuanto a los siempre muy ilustrativos informes sobre cantidad de legiones (existentes o nuevas) y sus respectivos destinos. Problema que debemos intentar resolver indagando en las otras fuentes.
Roma iniciaba el 280 a.C. con la celebración de un Triunfo contra los Etruscos por parte de Quinto Marcio Filipo (Quintus Marcius Q.f. Philippus), y de Barbula sobre los tarentinos, samnitas y salentinos. Ambos cónsules del año anterior.
También iniciaban su magistratura los cónsules electos para ese año: Publio Valerio Levino y Tiberio Coruncanio. Quienes se ponen al mando de sus respectivos ejércitos consulares. Heredando ambos, los frentes de guerra abiertos. En definitiva, Levino será remitido al sur de Italia, para continuar la guerra contra Tarento y los Lucanos. Mientras que Coruncanio se mueve a Etruria donde opera contra Volsini [6] y Vulci [7], y con aparente éxito, puesto que al año siguiente celebrará un triunfo.
En algún punto que no podemos discernir con claridad, si antes de partir a la guerra en sus respectivos frentes, o una vez establecidos allí (lo más probable), los romanos se enteran del arribo de Pirro a Tarento. Las noticias eran desalentadoras (ver Dion Casio fr. 40'13; Zonaras 8'3). Un afamado general desembarcaba un numeroso y experimentado ejército en apoyo del último enemigo de Roma.
Cuentan las fuentes que los romanos reforzaron los ejércitos que ya habían levantado cuando “(…) procedieron a alistar soldados y juntar dinero y distribuir guarniciones entre las ciudades aliadas para evitar que se rebelasen de la misma manera; y aprendiendo a tiempo que algunos estaban a punto de cambiar su lealtad, castigaron a los hombres principales en ellos. Un puñado de los de Praeneste fueron llevados a Roma a última hora de la tarde y arrojados al tesoro para su custodia” (Zonaras 8,3).
Es probable que las nuevas levas correspondan a estos pueblos aliados. Y los hombres allí reclutados, a la vez de reforzar el ejército romano, funcionen como rehenes o garantía de lealtad de las comunidades afectadas. Desconocemos si estas tropas se mantuvieron en reserva o fueron enviadas a los cónsules.
Entre los posibles aliados de roma presentes solo tenemos mención de los Frentanos, cuya participación en Heraclea (que repiten en Ásculo) está confirmada gracias al episodio de Oblacus. Los frentanos son un pueblo que hacía muy poco tiempo habían hecho una alianza con Roma (304 a.C.) [8]. Y ya se los puede ver formar parte orgánica del sistema de reclutamiento romano.
Plutarco informa que Levino invade Lucania con “un gran ejército” (Plutarco. Pirro. 16,3). Suficiente para hacer dudar a Pirro sobre la posibilidad de entablar batalla, tal como veremos más adelante. Cuestión que nos hace pensar en la posibilidad de que su ejército consular (dos legiones romanas y dos “alae”) había sido de alguna manera reforzado o ampliado. Por lo que intuimos, para esta hipótesis, una fuerza de al menos 25mil infantes.
Otra posibilidad supondría la idea de que el cónsul anterior (Barbula), hubiera continuado operando en la zona (Samnio) pero esta vez como procónsul. Esta lectura surge de interpretar lo que comúnmente se considera como un error de los “Fasti Triumphales[9], donde Barbula aparece celebrando un triunfo en 280 a.C. pero con el título de Procónsul [10]. (cuando debería haber dicho Cónsul) y que nos permite imaginar a un Barbula aún en operaciones en 280 a.C. al mando de su ejército consultar.
El ejército de Barbula sumado al de Levino supondría unas ocho legiones (cuatro romanas, cuatro aliadas), que superarían fácilmente los 30mil hombres (tal vez, incluso llegara a 35mil). Sin embargo, no tenemos pruebas de que Barbula y Levino hayan actuado juntos contra Pirro. Lo más probable es que Barbula se mantuviera en Samnio dada la importancia de la región (potencial alianza con Pirro) y Levino operara desde Campania.
Como para confirmar la idea de “gran ejército romano”, cuando Plutarco cuente como Pirro retó a sus aliados de Italia por “llegar tarde” a la batalla, dirá que: “estaba claro que (Pirro) estaba contento y orgulloso porque con sus propias tropas y solo con los Tarentinos había conquistado la gran fuerza de los romanos” (Plutarco: Pirro 17,5).
Dejando de lado estas elucubraciones, de lo que no parece haber dudas, es de que el ejército de Levino era lo suficientemente fuerte como para hacer dudar a Pirro entre dar batalla, o esperar a sus aliados itálicos.
Entre otras cosas, Roma enviará a Regio [11], ciudad griega de Brutium (actual Calabria) y que dominaba el Estrecho de Mesina, una guarnición romana en la forma de un contingente de soldados campanios.
Y será probablemente desde Campania desde donde Levino se deje caer sobre Lucania. El territorio enemigo es sometido y arrasado. Según Zonaras, logra ocupar un importante punto estratégico, y dejando allí una fuerza de cobertura, se dirige al encuentro de Pirro.

Mapa de situación para el año 280 a.C. En azul, Roma y sus aliados; en rojo el Pirro y sus potenciales alianzas.

Oficial Epirota.
Batalla de Heraclea, 280 a.C.
La batalla de Heraclea aparece mencionada en diversas fuentes [12], pero es Plutarco (en el cual basamos nuestro análisis) quien ofrece el relato más completo, y el resto de los autores sirven de apoyo. Aun así, Heraclea no destaca por su abundancia en datos. Todo lo contrario.
La descripción de ambos ejércitos es precaria, o directamente ausente, obligándonos a algunas elucubraciones. Y la descripción del terreno es escueta como para determinar su influencia en el devenir de la batalla.
Por otra parte, se nos transmite una imagen algo contradictoria de Pirro. Quien parece mostrarse dubitativo al comienzo, pero enérgico y muy lúcido cuando la batalla se encuentra en su clímax. Algo que a priori, no parece cuadrar con su personalidad.
Vayamos al relato.

1. Primeros contactos.
La noticia del avance de Levino fue rápidamente remitida a Pirro [13]. Quien decidió jugar la carta diplomática, antes que ir a la batalla. Aún no había recibido las tropas prometidas por sus aliados itálicos, y evidentemente no se sentía seguro de enfrentar al gran ejército del Cónsul Levino.
En la carta remitida al Cónsul, el rey epirota le advierte sobre el tamaño y experiencia de su ejército. Y mostrándose conciliador, se ofrece como mediador para los conflictos entre Roma y Tarento. Al tiempo que advierte que no toleraría el ataque y destrucción de las propiedades de sus aliados en Italia. Pero la respuesta del cónsul fue contundente: “los romanos no eligieron a Pirro como mediador ni lo temen como enemigo” (Plutarco. Pirro. 16,4) [14].
Acto seguido, el rey epirota decidió conducir su ejército a una llanura entre la ciudad de Herclea y Pandosia [15], con la idea de interceptar a los romanos e impedir su avance. Pirro quería mostrase enérgico. Evitar el conflicto hubiera sido una mala señal para sus aliados. 
Cuando se enteró que los romanos se acercaban al río Siri (actual Sinni) y acampaban, decidió ir a inspeccionar y reconocer las fuerzas de su enemigo. La sorpresa del rey epirota no fue menor cuando observó “su disciplina, el nombramiento de sus guardias, su orden y el arreglo general de su campamento” (Plutarco. Pirro. 16,4).
Ahora, a Pirro le preocupaba haberse precipitado a la batalla sin sus aliados, y dejando una guardia en el río para controlar a los romanos, volvió a su campamento decidido a evitar el combate y esperar el arribo de las tropas aliadas.
Pero Levino entendía que debía provocar el combate y medir fuerzas rápidamente antes de que el enemigo reforzara su ejército. Por lo que decidió cruzar el río con sus legiones al completo y en formación de batalla. La guardia de pirro fue arrollada mientras la infantería romana cruzaba por un vado y la caballería “corriendo por el agua en muchos puntos”, pero en muy buen orden.
Pirro no tuvo más opción que aceptar el envite, a riesgo de perder sus aliados si se mostraba reacio al combate. Sacó su ejército y formó una línea de batalla frente a su campamento con su infantería. Y, conduciendo toda la caballería (sus tres mil jinetes), corrió raudo para intentar tomar a los romanos mientras aún cruzaban el río.
La batalla de Heraclea había comenzado.
Reconstrucción del combate entre Pirro y Oblacus. Pirro es derribado de su montura, mientras por detrás se aproxima Leonato.

2. La batalla.
Como decíamos, el ejército romano (un ejército consular reforzado o ampliado) contaba con alrededor de 25mil (max. 35mil) hombres, incluyendo caballería e infantería, organizada en el clásico “triplex acies” de las legiones romanas de la era manipular.
Pero, tal como anticipamos con la cita de Plutarco (Plutarco: Pirro 17,5), Pirro contaba solo con sus tropas griegas (el ejército que había traído de Epiro) que sumaban 20mil hombres de infantería de línea, mencionada como “la falange”. La tropa de proyectil contaba 2.500 total, tres mil eran los jinetes y veinte sus elefantes (para más detalles ver cuadro aparte). A esto debemos sumar la milicia de Tarento (de tres mil a cinco mil hombres de infantería de línea). Pero no está claro si debemos contar a los tres mil enviados como avanzada [16], y al contingente de “mercenarios italiotas de Tarento” que será mencionado en Ásculo. Lo mas probable es que sí.
Como mínimo, el ejército de Pirro pudo contar unos 25mil hombres de infantería de línea. De máxima, unos 35mil. Dependiendo la cantidad de efectivos en estos contingentes aliados, de los cuales apenas tenemos información. Por lo tanto, podemos ver que ambos ejércitos enfrentados se encontraban bastante parejos en números. Sin embargo, esto no disipó los temores del rey.
 Cuando Pirro percibió el buen orden que mantenía el ejército romano mientras cruzaba el río, mandó cerrar filas a sus jinetes y cargar al enemigo.
El encuentro con la caballería romana debió haber sido un espectáculo magnífico. A decir de Plutarco, Pirro no solo destacaba por su brillante armadura, sino también por su valor e inteligencia: “demostró con sus acciones que su valor no desmentía su fama; y sobre todo porque, mientras participaba activamente en la lucha y rechazaba vigorosamente a sus atacantes, no se confundía en sus cálculos ni perdía su presencia mental, sino que dirigía la batalla como si la estuviese inspeccionando desde la distancia, lanzándose acá y allá él mismo y llevando ayuda a aquellos a quienes él creía abrumados” (Plutarco. Pirro. 16,7-8).
El combate fue durísimo para ambos bandos. El propio Pirro pudo haber caído en la refriega con el frentano Oblacus (ver cuadro aparte).

La caballería griega parecía abrumada por las acciones. Puesto que Pirro advirtió que comenzaba a ceder. Tal vez los romanos habrían sumado el apoyo de su infantería, o su tropa de proyectil. O tal vez el combate en la cercanía del río, su orilla, impedía las adecuadas evoluciones de la caballería epirota. En definitiva, Pirro ordenó intervenir a la infantería que, hasta el momento, se encontraba expectante.
En ese momento ocurre lo inesperado. Tras la acción de Oblacus, Pirro había intercambiado su armadura con uno de sus “compañeros” llamado Megacles. Pero éste, acosado por muchos enemigos, que lo confundía con Pirro, cayó muerto por múltiples heridas [17].
La noticia de la supuesta muerte de Pirro corrió como reguero de pólvora y afectó a ambos ejércitos. Envalentonando a los romanos y amedrentando a los griegos.
Advertido del riesgo, Pirro tuvo que correr a cara descubierta frente a la línea de su ejército para evitar el descalabro. El peligro era inminente. El ejército griego estaba a punto de caer puesto que los romanos presionaban y volcaban las acciones decididamente a su favor.
En ese momento entra en escenas los elefantes, que Pirro había mantenido en reserva prudentemente. La irrupción de estos animales por el flanco fue suficiente para revertir las acciones. Los caballos romanos, espantados por el hedor de las bestias, se descontrolaron arrojando a sus jinetes (que eran pisoteados por los paquidermos) o huían despavoridos en cualquier dirección.
Las legiones también se vieron afectadas. Semejantes bestias, nuca vistas en Italia, causaron pavor a los legionarios que abandonaban la lucha. Ahora, la infantería romana era repelida, y la caballería griega se reorganizaba para perseguir a los que huían, destacando especialmente en esta acción los de Tesalia. La victoria era de Pirro.

Esquema de batalla para Heraclea.

3. Victoria Cadmea.
Curiosamente, las bajas producto de la batalla nos llega solo por Plutarco. El historiador griego informa que Dionisio calculó 15mil romanos contra 13mil griegos. Y lo contrasta con Hierónimo de Cardia, quien ofrece una cifra más acorde con la realidad y los eventos posteriores: 7mil romanos versus 4mil griegos. A fin de cuentas, las cantidades que adoptamos para el presente escrito. Vale decir que, el porcentaje de bajas es muy alto. Altísimo si asumimos la menor estimación en cuanto a la cantidad de tropas involucradas (30% aprox. para los romanos).
Al finalizar la batalla, Pirro recorrió el campo de batalla, y al observar los cuerpos de los romanos caídos en combate, y viendo que todos ellos (o su mayoría) lo habían hecho combatiendo de frente, y no dando la espalda a su enemigo, no pudo ocultar su asombro. El enemigo que enfrentaba no era un rival menor. El resultado de la batalla por mucho tiempo estuvo indeciso y, si no hubiera sido por los elefantes, la victoria hubiera favorecido a los romanos.
Para colmo, las bajas en el ejército de Pirro también se contaban entre lo mejor de sus hombres. Puesto que muchos de sus oficiales habían caído, bajas que se volvían irremplazables [18]. (ver cita Diodoro 22.6,1-2)
Pero todas no eran malas para el rey de Epiro. La noticia de la victoria corrió rápido, y los pueblos de Italia que había ofrecido su apoyo, enviaron sus tropas como refuerzo. Samnitas y Lucanos abandonaron su ocasional “prudencia”, y se sumaron al ejército de Pirro, a quien consideraban su salvador. Los Brutios, que no habían sido incluidos en las promesas de los terentinos, también enviaron sus tropas. En poco tiempo, el ejército de Pirro fácilmente duplicaba su número.
Justino, entre otros autores [19], informará que “Muchas ciudades de Italia, movidas por el resultado de esta batalla, se rindieron a Pirro. Entre otros también Locri, traicionando a la guarnición romana, se rebeló contra ellos (los romanos)”.




Prínceps romano portando "hasta" (lanza).
Pirro ad portas.
La derrota de Levino fue un duro golpe para los romanos. Al cónsul Tito Coruncanio, aún en campaña en Etruria, le fueron remitidas órdenes de abandonar las acciones y volver rápidamente a Roma. También se reclutaron dos nuevas legiones que fueron remitidas a Levino [20], y se pregonó que todo aquel voluntario que quisiera ocupar el lugar de los caídos, anotara su nombre en el “rollo del ejército” (Apiano: Sam. 10'8(24)).
Para Cayo Fabricio Luscino [21] (cónsul en 282 a.C.), la derrota era culpa de Levino, exculpando de esta forma a las legiones vencidas. Sin embargo, Levino fue confirmado en el mando de aquellas. Su ejército herido, retrocedió hasta Samnio. Las siete mil bajas (casi dos legiones menos), lo habían puesto a la defensiva, pero aún era un ejército respetable.
Era el momento de Pirro. El epirota pasó rápidamente a la ofensiva y se lanzó sobre Campania en dirección a Roma con Levino detrás. El cónsul pisaba los talones del enemigo y acosaba su retaguardia (Zonaras 8,4).
Según Zonaras, el rey quiso tomar Capua, pero Levino adelantándose, se introdujo en la ciudad para defenderla. Tal cosa fue suficiente para que Pirro abandone la idea de asaltar la ciudad, y posó su mirada sobre Neapolis. No se informa porque (tal vez nuevamente por la buena labor de Levino), pero el rey de Epiro tampoco tuvo fortuna en dicha ciudad. Y no queriendo demorar su marcha hacia Roma, abandonó este objetivo y dirigió su ejército a la metrópolis del Lacio.
Todo el camino a Roma, el territorio enemigo fue expoliado sistemáticamente. Para algunos autores (ver Dion Casio fr.40'25-26) esto evito que algunos pueblos entonces aliados de los romanos (probablemente los Campanos), y que habían estado a punto de unirse a Pirro, al ver que “los griegos” devastaban las posesiones de “aliados y enemigos por igual”, se mantuvieron leales a la Loba.
Entre sus planes también se incluía la idea de ganar el apoyo de los etruscos. Sin embargo, ya en el Lacio, luego de ocupar Anagnia [22] primero, y Praeneste (actual Palestrina) [23] después, y con Roma a la vista, pudo enterarse que aquel pueblo (los Etruscos) había firmado un pacto con los romanos. También supo que el otro cónsul ya estaba de vuelta en Roma con su ejército, y se sorprendió al ver que Levino poseí ahora un ejército tan grande como el primero, ¡o aún mayor [24]!
Para Cineas, los epirotas estaban “librando una guerra contra una hidra[25]. Por lo que Pirro se dispuso a recalcular su posición. Su ejército estaba cargado de botines (de la razia a la que sometió los países por los que pasó), y llevaba consigo numerosos prisioneros (600 según algunas fuentes). Consideró que el riesgo era enorme, y decidió “posponer la batalla”. Entonces dio media vuelta y regresó a Campania.
Ya en Campania, Levino le sale al cruce formando sus legiones para la batalla, provocación que Pirro decidió evitar [26], para continuar su camino a Tarento.



Pirro de Epiro, el embajador Cayo Fabricio Luscino, y el elefante;
en la famosa escena relatada por Plutarco (Pirro 20,1-10 y Mor195A).
Embajadas.
Con Pirro devuelta en Tarento, la guerra dio paso al diálogo. Las embajadas de ambos bandos fueron y vinieron de Tarento a Roma, o de Roma a Tarento.
Ahora bien, según la fuente abordada, Roma es la primera en remitir un embajador con el fin de lograr la liberación de los prisioneros romanos (y aliados) en poder de Pirro. Pero según otras fuentes, fue Pirro quien se apresuró a un tratado de paz enviando a Cineas a Roma.
No importa como lo cuenten las fuentes, el resultado es siempre el mismo. Pirro deja ir a los cautivos sin coste para Roma (unos 600 aparentemente) y ofrece un tratado de paz en el que impone ciertas condiciones. Al tiempo que la Loba libera igual número de Tarentinos y Samnitas en su poder, y rechaza las condiciones del rey epirota, respondiendo que: “(Pirro) no podría tener paz con los romanos, a menos que abandonase Italia” (Eutropio 2.12'4). La guerra continuaba.
La tradición romana ha sabido imponer la idea de que, gracias a la famosa intervención de Apio Claudio [27], Roma pudo evitar la humillación de un tratado de paz con Pirro. Atendiendo a la idea de que la mayoría de los senadores se inclinaba a aceptar las condiciones del rey de Epiro. Al parecer, el viejo y ciego Apio sacudió las conciencias del senado romano.
Y también ha trascendido la nobleza de Cayo Fabricio Luscino (cónsul en 282 a.C.) en su negociación con Pirro por el destino de los cautivos romanos en poder del rey de Epiro. Al parecer (y según Dionisio de Halicarnaso en 19.13'1-18'8) el romano supo evitar ser cooptado por el epirota, quien intentó seducirlo ofreciéndole de formar parte de su consejo. Oferta que fue rechazada por el romano en una muestra de supuesto orgullo y estoicismo. Por el contrario, estos intentos de soborno al senado Romano, y luego a Luscino (para finalmente ser él mismo el seducido por la magnanimidad y nobleza de Fabricio Luscino), dan la idea de un Pirro entregado a los actos pérfidos y poco honrosos.
Pero gracias a Plutarco (Pirro 18'4-5), sabemos que Pirro comenzaba a pensar que Roma era un objetivo inalcanzable, por lo que un tratado de paz le parecía una buena idea. Además, gracias a su reciente victoria, creía tener el privilegio de poner condiciones a Roma.
Y gracias a Zonaras (8,4) sabemos que fue idea de Cineas lo de proponer a Roma la devolución de los prisioneros romanos sin coste a fin de que, dando una imagen de magnanimidad y buena voluntad por parte de Pirro, se pudiera lograr un tratado de paz con los romanos [28]. Plan que los hijos de la Loba rechazan, ya sea por orgullo o, lo que es más probable, porque intuían cierta “debilidad” en Pirro, su ejército, y su alianza con Tarento y los demás pueblos de Italia.
La indulgencia con la que Pirro trata a los prisioneros romanos, sumado al respeto hacia los cuerpos de los enemigos caídos en el campo de batalla [29], nos pinta una imagen opuesta a la que la tradición romana intentó hacer trascender.

"Apio Claudio el Ciego en el Senado". Fresco de Cesare Maccari (1840-1919), Palazzo Madama (Roma). 
A la izquierda y de pie, el tesalio Cineas, enviado de Pirro.
Epílogo.
Cerradas las negociaciones, el Senado Romano ordena a Levino marchar a Saepinum, en el país de los Pelignos (Samnio), para construir un campamento allí y pasar el invierno [30]. Mientras, Pirro relamía sus heridas, reforzaba su ejército, y se preparaba para enfrentar un año más de guerra.
La derrota en Heraclea, y la marcha de Pirro hacia Roma, atizó viejos temores en la ciudad. La gravedad del hecho provocó el nombramiento de Cneo Domicio Calvino Máximo como Dictador con la tarea de celebrar las elecciones de nuevos cónsules para el año entrante (saldrían electos Publio Decio Mus y Publio Sulpicio Saverrión).
En definitiva, el conflicto de Roma con Pirro no encontraba solución pacífica por el momento. Un nuevo encuentro entre las armas romanas y epirotas se vislumbraba en el horizonte.
Ambos contendientes se prepararon lo mejor que pudieron para intentar someter a su rival. Roma con el objetivo de expulsar a Pirro de Italia. Y Pirro con la idea de doblegar a Roma y hacerla claudicar en sus intentos por someter a los pueblos del sur de Italia.
Hechos más que interesantes, pero que dejamos para el próximo artículo.

FIN
Autor: marvel77

NOTAS:
1-  Los Antigónidas en Macedonia y gran parte de Grecia continental; los Lagidas en Egipto, Chipre y Cilicia; y los Seléucidas en Persia, Siria, Mesopotamia y parte de Asia Menor. Vale recordar que además de las dinastías mencionadas destacaron el Reino de Epiro y el Reino de Pérgamo, entre otros estados menores.
2-  El otro cónsul del año 281 a.C., Q. Marcius Philippus, al parecer operaba y combatía en Etruria. Esto lo sabemos, no porque se haga referencia a batalla alguna en las fuentes antiguas, sino porque gracias a los Fasti triunfales, se nos informa que al año siguiente (280 a.C.) Marcius Philippus celebraría un triunfo por sus acciones en Etruria.
3-  Según Zonaras (Zon.8,2) Pirro ordena un primer envío de tropas bajo el mando de Cineas seguido de un segundo envío de al mando de Milo, general epirota que se hizo cargo de organizar la defensa de la ciudad. La segunda aparición de este personaje se indica para 274 a.C., fecha en la que Pirro retorna al Epiro y deja a Milo junto a su hijo Heleno al frente de Tarento (ver Zonaras 8'6; San Jerónimo 1742; Justino 25.3), por lo que se entiende que este oficial epirota sobrevive las batallas de Heraclea (280 a.C.), Ásculo (279 a.C.) y Benevento (275 a.C.), aunque nunca se menciona la su participación en dichas batallas.
4-  Plutarco (Pirr.15,1) menciona un interesante número de embarcaciones de distinto tipo y función. Habla de buques de transporte de caballos (ἱππηγῶν o ippigón); buques de “cubierta” (καταφράκτων o katafrákton), probablemente barcos de guerra propiamente dichos; y buques de transporte o “transbordadores” (πορθμείων o porthmeíon).
5-  Valla lo llama “Stlataria”, que podemos traducirlo como “traído por el mar”, “costoso”, y por lo tanto “importado”. Probus lo describe como “atractivo” y Quinto Ennio aduce que era un barco mucho mejor que “el que lleva las fripperías extranjeras”. Entonces, o era provisto por Tarento, o por Antígono II Gonatas. Las características del buque, su tamaño y capacidades, nos hacen pensar que la segunda opción es la más probable. El padre de Antígono, Demetrio Poliorcetes, en el año 289 a.C. levantó un enorme ejército de 98mil hombres y 12mil jinetes, y mandó a construir 500 buques. Hecho que no solo destacaba por el enorme número de barcos, sino por su tamaño nunca antes visto (galeras de 15 o 16 bancos de remos).
6-  Volsinii o Vulsinii en latín, Velzna o Velusna para los Etruscos. Se corresponde con la actual Bolsena.
7-  Vulci o Volci en latín, Velch o Velx para los Etruscos. Ubicada en las cercanías de lo que hoy se conoce como Montalto di Castro. 
8-  Luego del casi exterminio de los Ecuos; los Marrucini, los Marsi, los Paeligni y los Feretrani enviaron embajadores para firmar un tratado y alianza con Roma. Ver Diodoro 20.101'5; Livio 9.45'18; Estrabón 5,241
9-  280/79   [L.] Aemilius QfQn Barbula, procónsul, sobre Tarentines , Samnites y Sallentini , 6 id.Quint. {10 de julio} (Fasti Triumphales p98).
10-  Quinto Publilio Filón, cónsul en 327 a.C., que se encontraba sitiando Palépolis (Parténope), la antecesora de Neápoles, vio prolongado su imperium un año más con el título de procónsul, por medio de un senatusconsultum y un plebiscito. Esta es la primera vez en la historia romana en la que una persona fue investida con el poder proconsular. Durante la segunda Guerra Samnita Quintus Fabius Maximus Rullianus (cónsul en 308 a.C.) vio prolongado su imperium para el año 307 aC. Y ya en la Tercera Guerra Samnita, Quinto Fabio Máximo Rulliano y Publio Decio Mus (cónsules en 297 a.C.) recibieron una extensión de seis meses de su autoridad para continuar la guerra en Samnio durante el año 296 a.C. Y en 291 a. C., Quintus Fabius Maximus Gurges (cónsul en 292 a.C.) vio su mando extendido como procónsul durante la misma guerra.
11-  Regio fue una importante aliada y “socia navalis” de Roma.
12- Sylloge Inscriptionum Graecarum: 392; Ennius: Annales 181-185; Diodoro Sículo 22.6'1-2; Dionisio de Halicarnaso 19.11'1-12'6; Livio: Periócas 13; Frontino: Stratagema 2.4'9, '13, 4.1'24, 7'7; Plutarco: Pyrrhus 16'6-18'2, Flamino 5'6, Moralia 194'F; Floro 1.13'7-8, '14-18; Apiano: Guerra Samnita 10'1;(22)  Pausanias: Descripción de Grecia 1.12'2-3; Dion Casio fr.40'14-19; Justino 18.1'4-7; Pseudo Aurelio Víctor: De viris illustribus urbis Romae 35'3-5; Eutropio 2.11'2-3; Orosio 4.1'8-18; Zonaras 8'3;(p323-7).
13-  Cierta historia transmitida por Dionisio de Halicarnaso, se muestra a un orgulloso Levino que, tras capturar un espía de Pirro, forma su ejército solo para que este pudiera trasmitirle al rey epirota lo visto. El romano no tenía nada que ocultar. Y si Pirro quería saber del ejército del cónsul, pues “que no enviara más hombres en secreto como espías, sino que viniera él mismo, abiertamente, a ver y aprender el poder de los romanos” Dionisio (19.11,1).
14-  La mejor referencia sobre dicho intercambio de cartas la encontramos en Dionisio de Halicarnaso (DionHal_19.9'1-10'5) Pero también se puede leer en Plutarco (Plut:Pyrrh_16'4-5), Dion Casio (DioCass 40'13) y Zonaras (Zonar. 8'3).
15-  Según Zonaras, Pirro se había dirigido allí antes de enviar la carta a Levino.
16-  En la nota n°3 habíamos señalado la teoría que pone al general epirota Milo (Milón de Tarento) al frente de la avanzada epirota en Tarento. Cuestión que no podemos confirmarlo con las fuentes antiguas. Ahora bien, quienes abonan dicha teoría, colocan a Milo en la batalla de Heraclea, obviamente comandando a dicha avanzada. Situación igualmente incomprobable. La teoría se sostendría en la necesidad de adicionar un mando militar en apoyo de Cineas, por no poseer éste dicha capacidad.
17-  Según Frontino (Stratagema 2,4´9), el asesino de Megacles fue el mismísimo cónsul Levino. Pero según Plutarco, el victimario llevaba el nombre de Dexoüs, quien luego de derribar a Megacles, arrebatando el casco y la capa del caído, creyendo se trataba de Pirro, cabalgo hacia Levino exhibiendo los despojos.
18-  “Si consigo otra victoria, en una batalla más con los romanos, no quedará un solo soldado de los que cruzaron conmigo” (Diodoro 22.6,1-2). En la antigüedad existía el termino "victoria Cadmea" para referirse a una victoria militar que incluye la ruina de uno mismo (en honor a Cadmo, fundador de Tebas). Luego de las Guerras Pírricas, esta expresión será ampliamente reemplazada por la expresión "victoria pírrica".
19-  Livio 35.14'9; Dion Casio fr.40'21-22; Justino 18.1'8-9; Zonaras 8'3
20-  Plutarco: Pirro 18'1-3; Floro 1.13'18; Appiano: Sam. 10'8; Dion Casio fr.40'28; Aurelius Victor: VirIll 35'7; Zonaras 8'4
21-  El primero de la gens Fabricii que se movió a Roma desde su Aletrium (actual Alatri) natal.
22-  Ciudad principal de los Hérnicos (Hernicii). Tribu aliada a Roma. De la que Pirro obtuvo rico botín.
23-  Famosa ciudad de los latinos. “(…) miró desde la ciudad de Praeneste hacia una Roma que había casi capturado”. Ver Floro 1.13'24
24-  No está claro por las fuentes en qué momento Levino recibe los refuerzos (supuestamente dos legiones). Según Zonaras (Zonaras 8,4), esto ocurriría previo a que Pirro llegue al Lacio. Por Dion Casio (Dio.Cas.40,27), Apiano (Guerra Samnita 10'10(24)) y Aurelio Víctor (35,6) se entiende que esto ocurre luego de que Pirro decide volver a Campania. De Plutarco nada se puede averiguar.
25-  Apiano. Guerra Samnita 10'10(24); Eutropio 2.12'1
26-  Si hacemos caso a Zonaras (8,4) Pirro intentó amedrentar al ejército de Levino, recientemente derrotado por él, ordenando a sus soldados dar gritos de guerra mientras golpeaban sus escudos con las armas, al tiempo que los elefantes barritaban con furia, con la idea de que esto sería suficiente para espantar a los romanos. Teniendo en cuenta el pavor que causaron estos animales a los romanos, la idea parecía potable. Sin embargo, del otro lado, los romanos le devolvieron “un grito más grande” que causó terror a los epirotas.
27-  Ver Ennius:Ann 194-196; Cic: Brut 55, 61, :Sen 16, :Phi _1'11; [Liv]:Per 13; Ovid:Fast 6'203-204; ValMax 8.13'5; Quint 2.16'7; Plut: Pirro 18'6-19'5, Moralia 794'D-F; Floro 1.13'20; Apiano: Guerra Samita 10'1-7(22); Ampel 19'2;L  DioCass fr.40'39-42; Justino 18.2'10; [Vict]:VirIll_34'9;L  Eutropio 2.13'1; Zonaras 8'4.
28-  Vale aclarar que Milo (o Milon de Tarento), otro personaje cercano a Pirro, claramente se oponía al plan de Cineas. Por lo visto, Pirro prefirió al hábil diplomático Tesalio por sobre los consejos de su general.
29-  “Porque quemó los cuerpos de los muertos, trató a sus prisioneros con indulgencia y los devolvió sin pedir rescate, y enviar embajadores a Roma, lucharon con todos los medios para obtener un tratado y ser admitidos en amistad” (Floro 1.14-18). Ver también los Anales de Quinto Enio (181-185).
30-  Frontino: Estratagemas 4.1'24



Plutarco. Principal fuente para el presente artículo.






















Fuentes antiguas:
- Plutarco. Vidas Paralelas/ Moralia.
- Dionisio de Halicarnaso. Antigüedades Romanas.
- Diodoro Sículo. Biblioteca Histórica.
- Justino, Marco Juniano. Epítome de las Filípicas de Pompeyo Trogo.
- Floro, Lucio Anneo. Epitome de Tito Livio.
- Dion Casio. Historia Romana.
- Juan Zonaras. Epitomé historion
- Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación/ Períocas.
- Apiano de Alejandría. Historia Roama: Guerras Samnitas (fragmentos).
- Polibio de Megalópolis. Historia Universal
- Quinto Enio. Anales.
- Valerio Máximo. Hechos y dichos memorables.
- Flavio Eutropio. Breviarium historiae romanae
- Frontino, Sexto Julio. Strategemata..
- Cicerón, Marco Tulio. De Senectute/ Brutus/ Filípicas/ Tusculanas.
- Séneca, Marco Anneo. Controversiae
- Plinio el Viejo. Naturalis Historia.
- Lucio Ampelio. Liber Memorialis
- Quintiliano, M.Fabio. Institutio oratoria.
- Amiano Marcelino. Historias

Fuentes Modernas:
- Autores varios, Revista DESPERTA FERRO N°43.
- Revista Osprey Publishing. Warrior 162: Roman Republican Legionary 298–105 BC. Por Nic Fields (texto) y Seán Ó’Brógáin (ilustraciones).
- Ross Cowan, For the Glory of Rome: A History of Warriors and Warfare (Inglés).

7 comentarios:

  1. Nuevo artículo en AH Web! Esperamos que sea de tu agrado.
    Y no olvides dejarnos un comentarios!

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  2. Muchas gracias por el articulo.

    Se agradece mucho el esfuerzo.

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    1. Muchas gracias por tu interés Tchazzar
      Esperamos verte seguido por aquí
      Saludos

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  3. Excelente aporte y esperando una nueva publicación.....

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    1. Muchas gracias John! Pronto se viene la segunda parte. Saludos!

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  4. Dios que aportazo, se agradece el esfuerzo me gusta como analizan cada detalle con esa logica tan increible sigan así.una pregunta ustedes piensan cubrir la edad media????

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    1. Hola Dantesss123! gracias por tus elogios! ojalá sigamos sorprendiéndote con nuestros próximos trabajos.
      Por el momento la Web solo está dedicada a la antigüedad, aunque es posible que algunos eventos de la antigüedad tardía o de la temprana edad media, puedan ingresar a la lista de temas.
      Un saludos!

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